Humberto Decarli
Venezuela
padece desde hace varios años una situación de estanflación, esto es, una
combinación de inflación con recesión. Pero, más allá de las circunstancias
definidoras de esas expresiones macroeconómicas, atisbamos una situación
superlativamente grave porque no se trata de elevación moderada de precios o de
una contracción relativa sino que ocurre una hiperinflación sumada a una
parálisis descomunal del aparato productivo rayano a la depresión.
Las
causas de tales aberraciones corresponden a una conducción económica del Estado
dirigida a alcanzar esos resultados a pesar de lo paradójico que parezca. No se
trata de un accidente histórico sino más bien la repetición de experiencias
estalinistas, dictatoriales o populistas que han ocasionado esos resultados. La
Unión Soviética de Lenin en los años veinte del pasado siglo; la Hungría de
1945 cuando, en una reiteración de Versalles, se le impuso gravámenes para
indemnizar a los soviéticos apoyados por los aliados; Argentina en diferentes
épocas peronistas; el Perú de Alan García; Brasil de los militares; los cinco
años del sandinismo nicaragüense; los primeros años de la dictadura
pinochetista chilena, el Zimbabue de Robert Mugabe; y paremos de contar, son
los efluvios de hiperinflación y la recesión exacerbada.
El déficit fiscal
como origen de estas vicisitudes
Cuando
en un presupuesto público el gasto es mayor que los ingresos se debe acudir a
una fuente de financiamiento para compensar esa diferencia. La salida
keynesiana se traduce en acelerar y aumentar la inversión pública para
reactivar la economía, tal y como se hizo en Estados Unidos con el objeto de
superar la depresión del año 1929. Adolfo Hitler también empleó la guerra para
resolver la hiperinflación de la República de Weimar.
No
obstante, esa tesis de Keynes es válida en determinadas circunstancias porque
en otras la búsqueda de soluciones es otra. El empleo de créditos ante la banca
internacional puede ser una vía pero Venezuela en la actualidad no puede
hacerlo porque no tiene reservas ni manera de garantizar el pago de esos
préstamos.
Otra
opción es acudir ante los organismos multilaterales para reordenar la economía
pero ello implica ceder su dirección a estos entes. Sus programas
rectificadores generalmente colocan la carga del sacrificio en las grandes
mayorías, quienes precisamente son los menos responsables de esas coyunturas.
Aparte, los gobernantes que se avienen a los proyectos del FMI no consultan a
nadie para llegar acuerdos y de allí las reacciones violentas de la población.
Primero,
C.A. Pérez fue apoyado incondicionalmente por tal organismo incluyendo en el
gabinete a sus tecnócratas. Apostaron al liderazgo del reo de la Ahumada y
pensaron en la obediencia popular a sus ejecuciones. La gente reaccionó
vehementemente produciéndose el “caracazo” con un saldo de más de 3 mil muertos
según las organizaciones defensoras de los derechos humanos o más de 300
conforme los voceros públicos. El mismo FMI ahora reconoce que debía haberse
explorado la postura de las personas antes de llevar a la práctica un programa
tan severo como el que pretendieron materializar.
Segundo,
otra experiencia similar fue la vivida en Ecuador este año al Lenin Moreno
recibir adelantos de recursos financieros del FMI y aumentar los servicios. La
gente acudió a la calle para reclamar y el presidente ecuatoriano debió derogar
esas decisiones onerosas para los sectores populares.
Tercero,
el último ha sido Chile cuando el presidente Piñera subió el precio del Metro y
se destapó la ira popular por más de 30 años de humillaciones producidas por un
Estado diseñado por Luis Augusto Pinochet. La desigualdad, la frustración, la
educación entendida como un negocio bien rentable por encima del derecho al
acceso al conocimiento y la exclusión social, fueron la marmita explotada con
violencia por parte del resentimiento y la frustración popular.
Desde
Juan Vicente Gómez hasta los actuales momentos la paridad del Bolívar respecto
al dólar no se ha desarrollado de acuerdo a una estrategia económica,
financiera o comercial. El tirano de La Mulera hizo caso omiso de la sugerencia
de Alberto Adriani de devaluar la moneda ante la devaluación del dólar
americano. Se inclinó por la tesis de Vicente Lecuna de mantener un Bolívar
fuerte que ha sido la causa de haber elaborado una economía de puertos en
desmedro de la producción nacional que incidía en el incremento de las
importaciones por razones de rentabilidad: era más barato traer los bienes
desde el exterior que elaborarlos internamente.
Las
devaluaciones fueron consecuencia de apremios fiscales simplemente. Cada vez
que había necesidad de más bolívares se concretaba una caída del signo monetario
nacional frente al americano. Por los mismos dólares se obtenían ganancias
cambiarias pero se elevaba la liquidez y surgía la inflación. Esa fue la
operatividad gubernamental de Gómez, Pérez Jiménez, el puntofijismo y el
chavismo. El rentismo petrolero sin un plan para despegar hacia niveles de
desarrollo sostenido.
El
chavomadurismo empleó un método también antes utilizado como es la monetización
del déficit fiscal. Consiste en la emisión de dinero inorgánico para responder
a la poca capacidad adquisitiva de la gente pero con la grave secuela de
engendrar una hiperinflación, sostenida desde hace más de dos años y sin visos
de ser superada.
Estamos
constreñidos por la espada de Damocles significada por la hiperinflación y la
recesión y no existe la probabilidad de un cambio de rumbo en la actual
administración porque ello sería abdicar al control absoluto del poder. En todo
caso, esa fuente financiera con recursos ficticios es peor incluso que acudir a
los organismos multilaterales.
