Esteban
Coronel
[Nota previa de El Libertario: el siguiente texto es la primera parte de un
artículo más extenso del mismo título que fuera publicado originalmente por la
Revista La Brecha # 3, Santiago de
Chile, 2° semestre 2016. El número completo de esa publicación está disponible
en https://revistalabrecha.files.wordpress.com/2017/01/la-brecha-31.pdf.]
Introducción
Intentar sacar del patrimonio histórico-ideológico
del Anarquismo la interpretación de la Autogestión, amenaza con convertir una
práctica emancipadora, en un proceso común y adoctrinado.
La Anarquía, entendida como estado concreto de
sociedad, es la Autogestión en marcha; el Anarquismo, entendido a su vez como
proceso expansivo y globalizante de ideología y de práctica, enfoca a la Autogestión
en sus términos más lógicos y consecuentes. Es decir, la Autogestión es la
expresión más significativa del modo concreto en el que funciona la sociedad Anarquista.
El Anarquismo y la Autogestión son la teoría y la práctica, el fin y el medio
del infinito proceso de liberación del hombre de toda explotación, opresión,
poder y autoridad; son el fin y el medio de la infinita sublevación del impulso
más humano de lo humano: la libertad.[1]
Partamos de la idea de pensar la Autogestión como la
posibilidad que tiene una comunidad de resolver sus necesidades básicas
mediante sus propios medios, transformando radicalmente los niveles de dependencia
de la sociedad con este sistema que se fundamenta hoy a través del Estado y del
Mercado, es decir, con el sistema capitalista.La Autogestión se constituye como
procesos históricos[2] contra-hegemónicos que surgen desde el Yo, como un Nosotros,
y se proyectan como prácticas sociales de la autonomía a través de iniciativas
basadas fundamentalmente en formas de Resistencia que filosóficamente encuentran
su cuna conceptual en el Anarquismo.
No es el objetivo de este espacio hacer referencia
a la historia del surgimiento de la Autogestión, lo que se trata de hacer, es
generar una reflexión teórico-práctica sobre el concepto de Autogestión y su
relación original con los principios y el pensamiento Anarquista, apegada a los
principios fundacionales de los cuales realmente surgen los procesos
Autogestionarios.
En este punto es importante hacer claridad que se hace
énfasis en los principios de la Autogestión y no en sus prácticas, debido a que
la Autogestión, se considera primero como un movimiento social antes que como una
doctrina[3] y porque su concepto se reconstruye con el diario vivir. De esta
forma, sus acciones no están supeditadas a modelos y estructuras de
funcionamiento; la Autogestión propone el norte al cual se debe apuntar para la
transformación estructural de la vida en sociedad que ha sido deformada por el
capitalismo y sometida al reino de lo mercantil y a un Estado impotente,
tentacular y poco eficaz. La Autogestión es entonces, una perspectiva de cambio
social; es la sociedad en construcción.[4]
Claramente, al referirse a la oposición contra el
reino del Mercado y del Estado, se siembran bases en conceptos filosóficos radicados
en el Anarquismo. Pierre-Joseph Proudhon[5], uno de los considerados padres del
pensamiento anarquista, hablaba sobre la sociedad como un tejido autosuficiente
de mutualidades, que no busca su unidad en ningún orden superior a ella misma[6].
Otro autor histórico que construye un magnífico legado
teórico para la práctica autogestionaria es Piotr Kropotkin con obras como La
Conquista del Pan de 1892 (Obra clásica y fundamental del acervo anarquista).
Si bien, Kropotkin hace una fuerte crítica al Anarquismo individualista de la época,
los experimentos sociales más importantes de inspiración Anarquista, se
encuentran empapados de su obra. El anarcosindicalismo mismo de la CNT –
Confederación Nacional del Trabajo Española de 1910 se impregnó de la obra de
Kropotkin e hizo uso de la perspectiva de Acción Directa de la que también Kropotkin
hablaba en su obra El Apoyo Mutuo de 1902. La Primera Internacional (1864)
y la revolución de La Comuna de Paris (1871), ejemplos mucho más atrás en el tiempo
que la CNT Española, dan cuenta ya de la utilización de los principios de la
Autogestión y de la construcción histórica de su concepto, sin explicitarlo.De
ahí en adelante en diferentes periodos del siglo XX podríamos encontrar una
buena cantidad de ejemplos que relacionan las prácticas de la Autogestión con
los principios del Anarquismo.
