Coletivo Facção Fictícia (Porto Alegre, Brasil)
* Entrevista a Mark Bray, autor del libro El manual de Antifa.
Nuestro colectivo invitó a Mark Bray, autor del libro El manual de Antifa (2019), para una entrevista exclusiva sobre algunos temas urgentes como: la relación entre Antifa y los movimientos del bloque negro, el anarquismo, la izquierda institucional e incluso los llamados policías “antifascistas” - fenómeno hasta entonces exclusivo de Brasil y que incluso sorprende a militantes e investigadores con vasta experiencia en luchas antifascistas contra toda forma de regímenes y autoritarismo.
° En definitiva, diría que la política antifa moderna o el grupo que la pone en práctica sería una oposición socialista revolucionaria militante, orientada a la acción directa frente a la extrema derecha, que se niega a recurrir a la policía o al Estado para detenerlos y que suele tener una especie de noción ampliamente radical (panradical) de izquierda, aunque no siempre. Como es sabido, Trump culpó a Antifa y a los anarquistas por la destrucción en las recientes protestas. Aunque Antifa probablemente ha estado en algunas manifestaciones, no hay evidencia de su participación en todas ellas. Ciertamente, no hay suficientes núcleos de Antifa en los Estados Unidos para causar tal destrucción. Ojalá hubiera tantos, pero no existen. Ciertamente, sin embargo, Antifa apoya a Black Lives Matter y puede haber algunas personas que participan en ambos tipos de organización.
2. ¿Cuáles son las relaciones entre Antifa, las tácticas del bloque negro y las luchas anarquistas y anticapitalistas contemporáneas desde el surgimiento del movimiento antiglobalización?
° Principalmente, los bloques negros se han utilizado en los Estados Unidos desde 1999 para protestar en cumbres económicas (OMC en Seattle especialmente), protestar contra las guerras, contra convenciones políticas de los partidos nacionales, etc. La asociación entre Antifa y bloques negros en Estados Unidos realmente comenzó con el E20 (protestas radicales que atacaron la ceremonia de toma de posesión de Trump en enero de 2016), cuando muchos anarquistas, antifas y otros antiautoritarios fueron arrestados y acusados de delitos, cuyas sentencias podrían haber llegado a décadas de prisión. Afortunadamente fueron absueltos. También ha habido eventos como bloques negros que interrumpieron y pusieron fin a un discurso del provocador de extrema derecha Milo Yiannopoulos en Berkeley en 2017 y enfrentamientos en Portland y otros lugares.
3. Desde los levantamientos de 2013 y 2014 en Brasil, hemos notado un gran esfuerzo de las autoridades para criminalizar tácticas, como bloques negros, como si fueran organizaciones formales o criminales de terroristas. Vemos ahora, ese intento con Antifa. Para ello, utilizan discursos que atacan para deslegitimar los movimientos combativos, alegando que “quienes practican las acciones llamadas 'violentas' (daño a la propiedad, lucha contra la violencia policial) en manifestación son 'minorías' o 'infiltrados' para justificar el aislamiento de sectores radicales y represión estatal. ¿Cómo ve, históricamente, la respuesta de los movimientos antifascistas y antirracistas a tales acusaciones y disputas narrativas, que a menudo tienen resonancia en los propios sectores de la izquierda?
° Bueno, algunos de los primeros movimientos antifa en Alemania en la década de los 80 surgieron de los movimientos autónomos, que rechazaron basar sus políticas en la aprobación de la opinión pública. Entonces, en ese sentido, no a todos los Antifa les importaba tanto como a otros. Pero está claro que estas disputas tienen el potencial de dividir movimientos. En mis entrevistas con antifascistas europeos, parece que cada movimiento tuvo, en diferentes momentos, mayor o menor colaboración con grupos de izquierda como sindicatos, etc. Tenerlos como aliados puede ayudar, pero es una alianza que puede ser voluble. La noción de “diversidad de tácticas”, que surgió hace 20 años o más durante la era del movimiento por la justicia global (o antiglobalización), fue un esfuerzo por coexistir y sortear estos problemas. Por supuesto que no es una receta universal, depende de cada caso. De todos modos, es muy difícil deshacer la dicotomía "buen manifestante", "mal manifestante", como pretenden hacerlo lon medios masivos y algunos grupos de la izquierda institucional.
