Humberto Decarli
El 20 de agosto de 2018 el gobierno venezolano anunció una nueva reconversión monetaria destinada a buscar, bajo presión de la crisis económica, monetaria y social, una salida a la grave situación atravesada. No fue una decisión estratégica buscando nuevos horizontes sino el destape de una marmita generada por una desacertada política en tal sentido. Es la coronación de una senda a todas luces equivocada. Para colmo de la bellaquería tuvo la osadía de emplear el cognomento de Bolívar soberano para designar a la unidad monetaria del nuevo cono a sabiendas que ahora somos más dependientes que nunca.
El 20 de agosto de 2018 el gobierno venezolano anunció una nueva reconversión monetaria destinada a buscar, bajo presión de la crisis económica, monetaria y social, una salida a la grave situación atravesada. No fue una decisión estratégica buscando nuevos horizontes sino el destape de una marmita generada por una desacertada política en tal sentido. Es la coronación de una senda a todas luces equivocada. Para colmo de la bellaquería tuvo la osadía de emplear el cognomento de Bolívar soberano para designar a la unidad monetaria del nuevo cono a sabiendas que ahora somos más dependientes que nunca.
Aniversario del desastre
A un año de esa aberrante decisión las secuelas son terribles porque han sumido a la gente en la mayor de las miserias al convertir en irrisorio al salario, las prestaciones sociales, las pensiones de jubilaciones y de vejez y cualquier otro mecanismo de remuneración laboral, acompañado de la destrucción de las convenciones colectivas especialmente en el sector público. Las acreencias se vinieron abajo por efecto de la eliminación de cinco ceros en la nueva denominación.
Sin embargo, paradójicamente la reconversión promovió la hiperinflación desatada en los últimos años en el país. Los alimentos, las medicinas, los pasajes de todo tipo, el calzado y la vestimenta, la necesaria distracción y entretenimiento, los servicios de salud, la vivienda y la educación se volvieron inalcanzables para frustración de las personas y se incrementó la desigualdad y más allá la pobreza. El desempleo destapó el éxodo incontrolable de los venezolanos vía Suramérica cono corolario de esta ingente descomposición social.
Las políticas económico-sociales del puntofijismo
Los efectos del nuevo cono monetario han sido horrendos. Ni el Estado ni los empresarios más recalcitrantes pudieron lograr lo alcanzado por la revolución bolivariana. Los gobiernos puntofijistas en su afán de administrar el poder siempre buscaron satisfacer la clientela de los trabajadores a través de algunos mecanismos legales y convencionales para contener las protestas populares.
Incorporar a la CTV como un factor de poder en la concepción de gobernanza de los adecos, urredistas y copeyanos fue una iniciativa destinada a quebrar conflictos sociales mediante la asimilación de las desigualdades al aparato institucional nacido a la caída de la dictadura perezjimenista. Igualmente se tomaron medidas clientelares como el plan de emergencia cuando Wolfgang Larrazábal era presidente de la Junta Militar de Gobierno sucesora de la dictadura. También es importante hacer notar que el primer año del gobierno de Rómulo Betancourt se duplicó el gasto corriente, estimulando ese estilo populista.
Además, decisiones en medio de una bonanza buscaba los mismos efectos. Me refiero a la Ley Contra Despidos Injustificados que fue un instrumento normativo para premiar a quien padeciera una ruptura sin ninguna justificación de la relación laboral como fórmula para mantener la paz social en medio de la bonanza financiera existente gracias a los precios del crudo por la guerra del Yonkipur. Recordamos a Teodoro Petkoff expresando que había que estar loco para no apoyar esa medida a lo cual Domingo Alberto Rangel ripostó señalando la insensatez de llevarse por mayorías circunstanciales como la de Adolfo Hitler en la Alemania del Tercer Reich porque era un gobierno popular.
Adicionalmente, se formaban comisiones tripartitas entre el Ministerio del Trabajo, la CTV y Fedecámaras para discutir políticas en cada sector en función de la inercia sindical. Esa dialéctica permitió la estabilidad, bien sazonada por los ingresos petroleros extraordinarios ocurridos en 1973 y 1978. De no haber ocurrido esos aumentos inusitados del excremento del diablo en esas dos fechas, indubitablemente que el modelo de democracia clientelar no hubiera durado mucho.
Después del viernes negro acaecido en 1983, el caracazo en febrero de 1989 y las asonadas militares fracasadas en el año de 1992, el acta de defunción de la coalición partidista creada por Betancourt, Villalba y Caldera, estaba sellada y en el entorno de un vacío político emerge un outsider y militar para más señales con la finalidad de continuar el modelo de dominación con otra clase de liderazgo.
