Humberto Decarli
Los comicios presidenciales próximos a realizarse en los Estados Unidos reflejan la crisis del liderazgo político de esa nación. Los dos candidatos con posibilidades de triunfo son la mejor demostración del nivel de deterioro en la política de ese país. Donald Trump, del partido Republicano, es una muestra de tal decadencia al representar al racismo, la misoginia, la homofobia, la intolerancia, la xenofobia y demás efluvios de los prejuicios e ideas arcaicas de la reacción WASP ("white, anglo saxon & protestant"). Joe Bidden, el demócrata, es la expresión de la mediocridad y corrupción. No obstante, esa no es una senda accidental sino consecuencia de una estructura política fundada en el formalismo y no en la proclamada participación democrática. Más vale conseguir la victoria en determinados estados, llamados swing o bisagras, que ir a la búsqueda del voto popular que al final muy poco sirve.
Una pléyade de hechos confirma lo antes aseverado dada la superficialidad aparente que encubre a los verdaderos factores de poder, situados fuera del entramado legal e institucional. Sin embargo, en el norte se encuentran avanzando hacia la frivolidad y la discusión subalterna. La sociedad del espectáculo se ha hecho presente con el actual ocupante de la Casa Blanca, mercachifle relacionado al entretenimiento, la especulación inmobiliaria y los concursos de belleza. Asimismo, su vinculación al millonario pedófilo Jeffrey Epstein, junto a los Clinton y el príncipe británico Andrew, evidencia la putrfacción del sistema.
Muchas personas, limitadas en sus apreciaciones, estiman que las elecciones del país norteamericano son un magnífico reflejo de la democracia ideal. El antecedente de tal apreciación es el texto La democracia en América, autoría de Alexis de Tocqueville, una suerte de panegírico de un francés de comienzos del S. XIX impactado por los avances de la excolonia inglesa, obviando hechos como el exterminio de los aborígenes, la brutalidad del esclavismo en el sur del país, el caos ambiental experimentado por la caza indiscriminada de los búfalos en el proceso conocido como la Conquista del oeste y el imperialismo bélico materializado con la invasión y partición de México, acontecimientos bien relatados por Howard Zinn en su Otra historia de los Estados Unidos.
La negación de la elección directa
La metódica utilizada para elegir al presidente americano tiene mucho tiempo de vigencia, esto es, más de doscientos años. No ha sido cambiada a pesar de la injusticia inherente a su naturaleza lo cual significa que le ha servido a la élite gobernante. El estadounidense vota por un personero electoral quien a su vez, congregado en colegios, es quien designa en el contexto reglado de funcionamiento, al inquilino de la Casa Blanca.
En Venezuela hubo el derrocamiento del presidente Medina Angarita porque se negó a establecer una elección universal, directa y secreta, pedimento hecho por el partido Acción Democrática. Rómulo Betancourt, junto a su expansiva organización política, se alió con los militares de extrema derecha para dar una asonada exitosa que no quiso afrontar el presidente derrocado. El pedimento adeco no fue considerado por la rigidez de la ideas del medinismo, cuyos dirigentes siempre pensaron en que Venezuela no estaba preparada para una elección de esa clase y rechazaron esa solicitud, que fue el subterfugio para el exitoso golpe militar.
Las democracias representativas del Viejo Continente
Varios países, monárquicos o republicanos, ubicados en Europa, se basan en elecciones indirectas pues la gente vota para elegir el parlamento quien a su vez es el encargado de designar a un primer ministro para formar gobierno. Es un dispositivo funcionando también en la India y en Japón. Pero es una variante de mayor apertura porque hay representación de las distintas organizaciones políticas y las más votadas son las que se coaligan para conseguir la dirección del Estado. Además, hay mecanismos institucionales para poner cese al gobierno como los votos de censura. De tal manera que si bien coincide con la experiencia de Washington en cuanto al sufragio indirecto, la europea es con distancia mucho más avanzada que la norteamericana.
El ganador se lo lleva todo
Parafraseando el título de una canción del grupo sueco ABBA en los setenta, "The winner takes it all", esa situación se repite con los colegios electorales gringos. Quien gane en un estado, así sea por un voto, se lleva todos los mandatarios electorales. Es un canto a la injusticia comicial pero siempre es aceptada y no hay intención de cambiarlo. El esfuerzo se centra en ganar los estados con mayor población porque contienen la cantidad de representantes para obtener la victoria así no sea lo decidido por el voto popular.
Hay varios casos de presidentes de los Estados Unidos perdedores en los comicios pero triunfadores gracias al retruécano característico de esta modalidad nada democrática. Entre los últimos presidentes, George W. Busch tuvo menos votos populares que Al Gore, aproximadamente cien mil, y Donald Trump alcanzó casi tres millones menos que Hilary Clinton pero sin embargo en esos casos los menos votados ganaron. Son las paradojas de este sistema. Hubo un caso muy particular, el del millonario texano Ross Perot, candidato independiente a presidente. Obtuvo en 1982 el 19 por ciento de los votos y no logró ni siquiera un mandatario electoral. Es el colmo de la maniobra en desprecio de los electores.
El Gerrymandering
Este término proviene de un gobernador de Massachusetts, Elbridge Gerry, quien publicó en Gaceta en 1812 una reformulación de las circunscripciones electorales de ese estado. La martingala consiste en la modificación de los distritos para restarle representación al partido contrario. Para tal fin se empleó la concentración de los votantes de la organización política a perjudicar en uno o pocos distritos para disminuir su eficacia; o diluirlos en múltiples divisiones administrativas reduciendo el mandato de los posibles elegibles de la entidad política a lesionar. Es un artilugio tramposo empleado en Estados Unidos desde hace muchísimo tiempo y ha permanecido por el consenso entre los dos partidos mayoritarios en aplicarlo. En Venezuela el chavismo lo ha usado y en general lo ha favorecido, excepto en la elección parlamentaria de 2015 cuando ocurrió lo mismo pero en beneficio del lado opositor. La idea es reducir la representación para disminuir la influencia de los perjudicados. Es una vía tramposa e inicua, como suelen ser en mayor medida los sistemas electorales de las llamadas democracias representativas.
Conclusiones
El modelo de la nación del Tío Sam podría presumir ser mejor al existente en China, Corea del Norte, Cuba. Rusia o Venezuela, pero tiene sus óbices contrarios a los proclamados principios democráticos y no aprecia ningún avance en tal sentido sino se apuntala por la voluntad de las organizaciones políticas formales. Sobre todo por las afirmaciones del actual presidente llamando a reprimir a los movimientos sociales y ratificando su apoyo a los supremacistas además de amenazar con desconocer los resultados electorales y denunciar fraude con el voto por correos, que se ha preciado como mecanismo seguro en el historial de comicios en ese país.
Hay ebullición social en Estados Unidos porque el racismo continúa a pesar de todas las luchas. Pero como afirma el cineasta Spike Lee, cabe dar confianza a los actuales movimientos de activistas porque se siente su presencia en los espacios públicos de la gente y podrían alcanzar resultados. Esos activistas se reúnen en el Black lives matter y Antifa, siendo gente con capacidad de cambiar las cosas y ánimo de lucha en muchos lugares, en especial en los combativos estados de Washington y Oregon, en el noroeste de la nación norteamericana.
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