Mayreth Casanova
El pueblo donde surgió la industria petrolera de Venezuela, Mene Grande, se apaga. Su gente vive paralizada y con incertidumbre. La crisis que atraviesa el país consume su vida, altera su estabilidad y los agobia. En Baralt, municipio de la Costa Oriental del Lago, donde se explotó el primer pozo comercial del país, conocido como El Zumaque, a 105 años de su hallazgo, sus habitantes sobreviven al olvido del Estado y reclaman por la carencia de servicios públicos.
El anhelo de futuro ideal con el progreso de la producción y explotación de petróleo del siglo XX que tenían sus habitantes, quedó en aspiraciones y dejó incomunicación, desolación y desespero para su gente. Ahora hay un pueblo en ruinas que no recibe soluciones. No hay agua, gas doméstico ni luz, tampoco bancos y solo algunos comercios siguen abiertos. Aunque los recuerdos de su gente siguen intactos, el pueblo ya no es lo mismo. Mene Grande retrocedió, la crisis lo cambió, como dijo un habitante.
El pueblo donde surgió la industria petrolera de Venezuela, Mene Grande, se apaga. Su gente vive paralizada y con incertidumbre. La crisis que atraviesa el país consume su vida, altera su estabilidad y los agobia. En Baralt, municipio de la Costa Oriental del Lago, donde se explotó el primer pozo comercial del país, conocido como El Zumaque, a 105 años de su hallazgo, sus habitantes sobreviven al olvido del Estado y reclaman por la carencia de servicios públicos.
El anhelo de futuro ideal con el progreso de la producción y explotación de petróleo del siglo XX que tenían sus habitantes, quedó en aspiraciones y dejó incomunicación, desolación y desespero para su gente. Ahora hay un pueblo en ruinas que no recibe soluciones. No hay agua, gas doméstico ni luz, tampoco bancos y solo algunos comercios siguen abiertos. Aunque los recuerdos de su gente siguen intactos, el pueblo ya no es lo mismo. Mene Grande retrocedió, la crisis lo cambió, como dijo un habitante.
Su gente debe movilizarse hacia otros municipios del Zulia o hasta Trujillo para comprar comida, retirar efectivo y hasta recibir atención médica, porque el hospital Luis Razetti, el tercer centro de salud de la Costa Oriental del Lago, no cuenta con quirófanos, hospitalización y tiene otras áreas que permanecen cerradas. Se adaptan para sobrevivir. “Aquí queda poco, mis abuelos siempre repetían que la bonanza petrolera traería progreso. Pero no hay nada de eso, esta es una tierra a la que la falta de inversión le pasó factura”, dice Ana María López, habitante del sector Niquitao Arriba.
De la cuna petrolera zuliana, queda poco. A Baralt le quedó su historia y El Zumaque, que en el marco de su centenario, fue pintado con el tricolor nacional y cercado. En ese momento, se trasladaron varias autoridades de la Asamblea Nacional, en 2014 presidida por Diosdado Cabello, a prometer inversiones en materia agrícola y productiva que no cumplieron. Jarvis Rondón, alcalde de Baralt para el 2014, presentó proyectos como un la rehabilitación de la planta potabilizadora, construcción de una planta de tratamiento de aguas servidas en la zona rural de El Milagro, edificación de tribunas del estadio deportivo Pachencho Romero en Mene Grande y también la construcción de la infraestructura del terminal de pasajeros. Su gestión terminó y no se construyó nada. Baralt aunque ha sido escenario de fechas históricas, ya que en sus tierras también se oficializó la nacionalización del petróleo en 1976 y se construyó la primera refinería de petróleo de Latinoamérica, llamada San Lorenzo, su gente está apagada y en medio de un panorama que le trastoca la vida.
El auge petrolero: El Zumaque
El 31 de julio de 1914 fue un día de júbilo nacional, se activó el pozo El Zumaque, situado en el cerro La Estrella con concesiones de la petrolera extranjera Caribbean Petroleum Company, una corporación adquirida en 1913 por la Royal Dutch Shell, una de multinacionales más importantes en el mundo en materia de hidrocarburos. Aunque fue bautizado como MG-1, después lo renombraron en honor al vocablo indígena Zumaque, el cual simboliza un arbusto de la zona. Ha pasado más de un siglo y, según cifras de Pdvsa, publicadas en 2014, cuando arribó a su centenario, aseguraron que el pozo continúa produciendo 20 barriles por día, mientras que en sus inicios, llegó a 264 diarios. En promedio, desde 2014, El Zumaque ha producido alrededor de 35.520 barriles de petróleo. Según el Ministerio de Petróleo, en julio de 2019, el precio de cada barril de crudo fue fijado en 64,05 dólares y este pozo, en un día, obtiene 1.281 dólares.
105 años después de su hallazgo, sus ciudadanos no ven progreso. Cada día deben afrontar una situación nueva. Por eso, José Manuel Rincón, habitante de Rancho Grande, dice que mucha gente se ha ido de Mene Grande. “Es difícil, tenemos que ir a otro municipio para buscar efectivo, cobrar la pensión, comunicarse; mientras que los días siguen y aquí no pasa nada. Estamos como estancados. La gente no puede ni protestar porque los reprimen. No hay libertad”, dijo.
