Por Carlos Solero
Las novelas del norteamericano Francis Scott Fitzgerald exhiben además de una prosa trabajada como una fina pieza de orfebrería, escenas patéticas y pintorescas de la decadencia de personajes de la clase alta. La tragedia y el absurdo resaltan en esas circunstancias.
Las novelas del norteamericano Francis Scott Fitzgerald exhiben además de una prosa trabajada como una fina pieza de orfebrería, escenas patéticas y pintorescas de la decadencia de personajes de la clase alta. La tragedia y el absurdo resaltan en esas circunstancias.
La
actual crisis económica que va expandiendo por los continentes,
principalmente Europa muestra cada día el derrumbe de los mercados
bursátiles y es como si la realidad superará a la ficción, retrotrayendo
las historias de ruinas colosales a las de fines del siglo XIX,
reflejada con realismo incomparable por Emile Zola en El dinero
(LÁrgent).
La
crisis del sistema imperante destruye puestos de trabajo de manera
exponencial como en España y fagocita gobernantes como en Grecia con
G.Papandreu, desplazado por un tecnócrata, econometrista dispuesto a
aplicar el ajuste draconiano sobre el ya castigado pueblo. También en el
derrumbe aparece la figura del magnate mediático Silvio Berlusconi que
aun aliado los fascistas y a Liga del Norte, cayó en picada, al menos
por ahora.
Se afirma y no sin fundamento que el universo suele dar señales y las penumbras que se abaten sobre millones de trabajadores y pensionistas, sobre desempleados y excluídos están alcanzando también a los hacedores de la zozobra popular. Ni a Papandreu ni a Berlusconi les alcanzaron los garrotes para frenar la crisis, su ocaso podría ser un indicio de un fin de ciclo global.
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