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Desde que la policía de Minneapolis asesinara brutalmente a George Floyd el 25 de mayo de 2020, las manifestaciones han estallado en los EE. UU y en el mundo. Millones de personas han salido a las calles para exigir justicia para George Floyd y Breonna Taylor y el fin de la violencia y el terror policial, lo que subraya la necesidad de erradicar el racismo sistémico transformando radicalmente nuestra sociedad. A las 24 horas de la explosión de la protesta, el presidente de los Estados Unidos afirmó que lxs anarquistas y antifascistas eran responsables de los disturbios que se han producido en ciudades de todo el país.
Este movimiento para culpar a lxs anarquistas y “antifa” tiene como objetivo desacreditar estos levantamientos populares mientras demoniza y aísla a lxs participantes. Sin embargo, la manera en que el orden imperante nos ha fallado a casi todxs nosotrxs, son más claras que nunca. La indignación y la protesta se han extendido mucho más allá de cualquier ideología o grupo en particular. Mientras decenas de miles llenan las calles de decenas de ciudades, es obvio que lxs anarquistas no son responsables de organizar estas manifestaciones. Las manifestaciones y los disturbios que las acompañan representan la respuesta natural a una necesidad ampliamente sentida.
Aquí exploramos las raíces anarquistas de ocho principios que han sido esenciales para el éxito de las manifestaciones Black Lives Matter y Justice for George Floyd, buscando centrar las iniciativas negras que reflejan valores antiautoritarios. Para obtener antecedentes sobre el anarquismo negro específicamente, recomendamos Anarquismo y la revolución negra de Lorenzo Kom’boa Ervin o la más reciente Declaración Anarkata.
Autogestión
Una de las muchas cosas que lxs políticxs pretenden ocultar al insistir en que “agitadorxs externxs” son lxs responsables del levantamiento que comenzó en Minneapolis, es que las comunidades oprimidas en Estados Unidos ya están okupadas y explotadas por forasterxs. Esto comenzó con la colonización de América del Norte por parte de ciudadanxs europexs, lxs “agitadorxs externxs” originales, y continúa hoy con la propiedad de la mayoría de los bienes inmobiliarios y negocios en vecindarios negros, indígenas e inmigrantes, en manos de no residentes con pocos vínculos con aquellas comunidades—por no mencionar la vigilancia policial de estos vecindarios por parte de agentes como Derek Chauvin, que se desplazan diariamente a los distritos que aterrorizan.
En oposición a estas ocupaciones constantes, lxs anarquistas llaman a la autogestión, argumentando que lxs individuxs y las comunidades deben controlar sus propios cuerpos y condiciones de vida y determinar sus propios destinos, en lugar de vivir bajo la imposición del poder estatal, que está diseñado para servir a los deseos de unxs pocxs privilegiadxs en lugar de a las necesidades de la mayoría. Como muestran los atroces asesinatos de George Floyd y Breonna Taylor, recuperar el control del espacio público de manos de las fuerzas policiales, que mantienen como rehenes a las comunidades negras, es un paso esencial hacia la autogestión.
Asimismo, lxs anarquistas creen que quienes se ven directamente afectadxs por una situación deben ser quienes decidan cómo responder a ella. Al tomar la iniciativa de responder al asesinato de George Floyd en sus propios términos, en lugar de ceder ante lxs “líderes comunitarixs” o solicitar una reparación por parte del gobierno, la población de Minneapolis dejó muy clara su demanda de autonomía.
En las calles de sus vecindarios, en sus escuelas y lugares de trabajo, la gente corriente en rebeldía, está encontrando el apoyo de lxs anarquistas en sus iniciativas por lograr una autogestión genuina para sus comunidades.
Descentralización
Al contrario de lo que afirma la propaganda de lxs teóricxs de la conspiración de derechas, no ha habido una sola fuerza, organización o ideología que guíe estas protestas. Las manifestaciones por la justicia y contra la violencia policial, se han llevado a cabo durante la semana pasada en los 50 estados y en casi 50 países más, sin ninguna coordinación central.
A diferencia de las acciones centralizadas de arriba hacia abajo, el auge de iniciativas populares, caracteriza el enfoque anarquista del cambio social. Al igual que el movimiento Occupy, que lxs activistas y las tácticas anarquistas ayudaron a poner en marcha, las manifestaciones locales pueden tomar diferentes formas según el contexto, mientras amplifican el mensaje general. Los vínculos horizontales entre lxs participantes permiten la flexibilidad, lo que facilita la participación de nuevas personas como mejor les parezca. Este modelo ha conseguido victorias históricas—por ejemplo, la movilización contra la cumbre de la Organización Mundial del Comercio en Seattle en 1999, durante la cual anarquistas y otrxs participantes burlaron a la policía, a través de una estructura en red de grupos autónomos de afinidad, que trabajaron conjuntamente para cerrar la ciudad.