Vistazo
del desarrollo teórico de la Autogestión
Etimológicamente hablando, Autogestión es la
traducción término por término de la palabra serbio-croata Samoupravlje, siendo
Samo el prefijo eslavo equivalente a Auto y Upravlje que es un concepto relacionado
con el término Gestión.[7] La palabra Autogestión es abordada originalmente por
los revolucionarios del Mayo francés (1968) y por diversos teóricos de ese país
para explicar la experiencia yugoslava de descentralización sobre la gestión de
los sistemas de organización y la propiedad social llevada a cabo entre la
década de los 50’s y 70’s.[8]
Ya en la acción, la Autogestión como tal ha ocupado
una creciente importancia en la historia reciente, sobretodo de Latinoamérica,
en donde se han volcado una serie recopilaciones de experiencias de diferente
índole tanto en zonas rurales como en zonas urbanas.
Estos estudios se centran en su mayoría en estudios
de caso de tipo descriptivo, que se basan en relatos de procesos de Autogestión
como tal, o en procesos de lucha para establecer el proceso autogestionario en diferentes
grupos sociales y comunidades sobre un
marco temporal específico como se ve en la década de los 90’s con algunos
grupos étnicos, indígenas y campesinos de algunos países de Latinoamérica en
sus luchas por el territorio, o en el ejemplo en cierta medida de Argentina
luego de la crisis del 2001 con los casos de las empresas recuperadas y los
Movimientos Piqueteros, sin embargo, los enfoques de estudio en general se han
abordado en un plano un poco más de la economía solidaria y las cooperativas, y
terminan acotando de manera importante el potencial redentor de las practicas
autogestionarias.
La producción teórica global más prominente sobre Autogestión
fue desarrollada desde la década de los 70’s hasta finales de los 80’s sobre
todo a través de los análisis hechos a la experiencia Yugoslava. Sin embargo,
también han habido otras importantes publicaciones que han desarrollado el
concepto bajo distintos enfoques en el transcurso de las últimas décadas, cuyas
propuestas trataban de articular un espacio de reflexión teórica históricamente
situada, en torno a las experiencias y proyectos de Autogestión que se han
creado a partir de –o vinculados a- los movimientos sociales, especialmente en Latinoamérica.
Se puede destacar que la Autogestión, en sus análisis
más conocidos en Latinoamérica, se centran sobre la lógica económica, refiriéndose
sobre todo, a los procesos de toma de las fábricas y organización de la
producción por parte de los obreros, que abolen la separación de funciones entre
dueños, administradores y trabajadores, en contraste con la otra visión, más
anónima y escondida que se refiere a los ideales ácratas, que tienen que ver con
acciones libertarias contra la explotación y la opresión. Sus investigaciones,
trabajos y análisis más profundos hacen parte de los archivos clásicos de las
organizaciones anarquistas y anarcosindicalistas sobre todo de Europa, pero
también se encuentran interesantes avances de trabajos en Latinoamérica.
Pues bien, la Autogestión tiene al Anarquismo como
un importante impulsor de la idea, y su mayor y más fundamental acervo se
encuentra en los archivos documentales de estas corrientes, sin embargo, con el
transcurso del tiempo otras fundamentaciones han querido apropiarse de los
espacios que dejó la no consolidación material de un proyecto autogestionario de
tipo anarquista, engendrando un nivel creciente de experiencias que se
autodenominan de Autogestión, pero que realmente desconocen u obvian los
principios fundamentales sobre los que se cimienta realmente la Autogestión. Pierre
Rosanvallon[9]hablaba sobre la disolución de esta idea por falta de concreción
de un proyecto original o un modelo; la palabra es a la vez siempre un
recipiente que pide ser llenado con una idea a la que hay que darle forma, y
solo adquiere sentido en la lectura y en la acción, sin embargo, por ello la
Autogestión puede también ser una palabra que ha sido víctima de una
super-abundancia de referencias, usos, apropiaciones, e incluso experiencias
que quizá solo buscan darle un poco de prestigio a ciertas doctrinas y acciones
desvalorizadas. Con esto no se quiere despreciar las muchas y diferentes
iniciativas que se han hecho bajo el lema de la Autogestión, al contrario, es
importante decir que son procesos claves que están llenos de esperanza y de (al
menos) una idea de la libertad y la autonomía. De hecho se reconoce en ellas, a
esas pequeñas revoluciones que buscan sembrar pequeñas libertades como las que
hacía referencia Eduardo Galeano en alguna de sus célebres frases.
