Nino Trillo-Figueroa
* En
el mes de septiembre se prevé una jornada de acción
global contra la emergencia climática, sin duda
el mayor reto ambiental ysocial
de nuestra historia.
El estado de emergencia climática está aquí.
Hemos alcanzado la concentración de
415 partes por millón de CO2 en
la atmósfera, la mayor tasa de
concentración de la historia del planeta. Es, sin duda, el principal efecto de una destrucción ambiental sin
precedentes que enfrenta aun
elevado potencial de catástrofe
ambiental y social en un futuro
cada vez más cercano.
Las
señales son múltiples: incendios cada vez más devastadores, olas de calor cada vez más intensas y frecuentes, aceleración del deshielo
polar, sequías y avance de los procesos
de desertificación en determinadas áreas del globo, hambrunas y refugiados
climáticos, y un largo
etcétera. La voracidad del
sistema de producción capitalista, y la falta de voluntad de los gobiernos, nos
abocano solo a una desigualdad
y la precariedad desconocida en los llamados países desarrollados durante la segunda mitad del siglo XX, también al
colapso. Un colapso global que
no solo comprometerá nuestro futuro,
también el de las generaciones futuras y quién sabe tal vez nuestra propia supervivencia como especie ante un escenario desconocido de
pérdida de hábitats y biodiversidad.
Los
y las trabajadores y trabajadoras no podemos permanecer impasibles ante esta
situación como una pieza más
del engranaje de este sistema
productivo y de consumo tan
devastador. Es necesaria, hoy más
que nunca, nuestra intervención y determinar en pro de la eficiencia,
sostenibilidad y solidaridad de
los distintos sectores de la producción. Pero no solo, la justicia social
requiere hoy día un claro compromiso
con la defensa del medio
ambiente, el clima y la solidaridad internacional. Una pequeña parte del
planeta no puede seguir
acaparando la gran parte de los
recursos y emisiones de los gases
de efecto invernadero del planeta, junto a los llamados países emergentes.
A
este respecto, el acuerdo de París,
incluso antes de su entrada en
vigor, se muestra ya insuficiente.
El principal objetivo es lograr el aumento de la temperatura mundial en este siglo por debajo de los 2 ̊C
con respecto a los niveles preindustriales y proseguir con los esfuerzos para limitar aún más el aumento de la temperatura a 1,5 ̊C. En el año 2011, ya alcanzábamos la mitad de concentración de GEI para alcanzar una subida de temperatura de
2 ̊C. De 1880 a 2012la
temperatura media mundial aumentó 0,85 ̊C. El pasado mes de julio ha sido el más caluroso desde que existen registros (1880), la temperatura global promedio fue de 16,74 ̊C, 0,96 superior al promedio del
siglo XX, que fue de15,78 ̊C
[1].Debido a la concentración actual y a las continuas emisiones de gases de efecto invernadero, es probable que el final de este siglo la temperatura
media mundial continúe creciendo
por encima del nivel preindustrial.
Así, los océanos se calentarán
y el deshielo continuará. La
mayoría de los efectos del cambio climático persistirán durante muchos
siglos, incluso si se detienen las emisiones [2].
Un
reciente informe apunta a que
incluso las previsiones sobre el
clima podrían incluso ser peores de
lo que se venía diciendo, pudiéndose alcanzarse mayor temperatura con menores concentraciones de CO2
de lo que se pensaba, estableciendo que muchos de los impactos adversos del
cambio climático se producirían
con el incremento de 1,5 ̊C de
la temperatura. Los modelos ya
apuntan a que la sensibilidad climática (aumento de temperatura provocado por
una duplicación de la cantidad
de CO2 en la atmósfera respecto
a la era preindustrial) es
mayor de la estimada: 2,8-5,8 ̊C.
El
acuerdo de París, tras el gran
fracaso del protocolo de Kioto por
la falta de compromisos de los
principales países emisores, plantea un escenario de medidas para objetivos,
se muestran a todas luces
insuficientes.
Un
claro ejemplo es el Estado español, que a pesar de declararse comprometido con el acuerdo aún carece de una Ley de Cambio Climático y
Transición Energética. En diciembre
se plantea una nueva cumbre en
Chile para evaluar los avances
y compromisos de los Estados ante la entrada en vigor del acuerdo de París. Tendremos que ser exigentes con nuestros gobiernos para
entonces.
Según
se afirma en el último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), la reducción de
las emisiones de gases de
efecto invernadero de todos los
sectores, incluido el de la tierra y el
alimentario, es el único modo de
mantener el calentamiento global
muy por debajo de 2 °C.
De
manera paralela y paradójicamente, ante la actual crisis del sistema
capitalista, el surgimiento de
nuevos movimientos neofascistas
entre otras cuestiones, como el racismo, el machismo o el nacionalismo,
abandera peligrosamente el negacionismo
climático como una de sus banderas. El primo de Rajoy está aquí para abordar lo que son sin ningún género de dudas evidencias
científicas en una cuestión ideológica.
El
crecimiento de estos movi-mientos
neofascistas supone un riesgo
añadido que puede ahondar en el
fracaso de las medidas que necesitamos
y facilitar la catástrofe. Los
discursos irresponsables de Trump,
o las políticas de Jair Bolsonaro (quien se ha autodenominado “capitán
motosierra”) en contra de la conservación del Amazonas,
evidencian que el peor de los escenarios
es factible. El Amazonas, ahora en llamas, además de ser una de las mayores fuentes de biodiversidad
que nos quedan, recordemos que es el principal pulmón verde del planeta. Hay estimaciones que
señalan que el incremento de GEI
se debe en un 75% a la combustión
de combustibles fósiles y que el
25% es debido a la deforestación.
De
aquí la trascendencia del emergente
movimiento juvenil en defensa
del clima y contra el cambio climático y la importancia del respaldo por parte del movimiento sindical al mismo, que tiene que convertir la lucha contra la emergencia
climática en uno de sus ejes de
lucha fundamentales. No podemos dejar que el beneficio de unos pocos comprometa el futuro de toda la humanidad.
Por
eso es importante nuestro compromiso
con las jornadas de lucha
global que se están organizando para septiembre en muchas ciudades del mundo. Los y las jóvenes
llevan razón al exigir la conservación de un planeta que les pertenece.
Notas:
[1]
Datos de la Administración Nacional
Oceánica y Atmosférica de Estados
Unidos (NOAA).
[2]
5º Informe del Panel
Intergubernamental para el Cambio Climático.
[Publicado
originalmente en el periódico Rojo y
Negro # 337, Madrid, septiembre 2019. Número completo accesible en http://rojoynegro.info/sites/default/files/rojoynegro%20337%20septiembre.pdf.]
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