Humberto Decarli
El mundo está conmocionado por los incendios en los lugares de resistencia frente al efecto invernadero y el cambio climático. La Amazonía ubicada en Suramérica y los pulmones verdes de África están ardiendo por razones harto conocidas. Una concepción desarrollista de la economía ha colocado en jaque a Gaia, al privilegiar los intereses crematísticos por encima de los seres humanos, los seres alterhumanos, la vegetación, el suelo y el subsuelo.
Fuego en África
La cuenca del río Congo es la segunda mayor del mundo después de la del Amazonas. Abarca varios países, como la República Democrática del Congo (la de Lumumba), el Congo (Brazzaville o antiguo Congo francés), Gabón y Centroáfrica. Las imágenes satelitales muestran unas masas ardientes de alta envergadura pero menores a las amazónicas porque se trata esencialmente de provocaciones de pequeños propietarios para renovar la tierra y de lugares llanos con poca vegetación. Sin embargo, es un espacio perdido ante el ataque significado por los gases invernaderos y la ruptura de la capa de ozono que pudiera redundar en sentido contrario, vale decir, para limitarlos.
Amazonía flamígera
La más grande zona de biodiversidad y de reluctancia ante la emisión de los gases carbónicos es la Amazonía, comprendiendo a Brasil, Bolivia, Surinam, Guyana, Venezuela, Guayana "francesa", Ecuador, Colombia y Perú. La zona del Chaco paraguayo también es similar a las características de la selva amazónica. Las altas temperaturas generadas por el fuego son de mayor calidad porque se trata de zonas selváticas y boscosas inmensas sometidas al castigo de la promoción flamígera engendrada por las altas temperaturas.
Las respuestas de los diversos gobiernos del área han sido del mayor cinismo porque buscan justificar o aprovechar la coyuntura asumiendo una actitud antiecológica y abyecta. El presidente Bolsonaro ha defendido su política de autorizar deforestación y tala porque significa mayor progreso económico e incluso ha llegado a la temeridad de acusar a las Ongs defensoras del ambiente de ser las culpables de tan ingente desastre. Aparte, intercambió insultos con el presidente Macron de Francia y les manifestó que debían emplear los fondos ofrecidos a Brasil desde el Grupo de los 7 para reforestar a Europa. Igualmente le indicó a Noruega, país oferente de ayuda financiera para combatir los incendios, que debía ocuparse de la matanzas de ballenas en el Ártico. Demás está decir que el país nórdico es quien más financia la lucha por la preservación de la zona brasileña, con una pequeña ayuda alemana y una irrisoria de la empresa estatal de petróleo en Brasil, Petrobras. Al final, el facho brasileño aceptó a regañadientes el dinero ofrecido acordado en Biarritz por las siete naciones más avanzadas en su reunión del mes de agosto del presente año. Evo Morales se disfrazó de bombero para utilizar el evento en su campaña electoral, haciendo uso de la mayor sordidez con fines comiciales y para obviar su política destructiva del ambiente amazónico boliviano. El colmo fue el gobierno venezolano, muy crítico con el brasileño pero sin mencionar la escandalosa catástrofe ecológica causada en el Arco Minero por la extracción de oro, coltán, diamantes, torio y otros minerales estratégicos, por parte de transnacionales, las guerrillas colombianas del ELN y la disidencia de las FARC y de la empresa militar venezolana, CAMIMPEG, todo por la imperiosa necesidad de esta cruel dictadura por obtener recursos financieros para continuar el festín de la corrupción y el genocidio.
Importancia de la Amazonía
La trascendencia de esta zona suramericana reside en la capacidad de respuesta para la reducción de los gases invernaderos por su alta humedad, la elevación de los árboles, los suelos óptimos, el excedente de aguas en los ríos de la cuenca del Amazonas y la fortaleza de los animales no humanos. Es el factor más importante para impedir la aceleración del período de vida útil del planeta. Pensar en la Madre Tierra y su pervivencia es un imperativo de mayor relevancia que la obtención de dividendos por su explotación indiscriminada. Incluso, visto en términos económicos, es más costosa la recuperación de las lesiones ocasionadas por la anomia de actividades con un telos exclusivamente economicista.