Es fundamental que estos procesos continúen y se
apropien de más espacios, sin embargo es necesario abordar el concepto de Autogestión
desde los principios con los que fue fundamentado para que no se degeneren en
un proceso más de la ramificación no-reivindicativa que quiere instalar el
sistema capitalista y el Estado, por esta razón es clave saber cómo diferenciar
un proceso de Autogestión de los otros procesos que se relacionan.
Las
formas de la Autogestión: entre la libertad y la sumisión
Es importante decir que la multiplicidad de autores
que presenta el campo de la Autogestión no responde necesariamente a la
ampliación del concepto de Autogestión, es más bien una apropiación del
concepto que han llevado a cabo ciertas doctrinas muchas de ellas ya
desvalorizadas, que buscan un poco de prestigio haciendo uso casi parasitario
del significado valorativo auténtico de la Autogestión. Esto se viene
advirtiendo por muchos autores desde finales de los 70’s y se evidencia hoy a
través de diferentes situaciones.
Hoy en día todo el mundo es partidario de la
Autogestión y las fuerzas de izquierda se disputan su proclamación, cuando la
Autogestión fue fuertemente criticada por los partidos comunistas y socialistas
que argumentaban que esas prácticas eran anarquizantes y divisionistas. [10] De
esta forma, se vino perdiendo el sentido propio del concepto y de la práctica
de la Autogestión por un uso abusivo del término, sin embargo, cabe agregar que
en un sentido más amplio, las luchas de tipo político se manifiestan también a
través del lenguaje y esto lleva a que se den disputas por apropiarse de
algunas palabras, para así atribuirse sus prácticas y sus principios, sin ser
del todo parte de su base fundacional. Es decir, la Autogestión puede
constituirse como en un efectivo disfraz terminológico histórico que le sirve a
algunas prácticas huecas para ganar espacios valorativos en las doctrinas
emancipadoras.
Este tipo de términos generalmente terminan siendo
utilizados por diversos pensamientos y corrientes, incluso a veces
contradictorias generando ambigüedades evidentes.[11] Por ejemplo: uno de los
principios fundamentales de la esencia y práctica autogestionaria es sin duda
la autonomía y la no subordinación a las estructuras hegemónicas y/o de
opresión, sin embargo en algunos trabajos sobre Autogestión, especialmente de
América Latina, se habla sobre rendición de cuentas ante los organismos
estatales de control y se toma al Estado no solo como un socio del proyecto
autogestionario sino también como su auditor[12], esto no solo diluye la base existencial
de la Autogestión, sino que transforma la idea en una heterogestión que
menoscaba la fuerza ideológica del concepto y el impulso liberador de sus
campos prácticos
El Anarquismo debe luchar para que las
organizaciones populares conserven su independencia y la libre determinación de
sus integrantes manteniendo la solidaridad como estrategia de enfrentamiento contra
sus problemáticas. Se debe impedir que estas organizaciones se conviertan en
instrumentos para la politiquería y los fines electorales de fracciones imperiales
y partidos autoritarios, difundiendo y practicando siempre la autonomía, la
democracia directa, la libre iniciativa y la acción directa. El objetivo
entonces es generar motivación por participar en la organización de la sociedad,
es aprender a participar directamente en la vida de esta y a desestimar la
dependencia y necesidad de poderes dirigentes.
