Fedro
Sabemos
de la gran influencia que generó Kant en el ámbito de la filosofía, y no se
quedó atrás en la Ética, disciplina donde inauguró una nueva visión (alternativa
a la eudeimonística aristotélica) llamada deontológica o ética del deber. En este trabajo sin embargo vamos a intentar
establecer una crítica a dicha ética, especialmente en el tema de la libertad y
lo moral dentro de la causalidad natural, tema de por sí controversial y nunca
acabado. La crítica la vamos a apoyar en un pensador ruso, contemporáneo a
Nietzsche, que comenzó siendo kantiano pero terminó rechazando la metafísica
(entre otras cuestiones). Hablo de Mijaíl Bakunin, más conocido por su
pensamiento anarquista que por sus escritos estrictamente filosóficos.
Comencemos,
pues, esbozando el pensamiento de Bakunin que dejó asentado en uno de sus
tantos escritos sin terminar, en sus Consideraciones Filosóficas. Para
entender la estructura de su pensamiento conviene dejar en claro cómo concibe
el la naturaleza, un concepto fundamental que, como se verá, lo distanciará
enormemente del pensamiento kantiano. Ni bien comienza el artículo dice:
«Todo lo
que es, los seres que constituyen el conjunto indefinido del universo, todas
las cosas existentes en el mundo, cualesquiera que sea por otra parte su
naturaleza particular, tanto desde el punto de
vista de
la calidad como de la cantidad, las más diferentes y las más semejantes,
grandes o pequeñas, cercanas o inmensamente alejadas, ejercen necesaria e inconscientemente,
sea por vía inmediata y directa, sea por transmisión indirecta, una acción y
una reacción perpetuas; y toda esa cantidad infinita de acciones y de
reacciones particulares, al combinarse en un movimiento general y único,
produce y constituye lo que llamamos vida,solidaridad y causalidad universal,
la naturaleza.»[1]
La
naturaleza, entonces, es en sí vida, es causalidad universal. Es una
combinación natural, necesaria y real, aunque de ninguna forma predeterminada o
preconcebida [2]. La solidaridad universal, como también la define, no tiene el
carácter de causa absoluta y primera, sino que es una resultante, es decir, el
efecto general de diversas causas particulares.
También
hay que aclarar que la naturaleza es un todo ordenado. Existen, como bien
comenta Bakunin, una serie de fenómenos y hechos que bajo determinadas condiciones
reproducen los mismos efectos, y así se repiten con frecuencia. Esa reproducción
constante es lo que va a llamar la legislación de la naturaleza [3]. La
naturaleza es causalidad y la causalidad legisla a la naturaleza. ́De momento
no se pueden vislumbrar grandes discrepancias con el pensamiento de Kant, quien
admitía la causalidad natural y su influencia en el mundo empírico. El problema
se va a presentar respecto a la salida que encuentra cada uno de estos
pensadores ante la misma cuestión. Mientras el filósofo alemán intenta
encontrar una respuesta metafísica a priori en la razón para poder escapar de
ese determinismo natural que nos limita en nuestro mundo sensible, el pensador
ruso le hace frente al determinismo, se lo apropia, encuentra otra salida y
rechaza toda metafísica posible (probablemente pensando en Kant, entre otros).
Veámoslo con más detalle.
En la
ética kantiana existe un concepto fundamental que debemos asentar para dejar en
claro luego cómo se concibe la libertad en su caso, y es el de buena voluntad. “Ni
en el mundo, ni, en general, tampoco fuera del mundo, es posible pensar nada que
pueda considerarse bueno sin restricción, a no ser tan sólo una buena voluntad”[4],
comenzará diciendo en el primer capítulo de la Fundamentación de la
Metafísica de las Costumbres. Esa buena voluntad, como aclarará, no es
buena por su finalidad, es decir, por lo que realice, sino que es buena en sí
misma [5]. En este sentido tiene mucha importancia la razón, que es la facultad
práctica que tiene influjo sobre la buena voluntad.
