* Textos publicados en Solidaridad Obrera # 367, Barcelona, mayo
2017
Editorial: Pongamos en jaque al Sistema
Como cada
año, la CNT conmemorará este 1º de Mayo recordando el carácter reivindicativo
de la fecha. Lo haremos con actitud crítica, como siempre. Remarcando el hecho
de que hoy la clase obrera anda huérfana, de que no se reconoce como tal y de
que cualquier cambio real y revolucionario se antoja más lejano de lo que nos
gustaría, aunque no por ello es irrealizable.
Actualmente
parece hasta que se acepte que los derechos sociales que aún hoy disfrutamos se
nos estén quitando a dentelladas, que hayan sido conquistas gratuitas. No puede
entenderse de otra forma tanta docilidad en las empresas ni en la calle. Sin
embargo, no debemos olvidar que hace décadas, cuando existía conciencia de
clase, llegaron a temernos. Las huelgas, la lucha, en definitiva, eran la
herramienta para conseguir mejoras, para aspirar a la revolución social. En el
caso de la anarquista demostramos la viabilidad de nuestro proyecto mientras
logramos defenderla. En el de los comunistas, por contra, la Historia ha
demostrado que la utilizaron para someter a quienes la promovieron o para
seducir a los que aceptaron el llamado «estado del bienestar». A ellos les sobornaron
con eso, a nosotros ni con las balas.
Ahora que
su estado del bienestar se está recortando y no estamos «tan bien», que las
coberturas por desempleo son cada vez más exiguas, que el derecho a una pensión
digna no está garantizado, que el acceso a la educación superior pública es
cada vez más caro o que al igual que pasa con los bancos la sanidad tiende a
privatizarse cuando es beneficiosa y a volver a ser pública cuando tiene pérdidas...
¿a qué esperamos para volver a darles miedo? Están despidiéndonos por cuatro
duros, nos están echando de nuestros hogares y hay quienes se dan en un canto
en los dientes por tener un trabajo por horas, de esos de venga usted cuando yo
le diga, aunque sea festivo, y luego ya veremos.
Dicen que
la sociedad –o al menos el modelo social que al Poder le interesa– está avanzando,
pero ya no sepamos ni dónde irá. Lo que sí sabemos es que la conciencia de
clase ha retrocedido, que se ha resignado a delegar en los demás su
responsabilidad y su futuro, que lo ha hecho depositando su confianza tanto en
unos partidos que dicen ser de izquierdas para entrar en el Gran Juego del Capital
como en unos sindicatos traidores que están firmando despidos, convenios a la
baja, reivindicando de boquilla que se elimine la brecha salarial y que,
además, están inmersos en casos de corrupción. Su ejemplo puede ser
desalentador, pero no tendría que servir de excusa para no movilizarnos ni para
terminar aceptando prácticamente todo, ya que durante la centenaria historia de
la CNT hemos demostrado que si la clase obrera toma conciencia y se organiza es
capaz de revertir esa situación y de mucho más.
Si
aspiramos a conseguirlo son necesarios varios factores, entre ellos, conocer
nuestra parte de la Historia, nuestras posibilidades y los errores que hemos
cometido durante todo este tiempo. También perder el miedo, que no es fácil. Y
menos con un control social y tecnológico que ni las predicciones de Orwell
habrían imaginado ni las de Huxley consentido por las dependencia que generan y
porque se están asumiendo como irrenunciables.
Dicen que
«destino» es sinónimo de «pasividad». Como la CNT nunca ha sido pasiva, volveremos
a recordar que la conmemoración del 1º de Mayo, del día de los trabajadores/as,
no es una jornada festiva, sino de lucha. Pese a la apatía generalizada y la
desazón, hemos de tener claro que nuestro destino, tarde o temprano, volverá a
estar al alcance de nuestras manos, que pasa por nuestra capacidad asociativa,
por volver a tomar conciencia de ello y por volver a organizarnos. Es cierto
que estamos cada vez controlados, pero también lo es que están proliferando las
publicaciones de investigación histórica sobre el anarquismo y los ensayos que
promueven un modelo social emanado del nuestro. Su difusión, debate y
asociacionismo, junto con nuestra capacidad de formación en nuevas tecnologías,
será la base para volver a poner al Sintema en jaque.