Los
lenguajes de la Autogestión
La práctica tradicional en la historia humana ha
sido la gestión externalizada de la vida, llevada a cabo por una escisión
autócrata de una sociedad profundamente desigual. El Anarquismo aspira a una
Autogestión del conjunto de la sociedad en la que se hagan innecesarios todos
los centros de poder donde ahora se gestiona todo a través de una minoría
(partidos políticos, burocracias sindicales, el conjunto del Estado, etc.,
etc.). Por lo tanto, la Autogestión supone una transformación radical de la sociedad.
Estos principios se deben tener en cuenta en las prácticas
políticas que hoy apropian el uso del término, las cuales pueden reproducir (consciente
o inconscientemente) los esquemas hegemónicos contra los cuales se constituye
la lucha Autogestionaria. En este sentido el rol de la Autogestión no es
emancipar al pueblo, si no permitir que el pueblo se emancipe a sí mismo, de
esta forma, todos los elementos externos del proceso son solo mediadores que
facilitan que un nuevo modo de organización colectiva de la vida emerja del
corazón de las organizaciones del pueblo (Juntas de Acción Comunal, Asambleas populares
y barriales, comités de lucha, sindicatos, juntas de vecinos, centros
culturales, asociaciones juveniles, clubes deportivos, federaciones
estudiantiles, entre otras), de sus necesidades y sus prioridades.
Teniendo en cuenta lo anterior, es importante dar
cuenta de esos múltiples lenguajes que se han atribuido como de Autogestión,
con el fin de identificar sus especificidades y bogar por una atribución apropiada
de la autenticidad de la esencia autogestionaria. Entre esos lenguajes se
distinguen principalmente seis.[13]
El
Lenguaje Tecnocrático
La Autogestión es definida como un modelo de
gestión descentralizada de las empresas que tiene en cuenta la quiebra de los
esquemas de organización jerárquica. Es la versión socialista de la Dirección
Participativa por Objetivos. Esta visión reduce la planificación democrática al
empleo de técnicas de eficacia para estudios de mercado y racionalización de
opciones presupuestarias.
El
Lenguaje Libertario
Aquí se expresa un completo rechazo al Estado el
cual reproduce la opresión y la supresión de la autonomía. Es la afirmación del
derecho a la democracia directa contra todas las formas de representación y
delegación, exaltando los poderes de la base. En este lenguaje se toma por
objeto un grupo de individuos más que la sociedad en su conjunto, siendo el
sueño de muchas comunidades autosuficientes.
El
Lenguaje Comunista
La Autogestión es una finalidad. Es la forma
acabada a la que tiende el socialismo. Es el punto omega de la historia. Es la esperanza
de una fusión posible entre los intereses del individuo con los intereses
generales de la sociedad. Es una relación social armónica e igualitaria de una
sociedad sin conflictos y sin clases sociales, ni ninguna forma de explotación,
alienación o dominación.
El
Lenguaje Consejista
El poder es ejercido por los consejos obreros como
una pirámide de consejos que expresan el poder de los productores en la
sociedad por oposición a la burocracia estatal como forma de poder proletario
degenerado. Es un medio de unificación de los trabajadores y de la expresión de
su ser de clase en los lugares de producción. La Autogestión es el poder social
de los productores asociados.
El
Lenguaje Humanista
La Autogestión es por sobre todo, una forma de ser
que se refiere a las mentalidades y los comportamientos, más que a una forma de
poder. Es la vuelta a la persona a través de relaciones más abiertas y
fraternales. Es la valoración del Espíritu Autogestor hecho de entrega al grupo
social. Es la insistencia de la transformación de la vida cotidiana.
El
Lenguaje Científíco
La Autogestión es la proyección de las leyes de funcionamiento
del organismo vivo. Es la aspiración por una sociedad en la que la funcionalidad
de las relaciones sociales está por encima de cualquier forma de dominación y
de jerarquía. Es una condición de desarrollo de las fuerzas productivas que
ayuda a entorpecer las estructuras de explotación capitalista. Ninguno de estos
lenguajes se puede considerar íntegramente puro, sobre todo si se toman en cuenta
los múltiples maridajes que se dan entre ellos en el desarrollo de sus
discursos teóricos los cuales han sido resumidos en los puntos anteriores. Esto
hace que sus lenguajes no sean indiscutibles y que ninguno se imponga sobre otro,
sin embargo es importante identificar que una de sus características
compartidas es la necesidad de una otra sociedad,y esa una otra sociedad no
puede hacer concesiones con el sistema que históricamente ha oprimido al
pueblo, la nueva sociedad tira abajo las estructuras tradicionales de la
subordinación y toma bajo su soberanía el destino de la vida y el sentido
existencial de la humanidad.