Por su
parte Bakunin no va a hacer de la voluntad un concepto abstracto y absoluto,
sino justamente todo lo contrario. Mencionábamos anteriormente la legislación
de la naturaleza, agregaremos a ello que existen en la naturaleza tanto leyes
generales como leyes particulares y especiales que, en su totalidad, conforman
la ley única y suprema (la causalidad universal, es decir, la naturaleza). “Las
leyes del equilibrio, de la combinación y de la acción mutua de las fuerzas
(...) son absolutamente inherentes a todas las cosas que existen, sin exceptuar
de ningún modo las diferentes manifestaciones del sentimiento, de la voluntad y
del espíritu; pues estas tres cosas (...) no son más que funcionamientos
completamente materiales de la materia organizada y viva (...)”[6]. Podemos ver
con claridad el carácter material y, si se quiere físico, que le da a la
voluntad.
Kant le
sustrae a la voluntad todo principio material, la deja por tanto determinada
por el principio formal del querer en general. Es en esta voluntad formal y
absoluta (a priori) donde el pensador alemán encuentra espacio para el valor
moral. “(...) el valor moral de la acción no reside en el efecto que de ella se
espera, ni tampoco, por consiguiente, en ningún principio de la acción que
necesite tomar su fundamento determinante en ese efecto esperado” [7]. Para que
una acción tenga valor moral no importa su contenido, sino su forma, y dicha
forma debe responder a lo que él llama el imperativo categórico, es decir, la
fórmula absoluta y universal que se extrae de dicha acción.
La razón
por la que Immanuel Kant tuvo que preponderar el uso de la razón (donde según
él se encuentra el valor moral) y lo inteligible por sobre lo empírico y sensible
es - además de la época ilustrada en la que se vio inmerso y que sin dudas lo condicionó
- porque admitía que el mundo sensible y fenomenológico está regido por la
causalidad natural, lo cual no daba espacio para pensar la libertad ni, por ende,
una moral.
Personalmente
considero que dentro de su afán por “escapar” de esa causalidad natural que lo
encadenaba, en lugar de dar respuesta a ese inconveniente, le abrió la puerta a
nuevos problemas. La libertad, dice Kant, “ha de ser más bien una causalidad,
según leyes inmutables, si bien de particular especie; de otro modo una
voluntad libre sería un absurdo”[8]. ¿A qué referirá con ser “de particular
especie”? ¿Qué le garantiza esa particularidad? Más aún, ¿es realmente un
absurdo pensar la libertad sin intentar escapar de la causalidad dando manotazos
de ahogado? Y unos renglones más adelante se pregunta “¿Qué puede ser, pues, la
libertad de la voluntad sino autonomía, esto es, propiedad de la voluntad de
ser una ley para sí misma?” [9].
¿Cómo le
puede responder a Kant un pensador que ve a la voluntad con una carga puramente
material? ¿Cómo concibe Bakunin la libertad? En este sentido tal vez se habría
visto atraído por Michael Foucault si hubiese llegado a conocerlo, dado que Mijaíl
Bakunin alega que el hombre debe conocerse y conocer como se rige su entorno
para encontrar la libertad. “[Al hombre] Le es preciso reconocer (...) todas
las causas y todas las condiciones de su propio nacimiento, de su propia existencia
y de su desenvolvimiento, a fin de que pueda comprender su propia naturaleza y
su misión sobre la Tierra (...), a fin de que en este mundo de la ciega fatalidad,
pueda inaugurar su mundo humano, el mundo de la libertad.”[10] [11].
La
causalidad universal es un hecho, no se puede negar, tampoco se puede escapar.
Dicha causalidad es solidaridad, es vida, es la naturaleza. Se rige por
diversas leyes, entre ellas la de la voluntad, que es particular de todos los
seres vivientes. No necesita Bakunin crearle un espacio metafísico donde esté
libre de causalidad porque no le teme a ella. “El hombre consciente de su
humano destino queda en calma y altivo en el sentimiento de su libertad, que
conquista emancipándose por sí mismo mediante el trabajo, mediante la ciencia,
y emancipando (...) a todos los hombres, sus semejantes, sus hermanos.” [12].
Está claro que no tiene una visión autónoma de la moralidad como sí tiene Kant
quien pretende que cada sujeto se autolegisle[13], sino, como buen anarquista,
responde a una visión heterónoma, que tiene en cuenta al otro (que es siempre
un semejante), dónde yo soy más libre cuanta más libertad tengan los otros y más
otros sean libres.