4. En Brasil, nos enfrentamos a un fenómeno curioso, en el que policías civiles y militares se consideran “antifascistas” y se organizan como un movimiento para infiltrarse e incidir en las luchas sociales y las agendas de izquierda. En su investigación, ¿ha encontrado ejemplos similares en otros países? ¿Cuál es su opinión sobre la participación de policías, militares u otros agentes del Estado o fuerzas de seguridad privadas en movimientos y manifestaciones de política radical?
° Me recuerda a la Europa de la posguerra, donde todos (excepto España y Portugal) estaban oficialmente del lado de los ganadores de la Segunda Guerra Mundial, cuando la interpretación del antifascismo era simplemente estar del lado ganador de la guerra. En este contexto, hubo tensos debates sobre lo que significaba el antifascismo, sobre todo porque, en países como Alemania o Italia, los “comités antifa” socialistas revolucionarios que surgieron durante la guerra, fueron clausurados por los nuevos gobiernos aliados, bajo un régimen liberal-democrático. Los movimientos revolucionarios que surgieron en las décadas siguientes, incluidos los que dieron origen a la antifa moderna, desafiaron la interpretación oficial del antifascismo, señalando que todavía había muchos fascistas en la sociedad y argumentando que el capitalismo ofrece espacio para el fascismo. Los argumentos de estos grupos antifa en la era posterior a la Segunda Guerra Mundial son que el antifascismo debe ser anticapitalista.
Si nosotros, como anticapitalistas revolucionarios, permitimos que el antifascismo caiga en el mínimo común denominador de ser literalmente "todos los que se oponen al fascismo", perderemos esta interpretación socialista, en su sentido más amplio, que hace del antifascismo una oposición arraigada en la política actual y no solo en el hecho de con cúal lado de la Segunda Guerra Mundial se estaba. Entonces, para dejarlo muy claro: los policías que se dicen antifacistas son mierda.
5. Las tácticas de Antifa demostraron ser la forma más radical de resistencia a la administración Trump en los Estados Unidos y al gobierno de Bolsonaro en Brasil, trayendo un legado de prácticas radicales y anticapitalistas. ¿Cómo ve la adhesión de la izquierda institucional, tan instalada en palacios y oficinas del poder, a los símbolos y discursos de Antifa?
° Bueno, creo que es importante crear un movimiento y un sentimiento antifascista más amplio en la sociedad. Idealmente, no habría necesidad de grupos antifa específicos, porque las comunidades expulsarían a los fascistas por sí mismas. Dado que los orígenes del antifascismo militante se pueden encontrar en la oposición a los pequeños y medianos grupos fascistas y nazis, tiene sentido que la resistencia sea más amplia y mayor para tratar con regímenes enteros o grandes partidos políticos. Discuto este desafío analizando entrevistas con antifascistas que enfrentan este impasse en un capítulo del Manual de Antifa. Pero trabajar juntos o forjar una coalición no significa abandonar la perspectiva política radicalmente anticapitalista, anarquista. Este siempre es un equilibrio complicado: ¿cómo trabajar con aliados que no comparten toda tu política sin, al final, cumplir con su agenda y no la tuya? Desde una perspectiva antiautoritaria, podemos ver lo que los estalinistas hicieron con los anarquistas españoles durante la Guerra Civil española. Este es un precedente importante a tener en cuenta, pero si somos demasiado débiles para derrotar a nuestros enemigos por nuestra cuenta, no podemos simplemente aceptar ser mártires.
Ciertamente, hay que criticar la cooptación institucional de los símbolos de Antifa, especialmente cuando se utilizan para oponerse a valores centrales, como el enfrentar a la extrema derecha sin recurrir a la policía ni a los tribunales (lo que, obviamente, implica una postura abolicionista frente al tinglado punitivo y jurídico del poder). ¿Quizás, en algún momento, los progresistas y moderados pueden volverse más radicales en el proceso? Al menos en Estados Unidos, parece que en los últimos años, muchos liberales, progresistas y socialistas democráticos se han sentido mucho más cómodos con dar respuesta contundente a las agresiones de los nazis, y ciertamente hay algo bueno en eso.
[Entrevista publicada originalmente en portugués en la revista Tormenta # 00, Porto Alegre, primavera (austral) 2020, número completo accesible en https://faccaoficticia.noblogs.org/files/2020/12/revista-2020-LIMPO-1.pdf. Traducida al castellano por la Redacción de El Libertario.]
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