Hoy en día, lxs activistas de Black Lives Matter también están empleando un enfoque descentralizado, lo que permite que el movimiento se propague de manera orgánica y se asegura que no puede ser contenido o cooptado.
Lucha Contra la Supremacía Blanca
Como defensorxs de la igualdad, lxs anarquistas se oponen a la supremacía blanca y al fascismo. Aquellxs en el extremo receptor de la violencia colonial, siempre se han defendido de la violencia racista; lxs anarquistas creen en actuar de forma solidaria incluso cuando ellxs mismxs no son los objetivos. En una de las primeras expresiones del anarquismo en los Estados Unidos, el prominente abolicionista estadounidense William Lloyd Garrison, vinculó su rechazo a las instituciones de gobierno y propiedad a su oposición a la institución de la esclavitud. En las décadas de 1980 y 1990, lxs anarquistas de América del Norte formaron delegaciones de Acción Antirracista, para luchar contra la organización de lxs neonazis. Los llamados grupos “antifa” de hoy son parte de esta larga tradición de defender a las comunidades contra la violencia racista y fascista. Históricamente, la organización anarquista encabezada por negrxs y otras personas de color, ha desempeñado un papel fundamental en impulsar movimientos sociales más amplios para desafiar el racismo sistémico. Desde Ferguson a Charlottesville y en Minneapolis hoy en día, anarquistas de todas las etnias han estado al frente de las iniciativas que buscan evitar que lxs neonazis, neoconfederadxs y otrxs supremacistas blancxs dañen a la población.
Los esfuerzos del presidente Trump, el fiscal general Barr y los medios de comunicación de derechas para calificar “antifa” como organización terrorista, son una táctica clara para socavar este levantamiento popular y distraer a sus partidarixs. El Ku Klux Klan, la organización terrorista más mortífera en la historia de Estados Unidos, no recibe tal condena—ni tampoco los grupos que radicalizaron al racista que asesinó a Heather Heyer en Charlottesville, ni el grupo de supremacistas blancxs, cuyo símbolo mostró un agente de policía de Nueva York la semana pasada en una protesta del Black Lives Matter. El gobierno de Trump tilda de “terroristas” a quienes se oponen a la supremacía blanca y al fascismo, a pesar de que—a diferencia de lxs fanáticxs a lxs que se oponen—aún no han sido responsables de la muerte de una sola persona.
Infraestructura del Movimiento Social
Mientras cientos de miles de personas han salido a las calles, desafiando las órdenes policiales y los toques de queda, más de 10.000 manifestantes han sido arrestadxs y muchxs heridxs por la policía o lxs justicieros de derechas. A pesar de esto, el movimiento ha seguido creciendo, gracias en parte a la infraestructura del movimiento social emergente, que incluye colectivos que brindan apoyo médico y de salud, asistencia legal gratuita, fondos de fianza y otras formas de solidaridad. Lxs anarquistas han participado en la primera línea de estas iniciativas, aprovechando una infraestructura de larga trayectoria y décadas de experiencia.
Al participar en la década de 1990 en la red mundial de protestas, que lxs periodistas apodaron movimiento “antiglobalización”, lxs anarquistas tomaron un papel activo en la organización de la infraestructura colectiva para el apoyo médico, legal y logístico en grandes protestas. Los fondos de fianzas, lxs abogadxs activistas, lxs médicxs callejerxs y los equipos de comunicación, jugaron un papel fundamental en movilizaciones como la que tuvo lugar contra la cumbre de la Organización Mundial del Comercio en Seattle. Desde entonces, lxs anarquistas han perfeccionado sus habilidades en movilizaciones masivas contra el gobierno y las reuniones corporativas, desde las Convenciones Nacionales Republicana y Demócrata desde 2000 en adelante, hasta la Cumbre del G20 en Pittsburgh en 2009 y la investidura de Donald Trump en 2017. Organizando horizontalmente redes de voluntarixs, construyendo relaciones entre organizadorxs locales y nacionales, y recurriendo a la solidaridad y la ayuda mutua para proporcionar recursos a lxs participantes, han emponderado repetidamente a la gente corriente, a ejercer una influencia enorme en acontecimientos históricos.
Vemos el legado de estos éxitos en las infraestructuras legales y médicas emergentes que apoyan las protestas de Justicia para George Floyd. Por ejemplo, el Colectivo Northstar Health en Minneapolis, que brindó un apoyo crítico a las protestas, fue fundado por anarquistas durante la movilización contra la Convención Nacional Republicana de 2008.