Bakunin
va a criticar profundamente el carácter absoluto y universal que, en el caso
que estamos analizando, Kant le atribuye a la buena voluntad y a la idea de
deber manifestada en el imperativo categórico. El pensador ruso va a decir que
las leyes naturales excluyen de manera absoluta la posibilidad de un legislador
porque la idea de un legislador excluye a su vez la inherencia de las leyes a
las cosas, porque desde el momento en que una ley no es inherente a las cosas
que gobierna es, en relación a esas cosas, una ley arbitraria fundada en el
pensamiento y la voluntad del legislador. “(...) no son leyes, sino decretos a
los que se obedece, no por necesidad interior y por tendencia natural, sino
porque se está obligado a ello por una fuerza exterior, divina o humana; decretos
arbitrarios a los que la hipocresía social, más bien inconsciente que
conscientemente, da arbitrariamente el nombre de ley.”[14].
Probablemente
llegado a este punto cueste aún ver cómo alguien puede concebir la libertad a
la vez que concibe la causalidad universal (o natural, si tomamos el concepto
kantiano), o más aún, como puede existir espacio para la moralidad si sólo
somos productos inevitables de la causalidad. Pues bien, sigamos puliendo el
pensamiento bakuniano. Según dijimos, la naturaleza es el conjunto de causalidades
particulares, a su vez regidas por ciertas leyes determinadas. Pero, como va a
aclarar en sus Consideraciones, el hombre no es esclavo porque no obedece más
que a las leyes inherentes a su propia naturaleza, es decir, a las condiciones
mismas por las cuales existe[15]. Recordemos que, al estar inmersos en
causalidad somos por ende un producto, pero un producto que al reconocer y
obedecer dichas leyes inherentes se obedece a sí mismo.
A simple
vista pareciera que, así como Kant usa a la buena voluntad como guía y
fundamento de la moral, Bakunin la deja a un lado como un impulso más del
cuerpo humano. Sin embargo, pese a que su pensamiento no gira en torno a la
voluntad, llega a definirla cuando habla de la capacidad inherentemente humana
de abstracción y de elegir y comparar conceptos o ideas. Lo que dice es que la voluntad
es “ese poder de tomar partido a favor de uno o de varios motores que obran en
él [el hombre] en un sentido determinado, contra otros motores igualmente
interiores y determinados” [16]. Luego aclara que no es una potencia
absolutamente autónoma, independiente del mundo material y capaz de romper el
encadenamiento que constituye la naturaleza, tal como concibe Kant a la buena voluntad.
Es, en cambio, una fuerza con independencia relativa, dado que la voluntad como
el resto de fuerzas se forman en cada individuo producto de diversas circunstancias,
influencias y acciones exteriores materiales y sociales (somete a la voluntad
también al determinismo natural).
Cabe
hacer una aclaración más para entender el concepto de voluntad del pensador
ruso que lo permita distanciar aún más del ilustrado alemán. Bakunin aclarará
que la voluntad en sí no es buena ni mala. “La experiencia nos demuestra que el
poder de la voluntad está bien lejos de ser siempre el poder del bien: los más
grandes criminales, los malhechores en el más alto grado, están dotados algunas
veces de la potencia más grande de voluntad; y, por otra parte, vemos bastante
a menudo, ¡ay!, hombres excelentes, buenos, justos, llenos de sentimientos
benevolentes, que están privados de esa facultad.”[17]. Dicha noción es
evidentemente incompatible – y ya vimos por qué - con la voluntad “buena sin
restricción” de la que habla Kant al comenzar su Fundamentación.
Para ir
concluyendo me gustaría tomar una cita que se encuentra sobre el final de la
obra kantiana que usamos para el trabajo que dice lo siguiente: “Mas la
libertad es una mera idea, cuya realidad objetiva no puede exponerse de ninguna
manera por leyes naturales y, por lo tanto, en ninguna experiencia posible: por
consiguiente, puesto que no puede darse de ella nunca un ejemplo, por ninguna
analogía, no cabe concebirla ni aún sólo conocerla. Vale sólo como necesaria
suposición de la razón en un ser que crea tener conciencia de una voluntad,
esto es, de una facultad diferente de la mera facultad de desear”[18].
