Atilio Hernández
Si de acuerdo con la concepción del socialismo bolivariano no existe razón de ser para que los trabajadores luchen por sus reivindicaciones y demandas laborales ante un gobierno que se supone es de los mismos trabajadores, cabe preguntarse entonces: ¿cuál es el papel que se le asigna a la organización de los trabajadores y en especial a los sindicatos?
En el modelo de socialismo burocrático del tipo chino o cubano, los sindicatos tienen una función productiva y no reivindicativa, de participación política de apoyo al sector oficial y no de crítica al poder establecido ni mucho menos de movilización social y política contra sus desaciertos y perversiones. En este modelo se reproducen las mismas relaciones sociales propias del capitalismo de empresa privada nacional o trasnacional.
A los sindicatos entonces les cabe sólo la función de garantizar la producción social de los bienes y servicios en beneficio de la élite de burócratas que integra la nomenclatura militar-cívica del Estado. Así lo pauta el artículo 365 de la LOTTT cuando señala que las organizaciones sindicales tienen carácter permanente y tienen por objeto el estudio, defensa, desarrollo y protección del proceso social de trabajo, la independencia y soberanía nacional (misión política); y en última instancia y de manera secundaria, la defensa y protección de los intereses de sus afiliados y afiliadas (misión clasista).
El mejor ejemplo de este modelo de relaciones laborales es el existente entre la cúpula gerencial de PDVSA y la élite sindical bolivariana de la FUTPV. Es de recordar que la mencionada Federación Unificada de Trabajadores Petroleros de Venezuela surgió por exigencia de PDVSA y como condición para discutir contrato colectivo. El propio Presidente de PDVSA manifestó que no discutiría contrato con dirigentes escuálidos e intervino por todos los medios políticos y materiales para que el señor Wil Rangel, un desconocido dirigente salido de las filas del PSUV, ganara unas elecciones que fueron suspendidas 3 veces por el Poder Electoral (CNE) hasta que pudieron incorporar, principalmente en el Zulia, un grueso sector de trabajadores favorecidos con la llamada tarjeta blanca. Con el apoyo de esa dirigencia sindical PDVSA les ha impuesto a los trabajadores petroleros dos contratos colectivos inconsultos y ahora pretenden repetir la historia.
Los trabajadores petroleros se han quedado rezagados en esa hoguera que ha resultado la PDVSA roja, rojita: salarios insuficientes, carente de mantenimiento en sus instalaciones (hundimiento de Plataforma Costa Afuera e incendio en el Complejo de Jose), rojas sus cifras en materia de accidentes eco fatales para trabajadores y comunidades aledañas como en la explosión e incendio ocurrida en Amuay y la contaminación de las vertientes de agua para el consumo humano en Maturín.
Si de acuerdo con la concepción del socialismo bolivariano no existe razón de ser para que los trabajadores luchen por sus reivindicaciones y demandas laborales ante un gobierno que se supone es de los mismos trabajadores, cabe preguntarse entonces: ¿cuál es el papel que se le asigna a la organización de los trabajadores y en especial a los sindicatos?
En el modelo de socialismo burocrático del tipo chino o cubano, los sindicatos tienen una función productiva y no reivindicativa, de participación política de apoyo al sector oficial y no de crítica al poder establecido ni mucho menos de movilización social y política contra sus desaciertos y perversiones. En este modelo se reproducen las mismas relaciones sociales propias del capitalismo de empresa privada nacional o trasnacional.
A los sindicatos entonces les cabe sólo la función de garantizar la producción social de los bienes y servicios en beneficio de la élite de burócratas que integra la nomenclatura militar-cívica del Estado. Así lo pauta el artículo 365 de la LOTTT cuando señala que las organizaciones sindicales tienen carácter permanente y tienen por objeto el estudio, defensa, desarrollo y protección del proceso social de trabajo, la independencia y soberanía nacional (misión política); y en última instancia y de manera secundaria, la defensa y protección de los intereses de sus afiliados y afiliadas (misión clasista).
El mejor ejemplo de este modelo de relaciones laborales es el existente entre la cúpula gerencial de PDVSA y la élite sindical bolivariana de la FUTPV. Es de recordar que la mencionada Federación Unificada de Trabajadores Petroleros de Venezuela surgió por exigencia de PDVSA y como condición para discutir contrato colectivo. El propio Presidente de PDVSA manifestó que no discutiría contrato con dirigentes escuálidos e intervino por todos los medios políticos y materiales para que el señor Wil Rangel, un desconocido dirigente salido de las filas del PSUV, ganara unas elecciones que fueron suspendidas 3 veces por el Poder Electoral (CNE) hasta que pudieron incorporar, principalmente en el Zulia, un grueso sector de trabajadores favorecidos con la llamada tarjeta blanca. Con el apoyo de esa dirigencia sindical PDVSA les ha impuesto a los trabajadores petroleros dos contratos colectivos inconsultos y ahora pretenden repetir la historia.
Los trabajadores petroleros se han quedado rezagados en esa hoguera que ha resultado la PDVSA roja, rojita: salarios insuficientes, carente de mantenimiento en sus instalaciones (hundimiento de Plataforma Costa Afuera e incendio en el Complejo de Jose), rojas sus cifras en materia de accidentes eco fatales para trabajadores y comunidades aledañas como en la explosión e incendio ocurrida en Amuay y la contaminación de las vertientes de agua para el consumo humano en Maturín.
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