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viernes, 1 de julio de 2016

Península Ibérica: Conversación con el periodista e intelectual anarquista Rafael Cid (2da. parte)


Jorge Santoveña (revista La Soga)

[Primera parte de esta conversación en http://periodicoellibertario.blogspot.com/2016/07/peninsula-iberica-conversacion-con-el.html.]

- En alguna ocasión ha utilizado los términos falacia electoral o ficción democrática en relación a las elecciones, destacando lo absurdo de creer que dando un cheque en blanco a los de arriba van a prosperar los de abajo, denunciando la inevitable corrupción que conlleva la profesionalización política sin control. ¿Podría profundizar más en ello?

° Bueno, creo que es más o menos claro, pero ahí subyacen varias cosas. No solamente en la política, sino en otros ámbitos. La sociedad actual, no solamente porque sea una sociedad mediática, en el sentido de los medios de comunicación, sino también en la política, porque hay intermediarios. Tiene como referencia casi un pensamiento mágico en la creencia en el hombre providencial. Es decir, en que una persona sola, sea un político o un deportista, pongamos, en un equipo de futbol, puede solucionar todo. Se concita en una especie de pensamiento mágico en personas providenciales, teóricamente, y esto nos remite siempre al tema religioso: que ellos son capaces de hacer lo que no puede un colectivo, un país, un pueblo, o la humanidad. Entonces ahí se produce la máxima realización de ese pensamiento jerárquico y autoritario al mismo tiempo, porque nos despojamos de todas nuestras convicciones y decimos «no, no, el político tal lo va a solucionar porque es un tipo extraordinario. El futbolista tal va a solucionar el partido, el famoso este es mejor artista»…

Eso subyace y se concreta en la política electoral. La política electoral, hoy día me refiero, se basa en eso. Se basa en unos líderes políticos imbuidos de unos carismas extraordinarios que concitan el atractivo del público potencialmente elector. Porque ahí están los medios de comunicación, como decía Guillaume Duhan, «como terminales del hombre, para llevarlo, conducirlo, en esa dirección», esa especie de seducción. Son los nuevos púlpitos. De alguna forma, igualan al pensamiento religioso. Claro, se estructura con un paquete perfecto, casi perfecto, un paquete seductor cuando en la estructura hay un partido político, que es una organización reglada, autoritaria, burocratizada, donde finalmente lo que se hace es que se sirve a los representados, los electores, los ciudadanos, un menú hecho. El ciudadano no actúa democráticamente, porque no tiene capacidad de decidir realmente. En realidad tiene capacidad de elegir sobre algo que ya viene dado, que son las listas cerradas y bloqueadas. Por tanto, su función es una función de clac, es decir, el ciudadano no tiene protagonismo o no participa, por mucho que se hable de democracia participativa

De hecho, ahí están hoy los partidos emergentes, como Podemos, que en realidad son una especie de start up que inician de alguna forma con una especie de bricolaje político su andadura y después se convierten más o menos en una estructura semejante, jerarquizada, carismática, autoritaria, etc., y por tanto reproducen el sistema. Ese es el problema que se reproduce cada cuatro años. Ese hecho anecdótico en realidad, pero profundamente incisivo en los hechos, que lo que hace es reafirmar más, en la consulta electoral, el carácter insignificante del ciudadano como agente democrático, cosa que no tiene que ver nada con lo que era el principio democrático.

Ahí, en esa formulación, hablo en el caso de España, porque evidentemente la ley electoral impide también otras cosas, a pesar de que ahora hay primarias y demás. Pero luego están los avales y muchas otros temas… Bueno, pues se estructura al final en ese rito, porque es un rito. Es como ir a misa a las doce, antiguamente, y que se reconfirma y se reproduce por ese sistema de dominados y dominantes, explotadores y explotados, dirigentes y dirigidos, representantes y representados, sin solución de continuidad. Un sistema que no solo es político, sino que empieza por razones objetivas cuando en la primera revolución industrial se introduce la producción en masa, y entonces ya hay ahí un principio de división social entre quienes ejecutan, lo obreros, y quienes mandan, los capataces o los de más arriba. Entonces, en vez de afirmar un sentido de avanzada social, ese rito también político, lo que hace es redundar más, certificar el elemento distópico que yo decía anteriormente. Y en ese sentido creo que es negativo, porque efectivamente se aleja de principios básicos democráticos que son eso, la autonomía del individuo, la responsabilidad, la ética de la conducción y de la responsabilidad, como diría Weber. Las dos cosas que se pueden conjugar, y yo no estoy hablando de ideales: es decir, yo he dicho anteriormente que el anarquismo no es la máxima de nada, es un tema de poner a cero el contador. Y por eso estamos en contra y hablamos de una ficción democrática, digamos de un juego electoral que lo que hace es abundar en la distopía.

