José R. Delgado
Hace 20 años, fuertes precipitaciones ocurridas en las dos primeras semanas del mes de diciembre, afectaron las costas caribeñas de Venezuela con consecuencias especialmente trágicas para el estado Vargas, pero que también afectaron a otras regiones del país como Miranda y Falcón, dejando un número desconocido de víctimas y desaparecidos, que algunos calculan en hasta 30.000, así como miles de personas desplazadas y pueblos enteros devastados, incluyendo la perdida de mucha de la infraestructura, universidades, negocios, hoteles, clubes y vialidad en esos estados costeros.
Para un país donde 70% de la población se encuentra asentada en la región costera y donde tantos medios de vida dependen del mar y sus recursos, el desastre de Vargas 99 fue un golpe muy duro para toda Venezuela, del cual todavía no nos hemos recuperado.
Hace 20 años, fuertes precipitaciones ocurridas en las dos primeras semanas del mes de diciembre, afectaron las costas caribeñas de Venezuela con consecuencias especialmente trágicas para el estado Vargas, pero que también afectaron a otras regiones del país como Miranda y Falcón, dejando un número desconocido de víctimas y desaparecidos, que algunos calculan en hasta 30.000, así como miles de personas desplazadas y pueblos enteros devastados, incluyendo la perdida de mucha de la infraestructura, universidades, negocios, hoteles, clubes y vialidad en esos estados costeros.
Para un país donde 70% de la población se encuentra asentada en la región costera y donde tantos medios de vida dependen del mar y sus recursos, el desastre de Vargas 99 fue un golpe muy duro para toda Venezuela, del cual todavía no nos hemos recuperado.
Antes de 1999, en Venezuela, las experiencias exitosas en la administración de los recursos naturales marino-costeros eran prácticamente inexistentes. Hasta entonces, el Ministerio del Ambiente y de los Recursos Naturales-MARN, no había logrado diseñar e implementar un programa adecuado en la materia.
Durante el año de 1998 se presentó una propuesta para el funcionamiento de una Dirección de Areas Marino-Costeras, adscrita a la Dirección General de Vigilancia y Control Ambiental del MARN. Como prólogo a dicha propuesta se desarrolló un Proyecto Piloto para el Estado Vargas, ejecutado de Agosto a Diciembre de 1999.
Entre los resultados del referido Informe del Proyecto Piloto, presentado 15 días antes del desastre, se concluía que:
“…la zona costera del Estado Vargas presenta una elevada presión de origen antrópico, caracterizado por un desarrollo anárquico que de seguir así degenerará en una situación de lamentables consecuencias para la población y sus visitantes, generando una situación impredecible para las inversiones en la región, comprometiendo seriamente las posibilidades de un desarrollo sustentable conforme se espera de las actuales administraciones. Solo para citar un caso en particular, el litoral del Estado Vargas presenta un alto potencial turístico que, de ser potencializado, gracias a un efectivo manejo, podrá ser aprovechado para generar recursos importantes y lograr una importante proyección nacional e internacional.”
El informe del Proyecto Piloto, destacaba la cuasi inexistente coordinación interinstitucional entre los organismos de la administración pública en la afectación de recursos y ocupación de las areas marino-costeras, lo que resultaba en confusión administrativa e ineficiencia, duplicidad de esfuerzos y políticas ejecutadas sin coordinación, a pesar de la existencia figuras administrativas coordinadoras como las Autoridades Unicas de Área (Los Roques y Cuenca del Rio Tuy). Dicho informe reveló de manera vehemente la grave situación ambiental presente en ese Estado, situación que indudablemente contribuyó a que la tragedia ocurrida en el litoral central del país como consecuencia de la intensidad atípica de las precipitaciones del 99 haya alcanzado proporciones catastróficas.
En diciembre 2019 se cumplen 20 años de la presentación de ese Informe y las experiencias que nos dejó la catástrofe de Vargas 99 lamentablemente parecen no haber sido suficientes. La realidad actual nos hace concluir que a pesar de las duras lecciones brindadas por la naturaleza y de las oportunidades que tuvimos para iniciar un Programa de Manejo Costero para el Estado Vargas, que como proyecto piloto estaba destinado a generar una experiencia a implementarse en otros estados costeros del país, no fueron aprovechadas.