1º de Mayo - Contra el miedo y la explotación:
apoyo mutuo y autogestión
En los
dos últimos siglos, y debido al desarrollo industrial, la población fue
abandonando el campo, crecieron las ciudades y se produjo un gran
aumento
de la clase trabajadora ligada a las fábricas y la industria. La lucha de
clases, la implantación de los sindicatos, la avaricia de los patronos y la
podredumbre de la clase política provocó miles de conflictos laborales. Ni los
peores dictadores, ni lo más redomados militares fascistas, ni la iglesia carca
y retrógrada pudieron con un pueblo bravo
que
siempre plantó cara a todo intento de esclavismo y aniquilación. Incluso en
tiempos muy duros, como los años del pistolerismo, la clase obrera hizo frente
a la avaricia empresarial y a la represión estatal. Es necesaria esta breve
introducción para explicar los momentos actuales.
Con
estudios sociológicos y técnicas de lavado de cerebro en masa, el capital sabe
perfectamente cuál es el mejor momento para dar la vuelta de
tuerca
que ponga a la clase trabajadora patas arriba, sin ningún tipo de contestación.
Lo que los empresarios llaman crisis, no es ni más ni menos que un intento de
establecer un nuevo marco de relaciones laborales donde una parte importante de
la población pasará a tener trabajos precarios, siendo necesarios tres o cuatro
para poder subsistir. El resto verán una merma de un 20% o un 30 % de sus
salarios porque al grito de «que viene el lobo» aceptarán de forma mansa esas
rebajas. Y aún contentos, porque ven cómo una capa importante de la población
ha caído en el limbo del paro, los desahucios y la desesperación.
Ese mismo
pueblo que en otros tiempos consiguió mejoras sociales, primero se ha comido
sus ahorros, luego los de sus padres y finalmente ha caído en manos de
iglesias, parroquias o Cáritas, donde acuden sin ningún pudor a mendigar su sustento.
Las viviendas adosadas y los pisos com-
prados en
época de vacas gordas se quedaron por el camino, han vuelto a las manos de los
especuladores, que los engañaron concediéndoles hipotecas que era imposible que
nadie con dos dedos de frente pudiera afrontar. De golpe se acabaron los
créditos, vuelta a casa de los padres –en algunos casos de abuelos– y a vivir
de la mísera pensión de sus mayores. Demasiado sufrimiento para tan escasa
protesta. Y es que en algunos sectores la capacidad de lucha y rebeldía murió
en su juventud, mientras que en otros muchos, acostumbrados a un mundo fácil, a
tenerlo casi todo, sin aportar apenas nada, nunca existió.
Otra
parte de la juventud está preparada intelectualmente, pero sigue sin saber lo
que es la lucha. Después de dos carreras y tres o cuatro másteres, tras
comprobar que aquí su futuro era fregar platos y servir en las terrazas a los
turistas, han cogido las de Villadiego y han salido pitando para Europa a
países como Francia, Inglaterra o Alemania. Allí en muchos casos también están
fregando platos, pero cobran mucho más que aquí.
En un
país donde la principal industria es el turismo –se habla de 70 millones de
visitantes al año– alguien tenía que ocupar los sectores que ha ido abandonando
la población autóctona. La población latina ha ocupado el sector de los
camareros y las habitaciones de hotel, dejando para la población subsahariana y
magrebí el sector del campo y los invernaderos.
En dos o
tres años ha tenido lugar «la tormenta perfecta» para los empresarios hoteleros
españoles. El terrorismo islamista –que ha golpeado destinos como Túnez,
Egipto, Turquía– y la escasez de conflictos en España han hecho que el turismo
de playa europeo inunde las costas de la península y las islas. Como
consecuencia, las llamadas «kelis» han pasado de tener que hacer siete u ocho
habitaciones a realizar la limpieza de veinte, con lo cual les sale una media
de dos euros por habitación. Una vez más la avaricia empresarial ha querido
acaparar todos los beneficios, no dejando ni las migajas a sus trabajadores.
Luego se llenan la boca diciendo que «ellos» crean riqueza.
Para que
todas estas esperpénticas situaciones se pudieran producir eran necesarias
varias variables. La primera era que los sindicatos oficiales,
financiados
por el Estado, adormecidos e integrados en un sistema de explotación salvaje,
no representaran ningún obstáculo. Eso lo han conseguido desmovilizando y
traicionando a los trabajadores y engañándolos con pequeñas manifestaciones y
huelgas generales de un sólo día, sabiendo de antemano que al capital no le
hace ni cosquillas. Comenzaron no plantando cara cuando se implantaron las ETT,
luego siguieron haciendo la vista gorda ante jornadas de 14 horas y rubricando
su complicidad en inspecciones de trabajo integradas en la mafia empresarial.
Aunque por supuesto, uno de los grandes culpables es la misma clase trabajadora.
[Número
completo accesible en http://www.nodo50.org/cntcatalunya.]
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