Gabriel Kuhn
Si en los últimos años el deporte ha recibido cada vez más atención por parte de la izquierda, junto con un mayor interés en la cultura popular en general, los prejuicios en su contra se han mantenido. El marxista Terry Eagleton ha declarado que "es deporte, no religión, lo que ahora es el opio del pueblo" (en su librO El sentido de la vida), mientras que Marc Perelman, en el tratado antideportivo Deporte bárbaro: una plaga global , afirma que "no [...] debería haber deporte".
Criticar el deporte desde una perspectiva de izquierda es fácil. Hay mucho fanatismo y machismo. La administración global del deporte refleja el eurocentrismo, el (neo) colonialismo y el mercantilismo, aparte que el culto a las celebridades deportivas está fuera de control.
Si en los últimos años el deporte ha recibido cada vez más atención por parte de la izquierda, junto con un mayor interés en la cultura popular en general, los prejuicios en su contra se han mantenido. El marxista Terry Eagleton ha declarado que "es deporte, no religión, lo que ahora es el opio del pueblo" (en su librO El sentido de la vida), mientras que Marc Perelman, en el tratado antideportivo Deporte bárbaro: una plaga global , afirma que "no [...] debería haber deporte".
Criticar el deporte desde una perspectiva de izquierda es fácil. Hay mucho fanatismo y machismo. La administración global del deporte refleja el eurocentrismo, el (neo) colonialismo y el mercantilismo, aparte que el culto a las celebridades deportivas está fuera de control.
El deporte está ligado a los peores tipos de nacionalismo y chovinismo; La competitividad, quizás el ingrediente más crucial en la cultura capitalista, a menudo se convierte en la característica más tangible del deporte, utilizada para la propaganda política, a veces por los políticos más repugnantes. El deporte contribuye, tal vez irónicamente, a ideales malsanos de belleza y forma física y millones de niños experimentan experiencias traumáticas durante la "educación física". Y también es cierto que el deporte sirve de opio para las masas. Sin embargo, ¿cuánto de todo esto depende del deporte y cuánto de las contingencias sociales y culturales en las que se practica el deporte hoy en día?
El deporte es una combinación de elementos (ejercicio, juego, catarsis y más) que no están vinculados a ninguna marca política o sistema de valores. La importancia política del deporte se deriva de la forma en que se practica y la posición que ocupa en la sociedad. Todo esto, sin embargo, nos desafía a tomar en serio el deporte y crear circunstancias que muestren lo mejor, no lo peor.
Lo más importante, quizás, es que el deporte no va a desaparecer. En sociedades más libres y más igualitarias, las personas querrán ejercitarse, jugar y liberar sus emociones. Además, el deporte ocupa las mentes y los corazones de muchas más personas que las asambleas radicales o los debates anticapitalistas. Ignorar el tema, llamándolo un simple lavado de cerebro, es una actitud peligrosamente paternalista.
Al igual que necesitamos crear formas liberadoras de producción y distribución económica, de toma de decisiones políticas, de investigación científica y de expresión artística, también debemos crear un mundo de deporte que se encuentre dentro de este perfil. Los principios rectores son la "camaradería", el juego limpio, el empoderamiento, el aprendizaje social y la construcción de comunidades. Las personas han seguido estos principios y han tratado de crear entornos correspondientes desde los orígenes de los deportes organizados a finales del siglo XIX. Algunos capítulos de esta historia son bastante conocidos, como la negativa de Muhammad Ali a ir a pelear en Vietnam o el saludo de puños apretados de Tommie Smith y John Carlos en los Juegos Olímpicos de 1968 en México; otros ejemplos casi se han olvidado, como el movimiento deportivo de los trabajadores de principios del siglo XX, algunos siempre han permanecido encubiertos como la red mundial de clubes deportivos de base.
