Rubén Hernández
A estas alturas, con la enorme desgracia que ha caído sobre el paí, que afecta terriblemente a millones de pobres y miserables, no se entiende la falta de una reacción popular masiva-enérgica contra las élites venezolanas y en general contra el Statu Quo, para cuya protección en medio de la pandemia por COVID-19 y el consecuente confinamiento, se han ejecutado medidas nefastas para la economía de los necesitados, en especial de los asalariados y pequeños productores.
Es así que cargando con el peso de una gigantesca deuda externa, bloqueos y sanciones internacionales, con un sector petrolero prácticamente quebrado, con un extractivismo minero del cual poco llega a las arcas estatales y con unos ramos agropecuario e industrial internos sin la suficiente productividad, la calidad de vida de un alto porcentaje de la población se deteriora aceleradamente, y es que en el proceso los ingresos son cada vez más bajos,ha yuna continua elevación de los costos de los alimentos, de las medicinas y de otros rubros esenciales, y hay un total estado de indefensión. Entonces,¿hay o no hay razones para protestar masivamente en Venezuela en pro de una mejor calidad de vida?, ¿acaso la dirigencia política se desentiende del problema porque no pasa necesidades, incluidas la rid+icula oposición-comparsa y la dizque revolucionaria, que pide sacrificio y paciencia a los hambrientos y desesperados?
Haciendo referencia a los ingresos, adviértase que los salarios de hambre de la mayoría de los venezolanos no son para nada bien compensados por los cacareados bono-limosna que concede graciosamente el gobiernos, pues de igual manera son muy bajo,s aunque desde el gobierno se intente convencer a los asalariados, en especial los del sector público y aquellos de los sectores privados pequeño y mediano, que dichas bonificaciones y otros mecanismos sí compensan lo generado en el paupérrimo ámbito salarial-laboral. De aquí se desprende en parte la necesidad urgente de salir a las calles, en un momento en que la desesperación por el hambre y la incapacidad de satisfacer distintas necesidades básicas, afectaa brutalmente a millones de seres en lo material y en lo anímico-espiritual.
Por desgracia muchos parecen estar esperando que algunos líderes políticos conocidos convoquen a un estallido social contra la administración de Maduro, o creen que llegará una especie de Mesías a salvar a los ciudadanos comunes de Venezuela. Quienes así piensan no tienen en cuenta que la dirigencia dizque opositora al Gobierno se encuentra en una zona de confort, e incluso en buena parte reside en ciudades tan lejanas de Venezuela como Nueva York y Madrid, y no sufre como sí lo hacemos quienes vivimos el día a día en territorio venezolano, más allá de que esa dirigencia haga continuos llamados para salir de la administración “revolucionaria”, todos vía on line. Al fin y al cabo son élitey necesitan preservar el Statu Quo capitalista al lado de sus “enemigos” chavomaduristas.
Es evidente, por tanto, que los venezolanos de a pie deben reaccionar de forma autónoma, sin esperar ni la intervención de la élite política ni la intervención de la Divina Providencia o algo por el estilo. Ciertamente no se haría esperar la sangrienta represión policial y militar [con apoyo de los "paracos"] en defensa de la seudo revolución y del Estado burgués, pero habría que preguntarse, ¿hasta cuándo tolerar la complicada situación?, ¿si hay que dar la vida no sería mejor hacerlo mientras se lucha por una Venezuela y un mundo mejor para los de abajo, que morir de hambre quedándose de brazos cruzados?
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