Mira, aquí también el pensamiento científico político está ahí. Ahí están las obras de Robert Michels, Los partidos políticos, la obra de Mikhail Ostrovsky sobre los partidos políticos en la democracia y recientemente tantas otras cosas. Es decir, no hablamos de algo que no existe en la ciencia política. E insisto: las experiencias democráticas más acabadas que ha habido, con todas las dificultades por ejemplo en la Grecia clásica con lo que había, eran todo lo contrario. Había una participación plena, no había el profesional de la política, ni existía el concepto de Estado. Evidentemente, no tiene que ver nada la sociedad de aquella época con la actual, pero sí había el concepto de participación. Entonces ahí se concretaba no la separación entre representantes y representados. Es decir, el hecho electoral no consistía en que yo voy a votar sobre unas listas que ya me las dan y solamente puedo poner una cruz sobre eso. De alguna forma, es una nueva versión del sufragio censitario. En cierta medida es así, y me limito a eso, a darles un cheque en blanco, a aplaudir que hagan de alguna manera lo contrario que pretendían que dijeron sin que yo tenga capacidad de actuar. Es decir, el elemento revocatorio prácticamente no existe, mientras que en ese formato, que ya le digo no era ideal, de la Grecia clásica, por ejemplo, de los Clístenes o Pericles, el pueblo que tenía esa capacidad (que no eran ni mucho menos todos porque la mujer no participaba, los esclavos tampoco), pero los que participaban podían ser a la vez, y lo eran de hecho, a lo largo de un año, de un periodo de tiempo, gobernantes y gobernados. Porque tenían la experiencia  de las dos posiciones, desde el gobierno y desde ser gobernados. Ahora, simplemente, lo que se hace, lo que se estructura, es una división política y social.

- Usted ha denominado como impostura el hecho de considerar lo estatal como lo público, algo que, por otra parte, es habitual en las izquierdas europeas actuales, afirmando que esta asociación es nefasta para la lógica emancipatoria. ¿Nos podría explicar a qué se refiere?

° Claro, porque lo púbico es una manifestación de lo social. De alguna manera, lo público es el espacio público. Entonces, el espacio público era, digamos, una emulsión donde el espacio privado se realiza en convivencia. Vuelvo otra vez a la definición clásica de therìon politikòn, del hombre como animal social. El hombre tiene facultad de comunicación, del habla. Además del sustento y la libertad necesita, salvo algunos robinsones crusoes que no existen, necesita la relación social para muchas cosas: para la procreación, para conseguir recursos, para comunicarse, para expandirse intelectualmente, y ese espacio público es un espacio común, es lo que ahora se acostumbra a llamar los bienes comunes. Mientras que el espacio estatal es un espacio ficticio, el Estado es una ficción, al igual que la idea de Dios es una ficción.

Ahí está el libro de Pierre Bourdieu, por ejemplo, Sobre el estado, que se construye evidentemente con una finalidad. Se construye la ficción del Estado para dotar de contenido a un armazón jurídico que permite el control social, es decir, se plantea como un mal menor, de alguna forma, pero no deja de ser una ficción. Entonces, convertir el espacio público en el espacio estatal es una perversión de un elemento que nos hace de alguna forma algo que tenía una capacidad fáctica de empatía, de solidaridad, de construcción solidaria, derivarlo a algo que está siempre bajo el control del partido dominante, del déspota dominante, del tirano dominante o de la estructura política dominante de la partidocracia.

En ese sentido hay ejemplos claros: las televisiones llamadas públicas no son televisiones públicas, son televisiones del partido gobernante, o estatales. Se dirige a lo público para cuando interesa. Es la famosa frase de Mandeville: «vicios privados, virtudes públicas». Se socializan las pérdidas, tenemos el caso de Caja Madrid, por ejemplo, y privatizan las ganancias. Esa perversión es útil al sistema de control porque permite utilizar con la falseta, con la mancheta del orden público, cosas que en realidad son cosas privadas de una élite, vendiéndolo como si fuera estatal. Y eso está a la orden del día en todos los sistemas políticos llamados democráticos. De ahí que la reivindicación de espacio público real sea también otra de las muestras de identidad de un nuevo pensamiento más ligado a la descentralidad, al trabajo, a la empatía, a la solidaridad, contrariamente al pensamiento de lo estatal, que por otra parte ha sido también, en una deriva de la que todavía no hemos sacado todas las consecuencias, reclamado como elemento fundamental por una cierta izquierda de carácter autoritario, cuando no totalitario. Y me refiero al comunismo sobre todo estalinista, que reivindicó lo estatal como una fase para culminar un proceso revolucionario. Después hemos visto en qué ha quedado: que lo estatal era el refugio para cometer barbaridades de todo tipo. Ese es un elemento que nos permite también aprender de la historia. Y de ahí el concepto de lo estatal y de lo público. En esto existen elementos de ciencia política, incluso económica moderna, que nos indican la vigencia, la vitalidad de este pensamiento, la incompatibilidad entre lo que es púbico y lo estatal.

El premio Nobel de economía 2009 se dio a una politóloga Estadounidense, Elinor Ostrom, precisamente por los estudios sobre los bienes comunes, demostrando que en aquellas facetas de la vida en las que se utilizan recursos que son necesarios para un grupo amplio de personas, por ejemplo la gestión del agua, la gestión más eficaz, frente a la privada y la estatal, era la gestión pública.