La autodenominada Quinta República
Con el advenimiento de Hugo Chávez a la presidencia se pretende ingresar en una nueva etapa republicana.Se trataba de la Quinta República reemplazando a la Cuarta, iniciada en 1830 y concluida en 1998. Un pastiche ideológico asumía el control del gobierno y del poder. Militares, izquierdosos, simpatizantes de Hitler, nasseristas, peronistas, neofascistas y demás pelajes tomaron al Estado para llevar a cabo un cambio no muy diáfano.
Chávez iniciaba su gestión con un barril petrolero con bajo precio y esa razón hizo tambalear su administración cuando fue derrocado efímeramente el 11abril de 2002 por una variopinta coalición de uniformados pronto fracasados. Vuelve el caudillo de Sabaneta y se entrega al servicio de inteligencia cubano con resultados satisfactorios pues penetraron las filas castrenses y hasta el día de hoy han controlado cualquier esfuerzo conspirativo.
Sin embargo, nuevas razones (carencia de inversión en la refinación, la guerra civil en Nigeria, los recortes de la OPEP y la caída de los requerimientos energéticos de China y la India) inciden en el aumento del barril de crudo y se produce una nueva bonanza, la más elevada de la historia venezolana. Con esa indigestión financiera sumada al carisma del presidente se presenta un rostro de estabilidad y los trabajadores se vieron beneficiados por ese movimiento coyuntural. El oficialismo penetró con éxito al movimiento sindical y al social para anularlos.
Nuevo rostro del chavomadurismo
Luego del fallecimiento del presidente barínés, cambió la situación porque ninguno de los dirigentes del PSUV tenía el imán del teniente coronel y la bonanza petrolera se esfumó. El mundo se le vino abajo al gobierno pero con la asesoría e intervención cubana apeló a la represión y al control más intenso de la población con resultados terribles porque hubo de recurrir a la tortura y al asesinato como senda de intimidación. El año 2017 fue una ostensible muestra de ello por los detenidos, lesionados, heridos, muertos y enjuiciados por la gran rebelión civil en las calles de Venezuela.
Concomitante al accionar del aparato represivo se golpeó a los sectores populares a través de la humillación del carnet de la patria y los bonos accidentales de la llamada billetera digital. Para colmo la reformulación de la unidad monetaria venezolana fue un paso más hacia la dominación de la gente con miras a generar el genocidio nacional impulsando a millones de personas a emigrar sin proyecto alguno hacia el exterior, en especial hacia el sur, huyendo del hambre.
Conclusiones en agosto de 2019 sobre el funesto cono monetario
A doce meses de esta aciaga decisión el balance al respecto es poco menos que desolador. Primero, los salarios reales se redujeron palmariamente frente a una hiperinflación victoriosa; segundo, las prestaciones sociales, vacaciones, bono vacacional y de fin de año se volvieron polvo; tercero, las pensiones de jubilación y las de vejez se “homologaron” alrededor del salario mínimo una suma verdaderamente irrisoria; cuarto, igualmente los beneficios inferidos de convenciones colectivas se minimizaron totalmente; quinto, las convenciones colectivas se aplanaron en el menguado sueldo mínimo: las empresas del Estado emplearon el escaso valor del Bolívar para presionar a los obreros; sexto, gracias a la liquidación del salario las personas prefirieron hacer mutis generándose un alto desempleo; séptimo, la importación de los productos básicos ocasionó más hambre al disminuir las calorías necesarias para vivir; octavo, los medicamentos, eminentemente importados, subieron a las nubes causando muertes por falta de tratamiento; noveno, la pobreza y la desigualdad subió a límites impresionantes.
Pudiera hacerse un inventario inmenso de todos los rubros donde la eliminación de los cinco ceros lesionó severamente a la sociedad venezolana ocasionando una catástrofe colectiva cuyos efectos parecen interminables. Pero lo más grave es el cinismo gubernamental de no asumir la responsabilidad en esta tragedia e incluso, no incursionar en el universo de soluciones para rescatar la dignidad de la gente, incapaz de poder satisfacer una necesidad elemental, como es la alimentación.
Definitivamente el socialismo real o autoritario es una fábrica de miseria porque donde se ha materializado no ha dejado de ocasionar el horror de la hambruna. Los éxodos obligatorios de pueblos ordenados por Stalin, el Holodomor causado al otrora granero de Europa, Ucrania, el Gran Salto hacia adelante llevado a cabo por el delirio maoísta, el hambre existente en Corea del Norte, la sempiterna situación de falta de comida en Cuba y Venezuela, con una hiperinflación y una recesión profunda, son ejemplos de la certeza de las secuelas de estas dictaduras. Aspiramos a cambiar todo para dar un golpe de timón en el ADN autoritario del venezolano. De lo contrario nos convertiremos en un Myanmar para siempre. [Y si no está enterado de la calaña de la dictadura en Myanmar y de la barbarie que ha significado, ¡investigue!]
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