Daniela Rea y Celia Guerrero
En los últimos años, los pueblos originarios de México han pasado de la demanda de participación política en instancias del Estado a la exigencia de autonomía y autodeterminación para decidir sus formas de vida.
“Nuestra autodeterminación es la ventana más segura para garantizar nuestra sobrevivencia como pueblos, como sociedad. Ha sido un sueño eterno de nuestras comunidades, la cual siempre ha sido resultado de una tensa relación con el Estado-Nación”, escribió Jaime Martínez Luna en 2002. Con el auge de los proyectos extractivistas, la propuesta de Martínez Luna, que a su vez recoge la del EZLN, se hace vigente. Muchos pueblos indígenas en México han apostado por una organización al margen de las instituciones del Estado, una organización común –y erróneamente- llamada “usos y costumbres”.
En los últimos años, los pueblos originarios de México han pasado de la demanda de participación política en instancias del Estado a la exigencia de autonomía y autodeterminación para decidir sus formas de vida.
“Nuestra autodeterminación es la ventana más segura para garantizar nuestra sobrevivencia como pueblos, como sociedad. Ha sido un sueño eterno de nuestras comunidades, la cual siempre ha sido resultado de una tensa relación con el Estado-Nación”, escribió Jaime Martínez Luna en 2002. Con el auge de los proyectos extractivistas, la propuesta de Martínez Luna, que a su vez recoge la del EZLN, se hace vigente. Muchos pueblos indígenas en México han apostado por una organización al margen de las instituciones del Estado, una organización común –y erróneamente- llamada “usos y costumbres”.
Las formas de organización no son heterogéneas. Es decir, no hay un solo tipo de organización política indígena. Algunos pueblos, como Calpulalpan, Oaxaca, tiene un sistema mixto, en el que conviven la asamblea comunitaria y la presidencia municipal. Otros, como Cherán en Michoacán, Ayutla en Guerrero y Oxchuc en Chiapas, se rigen bajo el Sistema Normativo Interno que se organiza a partir de asambleas o consejos, y acceden a recursos públicos.
“La participación política comunitaria es muy diversa”, dice la ensayista mixe Yásnaya Elena Aguilar, “no se puede hablar de la participación de las comunidades indígenas como algo único, sino de la multiplicidad de mecanismos que hay dentro. Por un lado, los pueblos indígenas que sí están organizados en comunidades, muy mesoamericano. Y otros donde la organización no es comunitaria, sino más tribal, como los yumanos en Baja California”. Los mixes, pueblo al que pertenece Yásnaya Elena, habitan la sierra de Juárez. Se llaman así mismos Ayuukjä’äy y hablan la legua ayuuk.
Francisco López Bárcenas, abogado mixteco nacido en el pueblo ñuú Savi, Santa Rosa, hace un repaso histórico sobre la participación política de los pueblos indígenas: “El Estado mexicano es un Estado colonial. No es una metáfora, es una explicación. El Estado se formó sin consultar a los pueblos indígenas. Las estructuras que tiene el Estado son estructuras europeas y no están viendo pueblos, están viendo individuos, personas. El Estado, como se forma en el siglo XX, va a buscar acabar con los pueblos indígenas culturalmente. El indigenismo fue eso, sigue siendo eso. Lo que tenemos es un Estado que se ha formado estructuralmente, ideológicamente, administrativamente, para que los indígenas no puedan existir. En este Estado como está, no es posible que los indígenas se integren a la nación”. El pueblo ñuú Savi, al que pertenece Francisco López Bárcenas, se hace llamar “pueblo de la lluvia” y cohabita los estados de Oaxaca, Puebla y Guerrero.
Sobre el Estado colonial, Yásnaya Elena escribió en las revistas Nexos y Este País que México “no es una sola nación, sino un Estado en el que existen muchas otras naciones oprimidas, construidas a partir de prácticas y narrativas homogeneizantes que negaron la existencia de otras naciones con lengua, territorio y pasado en común”. Entre esas prácticas está la castellanización. A inicios del siglo XIX, escribió, el 65 por ciento de la población hablaba una de las muchas lenguas indígenas del país; después de 200 años de vida como Estado, los hablantes de lenguas indígenas son el 6.5 por ciento. “Podemos decir que los pueblos indígenas no son pueblos minoritarios sino minorizados”.