El bibliotecario anarquista holandés Rudolf de Jong dijo: «Los revolucionarios marxistas, los reformistas sociales y, en general, la mayoría de los militantes de izquierda quieren siempre utilizar el centro como un instrumento (y en la práctica como el instrumento) para la emancipación de la humanidad. Su modelo es siempre un centro: Estado, partido o ejército. Para ellos la revolución significa, en primer lugar, la toma del centro y de su estructura de poder, o la creación de un nuevo centro, para utilizarlo como un instrumento para la construcción de una nueva sociedad. Los anarquistas no desean tomar el centro; desean su destrucción inmediata. Es su opinión que, después de la revolución, difícilmente habrá lugar para un centro en la nueva sociedad. La lucha contra el centro es su modelo revolucionario y, en su estrategia, los anarquistas intentan evitar la creación de un nuevo centro». ¿Qué opinión le merece los movimientos populares que están surgiendo en Europa. El fenómeno Podemos o similares, o anteriormente en el de Syriza en Grecia? Aunque este último ahora parece que ya no es un ejemplo para estos movimientos.

Yo creo que hay una confirmación en la historia más reciente de esa expresión de Rudolf de Jong, al cual conozco y por el que tengo un respeto importante (Rudolf de Jong ha sido durante muchos años el hombre que más hizo por el Instituto de la Historia Social de Ámsterdam). Evidentemente, habla de una realidad, no habla de un pensamiento: el pensamiento comunista clásico, la perversión del marxismo que hicieron el leninismo y el estalinismo sobre todo, es la búsqueda de una palanca, de un centro que justificó todo. Bien sea el partido, bien sea el hombre providencia, bien sea el Estado. Claro, es una destrucción; una destrucción de la autonomía del individuo, porque lo que hace es someter a una disciplina muy militar, además, muy de castigo, muy de reflexión, todas las energías sociales. Impide la creatividad social y las consecuencias han sido palmarias. Ahí lo tenemos: todo lo que ha significado el gulag, la destrucción de las culturas, los movimientos terribles de diferentes etnias en lo que era la URSS. Luego, de alguna forma, todo lo que causó en los tiempos de la Europa del Este destruyendo culturas…

Lo curioso es que va más lejos el asunto, porque de alguna forma esa búsqueda del centro, ese tener una palanca para el control y dominar, lo que hace es impulsar los peores instintos de lo que ha sido el sistema dominante de explotación capitalista. El capitalismo más reciente se basa fundamentalmente en una concentración política y económica. Entonces, ha preparado, ha creado una cultura, para que después sea posible este fenómeno un tanto fantasmagórico, que hace que países como la antigua URSS, después de sesenta años de cultura teóricamente anticapitalista, vuelvan ferozmente al capitalismo y no conserven prácticamente nada de esa cultura que se suponía revolucionaria.

En un libro, la última premio Nobel de literatura, creadora del homus sovieticus Svetlana Aleksiévich, creó un nuevo tipo de hombre basado en despojarte de tu responsabilidad, delegar. El pensamiento libertario precisamente cree que no, que hay que buscar los mecanismos para refutar desde el punto de vista político, económico, cultural, filosófico, teológico, esa búsqueda del centro. Entonces, el pensamiento libertario es el federalismo, la confederación, la centrifugación… todo lo que sea dar vitalidad a cada uno de los miembros de la sociedad y a cada uno de sus  integrantes, según sus cualidades. Mujeres, hombres, etc., y en las diferentes escalas en las que se disciplina esa vocación de centro: desde la escuela, la familia, la fábrica, la universidad, la vida política, la vida diaria. Por eso, reivindica mucho, el anarquismo, la construcción de un mundo nuevo, a través de su propaganda por el hecho, de su ejemplaridad diaria de cada uno de los miembros que se consideren libertarios anarquistas.

Hay dos frases, me gusta el tema de las frases, que contraponen las dos visiones de alguna forma. El altermundismo tomó una frase que era fundamentalmente del nuevo comunismo: «un mundo nuevo es posible». Hay una frase clásica del anarquismo de Entreguerras, fundamentalmente se debe a Durruti, que es un más allá de eso: introduce la diferencia entre un mundo nuevo es posible, que lo hace nuevo seguramente un partido, un jefe carismático, etc., y la otra forma de ver esa construcción de un mundo nuevo, basado en que el individuo lo realice. Y es la frase que dice Durruti en plena Guerra Civil y es: «llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones, que crece cada instante». La frase de Durruti es interesante, siendo un hombre posiblemente con pocas luces intelectuales, pero sí con una trayectoria civil importante, que es otra característica de los anarquistas. Los anarquistas en general eran autodidactas, gente interesada por las ciencias, por las artes, por la escritura, por el naturismo y en esa frase de Durruti lo llevamos ya en nuestro corazón, está impregnado en nosotros, tenemos una conciencia de eso, un mundo nuevo, que crece a cada instante, que intentamos realizarlo en nuestra vida diaria.