La Autogestión entonces, no implica sólo una cuestión
táctica, o de medios, es ante todo, una cuestión de objetivos, es la
consumación del ser revolucionario y es una tarea actual que el movimiento Anarquista
debe fortalecer. Sin capacidad social es imposible que haya Autogestión, es por
esto que el Anarquismo no puede ignorar el tema del poder, porque es la instrumentalización
de la base del futuro libertario que todos buscamos. Como libertarios tenemos
la misión de generar, fortalecer y potenciar el ejercicio del poder popular[14]
en los distintos sectores en donde estemos insertos. De ahí la importancia de
buscar y construir caminos y formas que permitan y desarrollen el protagonismo
de las bases, sin que el Anarquismo y el poder parezcan antagónicos.
Notas
[1] Berti, Nico. “Lectura histórico-ideológica de
la Autogestión anarquista”. Revista Bicicleta.
1978.
[2] El sentido de lo histórico para este caso no
está relacionado con el tiempo del pasado, sino como proceso disruptivo de una
línea tradicional que marca una diferencia importante en el tiempo en el que
surge.
[3] Rosanvallon, Pierre. La Autogestión.Madrid:
Fundamentos, 1979.
[4] Ibídem, p. 85
[5] Lucio Cornelio en su obra Introducción a la
Autogestión (1978), se opone a la idea de Incluir el pensamiento de
Proudhon dentro de los fundamentos de la Autogestión, justificando algunas
particularidades de su oposición”, sin embargo, Proudhon es sin duda uno de los
teóricos más importantes del pensamiento Anarquista; esto hace que en una
práctica propia del Anarquismo (en este caso la Autogestión), su pensamiento
este presente indistintamente en ella, más allá de su posible o no, afinidad
explicita con los fundamentos Autogestionarios. Es decir, una práctica
anarquista, cualquiera que sea, va a tener elementos de Proudhon, por el simple
hecho de que él es una de los fundadores de este pensamiento.
[6] Rosanvallon, Óp. Cit., p. 40.
[7] Cornelio, Lucio. Introducción a la
Autogestión. Buenos Aires: El Cid, 1978. p. 13.
[8] Kardelj, Edward. Propiedad Social y
Autogestión. Buenos Aires: El Cid, 1976.
[9] Rosanvallon, Óp. Cit., p. 12.
[10] Ibídem,
p. 13.
[11] Iturraspe,
Francisco. Participación, Cogestión y Autogestión en América Latina Vol. I y
II.Caracas: Nueva Sociedad, 1986. p. 9.
[12] Caso
fabricas recuperadas en Argentina.
[13] Esta categorización de los lenguajes es
desarrollada por el francés Pierre Rosanvallon. (1979: 14-16).
[14] Entiendo que el término “Poder” se interpreta en su
relación general como “dominio sobre algo”, y el Anarquismo hace alusión al
rechazo de toda imposición de una voluntad sobre la de otros, o sea al rechazo
de toda forma de gobierno y autoridad, ideas que parecen irreconciliables y
enterradoras la una de la otra, sin embargo, considero que la interpretación
más apropiada y amplia de Poder, no hace énfasis en la base del “dominio sobre
algo”, sino más bien, en la idea del “poder hacer desde la colectividad”, es
decir, desde las fuerzas del pueblo y la organización popular, ideas que pueden
ser referenciadas dentro del acervo de los autores clásicos del pensamiento
anarquista como Bakunin o Malatesta. En este sentido, el Poder, como elemento
innegable del sistema socio-político-económico-cultural de hoy, y como
herramienta de instrumentalización del hacer colectivo a cualquier nivel se
debe entender en múltiples vías, siendo una de ellas y para este escrito, el
“poder hacer del colectivo” más ligado al objetivo de la liberación que de la dominación;
y es popular, porque emana indisolublemente del hacer cooperativo del pueblo.
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