La Amazonía, junto a la cuenca del río Congo en el continente donde nació la humanidad, constituyen espacios fundamentales para la existencia de la vida en todos sus efluvios amén de configurar un sitio donde los animales no humanos, la vegetación, los acuíferos, los ríos y lagos, desarrollen todas sus potencialidades. Los modelos económicos vigentes se fundamentan en el objetivo de alcanzar réditos y la reproducción del capital sin tener en consideración a los hombres y las mujeres, los animales no humanos ni a la tierra como una figura finalista de toda actividad social. Es una programación hecha en función de obtener rentabilidad, un proceso de reificación inacabable que puede finalizar hasta con la propia vida. Pero lo más lamentable es que no se ha generado otro modo de producir que no sea el capitalista. Ciertamente se requiere un enfoque integralmente ecohumanista y menos positivista para no encasillarnos en dimensiones tan limitadas.
Trump, Bolsonaro, la Unión Europea Xi Jimping y Putin son la barbarie
El advenimiento de liderazgos fundamentalistas ha complicado la dinámica de la contemporaneidad. Donald Trump es una persona supremacista y racista que lo coloca como un adversario de los emigrantes y de los vulnerables. Es una figura con un perfil conservador incapaz de comprender los avances en materia de derechos humanos. Y por supuesto, en materia del clima, de la capa de ozono, del efecto invernadero, es un recalcitrante y energúmeno, cuyo objetivo es desdeñar los procesos para preservar el planeta siempre con la idea de extraer ganancias prescindiendo de cualquier otra consideración. El Jefe de Estado brasileño es otro personaje rígido y reaccionario. Su postura acerca del ambiente lo delata como un transgresor bajo el subterfugio de la inversión y la rentabilidad. Gracias al fracaso y la corrupción de Lula Da Silva emergió este extremista como opción victoriosa. La Unión Europea tiene una postura extractivista donde siempre predominará el interés pecuniario ante el ambiental. China y su líder Xi Jinping se mueven con la misma lógica de desprecio hacia el ambiente por su carrera desenfrenada para producir exacerbadamente bienes y servicios y consolidar un polo de poder mundial en Asia. Los socialismos reales, pese a lo que afirman quienes los han reivindicado, demostraron y demuestran su displicencia para con el planeta porque como decía Lenin, el socialismo es soviets más electricidad, en una muestra del más pedestre positivismo. Ni que explicar demasiado que su heredero Putin ha sido fiel legatario en cuanto a seguir en esa onda ecocida.
Perspectivas
Hay una orientación de los dueños del mundo hacia el irrespeto del ambiente. Justifican sus coordenadas en la obtención de beneficios económicos por encima del respeto a nuestro astro. Un simple inventario de beneficios o pérdidas indica que los daños al planeta son ostensiblemente mayores a los dividendos extraídos de su explotación indiscriminada. Experiencias demuestran la aberración conducida por las tesis del “progreso” economicista. La cuasi extinción del Mar de Aralpor la Unión Soviética a consecuencia de los desechos químicos de las fábricas allí depositados, la construcción de la presa de las Tres Gargantas en China por el pragmático Den Xiaoping y el proyecto de un canal interoceánico a través de territorio nicaragüense sin importar el impacto ambiental, propuesto a ejecutarse por un empresario chino y aceptado entusiastamente por Daniel Ortega, son muestras del desprecio hacia el medio ambiente.
Conclusiones
La hipótesis “Gaia”, sostenida por James Lovlock y Lynn Margulis, preconiza la existencia de nuestro astro con una capacidad homeostática para adaptarse y reproducir la vida. Empero, no es una tesis teleológica como esos mismos autores lo dejaron notar. Solo un modelo económico ha podido alterar gravemente la situación de equilibrio con resultados contraproducentesy propende a acortar la existencia de vidas humanas, animales no humanos, vegetales y la estructura geológica y climática del planeta.
El mundo está conmocionado por los incendios en los lugares de resistencia frente al efecto invernadero y el cambio climático. La Amazonía ubicada en Suramérica y los pulmones verdes de África están ardiendo por razones harto conocidas. Una concepción desarrollista de la economía ha colocado en jaque a Gaia, al privilegiar los intereses crematísticos por encima de los seres humanos, los seres alterhumanos, la vegetación, el suelo y el subsuelo.
Fuego en África
La cuenca del río Congo es la segunda mayor del mundo después de la del Amazonas. Abarca varios países, como la República Democrática del Congo (la de Lumumba), el Congo (Brazzaville o antiguo Congo francés), Gabón y Centroáfrica. Las imágenes satelitales muestran unas masas ardientes de alta envergadura pero menores a las amazónicas porque se trata esencialmente de provocaciones de pequeños propietarios para renovar la tierra y de lugares llanos con poca vegetación. Sin embargo, es un espacio perdido ante el ataque significado por los gases invernaderos y la ruptura de la capa de ozono que pudiera redundar en sentido contrario, vale decir, para limitarlos.