Yendo a tu pregunta final, yo creo que hay que disociar lo que han sido movimientos que han nacido de la horizontalidad, de la protesta, de la refutación, de lo existente, fundamentalmente el 15M, de aquellos que han visto la oportunidad de, a través de ese segmento social de esa protesta, crear banderines de enganche con nuevos partidos que pudieran prometer ese asalto al poder, asalto a los cielos, asalto a la razón. Y ahí de nuevo estamos en la contradicción: El asalto a la razón, es el famoso libro de Lukacs. En realidad lo que han hecho es movilizar en buena medida a aquellos que fueron a esas citas de protesta ciudadanas, un poco impulsados por la ola del momento, pero que en realidad todavía estaban más o menos domados por la cultura dominante. En ese sentido, ese elemento después se destruye cuando construyen estas nuevas alternativas al poder, ya en los mismos parámetros de los partidos o de los  grupos que caen en el poder. Es decir, construyen un centro. Y ahí está el caso concreto de Podemos, para no evadirme, porque además he participado en un libro sobre Podemos, pues construyen el elemento clásico: un partido autoritario, en el que hay un jefe carismático, que se construye de arriba abajo, en el que los círculos prácticamente no representan. Ahí están las votaciones telemáticas de Podemos en las que participan en algunos casos el cuatro por ciento y eso se considera que es válido, que es democrático. Al final, la función crea al órgano y ese partido no puede dar más de lo que está en su estructura, por eso para llegar después a concurrir en el sistema de poder, lo primero que hace es abandonar ciertos presupuestos que había lanzado a la opinión pública y que hicieron de banderín de enganche para esa protesta. Por ejemplo el antimilitarismo, el salir de la OTAN, el tema de la renta básica, la deuda ilegítima. Eso ya no existe, de alguna forma, porque al concurrir no solamente con una estructura similar a la de los demás, sino al concurrir a esas reglas del juego, están reproduciendo la distopía de las reglas del juego.

- ¿Eso quiere decir que eso es todo? No, no es todo, porque realmente existe un segmento creado por el rechazo que se ha producido ya en esa lógica, en esa contradicción de que estando en el siglo XXI con unos recursos extraordinarios, con unas construcciones políticas, sociales, con una potencialidad enorme, reproducimos cada vez más una construcción distópica en favor de unas élites cada vez más disminuidas.

° En ese sentido, yo creo que cabe esperar poco. De hecho, tú has citado el caso de Syriza. El caso de Syriza es ejemplar de esa perversión: era el que tenía más atractivo de ese espíritu, digamos, contestatario: no fue como en el caso de Podemos que ya veremos en qué queda, sino que había llegado al poder con un treinta, cuarenta por ciento de respaldo popular. Y llega al poder precisamente para hacer esa ruptura democrática y, sin embargo, se convierte en el principal valedor del sistema llevando a cabo las reformas más profundas, más onerosas y más graves para el desarrollo social, porque dicen que no se puede hacer otra cosa y que el sistema lo condiciona, como si antes no supieran a qué se oponían, a qué se exponían. Y además con un hecho flagrante, gravísimo, de una trascendencia democrática impresionante: haber convocado previamente un referéndum, haber conseguido una mayoría extraordinaria de un casi setenta por ciento de gente que respaldaba el no a esas medidas, y luego hacer todo lo contrario. Me parece que el ejemplo de Syriza es un ejemplo paradigmático por el que van a discurrir todos aquellos que concurran al sistema por las mismas vías que proporciona el propio sistema.

- ¿Es el anarquismo partidario de la denominada ideología de género? ¿Qué opinión tiene al respecto?

° Es un tema vidrioso que seguramente, como el anarquismo, es polisémico, habrá muchas opiniones diferentes entre los colectivistas, los individualistas… Creo que no se puede dar una respuesta universal. Es decir, evidentemente, el anarquismo tiene una visión igualitaria, fraternal e igualitaria, no hace diferencias ni por raza, ni por religión. No diferencia de una manera nominal, sino real. Pero sí, y por ahí contesto más precisamente a tu pregunta, sí cree que quien debe realizar las cosas que le son propias, son aquellos que tienen la identidad con esa naturaleza. Me explico. Decía Proudhom: yo no estoy en contra de la autoridad en sí misma, estoy en contra del autoritarismo. Es decir, de que me impongan una autoridad ajena y que no tiene conocimiento del ramo en el cual practica, a mí. Yo estoy a favor. Por ejemplo: cuando quiero hacerme unos zapatos recurro a la autoridad del zapatero. Cuando quiero hacerme una casa, al albañil. Aquí se produce algo parecido: partiendo de ese universal, de la lucha por la igualdad, por la empatía, por la solidaridad, por el apoyo mutuo, etc., sí hay una condición de que hay elementos culturales importantísimos, y de ahí ese hecho de considerar que esa lucha por la igualdad, es fundamental, pero yo diría que en otro aspecto lo desplazaría a ese elemento, que he citado, un poco de turno. Y lo escenifico, concretamente, en lo que ocurrió a lo largo del anarquismo de Entreguerras, el de los años veinte en España y después de la Guerra Civil, mal llamada Guerra Civil, y es que incluso dentro del movimiento anarquista no hubo una posición, que esto sí ocurre dentro del movimiento comunista, no hubo una posición centralista de que dentro de la organización anarquista, la que fuera, CNT, FAI, Juventudes Libertarias, de alguna forma se expandieran prácticas generales, sino que se llegó a la necesidad de que naciera Mujeres Libres.

Mujeres Libres, ¿por qué nace? Nace porque dice: bueno, muy bien, los amigos anarquistas, los compañeros libertarios, son muy guapos, son estupendos, nos quieren mucho y están por la igualdad, pero quien tiene que defender realmente, porque es quien conoce el percal, quien siente la necesidad en sus fibras más íntimas, de las necesidades de las mujeres, somos las mujeres. Y se constituye Mujeres Libres, como un elemento separado de las otras organizaciones anarquistas porque se basa de nuevo en un principio anarquista: la descentralización. Zapatero a tus zapatos. En ese sentido, no hay un faro único, un centro de control, un hombre providencial, un partido providencial, ni, incluso, un movimiento anarquista que define todo para todos, sino que ese federalismo, esa confederación se lleva a la práctica. Y de ahí que existiera Mujeres Libres porque se considera que el que realiza una actividad determinada y está en esa identidad es el que puede conocer con más profundidad los medios para abordar todo lo que tenga que ver con ello.