Básicamente
lo que hace Kant en dicha cita es admitir que la libertad es una idea necesaria
pero que no se puede, o mejor dicho, no supo concebirla. Sin la noción de
libertad su pensamiento habría sido obsoleto, fácilmente criticable, y en estos
últimos pasajes deja en evidencia la necesidad de meter, tal vez a presión,
dicha idea. Son los“manotazos
de ahogado” que mencioné anteriormente. Pero no lo deja ahí, unos renglones más
adelante, en un intento de cerrar el tema y volverlo incuestionable, enfatiza lo
siguiente: “Mas donde quiera que cesa la determinación por leyes naturales,
allí también cesa toda explicación y no solo resta la defensa, esto es,
rechazar los argumentos de quienes, pretendiendo haber intuido la esencia de
las cosas, declaran sin ambages que la libertad es imposible.”[19].
Si bien
Bakunin no declara que la libertad es imposible (de hecho, es una de las
nociones que lo impulsa a escribir), bajo la concepción kantiana habría sido
inasimilable. En una de sus obras más extensas, Escritos de Filosofía
Política, da una definición más clara y concreta de libertad, donde dice
que es el “dominio sobre las cosas externas, basado en la respetuosa
observancia de las leyes de la Naturaleza; es la independencia de las exigencias
y los actos despóticos de los hombres; es la ciencia, el trabajo, la rebelión
política y, finalmente, la organización a la vez planificada y libre del medio
social acorde con las leyes naturales inmanentes a cada sociedad humana. La
primera y la última condición de esta libertad sigue siendo la más absoluta
sumisión a la omnipotencia de la Naturaleza, nuestra madre, y la observancia y
la aplicación más rigurosa de sus leyes.”[20].
Se trata
pues de salir del individualismo, de evitar aferrarse a la autonomía, de mirar
al otro, al semejante, de ansiar la libertad por el otro y por la Naturaleza.
Se trata de ser más humano porque, como bien diría Nietzsche, el imperativo
categórico huele a crueldad [21].
Notas
[1]
Bakunin Mijail, Consideraciones Filosóficas, 1870, p. 3
[2]
Bakunin Mijail, Consideraciones Filosóficas, 1870, p. 3
[3]
Bakunin Mijail, Consideraciones Filosóficas, 1870, p. 4
[4] Kant
Immanuel, Fundamentación de la metafísica de las costumbres. Novena ed.,
Editorial Porrúa, México, 1996, p. 21
[5] Kant
Immanuel, Fundamentación de la metafísica de las costumbres. Novena ed.,
Editorial Porrúa, México, 1996, p. 21
[6]
Bakunin Mijail, Consideraciones Filosóficas, 1870, p. 5
[7] Kant
Immanuel, Fundamentación de la metafísica de las costumbres. Novena ed.,
Editorial Porrúa, México, 1996, p. 26
[8] Kant
Immanuel, Fundamentación de la metafísica de las costumbres. Novena ed.,
Editorial Porrúa, México, 1996, p. 55
[9]
Kant Immanuel, Fundamentación de la metafísica
de las costumbres. Novena ed., Editorial Porrúa, México, 1996, p. 55
[10]
Bakunin Mijail, Consideraciones Filosóficas, 1870, p. 9
[11] Una
vez más contradice a Kant quien afirma que “no le es lícito al hombre pretender
conocerse a sí mismo, tal como es en sí, por el conocimiento que de sí tiene
mediante la sensación interna (FMC, p. 58)
[12]
Bakunin Mijail, Consideraciones Filosóficas,
1870, p.
9
[13] “El
principio de la autonomía es, pues, no elegir de otro modo sino de éste: que
las máximas de la elección, en el querer mismo, sean al mismo tiempo incluidas
como ley universal” (FMC, p. 52)
[14]
Bakunin Mijail, Consideraciones Filosóficas, 1870, p. 12
[15]
Bakunin Mijail, Consideraciones Filosóficas, 1870, p. 13
[16]
Bakunin Mijail, Consideraciones Filosóficas, 1870, p. 18
[17]
Bakunin Mijail, Consideraciones Filosóficas, 1870, p. 28
[18] Kant
Immanuel, Fundamentación de la metafísica de las costumbres. Novena ed.,
Editorial Porrúa, México, 1996, p. 63-64
Bibliografía
- Consideraciones
Filosóficas – Mijaíl Bakunin
- Escritos
de filosofía política – Mijaíl Bakunin
- Fundamentación
de la metafísica de las costumbres – Immanuel Kant
[Aparecido
originalmente en la publicación anarquista Parrehsia # 32, Bahía Blanca,
noviembre 2017.Número completo accesible en www.laletraindomnita.blogpot.com.]
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