Amazonía flamígera
La más grande zona de biodiversidad y de reluctancia ante la emisión de los gases carbónicos es la Amazonía, comprendiendo a Brasil, Bolivia, Surinam, Guyana, Venezuela, Guayana "francesa", Ecuador, Colombia y Perú. La zona del Chaco paraguayo también es similar a las características de la selva amazónica. Las altas temperaturas generadas por el fuego son de mayor calidad porque se trata de zonas selváticas y boscosas inmensas sometidas al castigo de la promoción flamígera engendrada por las altas temperaturas.
Las respuestas de los diversos gobiernos del área han sido del mayor cinismo porque buscan justificar o aprovechar la coyuntura asumiendo una actitud antiecológica y abyecta. El presidente Bolsonaro ha defendido su política de autorizar deforestación y tala porque significa mayor progreso económico e incluso ha llegado a la temeridad de acusar a las Ongs defensoras del ambiente de ser las culpables de tan ingente desastre. Aparte, intercambió insultos con el presidente Macron de Francia y les manifestó que debían emplear los fondos ofrecidos a Brasil desde el Grupo de los 7 para reforestar a Europa. Igualmente le indicó a Noruega, país oferente de ayuda financiera para combatir los incendios, que debía ocuparse de la matanzas de ballenas en el Ártico. Demás está decir que el país nórdico es quien más financia la lucha por la preservación de la zona brasileña, con una pequeña ayuda alemana y una irrisoria de la empresa estatal de petróleo en Brasil, Petrobras. Al final, el facho brasileño aceptó a regañadientes el dinero ofrecido acordado en Biarritz por las siete naciones más avanzadas en su reunión del mes de agosto del presente año. Evo Morales se disfrazó de bombero para utilizar el evento en su campaña electoral, haciendo uso de la mayor sordidez con fines comiciales y para obviar su política destructiva del ambiente amazónico boliviano. El colmo fue el gobierno venezolano, muy crítico con el brasileño pero sin mencionar la escandalosa catástrofe ecológica causada en el Arco Minero por la extracción de oro, coltán, diamantes, torio y otros minerales estratégicos, por parte de transnacionales, las guerrillas colombianas del ELN y la disidencia de las FARC y de la empresa militar venezolana, CAMIMPEG, todo por la imperiosa necesidad de esta cruel dictadura por obtener recursos financieros para continuar el festín de la corrupción y el genocidio.
Importancia de la Amazonía
La trascendencia de esta zona suramericana reside en la capacidad de respuesta para la reducción de los gases invernaderos por su alta humedad, la elevación de los árboles, los suelos óptimos, el excedente de aguas en los ríos de la cuenca del Amazonas y la fortaleza de los animales no humanos. Es el factor más importante para impedir la aceleración del período de vida útil del planeta. Pensar en la Madre Tierra y su pervivencia es un imperativo de mayor relevancia que la obtención de dividendos por su explotación indiscriminada. Incluso, visto en términos económicos, es más costosa la recuperación de las lesiones ocasionadas por la anomia de actividades con un telos exclusivamente economicista.
La Amazonía, junto a la cuenca del río Congo en el continente donde nació la humanidad, constituyen espacios fundamentales para la existencia de la vida en todos sus efluvios amén de configurar un sitio donde los animales no humanos, la vegetación, los acuíferos, los ríos y lagos, desarrollen todas sus potencialidades. Los modelos económicos vigentes se fundamentan en el objetivo de alcanzar réditos y la reproducción del capital sin tener en consideración a los hombres y las mujeres, los animales no humanos ni a la tierra como una figura finalista de toda actividad social. Es una programación hecha en función de obtener rentabilidad, un proceso de reificación inacabable que puede finalizar hasta con la propia vida. Pero lo más lamentable es que no se ha generado otro modo de producir que no sea el capitalista. Ciertamente se requiere un enfoque integralmente ecohumanista y menos positivista para no encasillarnos en dimensiones tan limitadas.