- Qué considera qué está más alejado del anarquismo, la tradición, el liberalismo o el comunismo

° Para hilar fino habría que ver qué tipo de tradición, qué tipo de liberalismo, qué tipo de comunismo. Pero no se trata de cogérnosla con papel de fumar. Yo diría que la tradición opresora, que establece un pensamiento mágico, evidentemente. En ese sentido, la religión y aquellos que pretendían que la tierra era el centro del sistema planetario, de alguna forma, con todo ese pensamiento que impide la racionalidad, que impide la empatía, que impide la creatividad social y que impide la armonía de los factores fundamentales para el desarrollo del hombre. Contra esa tradición también.

Contra el liberalismo económico, evidentemente, porque es un liberalismo que es el origen del capitalismo moderno y de los sistemas jerárquicos, explotadores, dominadores, etc.

Contra el comunismo, igualmente, de un Estado despótico que lo impone todo, de un supuesto partido revolucionario que es el que tiene que decidir nuestras vidas, que es el comunismo fundamentalmente estalinista (aunque no solo, también en Lenin hubo), evidentemente. Es decir, contra todos aquellos agentes que en cierta medida se oponen, ya digo, a ese profundo principio del hombre, de su responsabilidad y de su ética. Hombre y mujer, por supuesto, cuando digo hombre quiero decir hombre y mujer, es evidente.

¿Qué ocurre? Que hoy día, de alguna manera, hay factores que tienen buena prensa y otros que no. Por ejemplo, el anticomunismo en ese sentido se considera que es hacer el juego a la derecha y al capitalismo. Sin embargo, el liberalismo hoy día está ligado a una lectura unidimensional con el tema del neoliberalismo, que es la última expresión del proyecto capitalista. Por tanto, yo no me atrevería a citar una oposición dialéctica a uno u otro concepto, sino que tendría que hacer la disociación de lo que engloba cada uno de los conceptos porque, ya digo, son fenómenos históricos que han tenido además diferente desarrollo según las épocas y según las circunstancias. Es decir, no tiene mucho sentido que uno sea anticomunista, en el sentido del comunismo que de alguna manera preveía un Marx que era una realización de una sociedad sin clases, y comparándolo con el comunismo estalinista o con el comunismo del Partido Comunista Chino en un país furibundamente capitalista. Por lo tanto, habría que matizar profundamente cada una de esas categorías.

- ¿Podría ponernos sobre la mesa algún ejemplo de anarquismo real en algún territorio a lo largo de la historia?

° El anarquismo real, como tú me acabas de decir, sería un anarquismo que englobara gran parte de la sociedad. Eso solamente se puede hacer con elementos coyunturales rupturales, es decir, cuando se crea el hecho histórico, una gran ruptura social, permite emerger lo que estaba oculto. Eso ha ocurrido en pocos momentos de la historia, porque necesita unos elementos de comunicación y de identidad importantes, que no se pueden producir fácilmente, nada más que en sociedades con una cierta percepción de la realidad. Y eso prácticamente, a partir de la Revolución Francesa, es cuando se puede decir que hay una ciudadanía que puede de alguna manera comunicarse en esa percepción cierta de la realidad.

Aunque haya habido elementos históricos de democracia importante: ahí está el ejemplo clásico de la Grecia de la Atenas democrática. Pero, por ejemplo, la Comuna de París, que ahora el 28 de mayo se celebra su aniversario, fue un brote de anarquismo (la palabra comuna lo indica) centrado fundamentalmente en una ciudad, en París. Y aquí de nuevo volvemos a un concepto muy interesante, que es el concepto de polis, que tiene que ver con la Grecia clásica. Es decir, la construcción de una armonía social en un recinto de convivencia, esa es la polis que en definitiva, también polisémicamente, palabras contradictorias: política por un lado y policía por otro.

El hecho del trauma que significó la Guerra Civil española: ahí se introduce también un elemento de ruptura que permite llevar a la práctica algunos de los mecanismos del movimiento anarquista, fundamentalmente a través de las colectividades libertarias, sobre todo en Aragón. Colectividades libertarias que en muchos casos fueron también de cenetistas, de anarquistas, de anarcosindicalistas y de ugetistas, llevando adelante alguna de las prácticas de la Primera Internacional, y que por cierto fue destruida por las tropas de Líster, por las tropas comunistas, que entonces estaban disciplinadas fundamentalmente al estalinismo.

Y luego hay brotes libertarios en movimientos sociales actuales: en el 15M, o movimientos de pueblos como algunas actividades de ciertos segmentos del pueblo turco, actualmente la lucha en el norte de Irak, que tienen esa construcción más o menos semejante.