Otra práctica homogeneizante es la participación indígena en las instituciones del Estado, incluidos los partidos políticos. “Se celebra que aumente el número de diputados indígenas, aunque esos diputados representen intereses de los partidos políticos que los postularon más que intereses de los pueblos indígenas a los que pertenecen”.
El poeta nahua Mardonio Carballo coincide: “El que sean indígenas no significa que tengan lazos de vida comunitaria. Hay mucha gente que hace usufructo de la identidad para llegar a esos puestos de elección popular. Y este juego lo juegan los partidos y los individuos. Hay hombres y mujeres que quieren entrar a la representación de la comunidad vía partidos, pero no han cumplido con el trabajo que deben hacer en la comunidad. Se anulan en sistemas normativos de los pueblos, pero se validan a través del Estado. Ahí hay un conflicto. Mis derechos políticos como mexicano me permitirían contender a escaño popular, pero no lo podría hacer como representante indígena porque rompería el sistema normativo propio, donde pasar de peldaño a peldaño es una máxima”. El pueblo nahua, al que pertenece Carballo, habita los estados de Guerrero, Hidalgo, Estado de México, Morelos, Michoacán, Puebla, Oaxaca, Veracruz y Tabasco y habla la lengua náhuatl.
Organización diversa
Los pueblos originarios tienen distintos tipos de organización política. López Bárcenas da algunos ejemplos:
Los cucapá se organizan en clanes; los yaquis tienen una estructura militar “porque esa ha sido su historia, resistir, resistir, resistir, desde que llegaron los jesuitas”, “los wixárikas no tienen asamblea para elegir su autoridad, sino es el marakame –‘aquél que sabe’– quien entra en trance y sueña quién va a ser la próxima autoridad”; los rarámuris, “la mayoría son gobernadoras y están cuatro años en el poder porque en su estructura las mujeres tienen cuatro vidas; los hombres, cuando les toca ser gobernadores están tres porque en su concepción tienen tres vidas”.
¿Qué idea tendrá cada comunidad del poder? ¿Qué diría el Estado de los procesos de organización política de cada comunidad? “Creo que hay formas de ver el poder, hay formas de estructurar el poder y hay formas de cómo se forma ese poder. No todos ven el poder como una cosa centralizada, no todos ven el ejercicio del poder como una elección”, dice López Bárcenas. ¿Qué es lo que determina esas formas de organización y participación política? La manera de estructurar el poder viene de las matrices culturales propias y los impactos políticos históricos. Por ejemplo, los mayas, los yaquis, los triquis, que fueron pueblos que enfrentaron mucho al Estado, fueron derrotados y el Estado no logró exterminarlos, pero sí permeó mucho su cultura, pues las asambleas vienen de la estructura de cabildos que trajeron los españoles.
Carballo plantea que la comunalidad es una forma de organización política cotidiana, que no necesariamente termina en cargos públicos. “Creo que desde hace mucho, de una manera disfrazada se está ejerciendo a una autonomía restringida, pero que, a final de cuentas, lo que la comunidad quiere, es lo que se hace. Eso me parece una forma sana de convivencia. Ahí tendríamos que ver, ¿se puede convivir o no? ¿las comunidades autónomas con el estado mexicano? ¿Se podría o no? ¿Por qué? Son preguntas importantes porque es un usufructo del sistema dominante para ejercer el sistema normativo propio”.
Sobre la organización política de los pueblos indígenas Carlos González, abogado e integrante el Congreso Nacional Indígena (CNI), dice que “la entendemos como las acciones, normas que generan nuestros pueblos, nuestras comunidades para gobernarse y para construir y conquistar derechos dentro de la estructura del Estado”. Menciona distintas expresiones de organización y autonomía: “La más radical y avanzada como la de los zapatistas, que están totalmente ajenos a la estructura del Estado mexicano, tienen sus propias normas, territorios y no recurren al financiamiento estatal. Otras autonomías que han surgido, que se han fortalecido como Cherán (y que están tratando de construirse en otros lugares como Ayutla, Guerrero y Oxchuc, Chiapas), parten de la premisa de ser reconocidos por el Estado mexicano. A partir de eso lo que plantean es el ejercicio directo del recurso público, que no esté mediado por los órganos de gobierno y partidos, sino de manera directa”.