Diversidad de Tácticas
En un movimiento descentralizado, ¿cómo pueden coordinarse varios grupos que emplean diferentes estrategias para minimizar la probabilidad de conflicto? ¿Cómo pueden garantizar que sus esfuerzos no sean vulnerables a las estrategias de divide y vencerás del estado y los intereses de los medios conservadores? Durante décadas, lxs anarquistas han experimentado para dar respuesta a estas preguntas.
Cuando se llevó a cabo la Convención Nacional Republicana en Minnesota en 2008, una coalición de grupos de protesta en la que participaron muchxs anarquistas, acordaron los “Principios de St. Paul”, inspirados en puntos de unidad similares a los utilizados en las iniciativas de organización colectiva, conducidas por anarquistas en las principales ciudades de Canadá y Estados Unidos durante los años anteriores. Modelos como este ayudan a personas de diversas ideologías y prioridades a apoyarse en lugar de obstaculizar los esfuerzos de lxs demás.
Las protestas de Justicia para George Floyd son tan diversas e incorporan tantos enfoques diferentes, que de ninguna manera todxs lxs participantes se adhieren a este esquema. Pero muchas de las voces más destacadas insisten en un enfoque similar, para evitar que el movimiento se divida. Esta adopción de una diversidad de tácticas refleja el valor anarquista central de la autonomía.
Cambio Sistémico
Lxs anarquistas rechazan centrarse en solicitar reformas de arriba hacia abajo, en favor de buscar soluciones que ataquen los problemas sociales en su raíz. Las reformas pueden ser un paso hacia un cambio fundamental, pero lxs anarquistas argumentan, que debemos comenzar con un análisis de las causas fundamentales de los males sociales y una comprensión holística de los sistemas que garantizan las disparidades y se benefician de ellas.
Hasta ahora, ninguna de las reformas que proponen lxs políticxs, como las juntas de revisión civil o las cámaras corporales, ha servido para disminuir la violencia policial a nivel nacional. Tampoco ofrecen respuestas legales, como entablar demandas o cargos contra los agentes, ni soluciones electorales como ejercer presión o votar a nuevxs políticxs. A pesar de las iniciativas de reformas que siguieron a la rebelión de Ferguson en 2014, el número anual de asesinatos policiales en los EE.UU, aumentó entre 2015 y 2019.
Hoy, por primera vez, el discurso dominante reconoce la posibilidad de dejar de financiar los departamentos de policía o abolirlos por completo. Lxs anarquistas se unen a las feministas negras y a lxs abolicionistas de las prisiones, para insistir en que las reformas cosméticas no resolverán los problemas subyacentes del poder, el racismo y la explotación que impulsan la violencia estatal. Lxs anarquistas han sido blanco de la violencia policial y estatal durante más de un siglo, desde los mártires de Haymarket hasta la Ley de Exclusión Anarquista, pasando por los Palmer Raids y el caso J20. Estas experiencias sirven de base para la visión anarquista de un mundo completamente libre de policías y de la explotación que perpetúan.
Las Personas por Encima de los Beneficios y las Propiedades
El lema “Black Lives Matter” tiene implicaciones radicales. Afirmar que la vida humana es más importante que preservar el control estatal o proteger la propiedad corporativa, plantea un profundo desafío al orden político y económico actual. Esto implica una ética fundamentalmente diferente a la lógica del estado.
Como ha demostrado la crisis del COVID-19, seguir como siempre puede ser mortal. Junto con la destrucción medioambiental, los accidentes laborales, la enorme deuda de lxs consumidorxs y el desperdicio del potencial humano que caracteriza a la economía capitalista, la pandemia está agregando otra capa de tragedia al coste de valorar los beneficios por encima de las personas. Muchxs trabajadorxs, obligadxs a regresar a sus puestos de trabajo por los intentos de reapertura realizados por motivos políticos, están siendo castigadxs por sus empleadores por intentar proteger su salud. Todo esto, además de la violencia policial generalizada que provocó las protestas de Floyd, sugiere cuán poco valoran los poderosos la vida de la gente corriente.
Lxs anarquistas se unen al movimiento Black Lives Matter para promover una concepción diferente del valor. Insistir en el valor de las vidas de lxs negrxs significa desafiar a las instituciones que priorizan los beneficios y el control sobre ellxs—la policía y lxs políticxs que lxs protegen, empleadorxs explotadorxs, contaminadorxs, especuladorxs y muchos otrxs. Esto significa tomar posiciones contra el capitalismo y la policía. Desde Industrial Workers of the World, un sindicato que desafía el propio sistema salarial, hasta las redes de ayuda mutua que ponen en práctica las economías del regalo, lxs anarquistas se esfuerzan constantemente por fomentar un mundo de cooperación más allá del mercado. También el Movimiento por las Vidas Negras destaca, que son explícitamente anticapitalistas en sus principios organizativos. Valorar las vidas de lxs negrxs requiere transformar profundamente el sistema económico.