Es curioso cómo de alguna manera se olvida muchas veces que en la construcción, en la formación de la Primera Internacional, donde todavía estaban juntos marxistas y anarquistas, esos principios estaban presentes. Después se olvidan y se disipan porque cada uno tira por su lado. Pero hay dos principios que la Primera Internacional expuso como una especie de ideario a realizar. Uno es muy conocido, que es aquel que dice que la emancipación de los trabajadores ha de ser obra de los trabajadores mismos. Habla de emancipación, que es una categoría muy profunda. La emancipación significa la realización por uno. Después, para que quede claro, dice que ha de ser obra de los trabajadores mismos. Pero ya está ahí que no hay delegación, sino que es la emancipación. Y luego hay otro elemento, otro exponente menos conocido, que también incide más o menos en lo mismo, ya más desde el punto de vista libertario. Es cuando dicen aquello de no más deberes sin derechos, ni más derechos sin deberes. Es decir, no quieren pues lo que sería hoy día un concepto de un trabajador alineado con los sindicatos clásicos, de más salario, más consumo. Es decir, establecido como un grupo de intereses. Reivindica la responsabilidad. Me parece interesante, porque quiere decir que eso estaba en la filosofía, en el ideario inicial de esos planteamientos que todavía no eran ni anarquistas ni marxistas, sino que eran un principio emancipatorio. En ese sentido, creo que algo de eso reverdece en estos movimientos sociales actuales, que son muy difíciles, porque algo que es evidente y sería la contestación plena a tu pregunta, es que el anarquismo nunca, nunca va a vencer. El anarquismo no va a construir un nuevo Estado ni una nueva sociedad. El anarquismo es un proceso, un proyecto individual y social basado en la responsabilidad, en la libertad y en la ética, que está condenado, y digo la palabra condenado con toda la perversión que tiene el término, a ser siempre minoría. Evidentemente, pensar en un mundo ideal en el que el anarquismo reine, eso es una contradicción de sus términos, porque evidentemente no se puede llegar a toda sociedad con planteamientos digamos tan de renunciación a tantas cosas como significa el anarquismo. De ahí que el anarquismo sea fundamentalmente un proyecto seminal, una simiente. Yo he hablado del concepto de polinizar. Creo que el anarquismo lo que tiene que hacer, su gran responsabilidad es polinizar la cultura, la política y todo. De hecho, al fin y al cabo, esa es su vitalidad. Si vemos otras ideologías mucho más poderosas, que han tenido el poder durante mucho tiempo, el comunismo por ejemplo, al final después de tanto tiempo desaparecen y prácticamente no dejan rastro. Bueno, el anarquismo que como tal no ha existido ni ha reinado en un Estado nunca, sin embargo hoy día tiene la desidia de la oficialidad, de las academias, nadie habla de ello, es como si ni existiera, a pesar de que ha tenido un ejemplo reciente, sobre todo en España, importante, sin embargo está presente, ha polinizado muchos colectivos y muchas personas.

Y te encuentras cosas sorprendentes. A mí por ejemplo, y esto es un asunto exclusivamente personal, en España no existe un máster de anarquismo, un curso de verano sobre anarquistas o sobre Proudhon. No hay nada de eso, es decir, ha desaparecido de la agenda civil y oficial.

- ¿Se puede decir entonces que el anarquismo sería una actitud individual, pero hacia lo colectivo?

° Bueno… individual, pero que no puede existir siendo solamente individual. Es decir, el anarquismo exige que haya otros enfrente y sobre todo que haya un diferente. Es decir, es la construcción con el diferente; es la complementaridad al diferente; es la riqueza con el diferente. Insisto mucho como referencia en el hombre y la mujer como animal social, es decir, como un elemento de realización con los demás.

Evidentemente, ahí también hay una diferencia con el comunismo autoritario: prevalece, en el comunismo autoritario, la colectividad, la masa, de alguna forma, que tiene que someter al individuo. Aquí no. Aquí, en el anarquismo, individuo y sociedad, son… interactúan, no pueden subsistir el uno sin el otro. Y de lo que sí está en contra el anarquismo, es del concepto masa, en cuanto a una realidad que no tiene identidad y no puede ser, como es un horno de panadero, manejado por el partido, por el Estado, por el dirigente de turno. Ese concepto de masa es un concepto que consideramos completamente nocivo porque lo que hace es despersonalizar al individuo, tanto como individuo en sí mismo y como integrante de la sociedad. En ese sentido, está clarísimo que ahí hay una proyección del individuo a la sociedad y de la sociedad al individuo, que no puede trocearse, cortarse, ni aislarse, partiendo de que el anarquismo no considera, ni que el hombre sea bueno por naturaleza, ni que el hombre sea malo por naturaleza. Ese es uno de los conceptos maniqueos, erráticos, que nos impide además actuar, nada más que en las reglas disciplinarias del Estado, de la economía capitalista y del deísmo. El hombre es un ser capaz de realizarse y entonces, en ese sentido, lo que hay es una reclamación para crear las condiciones para que esa vida plena se pueda, en alguna medida, realizar.

- Vamos a ir a la praxis política: ¿qué problemas cree que tiene la sociedad postmoderna actual, y como se podrían solucionar según la óptica libertaria?

° Lucha sindicalEstá implícito en todo lo que hemos hablado. Además, son los problemas clásicos. Es decir, el tema de la paz, que implica también la seguridad. No puede haber una paz, digamos, social, existiendo la desigualdad social, la opresión y la dominación. No puede existir.

Y esa paz social tiene también otra acción, digamos en la pax armada. Es decir, si construimos sistemas que están dotados de elementos llamados algunas veces de destrucción (pero en realidad estamos alimentando de nuevo la distopía), a pesar de que hablamos de un sistema, digamos, político, cada vez más superador de los Estados, resulta que al superar esos Estados no se construyen conciencias nuevas basadas en la creatividad social, en la empatía, en la solidaridad y en el apoyo mutuo. Si no que de nuevo persisten los elementos destructivos. Ahí están los ejércitos.