Trump, Bolsonaro, la Unión Europea Xi Jimping y Putin son la barbarie
El advenimiento de liderazgos fundamentalistas ha complicado la dinámica de la contemporaneidad. Donald Trump es una persona supremacista y racista que lo coloca como un adversario de los emigrantes y de los vulnerables. Es una figura con un perfil conservador incapaz de comprender los avances en materia de derechos humanos. Y por supuesto, en materia del clima, de la capa de ozono, del efecto invernadero, es un recalcitrante y energúmeno, cuyo objetivo es desdeñar los procesos para preservar el planeta siempre con la idea de extraer ganancias prescindiendo de cualquier otra consideración. El Jefe de Estado brasileño es otro personaje rígido y reaccionario. Su postura acerca del ambiente lo delata como un transgresor bajo el subterfugio de la inversión y la rentabilidad. Gracias al fracaso y la corrupción de Lula Da Silva emergió este extremista como opción victoriosa. La Unión Europea tiene una postura extractivista donde siempre predominará el interés pecuniario ante el ambiental. China y su líder Xi Jinping se mueven con la misma lógica de desprecio hacia el ambiente por su carrera desenfrenada para producir exacerbadamente bienes y servicios y consolidar un polo de poder mundial en Asia. Los socialismos reales, pese a lo que afirman quienes los han reivindicado, demostraron y demuestran su displicencia para con el planeta porque como decía Lenin, el socialismo es soviets más electricidad, en una muestra del más pedestre positivismo. Ni que explicar demasiado que su heredero Putin ha sido fiel legatario en cuanto a seguir en esa onda ecocida.
Perspectivas
Hay una orientación de los dueños del mundo hacia el irrespeto del ambiente. Justifican sus coordenadas en la obtención de beneficios económicos por encima del respeto a nuestro astro. Un simple inventario de beneficios o pérdidas indica que los daños al planeta son ostensiblemente mayores a los dividendos extraídos de su explotación indiscriminada. Experiencias demuestran la aberración conducida por las tesis del “progreso” economicista. La cuasi extinción del Mar de Aralpor la Unión Soviética a consecuencia de los desechos químicos de las fábricas allí depositados, la construcción de la presa de las Tres Gargantas en China por el pragmático Den Xiaoping y el proyecto de un canal interoceánico a través de territorio nicaragüense sin importar el impacto ambiental, propuesto a ejecutarse por un empresario chino y aceptado entusiastamente por Daniel Ortega, son muestras del desprecio hacia el medio ambiente.
Conclusiones
La hipótesis “Gaia”, sostenida por James Lovlock y Lynn Margulis, preconiza la existencia de nuestro astro con una capacidad homeostática para adaptarse y reproducir la vida. Empero, no es una tesis teleológica como esos mismos autores lo dejaron notar. Solo un modelo económico ha podido alterar gravemente la situación de equilibrio con resultados contraproducentesy propende a acortar la existencia de vidas humanas, animales no humanos, vegetales y la estructura geológica y climática del planeta.
La corriente del anarquismo verde también es una columna vertebral para salvar a la tierra. Las tesis de Murray Bookchin se orientan a respetar y cumplir con elevar las condiciones de Gea, identificando a las ideas de dominación jerárquica con la aversión hacia la naturaleza. El primitivismo también se ocupa, con su particular regreso al pasado, de mantener la vida, tal y como lo preceptúan John Zorzany Hakim Bey. El feminismo verde también ha dado sus aportes en esta materia como lo demuestran Mary Mellor, Vandana Shiva y Wangari Maathai en sus obras y su praxis militante. Identifican al patriarcado con el poder y la fuerza mientras a la figura femenina la hace con la naturaleza.
Ha sido la vieja discusión de la tesis platónica del topus urano donde el mundo de las ideas está por encima de lo fenomenológico. La cultura se pretende imponer y dominar a la naturaleza. Lo sublime contra lo ridículo. El esfuerzo ecológico, feminista y ácrata, aspira a que la actividad humana se haga con estricta concordancia con la naturaleza. No obstante, la existencia de liderazgos bárbaros como el caso de Trump y Bolsonaro, constituyen un peligro inminente para la humanidad. Por su percepción crematística del mundo no les importa lesionar al ambiente y han contribuido al terrible cambio climático, a la destrucción de la capa de ozono y al efecto invernadero. Urge dejar a un lado proyectos desarrollistas para conservar lo mejor que tenemos, la madre tierra, verbigracia el desuso de las fuentes energéticas fósiles (petróleo, gas y carbón), los aerosoles con el gas freón, el empleo del método del fracking para extraer más petroleo, la utilización de la biomasa para obtener energía en desmedro de la alimentación y tantos otros métodos enemigos de nuestro planeta.
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