En Vargas, ante lo sorpresivo y la magnitud del evento, el desconcierto de las autoridades y la conmoción de la población fueron tales que las labores de rescate de los supervivientes se iniciaron de manera relativamente tardía varios días después de ocurrido el mismo. Sin embargo, a los pocos días del desastre, numerosos países y organizaciones alrededor del mundo ofrecieron ayuda y cooperación a Venezuela. Entre el apoyo recibido se incluyeron equipos de rescate, agua potable, alimentos, medicinas, sábanas, asistencia médica, hospitales de campaña, vehículos y maquinarias de construcción, además de dinero para las labores de ayuda humanitaria.
Además de la ayuda humanitaria, en Vargas se contó con el apoyo de varios especialistas extranjeros quienes desde sus perspectivas como expertos en zonas costeras, recomendaron la elaboración de un plan de recuperación ambiental para las zonas afectadas. Entre muchas las medidas propuestas, se elaboraron 3 decretos para la declaración de camposantos en las zonas que acusaron mayor destrucción; Macuto, Los Corales y Carmen de Uria. La propuesta incluía las coordenadas para la delimitación de dichas áreas y su posterior incorporación al Parque Nacional El Avila, como zonas de recreación, a los fines de servir como homenaje a las victimas y recordatorio de la catástrofe. Sin embargo, esto nunca fue tomado en cuenta.
Posteriormente, muchas otras iniciativas fueron desplegadas, donde destaca la creación de la Autoridad Única del Estado Vargas para coordinar la reconstrucción del Estado, así como la creación de diversos organismos nuevos, entre los que predominó CORPOVARGAS, además de la participación de universidades, gremios profesionales y otras instituciones que contribuyeron con sus aportes en el proceso de reconstrucción, proponiendo diseños y urbanismos para el estado Vargas.
La oportunidad del desastre originó un enorme pool de ideas, medidas y acciones que en su momento parecían lo más acertado desde varios puntos de vista. Sin embargo la falta de coordinación entre los diversos organismos gubernamentales que había sido evidenciada en el Proyecto Piloto del MARN, continúo y siguió incrementándose a medida que más recursos llegaban para atender la catástrofe.
Oportunamente, la recién estrenada Dirección de Áreas Marino Costeras continuó su trayectoria y después de concluído el Proyecto Piloto en Vargas, pasó a ser parte integral del hoy desaparecido Ministerio del Ambiente. Sin embargo, resulta sorprendente que, ante la magnitud de los eventos del 99, dicho Proyecto Piloto no tuviera continuidad.
El estado Vargas quedó devastado y todo el litoral central se transformó en una zona de desastre. Los derrumbes, deslizamientos de tierra e inundaciones afectaron a un número inconmensurable de viviendas y a miles de familias, que no sólo perdieron sus bienes materiales sino a muchos de sus seres queridos.
Hoy el estado Vargas [ahora cambiado de nombre a estado La Guaira] se ve sumido en la pobreza, condenado a un proceso desordenado de desarrollo urbano movido por turbios intereses, que no refleja las cuantiosas inversiones realizadas en su ordenamiento y la ejecución de obras como consecuencia de tantos estudios de planificación y decisiones técnicas que no fueron tomadas en cuenta, y el abandono de obras que nunca fueron terminadas. La reconstrucción se realizó de manera improvisada y las instituciones que una vez sirvieron para planificar esa reconstrucción, desaparecieron o se encuentran desmanteladas.
En Vargas, desperdiciamos una oportunidad y pese a todo el esfuerzo, de la desgracia y la pérdida de tantas vidas, a cualquier momento la naturaleza podrá recordarnos la destrucción y el dolor que conlleva el desastre.
20 años después, el cambio climático se encuentra en boga y la lección de lo sucedido en Vargas continúa sin ser asimilada. Tal y como pasa en la escuela, si no pasas el examen, toca repetir el curso, pues prueba no superada está condenada a repetirse.
[Tomado de http://desarrollosustentableve.com/a-20-anos-del-desastre-de-vargas-99-jose-ramon-delgado.]
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