Orígenes del movimiento deportivo "proletario"
La organización de los deportes en asociaciones, ligas y torneos se llevó a cabo a finales del siglo XIX, siguiendo la tendencia de la burguesía a llenar su tiempo libre recién adquirido con actividades. Cuando incluso los trabajadores europeos obtuvieron un poco más de ese "tiempo libre", comenzaron a participar en un número creciente de actividades. Esto llevó a los líderes del movimiento obrero a preocuparse por la influencia que los clubes deportivos burgueses podían tener en los miembros de los movimientos proletarios y respondieron fundando sus organizaciones deportivas. Alemania sería el país donde el movimiento deportivo de los trabajadores se constituirría inicialmente.
Sin embargo, Alemania no fue el único país donde se fundaron organizaciones deportivas de trabajadores y el fenómeno ni siquiera afectó exclusivamente a Europa. En Argentina, los socialistas establecieron numerosos clubes deportivos, incluidos Argentinos Juniors (originalmente Màrtires de Chicago), El Porvenir y Chacarita Juniors. En Japón, el socialista Abe Isoo vio tanto espíritu comunitario en el béisbol que dirigió una exitosa campaña para llevarlo a las universidades japonesas. Como resultado, el béisbol se convirtió en uno de los juegos más populares de Japón e Isoo fue incluido póstumamente en el Hall de la Fama del Béisbol Japonés. En Sudáfrica, el sindicalista Bernard Lazarus Sigamoney organizó numerosos eventos deportivos integrados en un esfuerzo por enfrentar las divisiones raciales que afectaban al país.
Sin embargo, Europa siguió siendo el centro del movimiento deportivo obrero. En su base estaba la lucha contra el individualismo, la competitividad y el mercantilismo. En cambio, se hizo hincapié en los valores de la comunidad, la salud y el espíritu deportivo. Las competiciones de carrera fueron reemplazadas por excursiones en el campo, competiciones de natación por cursos de salvavidas, duelos de tenis o de lucha por gimnasia y ciclismo no competitivo, propiciándose los festivales deportivos. Se opuso a los equipos "nacionales" de las federaciones controladas por la burguesía y a la locura por el rendimiento, las marcas y resultados En 1933, el socialdemócrata austriaco Hans Gastgeb resumió los objetivos del deporte de los trabajadores así: "Para el atleta trabajador, el deporte de masas y la educación política son uno. El deporte no se practica para distraerse, sino como un medio necesario para dar forma a un proletariado que es mental y físicamente capaz de derrotar el conservadurismo político, económico y cultural y el capitalismo".
¿Y el ideal, cómo sería?
La industria deportiva actual parece ser inmensamente poderosa. Desafortunadamente, las protestas e iniciativas [...] son fenómenos marginales en el mundo del deporte contemporáneo y muchas personas, incluso fanáticos del deporte, no están informadas. Sin embargo, esto no les afecta. En raras ocasiones pueden aparecer en los titulares, como el saludo a puños cerrados de Tommie Smith y John Carlos o algunas expresiones políticas que se han evidenciado abiertamente en los estadios de fútbol. Las notas críticas al Comité Olímpico Internacional (COI) y a la FIFA están en aumento. Y la red de clubes deportivos de base está en constante expansión. Un cambio en el mundo del deporte es inminente. Es difícil decir si seremos testigos de otro movimiento de masas como el que existió en Europa a principios del siglo XX, pero no hay nada de malo en apuntar alto a tal meta.
¿Cómo sería un mundo deportivo ideal? Ya no habría superestrellas, ni miles de millones de dólares, ni horas interminables de deportes televisivos o modelos de objetivos para los "superhombres" atléticos, etc. Por el contrario, los deportes ayudarían a las personas, proporcionándonos habilidades de relación, aportando diversión a nuestra vida cotidiana (no olvidemos las cualidades artísticas y estéticas del deporte) y alimentando nuestra mente y nuestro cuerpo. Habría un lugar para todos en el deporte, no solo para aquellos que corren más rápido, golpean más fuerte y saltan más alto. Los cuerpos modelados para el rendimiento deportivo serán historia y el juego limpio será el principio rector de todos, exactamente como debería ser en la sociedad en general.
