Antonio Aretxabala
El colapso del capitalismo global basado en la abundancia de combustible fósil accesible y barato muestra los primeros estertores de su agonía final. Esa anomalía de tan solo los últimos doscientos años de nuestra historia de la humanidad toca a su fin, así que toca preguntarse por una solución que no cabe esperar que venga de la mano de la tecnología. Esa solución, o ha de ir encaminada a garantizar una vida digna para el mayor número de personas o nos abocará a un postcapitalismo fosilista neofeudal o ecofascista.
Localizado en occidente y sustentado en el petróleo, el impulso social y el instinto individualista que nos invade son una especie de extraña mutación del ser humano que aprovechó esa anomalía espacio-temporal de la época capitalista industrial y tecnológica para transmitirse. Sólo quienes consigan despertar a su propia naturaleza humana serán capaces de desarrollar la mejor de las tecnologías: el apoyo mutuo.
El colapso del capitalismo global basado en la abundancia de combustible fósil accesible y barato muestra los primeros estertores de su agonía final. Esa anomalía de tan solo los últimos doscientos años de nuestra historia de la humanidad toca a su fin, así que toca preguntarse por una solución que no cabe esperar que venga de la mano de la tecnología. Esa solución, o ha de ir encaminada a garantizar una vida digna para el mayor número de personas o nos abocará a un postcapitalismo fosilista neofeudal o ecofascista.
Localizado en occidente y sustentado en el petróleo, el impulso social y el instinto individualista que nos invade son una especie de extraña mutación del ser humano que aprovechó esa anomalía espacio-temporal de la época capitalista industrial y tecnológica para transmitirse. Sólo quienes consigan despertar a su propia naturaleza humana serán capaces de desarrollar la mejor de las tecnologías: el apoyo mutuo.
* * * * *
El colapso del capitalismo global basado en la abundancia de combustible fósil accesible y barato ya está aquí dando sus primeros coletazos. La economía circular que acompañó el 96% de la historia humana ha vivido una anomalía con una ruptura favorecida por la entrada de energía no renovable en la producción y en la cotidianeidad, y lo ha hecho por primera vez, pero tan solo durante los últimos doscientos años de historia de nuestras relaciones entre nosotros y nuestro entorno. Pero toda anomalía por definición tiene un fin. Así que lo inmediato para quien afirma algo como lo afirmado es preguntarle por alguna solución. Estas vendrán de diferentes ámbitos, pero quien crea que la tecnología (irremisiblemente consumidora de energía) va a aportar el grueso a dichas soluciones está muy equivocado. Aquí entran en juego todas las relaciones sociales, humanas y el diseño del entorno urbano y rural, obviamente también la tecnología.
Esta reflexión no es una profundización en las claves de un nuevo urbanismo, la optimización y electrificación del transporte, la agricultura ecológica o el comercio de cercanía; lo que se pretende mostrar es que las soluciones encaminadas a garantizar una vida digna para el mayor número de personas, es que lo que sea que venga tras el postcapitalismo fosilista, tendrá una mayoritaria componente ética y humana o las sociedades se verán abocadas a algún tipo de sociedad neo-feudal o ecofascista.
Como se ha apuntado repetidamente no hay «una solución técnica» para seguir viviendo en esta anomalía histórica, más allá de la sustitución puntual y que puede derivar en soluciones elitistas o ecofascistas, porque los ritmos de implantación de las tecnologías renovables -que en cierta manera nos devuelven a la economía circular previa a los combustibles fósiles- son menores a los de la pérdida de la Tasa de Retorno Energético de los fósiles. La alarma ecológica, por tanto, nos obliga a racionalizar consumo y producción y la alarma social nos obliga a intentar hacer viable la continuidad de la vida humana civilizada. El mensaje de la contención y de un decrecimiento sin negociación posible es indigesto, impopular, parece una broma de mal gusto para una sociedad adicta a la opulencia, al individualismo, productos asimismo anómalos de una pequeña época anómala donde más de la mitad de la humanidad vive en la más absoluta miseria.
Metafóricamente hablando, el pasado cultural se lleva en los genes y quienes sean capaces de despertar a su propia naturaleza humana serán capaces de desarrollar la mejor de las tecnologías: el apoyo mutuo. Así que hay millones de razones para saber que quienes antes lo desplieguen están avalados por observaciones científicas libres de prejuicios y, sobre todo, por millones de años de evolución. Con el declive de los recursos, en especial energéticos fósiles, muchas comunidades locales sabrán hacer frente a un reequilibrio tanto de materia como de energía de manera colaborativa, pero con un conocimiento y una relación circular con su territorio, no dependiendo de los recursos de otros y menos aún apropiándose de ellos por la fuerza militar.
Las grandes infraestructuras de las épocas de la borrachera constructiva apuntaladas por el petróleo barato y accesible no tendrán otra utilidad que la achacable al patrimonio histórico, el reguero de autopistas sin coches, aeropuertos sin aviones, embalses llenos de aire, polideportivos sin deportistas, hospitales sin médicos que dejamos poco a poco serán el recuerdo y la lección de nuestro innecesario derroche y el símbolo de la avaricia y ceguera de unos pocos. Así, con una innegociable vuelta a la economía circular de siempre, y acompañada por las nuevas tecnologías, parece que los sujetos realmente individualistas no tendrán cabida por una simple inadaptación a un medio basado en la colaboración que les es adverso; la propia selección natural hará con ellos un lógico cribado. Pero no creamos que ese cribado será una transición amable, pacífica, de color de rosa. El individualismo acumula un poder proporcional a la energía de que dispuso desde la gran aceleración con el nacimiento del capitalismo y ha demostrado históricamente que la violencia también es su alimento.
No sabemos aún con total certeza cómo se transmiten ciertas disposiciones individuales y colectivas ante la vida. Sí sabemos no obstante, que hay una parte genética y otra social que vehiculan gestos, expresiones, órdenes, ingenios, aptitudes... El impulso social y el instinto individualista que se transmiten o expresan a través de las personas y organizaciones individualistas, aprovecharon una anomalía simultánea en el tiempo y en el espacio en la época capitalista industrial y tecnológica para transmitirse. Podríamos asemejarlo al esparcimiento de esporas de algunas especies oportunistas: los combustibles fósiles como flor de un día. Pero nunca se llegaron a imponer ad aeternum, nunca se transmitieron solas; fueron una especie de extraña mutación temporal con tasas de éxito importantes ligadas a un área y una cosmovisión muy localizadas: occidente y el petróleo.
Como esta transición con su desglobalización, descentralización, desjerarquización y descomplejización de todo resquicio de la organización social se va a hacer sin opción a no hacerla, vamos a intentar tener un buen diagnóstico de la situación para planificar un futuro brillante y no pegar una frenada cuando ya hayamos sobrepasado la última línea del precipicio. Nuestro futuro puede ser brillante sí, pero lo será con menos dependencia de los combustibles fósiles, con más inteligencia y abnegación, con muchos más lazos prácticos, afectivos y más recursos espirituales, históricos y locales.
[Introducción y parte final del artículo "La caída anunciada del capitalismo fosilista", que en versión original completa fue publicado en la revista Libre Pensamiento # 97, Madrid, invierno 2018-2019. Número completo accesible en http://librepensamiento.org/wp-content/uploads/2019/06/LP-N%C2%BA-97.pdf#new_tab.]
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nos interesa el debate, la confrontación de ideas y el disenso. Pero si tu comentario es sólo para descalificaciones sin argumentos, o mentiras falaces, no será publicado. Hay muchos sitios del gobierno venezolano donde gustosa y rápidamente publican ese tipo de comunicaciones.