Muchas voces tanto dentro como fuera de las protestas se han unido para exigir que la vida humana tenga prioridad sobre la propiedad. Incluso lxs dueñxs de negocios que han experimentado saqueos o incendios en el curso de las protestas, se han pronunciado para insistir en que el enfoque debe permanecer en los problemas centrales de la violencia contra lxs negrxs, la vigilancia y la justicia social. Esto señala el camino hacia una ética de la solidaridad que caracteriza los enfoques anarquistas de la transformación social.
¿Qué se Necesita para Ser Libre?
El presidente Trump está equivocado. No son lxs “anarquistas” lxs responsables de las valientes acciones militantes que hemos visto en las calles, aunque han participado anarquistas de muchas etnias. Sobre todo, ha sido la juventud negra y morena y otras personas marginadas, cuya valentía y determinación han obligado al mundo entero a prestar atención. Como hemos visto, existen coincidencias significativas entre los valores y estrategias de los movimientos anarquistas y de Black Lives Matter y otras luchas anti-policiales y de liberación. Si bien lxs anarquistas no deberían ensombrecer la forma en la que otrxs participantes describen sus actividades, para reclamarlas como ejemplos de ideología anarquista, estas resonancias son la base para el intercambio mutuo y la solidaridad en el proceso de construcción de movimientos multirraciales de liberación.
Lxs anarquistas creen que vale la pena luchar para crear una sociedad basada en la ayuda mutua, la autonomía, la igualdad, la libertad y la solidaridad. Para que cualquier movimiento sea efectivo, lxs participantes deben identificar qué se necesitará para cambiar las cosas. La valiente respuesta al asesinato de George Floyd demostró la eficacia de una acción directa contundente, no solo para aumentar el coste social de la injusticia, sino también para hacer posible imaginar otro mundo. Después de que el incendio del tercer recinto en Minneapolis demostró que la gente corriente puede derrotar a la policía en un conflicto abierto, dejar de financiar y abolir a la policía se volvió imaginable en el discurso público a escala nacional.
En Minneapolis y luego en Louisville, Los Ángeles, la ciudad de Nueva York y en todo el mundo, las personas negras, morenas y otras personas marginadas se han unido para cerrar los negocios como de costumbre. Lxs anarquistas han participado aportando experiencia con tácticas de resistencia, infraestructuras que ofrecen apoyo a todxs lxs necesitadxs y visiones de un mundo en el que las instituciones que mataron a George Floyd y tantxs otrxs no existirían. Las ideas y enfoques que resuenan con los valores anarquistas se pueden ver en acción a lo largo de estas protestas, independientemente de si quienes los emplean les ponen etiquetas políticas.
Estos valores y prácticas, que trascienden cualquier ideología o tradición, pueden ser la base para que las personas se unan superando las diferencia, mientras se enfrentan al poder estatal en las calles. El colectivo anarquista indígena Acción Indígena y otros han argumentado que los movimientos modernos necesitan “cómplices, no aliados”, personas dedicadas a compartir riesgos y realizar acciones directas juntas, motivadas por una visión de liberación colectiva en lugar de por la culpa, el deber o el prestigio. Las protestas de Justicia para George Floyd han demostrado la efectividad de las iniciativas multirraciales, descentralizadas y de base. Basándose en una ética horizontal y participativa que rechaza la violencia policial, así como cualquier otra forma de coerción estatal, lxs anarquistas insisten en que todxs tienen un papel que desempeñar en el proceso de liberación.
Uno de los mensajes más importantes de la organización anarquista durante las últimas décadas —incluidas las luchas por la solidaridad con lxs refugiadxs y lxs migrantes, la liberación queer, la abolición de las prisiones y algunas más— es que cada unx de nosotrxs sólo puede ser libre cuando todxs seamos libres. Ashanti Alston, activista anarquista, orador y escritor, lo ha articulado maravillosamente. Como ex miembro del Partido Pantera Negra y del Ejército de Liberación Negra y ex preso político, Alston tiene mucha experiencia en enfrentar la violencia estatal. Influenciada por el levantamiento Zapatista en Chiapas, su visión de la liberación colectiva refleja un espíritu anarquista compartido por muchos movimientos y comunidades, que aún hoy resuena para inspirar nuestras iniciativas:
“Tenemos que descubrir cómo crear un mundo en el que sea posible que todas las personas sean quienes son, tener un mundo en el que todxs encajen.”
[Tomado de https://es.crimethinc.com/2021/01/23/esto-es-anarquia-ocho-maneras-en-las-que-el-black-lives-matter-y-los-levantamientos-de-justice-for-george-floyd-reflejan-las-ideas-anarquistas-en-accion-1.]
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