No hay necesidad de que las personas desinteresadas se apasionen en los deportes. Pero si alguien está atraído por los deportes, no significa que no puedan ser revolucionarios. El deporte es un campo de batalla político relevante como cualquier otro. Teniendo en cuenta la importancia que tiene en la vida de muchas personas, debe ser un campo de batalla político especialmente estimado. Imagínense los mensajes correctos enviados durante eventos deportivos en lugar de propaganda conservadora y basura comercial. Sería un gran beneficio para todos, ya sea que quiera ver el evento o no.
El objetivo no es disminuir la diversión del deporte dándole un bagaje moral y político. El objetivo es no separar los deportes de los procesos de liberación. Al final, la diversión se duplicaría.
[Publicado originalmente en italiano en la revista A # 411, Milán, noviembre 2016. Traducido al castellano por la Redacción de El Libertario.]
Lo más importante, quizás, es que el deporte no va a desaparecer. En sociedades más libres y más igualitarias, las personas querrán ejercitarse, jugar y liberar sus emociones. Además, el deporte ocupa las mentes y los corazones de muchas más personas que las asambleas radicales o los debates anticapitalistas. Ignorar el tema, llamándolo un simple lavado de cerebro, es una actitud peligrosamente paternalista.
Al igual que necesitamos crear formas liberadoras de producción y distribución económica, de toma de decisiones políticas, de investigación científica y de expresión artística, también debemos crear un mundo de deporte que se encuentre dentro de este perfil. Los principios rectores son la "camaradería", el juego limpio, el empoderamiento, el aprendizaje social y la construcción de comunidades. Las personas han seguido estos principios y han tratado de crear entornos correspondientes desde los orígenes de los deportes organizados a finales del siglo XIX. Algunos capítulos de esta historia son bastante conocidos, como la negativa de Muhammad Ali a ir a pelear en Vietnam o el saludo de puños apretados de Tommie Smith y John Carlos en los Juegos Olímpicos de 1968 en México; otros ejemplos casi se han olvidado, como el movimiento deportivo de los trabajadores de principios del siglo XX, algunos siempre han permanecido encubiertos como la red mundial de clubes deportivos de base.
Orígenes del movimiento deportivo "proletario"
La organización de los deportes en asociaciones, ligas y torneos se llevó a cabo a finales del siglo XIX, siguiendo la tendencia de la burguesía a llenar su tiempo libre recién adquirido con actividades. Cuando incluso los trabajadores europeos obtuvieron un poco más de ese "tiempo libre", comenzaron a participar en un número creciente de actividades. Esto llevó a los líderes del movimiento obrero a preocuparse por la influencia que los clubes deportivos burgueses podían tener en los miembros de los movimientos proletarios y respondieron fundando sus organizaciones deportivas. Alemania sería el país donde el movimiento deportivo de los trabajadores se constituirría inicialmente.
Sin embargo, Alemania no fue el único país donde se fundaron organizaciones deportivas de trabajadores y el fenómeno ni siquiera afectó exclusivamente a Europa. En Argentina, los socialistas establecieron numerosos clubes deportivos, incluidos Argentinos Juniors (originalmente Màrtires de Chicago), El Porvenir y Chacarita Juniors. En Japón, el socialista Abe Isoo vio tanto espíritu comunitario en el béisbol que dirigió una exitosa campaña para llevarlo a las universidades japonesas. Como resultado, el béisbol se convirtió en uno de los juegos más populares de Japón e Isoo fue incluido póstumamente en el Hall de la Fama del Béisbol Japonés. En Sudáfrica, el sindicalista Bernard Lazarus Sigamoney organizó numerosos eventos deportivos integrados en un esfuerzo por enfrentar las divisiones raciales que afectaban al país.
