Desde el Edo. Mérida, denunciando la demagogia con entrega de alimentos subsidiados vía CLAP

Rubén Hernández

Hace algunas semanas el Gobierno de Nicolás Maduro anunció que la entrega de comida subsidiada vía CLAP, se llevara a cabo más o menos cada 15 o 20 días, considerando que el altísimocosto de los alimentos en general afecta terriblemente a millones de venezolan@s. Tristemente esto no pasó de ser una simple oferta populista-demagógica, al menos en buena parte de Venezuela. En el caso del estado Mérida, por ejemplo, hay comunidades a las que no se les ha vendido dicha comida ni una sola vez desde que Maduro diera la supuesta "orden"; más aún en estas comunidades no se han distribuido las famosas bolsas o cajas del CLAP ni siquiera con regularidad, y en ocasiones transcurren meses. Y no son justamente familias de ricos quienes no reciben esa comida subsidiada de forma seguida.

Por cierto que ya no debería sorprender cómo el Gobierno “revolucionario” de Maduro se burla descaradamente de millones de venezolanos, toda vez que sus principales funcionarios saben claramente que, por un lado no hay suficientes recursos para subsidiar alimentos en forma masiva y continua, y por otra parte la corrupción al rededor de la distribución de cajas y bolsas de comida es enorme, impidiendo entonces que haya cierta regularidad en la distribución alimentaria vía CLAP.

Respecto a la corrupción es bien sabido que algunas personas pertenecientes a los consejos comunales extraen productos de las cajas y bolsas para venderlos por su cuenta o para beneficio alimentario propio y de su gente allegada, y esto explica porque muchas familias se quejan debido a que al momento de la entrega de los alimentos subsidiados les falta que si la harina de maíz, que si la leche, que si los granos, que si el aceite comestible y pare de contar

Si la actual administración nacional demostrara alguna honestidad comunicacional en cuanto al asunto del acceso masivo a alimentos a bajo costo, al menos plantearía una estrategia de producción agropecuaria e industrial que involucre a numerosos venezolanos en pequeñas empresas de producción social; sólo así se podría avanzar hacia la soberanía alimentaria y depender cada vez menos de la importación de materias primas y productos acabados, mecanismo de abastecimiento que también ha sido un caldo de cultivo para la corrupción y el despilfarro.