El tema de la libertad, lo mismo. Si se construyen mecanismos que lo que hacen es que el individuo delegue su responsabilidades, su autonomía, pues la libertad desaparece como horizonte de realización, porque al no experimentarla, se pierde. Igual que hemos perdido algunos elementos vitales. Hoy día, no utilizamos todas nuestras capacidades mentales, ni todos los elementos de nuestra fisiología, porque no lo usamos todo o porque ya ha habido una sociedad con hábitos determinados que no hace necesario usar ciertas cosas. Cuando el hombre comía raíces, pues tenía otras capacidades para la digestión, por ejemplo.

Y luego, la satisfacción, evidentemente, de todas esas necesidades básicas, que destruyen también esos principios y que fomentan, por otro lado, la ratificación de la sociedad distópica a la que me refiero, con el añadido fundamental, de quizá el único movimiento, el único ideario que lo tuvo presente, por supuesto desarrollado como actualmente, insisto en el concepto histórico del anarquismo como cualquier otra ideología, que es el tema de la relación con el medio ambiente. Es decir, ignorar el medio ambiente, ignorar la ecología, ignorar la biosfera, es otro elemento que hace cada vez más difícil la construcción de una sociedad medianamente humana. Porque aquí se introducen otros elementos que no estaban presentes muchas veces en algunos movimientos políticos de esta naturaleza, y es el concepto implícito al elemento, digamos, político convencional, que es el cortoplacismo. Todo el sistema político, partitocrático, electoral, digamos del Estado, basado en la dotación de unos partidos políticos elitistas, por propia naturaleza, por las elecciones, se basa en un cortoplacismo. No piensan en más allá que el propio grupo de intereses, mientras que el planteamiento anarquista, al estar distanciados de esas reglas del juego, es un planteamiento de larga duración. El anarquismo no pretende realizarlo puesto que no tiene esa misión, porque no tiene ese objetivo, ni tiene ese planteamiento, realizarlo en esta generación. Piensa, sin cómputo de generaciones. Y esa es una de las lacras importantes de la vida política actual, que se basa fundamentalmente en una política y una economía extractiva, que esquilma los recursos sociales y de alguna forma deja una herencia nefasta a los que vengan. Y todas esas cosas están contenidas en los elementos que hacen hoy día muy complicado el mantenimiento de unas fórmulas de ámbito político y económico como las que son, y que hacen necesario que surjan esas polinizaciones que lleven de alguna forma la contradicción al elemento, digamos, realmente existente de la política y de la economía.

- ¿Cómo piensan los anarquistas de hoy en día concienciar a un mayor número de personas?

° El anarquismo siempre ha tenido una gran proclividad a la cultura. La cultura ha sido un elemento sustancial como elemento, digamos, de concienciación social. Porque parte de que, sin considerar que el hombre es bueno por naturaleza, ni malo por naturaleza, considera que tiene una potencialidad, y en ese sentido cree que creando un cierto entorno que favorezca esa potencialidad puede crear, no un hombre nuevo, sino unas personas con conciencia. Conciencia con ambición de libertad y de responsabilidad, de ahí que prácticamente, el movimiento anarquista ha sido aquel que ha tenido más publicaciones, revistas, ateneos, etc., etc. Ahí está toda la cantidad de grandes publicaciones que tuvo en los momentos más clásicos, digamos, del anarquismo, en los que colaboraban además la gente más brillante de la época. Por ejemplo Einstein colaboraba en publicaciones anarquistas. En ese sentido, ese es digamos un campo de acción colectiva importante. Es decir, la contraeducación, de alguna manera; la cultura, el fomentar hábitos saludables también en lo deportivo; la fundación de la FAI lo hicieron, la foto clásica de unos señores que están desnudos, eran naturistas; y ese mens sana in corpore sano está también presente.

Pero el elemento, digamos, cardinal, no colectivo, es la propia acción. Es lo que se ha llamado propaganda por el hecho y que se ha desvirtuado hoy día, haciéndolo calificar por algunos adversarios ideológicos como violencia, en realidad es la ejemplaridad. Es decir, no hacer teorías (o haciéndolas. Sí, se pueden hacer), pero que, de alguna manera, de nuevo volvemos a Kant: el imperativo categórico o a Hans Jonas, actualmente, de que tu acción diaria sea la que quieras ver convertida en ley universal. Digo Jonas actualmente, porque la continuidad de ese imperativo categórico, sería que además permita la continuidad del medio ambiente, de alguna manera.

En ese sentido: medios clásicos de culturización, de concienciación, en base a ateneos, revistas, charlas, excursiones, hábitos saludables (el anarquismo estuvo en contra, digamos los anarquistas más integristas, contra el alcohol, contra la prostitución o contra el tabaco. Pero bueno, digamos que son fenómenos anecdóticos hoy día)… Pero fundamentalmente el anarquista debería ser alguien que predicara con el ejemplo, de alguna forma, y se construyera en la vida diaria. En ese sentido, ahí está el compañero Tomás Ibáñez. Ha escrito un libro reciente, titulado Anarquismo es movimiento, en el que expresa eso. Esa realidad que es cambiante, igual que el tiempo histórico, pues exige que sea, al margen de ese hombre providencial que existe en otros campos, el hombre normal, la persona normal, la mujer normal, pero que día a día tiene ese comportamiento y que se supone que poliniza un poco al resto de la sociedad, porque hay esa centralidad y esa propaganda por el hecho.