Sin embargo, Europa siguió siendo el centro del movimiento deportivo obrero. En su base estaba la lucha contra el individualismo, la competitividad y el mercantilismo. En cambio, se hizo hincapié en los valores de la comunidad, la salud y el espíritu deportivo. Las competiciones de carrera fueron reemplazadas por excursiones en el campo, competiciones de natación por cursos de salvavidas, duelos de tenis o de lucha por gimnasia y ciclismo no competitivo, propiciándose los festivales deportivos. Se opuso a los equipos "nacionales" de las federaciones controladas por la burguesía y a la locura por el rendimiento, las marcas y resultados En 1933, el socialdemócrata austriaco Hans Gastgeb resumió los objetivos del deporte de los trabajadores así: "Para el atleta trabajador, el deporte de masas y la educación política son uno. El deporte no se practica para distraerse, sino como un medio necesario para dar forma a un proletariado que es mental y físicamente capaz de derrotar el conservadurismo político, económico y cultural y el capitalismo".
¿Y el ideal, cómo sería?
La industria deportiva actual parece ser inmensamente poderosa. Desafortunadamente, las protestas e iniciativas [...] son fenómenos marginales en el mundo del deporte contemporáneo y muchas personas, incluso fanáticos del deporte, no están informadas. Sin embargo, esto no les afecta. En raras ocasiones pueden aparecer en los titulares, como el saludo a puños cerrados de Tommie Smith y John Carlos o algunas expresiones políticas que se han evidenciado abiertamente en los estadios de fútbol. Las notas críticas al Comité Olímpico Internacional (COI) y a la FIFA están en aumento. Y la red de clubes deportivos de base está en constante expansión. Un cambio en el mundo del deporte es inminente. Es difícil decir si seremos testigos de otro movimiento de masas como el que existió en Europa a principios del siglo XX, pero no hay nada de malo en apuntar alto a tal meta.
¿Cómo sería un mundo deportivo ideal? Ya no habría superestrellas, ni miles de millones de dólares, ni horas interminables de deportes televisivos o modelos de objetivos para los "superhombres" atléticos, etc. Por el contrario, los deportes ayudarían a las personas, proporcionándonos habilidades de relación, aportando diversión a nuestra vida cotidiana (no olvidemos las cualidades artísticas y estéticas del deporte) y alimentando nuestra mente y nuestro cuerpo. Habría un lugar para todos en el deporte, no solo para aquellos que corren más rápido, golpean más fuerte y saltan más alto. Los cuerpos modelados para el rendimiento deportivo serán historia y el juego limpio será el principio rector de todos, exactamente como debería ser en la sociedad en general.
No hay necesidad de que las personas desinteresadas se apasionen en los deportes. Pero si alguien está atraído por los deportes, no significa que no puedan ser revolucionarios. El deporte es un campo de batalla político relevante como cualquier otro. Teniendo en cuenta la importancia que tiene en la vida de muchas personas, debe ser un campo de batalla político especialmente estimado. Imagínense los mensajes correctos enviados durante eventos deportivos en lugar de propaganda conservadora y basura comercial. Sería un gran beneficio para todos, ya sea que quiera ver el evento o no.
El objetivo no es disminuir la diversión del deporte dándole un bagaje moral y político. El objetivo es no separar los deportes de los procesos de liberación. Al final, la diversión se duplicaría.
[Publicado originalmente en italiano en la revista A # 411, Milán, noviembre 2016. Traducido al castellano por la Redacción de El Libertario.]
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nos interesa el debate, la confrontación de ideas y el disenso. Pero si tu comentario es sólo para descalificaciones sin argumentos, o mentiras falaces, no será publicado. Hay muchos sitios del gobierno venezolano donde gustosa y rápidamente publican ese tipo de comunicaciones.