Durante el apagón de abril y después en mayo por el racionamiento, habitantes de Mene Grande protestaron para exigir el restablecimiento del servicio eléctrico y el hecho dejó 33 personas detenidas, además de protestantes heridos por cuerpos de seguridad. En Baralt, tanto en las zonas residenciales como rurales, Corpoelec mantiene racionamiento de más de 12 horas diarias, que traen más oscuridad para el pueblo. Es un plan de administración de cargas que no se cumple, denuncian los habitantes.
Sin bancos ni comunicación
Desde octubre de 2018 no hay entidades bancarias en Baralt, se robaron los cables y no han sido sustituidos; de los cuatro bancos que hay, solo funciona uno. Los pensionados y usuarios que necesiten efectivo, deben movilizarse a otros municipios del Zulia para buscar efectivo y realizar otras transacciones. La precariedad desespera y no ven desarrollo. “Pero qué hacemos con la historia, cuando ni siquiera se acuerdan de nosotros, hasta bañarnos se convirtió en una odisea. También escasea el agua”, dijo José Vásquez, vecino de San Pedro.
Yuleida Rincón tiene 68 años y vive en la zona rural de La Barúa, dos veces al mes viaja hasta Ciudad Ojeda, a una hora aproximadamente de su casa, porque es el municipio que tiene más cerca para cobrar su pensión y también ir al supermercado.
Aunque en Baralt aún hay comercios abiertos, quedan pocos y los productos que ofrecen son más costosos de lo que pueden encontrarse en otras zonas del Zulia. Según José Moreno, un representante de los comerciantes, cerca del 40% de los establecimientos bajaron sus santamarías, en su mayoría por la crisis y otros por las extorsiones que mantenían organizaciones criminales.
La seguridad no era un tema que causara alarma. En Mene Grande no había miedo, era una de las zonas más seguras de la Costa Oriental del Lago, coinciden sus habitantes. Ahora hay inseguridad y ansiedad por las bandas delictivas. “Era diferente, vivíamos en nuestra burbuja. Podíamos caminar en las noches hasta la plaza, sentarnos en el frente de nuestras casas. Ahora es un lujo”, cuenta Mónica Valero, habitante de Pueblo Nuevo. Según el Observatorio Venezolano de Violencia, en su informe de 2018, Baralt es uno de los municipios más violentos del Zulia, después de Jesús María Semprúm y Santa Rita, además de ser una de las zonas donde se cometen los crímenes más crueles. Mientras que las autoridades policiales explican que operan bandas delictivas dedicadas a la extorsión, abigeato, robo de vehículos y homicidios que mantienen en jaque a la zona. En Baralt, en abril, aparecieron cuatro cadáveres desmembrados. Todos eran obreros de una finca que fueron raptados de sus viviendas por un grupo de sujetos armados y horas más tarde, los encontraron muertos. l diputado de la Asamblea Nacional, Ángel Caridad, asegura que Baralt ha retrocedido más de 40 años en gestiones municipales y en detrimento de servicios públicos. “Es un municipio rico en recursos naturales, pero pobre en su manejo”.
Mene Grande podría estar aislada del Sistema Interconectado Nacional y excluida del férreo racionamiento que se mantiene en la región zuliana desde marzo, cuando ocurrió el primer apagón que afectó a todo el país, explica Caridad. La adquisición de la barcaza flotante Antonio Nicolás Briceño, anunciada en 2010 por el expresidente Hugo Chávez Frías, prometía equilibrar el sistema eléctrico teniendo a disposición 103, 5 megavatios que permitirían energizar a más de 11.000 familias de la Costa Oriental del Lago y la zona baja de Trujillo. La inversión gubernamental realizada para la compra de este generador eléctrico, según informó Petróleos de Venezuela (Pdvsa), tuvo un costo de 140 millones de dólares, entre los gastos que generaron la barcaza y su instalación en las costas San Lorenzo, además de la adaptación de la infraestructura para el tendido de tuberías para suministro de agua y combustible. En ese momento, después de su instalación, inició con la generación de 84 megavatios que se conectarían a la planta eléctrica San Lorenzo, en Mene Grande, por una línea de 115 kilovoltios. Después de nueve años, se convirtió en un proyecto inconcluso y aunque se hizo la inversión, la barcaza está anclada en las costas del municipio Valmore Rodríguez, a menos de 30 minutos de la zona, sin funcionar, denunció el parlamentario.
A pesar de la situación que atraviesa el municipio zuliano, muchos de sus habitantes se niegan a irse y sortean con paciencia la falta de luz, agua y gas. Su historia sigue intacta, al igual que su fe en un futuro ideal bajo el signo de paz y progreso, como dice su himno.
[Tomado de https://elpitazo.net/reportajes/mene-grande-se-apaga-el-pueblo-que-impulso-la-industria-petrolera.]
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