Es curioso, y vuelvo un poco a esa antinomia que se produce en que hoy día, y hablo en el caso de España pero es extensible a otros países, el anarquismo no existe oficialmente a nivel académico, a nivel oficial prácticamente, y sin embargo existiendo otros grupos políticos, ya sean de derechas, ya sean de izquierdas, con más presencia política, institucional, etc., etc., me atrevería a decir que son libertarios anarquistas los que tienen más presencia en proyección cultural, que cualquier otro. Es decir, hay más editoriales anarquistas autónomas, más revistas anarquistas, más webs anarquistas (anarquistas en el sentido muy amplio de la palabra, no ligado a ninguna organización concreta. Ni a CNT, ni a CGT, ni a FAI, sino, digamos, a la idea), ateneos… Eso es curioso, es decir, hay una realidad que se contrapone a la realidad oficial. Ahora mismo si uno se va a Madrid, a la feria del libro de Madrid, se encuentra con varias casetas, no una ni dos, de varias editoriales, que publican fundamentalmente de tipo libertario anarquista, cosa que prácticamente no ocurre con otras ideologías. Es decir, hay una potencialidad en la calle, en la realidad real, valga la redundancia, que no existe en otras cosas. Y eso es contradictorio: algunos fenómenos recientes que se están produciendo en España, tienen esa impronta libertaria. Ahora mismo, el tema del movimiento social en Barcelona, con el Banc Expropiat, es otra especie de continuidad del caso Can Vies. Pero bueno, eso es lo que ocurre.

En esos dos parámetros se insiste: en el tema de la contraeducación, por decirlo de una forma, tanto a nivel de la escuela, o la escuela moderna de Ferrer Guardia, pero también otras escuelas, como el tema de los ateneos, el tema de los centros culturales, el tema de las charlas, y por otro lado, eso está complementado día a día con ese hacer libertario en la vida diaria de los que creen en ese proyecto, en ese ideal.

- ¿Qué opinión tiene el anarquismo del independentismo catalán y vasco?

° Me has citado dos casos concretos, dos realidades concretas que tienen una cierta virtualidad política identitaria concreta en el País Vasco y en Cataluña. También tendríamos que decir qué tipo de perfiles tienen esos.

Hay dos planteamientos que son compatibles: por un lado, el anarquismo está en contra de la construcción de más Estados. Es decir, si el independentismo es nacionalista y apuesta por un nuevo Estado, el anarquismo se opondría rotundamente a la creación de esos nuevos Estados. Sin embargo, si dentro del movimiento independentista existen movimientos de abajo hacia arriba y emancipatorios de los pueblos, en ese caso sí pueden ser convergentes con postulados libertarios. De hecho, dentro de las CUP existen ciertos segmentos de inspiración ácrata que se oponen a la creación de un nuevo Estado dirigido por unas nuevas élites alejadas de las necesidades de los individuos.

Haciendo el ejercicio de la historia comparada, como parte de la coalición electoral, Unidos Podemos habla en ocasiones de reeditar el Frente Popular de 1936 (para juntar a todas las fuerzas denominadas de izquierdas o progresistas) de cara a las elecciones del 26-J, y en aquella ocasión, la fuerza anarquista más importante (la CNT), dio libertad de votar a favor o no del Frente Popular a sus militantes. En la actualidad, los anarquistas ¿cómo se posicionan en relación a estas próximas elecciones y a esta candidatura?

Cada anarquista hará lo que considere oportuno. Los habrá que sí voten a los partidos emergentes y los habrá que no. No hay un único posicionamiento al respecto entre nosotros. No obstante, anteriormente ya di una respuesta al respecto de nuestra visión de los procesos electorales y de los nuevos partidos, tipo Podemos. Pero además, en esta última legislatura que solo ha durado unos pocos meses, se ha visto que uno de los intentos de esta nueva formación era intentar conformar un gobierno con el PSOE. Con un Partido Socialista que teniendo la posibilidad en la primera legislatura de haber creado un gobierno de izquierdas, un frente de izquierdas, mantuvo la ficción de crear un gobierno cuando no daban los números, con la derecha y que, insisten ellos, tiene unos referentes sociales como Felipe González, que hemos visto recientemente que incluso mandaba cartas a un genocida para ayudar a un magnate del petróleo. Pues nos parece que no hay elementos nuevos sino reproducción, lamentablemente, una reproducción de hechos pasados, que como tiene nuevos clientes en gente joven que no ha vivido esos años, pues tendrá todavía recorrido hasta que se produzca la frustración. Y mientras tanto, lo que se va a perder es una oportunidad histórica, no de hacer ninguna revolución, pero sí de crear un nuevo clima social que hiciera más habitable elementos sociales importantes, no solamente a nivel nacional, sino a nivel europeo. Porque en estos momentos, las salidas que pueden ser realmente válidas tienen que ser a nivel internacionalista.

[Tomado de http://lasoga.org/rafael-cid-disociar-los-movimientos-nacido-la-horizontalidad-los-partidos-pudieran-prometer-asalto-al-poder/.]


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