Erick Camargo
El miércoles 5 de febrero del 2020, el presidente brasileño Jair Bolsonaro firmó un proyecto de ley comparable al Decreto 2.248 referido al Arco Minero del Orinoco en Venezuela. Esta ley firmada por Bolsonaro permite la minería y la generación de energía eléctrica en los territorios que funcionan como reservas indígenas, localizados la gran mayoría en el Amazonas.
El miércoles 5 de febrero del 2020, el presidente brasileño Jair Bolsonaro firmó un proyecto de ley comparable al Decreto 2.248 referido al Arco Minero del Orinoco en Venezuela. Esta ley firmada por Bolsonaro permite la minería y la generación de energía eléctrica en los territorios que funcionan como reservas indígenas, localizados la gran mayoría en el Amazonas.
Esta firma de ley es en cumplimiento de una de las promesas de campaña más polémicas del mandatario brasileño, la cual ha generado un enorme rechazo entre los pueblos originarios del Brasil, grupos ecologistas y ciudadanos que temen por la sostenibilidad de la vida humana en el planeta. En medio de la firma y al puro estilo del cinismo político, Jair Bolsonaro comentó “Espero que ese sueño (…) se concrete. El indígena es un ser humano exactamente igual a nosotros, tiene corazón, tiene sentimiento, tiene alma, tiene deseo, tiene necesidades y es tan brasileño como nosotros”; mientras pisotea esa humanidad, esos deseos, y ataca ese corazón al despojarlos de lo más sagrado que puedan tener, sus tierras de reservas para entregarlas al voraz extractivismo. Algo que asemeja la política venezolana, que mientras en el discurso alaba y defiende a los pueblos indígenas, en su acción política los despoja, persigue y condena a una nueva extinción.
A esto se suma la noticia sobre la demanda que la Asociación de Pueblos Indígenas del Brasil (APIB) la cual aglomera más de 300 tribus, contra el presidente Bolsonaro, por un video publicado la penúltima semana del mes de enero en la cual declaraba “El indio está evolucionando y convirtiéndose cada vez más en un ser humano como nosotros”. Los líderes tribales alegan que esto forma parte de un plan con el fin de perpetrar un etnocidio destinado a eliminar su cultura.
Esta semana el proyecto será debatido en el Congreso para buscar la aprobación de las cámaras legislativas, en las que no se espera una fuerte oposición a las disposiciones del Presidente de Brasil; más bien la expectativa es alta en un parlamento dominado por representantes de los intereses extractivistas, que han visto al Amazonas como un almacén a la espera de ser aprovechado. Habría que esperar cómo responden las organizaciones ecologistas, los grupos indígenas (que han estado muy movilizados últimamente) y demás agrupaciones políticas que tengan conciencia del grave peligro que corre, no sólo Brasil, sino el planeta entero de concretarse esta ley.
Vemos además, con grave preocupación, como la ola extractivista empieza una desregulación de los espacios protegidos y reservados en Parques Nacionales, Reservas Indígenas, Reservas de Biosferas; buscando ampliar cada día más las fronteras mineras y agrícolas con el fin de aumentar los portentos económicos, en medio de una reprimarización de las economías latinoamericanas. Luego de los ruidosos fracasos de los gobiernos del llamado “ciclo progresista”, los cuales no representaron un real alivio para la situación socio ambiental del continente, la nueva ola política y económica que vive el continente parece apuntar a un incremento en la intensidad extractivista de los gobiernos, sobre todo en aquellos en los que sus modelos económicos construidos durante el siglo XX han llegado a sus límites.
[Tomado de http://www.ecopoliticavenezuela.org/2020/02/11/bolsonaro-firma-proyecto-de-ley-del-arco-minero-de-amazonas.]
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