Dentro del CNI conviven distintos pueblos indígenas, cada uno con experiencias propias de organización. “Tratamos de que se respete la forma de organizarse. El CNI es un espacio de participación de los pueblos indígenas, cada uno con su experiencia, historia. Lo que si no estamos de acuerdo es en abrir el espacio a personajes vinculados a partidos políticos o aparatos de gobierno oficiales”, aclara.
La autonomía de los pueblos
“Los pueblos están viendo amenazada su existencia, y en las últimas décadas hemos visto fenómenos muy interesantes”, dice López Bárcenas. Recuerda, por ejemplo, al “Consejo Mexicano 500 años de resistencia indígena, negra y popular”; después el zapatismo, “un fenómeno que no solamente se da en México, se da en toda América Latina. Pactos como los Acuerdos de San Andrés hubo en toda América Latina”.
–¿En qué consiste ahora el peligro de existencia de los pueblos indígenas?
°Según lo que veo, son los modelos de explotación capitalista. La crisis del capitalismo, si alguien la ve directamente y la sufre directamente, son los pueblos indígenas por una razón: el capitalismo entró en una crisis y no puede producir mucho porque no tiene mercado y no tiene quién le compre; pero su función es producir porque si no, entonces no hay capitalismo; para salvar este enredo han decidido hacer mercancía los bienes comunes, los recursos naturales, el agua, la biodiversidad, el conocimiento de esa biodiversidad, y eso está en territorios indígenas. Si el capital va directo a los territorios indígenas, al espacio donde habían estado, los pueblos como nunca están viendo amenazada su existencia.
Carlos González también habla de la preocupación de los pueblos indígenas que integran el CNI por el acelerado despojo de los territorios en aras de la instalación de proyectos extractivistas. “Esto es lo que nos ha llevado a una mayor organización, unidad, dentro del CNI”, dice. “La propuesta para conformar el Consejo Indígena de Gobierno y participar en el proceso electoral a través de una candidata independiente era con ese fin, generar visibilidad y protagonismo para los pueblos indígenas y dar luz a sus agendas”. Sobre el panorama que se avecina, el impulso a más megaproyectos, González afirma que se deben fortalecer las luchas de los pueblos y el acceso a la información clara y oportuna de los megaproyectos. “Desde el CNI tratamos de articular las luchas, cobijar resistencias”.
López Bárcenas ve que en los últimos años la demanda de los pueblos indígenas se ha enfocado en la autonomía: “Es la primera vez en la historia de México que el concepto autonomía aglutina la demanda de los pueblos. Mucho tiempo fue participación política en las estructuras estatales, restitución de tierras, libertad de los presos políticos, desarrollo. Pero de los noventa para acá a demanda es autonomía, libre determinación, territorios, gobiernos propios, o sea, cambió totalmente la demanda. Tiene que ver con el hecho de ser pueblos, la posibilidad real de ser pueblos y comenzar a asumir ellos que son pueblos”.
La resistencia en Oaxaca
La gente aquí vive y se organiza bajo el “horario de la resistencia”. El horario de verano no aplica. Para Netzar Arreortúa Martínez, presidente del Comisariado de Bienes Comunales, este es un símbolo de que la vida política y económica de este pueblo es rebelde. Calpulálpam es uno de los 417 municipios de Oaxaca que se organiza bajo un régimen de sistemas normativos internos o indígenas, popularmente llamado “usos y costumbres”. Tiene el título de Pueblo Mágico y poco más de mil habitantes. A diferencia de otros pueblos de la región aquí se percibe una prosperidad económica en sus calles empedradas y construcciones de concreto, en su mercado de alimentos, hoteles y comercios para turistas, en su plaza principal limpia y adornada, y en su templo con retablos estilo neoclásico en remodelación. La migración de trabajadores es mínima. Esta comunidad zapoteca, ubicada a 75 kilómetros de la capital de Oaxaca, tiene otra particularidad: aquí, los comuneros son dueños de cuatro empresas cooperativas.
