Rosa Becerro
* Escrito desde la experiencia de España, pero ciertamente aplicable a demasiados lugares del mundo.
Me llena de rabia e indignación saber que los ayuntamientos de todas las ciudades del Estado español han gastado miles de millones de euros en el alumbrado navideño mientras miles de de familias no pueden utilizar los suministros básicos como son luz, agua y calefacción porque no pueden pagar las abusivas facturas que genera su disfrute. Algo que debería estar garantizado para todas las familias, especialmente en las que hay menores, personas enfermas, ancianas o con alguna discapacidad. Como debería estar garantizado el derecho a una vivienda digna, tal como marca el artículo 47 de la Constitución Española.
Me llena de rabia e indignación ver cómo algunos alcaldes compiten porque su ciudad sea nombrada en los noticieros como la que más ha gastado en la iluminación navideña, mientras millones de niños y niñas la única comida que pueden hacer al día es la que reciben en el colegio y que, en los periodos vacacionales, pierden el derecho a esa comida.
Me llena de rabia e indignación que las astronómicas cantidades de euros despilfarrados en el alumbrado navideño no se hayan invertido en sanidad, en educación, en investigación, en viviendas dignas y asequibles, en asegurar los suministros básicos y esenciales para la salud y la vida de los millones de familias en situación de riesgo de exclusión social, en garantizar alimentos necesarios para las personas vulnerables...
Me llena de rabia e indignación comprobar cómo la ciudadanía abarrota las calles, a pesar del frío, de la lluvia y de la crisis económica, para deleitarse con las luces navideñas, pero no abarrota esas mismas calles para exigir a sus Gobiernos, alcaldes y alcaldesas, presidentas y presidentes de su Comunidad que ese dinero de todas las contribuyentes no se despilfarre en luces multicolores que iluminen las calles más céntricas y transitadas unos pocos días al año mientras miles de familias en sus casas se ven obligadas a alumbrarse con velas, porque esos mismos Gobiernos, Ayuntamientos y Comunidades Autónomas han permitido que las compañías eléctricas les cortasen el suministro de energía al no poder hacer frente a las facturas, ya que los ingresos económicos son escasos e incluso inexistentes en mile sde millones de hogares.
Me llena de rabia e indignación que un puñado de luces navideñasnos impidan ver que durante unos días nuestras ciudades disfrutan de un alumbrado festivo y excesivo que incita al consumismo más absurdo e innecesario mientras miles de casas, calles, barrios y asentamientos carecen de cualquier iluminación, mientras miles de millones de personas acuden diariamente a lo que viene llamándose “las colasdel hambre”, mientras el número de “nuevos pobres” aumenta vertiginosamente, mientras cada vez más familias son desahuciadas incrementando el bochornoso número de personas sin hogar y sin recursos que viven en la calle.
Me llena de rabia e indignación que en un Estado laico como es el español se festejen fiestas como la Navidad con lo que religiosamente significa y lo que respecto a consumo fomenta, y que se deshumanice la sociedad al punto de recorrer las calles elevando la vista para ver esa costosa e innecesaria iluminación navideña y no bajando la mirada para ver a esas personas que entre cartones sobreviven diariamente.
Que las luces navideñas no nos cieguen y sigamos luchando por ese “mundo nuevo que llevamos en nuestros corazones”.
[Publicado originalmente en el suplemento Addenda # 86, Madrid, diciembre 2020 (del periódico Rojo y Negro). Número completo del suplemento accesible en http://rojoynegro.info/sites/default/files/addenda%2086%20diciembre.pdf.]
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