Argentina: Periódico Gato Negro # 9, agosto 2019; índice y editorial

Periódico Gato Negro

Índice 

- Editorial (#9)
- Simulación espiritual
- A un año del 8 de aborto: Hablas patriarcales
- Frente al Estado y sus tácticas represivas: auto-defensa y organización
- La perversión del sistema: sus contradicciones imperceptibles y su estructura de obediencia
- Transformar el dolor en lucha: Entrevista a Emilia Vasallo y Mónica Alegre, madres organizadas en la Marcha Nacional Contra el Gatillo Fácil
- Democracia: violencia institucionalizada
- En Recuperación: Reflexión visceral al texto América Profunda de Rodolfo Kush
- A el Lechu

Texto del editorial:

En este año de elecciones lo políticamente correcto y el sentido común reinarán por un tiempo. Se escucharán promesas de trabajo, fórmulas económicas que harán que la inflación disminuya y que el dólar baje, habrán debates organizados por los políticos y los medios mismos, con una temática definida que no comprometerá demasiado a ninguno de los contendientes, en donde no se harán preguntas realmente serias como “¿por qué la deuda externa nunca para de aumentar?”, sino que se hablará de la corrupción, de que nuestras crisis se deben a “malas administraciones del Estado y sus recursos”.

La democracia, como todo buen manipulador, parece encantadora, nos relata cuentos maravillosos. Pero si observamos no tanto lo que nos muestra, sino lo que nos oculta, es decir sus motivaciones e intenciones a largo plazo, y el contexto dentro del cual se desarrollan, notaremos que lo que realmente sucede en cada año electoral es una lavada de cara del Estado, es un reajuste del tablero de la política, del ejercicio del poder. Decimos esto porque lo que se define en las elecciones no es la nueva voluntad del pueblo, sino que se vuelve a afirmar la voluntad de los amos. Las elecciones son el momento más espectacular del sistema, donde todos los roles de pasividad y división que nos fomentan, se manifiestan. Un sistema de organización que funcione realmente, no necesita de una parafernalia tal para legitimarse, ya que la gente que lo puebla es parte misma de la organización y sabe lo que hay que hacer. Aquí, todo está forzado. Por algo nos dicen que no votar conlleva multas, o la presencia de militares custodiando las urnas también es muestra de esa intimidación forzosa.

Sí, el presidente puede cambiar, pero los actores políticos que tienen posibilidad de influir sobre la materialidad: el FMI, el Banco Central, el trabajo asalariado, la burocracia sindical, la policía, los jueces, las cárceles, etc., continuarán formando parte de nuestras vidas. “El gobierno cambia, la policía queda” dice una conocida frase. Así como también seguirá formando parte de nuestras vidas el vicio y la mala costumbre de obedecer y alabar la autoridad, de delegar por comodidad. Es por eso que debatir sobre quién va a “ganar las elecciones” no tiene mucho sentido, ya que gane quien gane, el pueblo siempre pierde. Nuestra concurrencia a las elecciones es la evidencia más clara de nuestra miseria existencial. La fe en el cortoplacismo prolonga la miseria.

Rejuntes y reciclajes políticos que nos llenan de fe paralizante imperan en la cotidianidad de la vida.  Mientras, la yuta sigue haciendo de lo suyo: asesinar a un pibe cada 21 horas bajo el amparo del Estado; las fumigaciones que envenenan siguen al orden del día; los pueblos originarios siguen padeciendo la violencia estatal; la clase trabajadora sigue perdiendo poder adquisitivo, tiempo y vitalidad en trabajos monótonos. Y no parece que primará un clima positivo luego de las elecciones en octubre.

Compañerxs de vaya a saber qué latitudes nos sugieren que “Nada dura para siempre; eso también se aplica a los imperios y las civilizaciones. Pero, ¿qué podría suplantar a estas? ¿Podemos imaginar un orden que no esté basado en la división de la vida en lo legítimo y lo ilegítimo, legal y criminal, gobernantes y gobernadas?”

La Anarquía como principio ético es la radical posición de no querer ser opresor ni oprimidx; como principio económico-social es la igualdad económica y social ejercida en un espacio de libertad donde las diferencias culturales cohabitan. Y sobre todas las cosas, la Anarquía es lo vital: el apoyo mutuo, la solidaridad, la auto-organización en el campo de la vida misma. Por más que la supuesta realidad totalitaria mercantil parezca indestructible, por más que la lógica opresiva milenaria condensada en el Estado nos induzca a pensar que fuera de sus barreras no hay lugar para lo vital, la resistencia y la existencia prevalecen. ¿Dónde? En la primera Revolución del siglo XXI que el pueblo kurdo lleva a cabo hace siete años; en el territorio libre de Chiapas; en un barrio que funciona como baluarte de resistencia en Grecia, Exarchia; en la lucha por autonomía y territorio del pueblo mapuche; en la autodeterminación del municipio de Cherán en México; en la liberación de la Madre Tierra del pueblo Nasa; en las guardias comunitarias que forman los Wichí para cuidar el territorio; en la lucha campesina e indígena por la soberanía alimentaria; en las madres que se organizan a lo largo del país contra las políticas represivas y por la búsqueda de consciencia; en la lucha contra la estatización de los cuerpos y de los vínculos; en la memoria colectiva y combativa del brujo anarquista.

Ejemplos que se manifiestan en el territorio y en el tiempo. Luchas que prevalecen y que no están separadas del cotidiano, sino que se alimentan de este, buscando expropiarle tiempo y espacio al Estado.

Comunalicemos la tierra, los deseos y las angustias. Construyamos la Anarquía.
 

[Número completo del periódico accesible en https://periodicogatonegro.wordpress.com/category/9-agosto-2019.]