La recesión
La
economía venezolana se encuentra regresiva desde hace más de tres años. Ha sido
una terrible contracción elevada por las medidas de la administración
madurista. Últimamente han empleado la llamada curva de Phillips para combatir
la hiperinflación. Con medidas desaceleradoras del aparato económico y el
consiguiente desempleo, se busca detener la demencia del alza de precios y lo
han logrado muy tímidamente. El aumento del encaje legal de la banca ante el
ente emisor procura la restricción del crédito y de esa forma disminuye la
liquidez. El dinero hipotecario para la vivienda o para expandir pequeñas y
medianas industrias no existe.
Ahora
bien, se produjo una primera recesión en los últimos tiempos desde el trimestre
de 2014 hasta el tercer trimestre del 2015 pero a partir del tercer trimestre
de 2016 se inicia la actual parálisis aún vigente. Estas últimas recesiones han
encogido el tamaño de nuestra economía, al punto de estar Venezuela en niveles
de empequeñecimiento.
Veamos
la actual ubicación del país dentro de la lista publicada por el Fondo
Monetario Internacional para el presente año (se accede por Wikipedia, Anexo:
Países por P.I.B. nominal): Países de menor población tienen economías mayores
a Venezuela, ubicada en el puesto 69 de la clasificación del Fondo Monetario
Internacional para el año 2019, como República Dominicana, Guatemala y el
Estado Libre y Asociado de Puerto Rico. Ni qué decir de los demás
latinoamericanos como Brasil, México, Argentina, Colombia, Chile y Perú, con
dígitos mejores que los venezolanos. En el rubro de P.I.B. per cápita, vale
decir, el resultante de la división de los bienes y servicios para el año 2018
según el mismo Fondo Monetario Internacional, entre el número de habitantes,
ocupamos el lugar No. 123. Estamos por detrás de Costa Rica, Uruguay, Barbados,
Antigua y Barbuda, San Cristóbal y Nieves, Puerto Rico, Argentina, Chile,
Panamá, Santa Lucía, México, Brasil, República Dominicana, San Vicente y las
Granadinas, Perú, Dominica, Colombia, Ecuador, Paraguay, Surinam, Jamaica,
Belice, Guyana, Guatemala, El Salvador y Bolivia, todas naciones del hemisferio
occidental. Solo nos encontramos arriba de Nicaragua y Haití. Cifras
demoledoras que demuestran la precariedad en la cual vivimos.
Ha sido
el milagro venezolano llevado a cabo por el chavomadurismo en sus gestiones
desde el año 1999. Transformó una economía relativamente grande, consecuencia
de la ficción petrolera ciertamente sin ninguna sustentabilidad ni
sostenimiento, en una extremadamente irrisoria en tan pocos años. Y no se trata
de incapacidad, que la tiene en demasía, sino de una orientación intencional
con la mira puesta en la promoción del éxodo gracias a la imposibilidad de
vivir en Venezuela y la percepción de no haber cambios en lo inmediato, la
gente opta por emigrar para evitar el hambre y la muerte por enfermedades al no
recibir tratamiento médico por la ausencia de medicinas.
El
esquema político y económico del estalinismo es nefasto porque causa un daño
inconmensurable a los hombres y las mujeres moradoras de este espacio. Pero es
una materia que para nada es considerada en la operatividad de la élite
política gobernante actual porque su telos
es exclusivamente el mantenimiento del poder a toda costa.
Probabilidades
Podría
disminuir la hiperinflación a través del aumento de la depresión pero con las
políticas implementadas por la actual gestión gubernamental no hay una vía
expedita para mejorar la situación. En el plano social se ve incrementada la
pobreza, la desigualdad, la pésima educación y salud, la ineficacia e
ineficiencia de los servicios, el desempleo y un pobre desempeño de la precaria
seguridad social existente. La superación de la hiperinflación y la depresión
no se aprecia en términos directos porque no hay la voluntad política de
rectificar o tomar decisiones tendientes a mejorar los números.
Asimismo,
no se avizora la perspectiva de un cambio político en lo inmediato porque,
entre otras razones, hay un régimen autoritario cuyo deseo en el mantenimiento
del estatus quo a cualquier precio apuntalado por la fuerza militar, policial y
paramilitar, aparte de formaciones irregulares colombianas como los disidentes
de la FARC y el ELN, la no existencia de una oposición seria y contundente y
una comunidad internacional tomando algunas medidas insuficientes para obligar
al gobierno a considerar un cambio de rumbo. En este momento, el poder puede tender
a perpetuarse como en Cuba, Corea del Norte o Myanmar.
Sin embargo,
en América Latina estamos viviendo momentos inusitados como el de Chile y su
estabilidad desmontada por ser un gigante con pie de barros, Bolivia con una
movilización popular apoyada por la policía y las fuerzas armadas que
depusieron a Evo Morales, Perú con su grave crisis política y de corrupción inferida
de las actividades fraudulentas de Odebrech
y Moreno tambaleándose en Ecuador.
Acontecimientos
imprevistos dando al traste con la lógica y la simetría del desenvolvimiento de
las gestiones. Lincoln y Felipe González eran unos juristas de la provincia al
momento de la guerra de secesión y la muerte de Franco en Estados Unidos y
España, respectivamente, al igual que Hugo Chávez antes del 4 de febrero de
1992: a todos ellos no se les conocía. Pueden hechos a producirse ser los cisnes
negros resucitando en el país.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nos interesa el debate, la confrontación de ideas y el disenso. Pero si tu comentario es sólo para descalificaciones sin argumentos, o mentiras falaces, no será publicado. Hay muchos sitios del gobierno venezolano donde gustosa y rápidamente publican ese tipo de comunicaciones.