Absalón Méndez
La Universidad venezolana ha quedado desguarnecida, a punto de cierre técnico, al igual que importantes servicios públicos como es el caso de la salud, la educación, la industria petrolera y petroquímica, la automotriz, la electricidad, construcción, agro alimentaria, etc.
La Universidad venezolana ha quedado desguarnecida, a punto de cierre técnico, al igual que importantes servicios públicos como es el caso de la salud, la educación, la industria petrolera y petroquímica, la automotriz, la electricidad, construcción, agro alimentaria, etc.
El día 5 de diciembre de cada año está dedicado en Venezuela a conmemorar el nacimiento de una nueva Universidad autónoma y democrática. En el año 1958, recién derrotada la dictadura del General Marcos Pérez Jiménez, se promulga la Ley de Universidades, la cual, en su artículo 9, establece la noción de autonomía universitaria, hoy, mancillada por otra dictadura, al parecer de signo contrario, pues, a aquella, se le ha calificado de constructora de la Venezuela moderna, mientras que a la que tenemos hoy día se le califica de destructora del aparato productivo y de la vida nacional en general.
Los profesores universitarios el día 5 de diciembre tenemos muchas cosas que condenar y nada que celebrar. Entre otras, tenemos las siguientes:
1.- La fuga del talento humano. El talento humano, capital social, formado en las Universidades Nacionales con gran esfuerzo y dedicación, con excelencia académica, se está marchando del país. Todo profesional universitario salido de nuestras mejores casas de estudio, que decide marcharse del país debido a las condiciones de vida que ha creado un gobierno nefasto, establecido fraudulentamente, el cual ha reducido a la miseria a la gran mayoría de los venezolanos, lleva en su maleta, con legítimo orgullo, su título universitario que lo acredita como profesional en determinada disciplina. La fuga de talentos es una pérdida neta de una inversión social hecha por el pueblo venezolano, capitalizada a su favor por los países que han permitido la entrada de los profesionales venezolanos, valorado su capacitación y calificación profesional e incorporado al proceso de desarrollo socio-económico de los respectivos países receptores. Esta fuga de talentos ha dejado desguarnecida a la Universidad venezolana, a punto de cierre técnico, y a importantes servicios públicos como es el caso de los servicios de salud, la educación en general, la industria petrolera y petroquímica, la automotriz, la electricidad, construcción, agro alimentaria, etc. En el país resulta imposible conseguir un especialista en determinadas áreas de la salud, pues, los médicos tratantes de nuestras dolencias, han cruzado las fronteras nacionales, con lo cual la medicina nacional, luego de llegar a ser una medicina de vanguardia, ha retrocedido considerablemente debido a que no hay como realizar investigación, estar al día en materia de avances científicos, asistir a eventos científicos internacionales, adquirir revistas científicas y bibliografía actualizada, lo que conduce a un atraso en esta materia que se traduce en el abandono de los centros de salud y los de formación profesional de calidad académica, sustituidos, en la actualidad, por centros universitarios de dudosa calificación académica y reconocimiento nacional e internacional.
2.- La precarización, humillación y maltrato del trabajo docente universitario. Los profesores universitarios hemos pasado en la historia republicana de Venezuela de una situación meritoria, como la establecida en los Estatutos Republicanos de la Universidad de Caracas, en el año 1827, reivindicativa lograda en la Ley de Universidades vigente, 1958-1970, a una situación de extrema pobreza en los momentos actuales, en los que los profesores universitarios hemos alcanzado la categoría de pobres de solemnidad, abandonados a su suerte personal, carentes de protección social, de condiciones laborales dignas y con salarios de hambre que no llegan ni remotamente a los índices que los organismos internacionales especializados han establecido para calificar los niveles de pobreza de la población. El salario de un profesor universitario, categoría titular y dedicación exclusiva, no supera la cantidad de un dólar diario. Con frecuencia leemos por las redes escritos de profesores y sus familiares pidiendo ayuda colectiva para atender problemas de salud. Profesores han muerto en espera de esa ayuda.
3.- La puntilla reciente. El gobierno nacional para culminar triunfante la faena de atropello a la Universidad, se vale del sumiso e inconstitucional TSJ para dar el puntillazo que acaba con lo poco que queda de vida universitaria de calidad. Un gobierno que lo ha destruido todo no puede tolerar que algunas Universidades, negándose a morir, continuasen siendo dirigidas por sus propios miembros, manteniendo a duras penas su excelencia lograda en sus casi tres siglos de existencia. La calidad académica no puede convivir con la mediocridad que es lo que le atrae al gobierno. Pronto tendremos rectores “tapa amarilla”, con soles y estrellas, al frente de las Universidades.
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