Formas de entender el poder
“Hay formas de ver el poder, hay formas de estructurar el poder y hay formas de cómo se forma ese poder. No todos ven el poder como una cosa centralizada, no todos ven el ejercicio del poder como una elección”, dice Francisco López Bárcenas.
En Oaxaca, el 64 por ciento de la población renueva autoridades por el sistema de partidos políticos; el otro 36 por ciento elige autoridades por SNI; de acuerdo con el Inegi. Sistema Normativo Interno significa tener mecanismos alternativos de elección del poder, “acotados principalmente al espacio local o comunitario”, define María Cristina Velásquez Cepeda, antropóloga e investigadora de la participación política en Oaxaca.
En Calpulálpam no hay partidos políticos. Su estructura de gobierno opera con dos autoridades: la municipal (cabildo o representantes del Ayuntamiento) y la agraria (Comisariado de Bienes Comunales y Consejo de Vigilancia). Mientras, la Asamblea de Comuneros es la autoridad máxima de toma de decisiones. Edgar Santiago Pérez, ex secretario de una empresa comunitaria, dice ser elegidos para un cargo significa tener un trabajo extra por el que no reciben salario durante al menos un par de años. Aunque no en todos los pueblos sucede así. “En algunos, no se llaman sueldos, se llaman dietas o compensación, pero eso la misma asamblea lo determina”, dice Netzar Arreortúa, presidente del Comisariado de Bienes Comunales, dirige la Asamblea General de Comuneros, un hombre de pelo cano, que parece conocer todos los rincones de su pueblo. En todo caso, en Calpulálpam es parejo, nadie recibe dinero por ningún cargo.
Además, es una tradición de las comunidades que el servicio comunitario sea realizado por personas respetadas y reconocidas por su liderazgo y trabajo comunitario previo. Es por eso que quienes busquen pertenecer a cualquiera de las dos autoridades tienen que subir escalafones con quehacer comunitario para ser candidatos. El propio Arreortúa, antes de ser presidente del comisariado, inició su carrera política como la gran mayoría: en el puesto de topil, tocando las campanas de la iglesia.
Los zapotecas
Los zapotecos, o binizaa, son una de las 14 etnias que conviven en Oaxaca, el estado de mayor población indígena del país y el primero que en su constitución local reconoció la elección de autoridades municipales de acuerdo al SIN. Están divididos por la geografía: los de la Sierra Norte, los de Valles Centrales y los del Ismo.
Calpulálpam está en la Sierra Norte y tiene como centro económico y comercial la región de Ixtlán, donde históricamente las actividades más importantes han sido la minería y la tala. Por ello, el pueblo zapoteco de la Sierra Norte ha escrito una historia de rebelión contra los terratenientes en la época Colonial, hasta más recientemente contra empresas mineras y papeleras. Todo ello lo explica con detenimiento Netzar, mientras maneja su camioneta y sube el volumen a la canción El Mosquito Serrano, que sintoniza la radio: “Querido paisanito/ despierta de este sueño/ y olvida las promesas que da el gobierno hoy/ no creas en gobernantes/ que explotan tu ignorancia/ dejándote pobreza/ y mucha corrupción”.
Aunque en Calpulálpam predomina el español, 108 personas conservan alguna lengua indígena, contra mil 281 que no, de acuerdo con el Sistema Nacional de Información Municipal. Tampoco conservan una vestimenta tradicional. Sin embargo, los habitantes se autoadscriben zapotecas y la Suprema Corte de Justicia resume el concepto legal de autoadscripción como el criterio para determinar si una persona es indígena: “la definición de lo indígena no pertenece al Estado”, sino a las personas “quienes tienen conciencia de pertenecer a un pueblo o comunidad indígena”.Calpulálpam significa: capul-li, árbol de cereza, -apam, río, y se traduce como “río del cerezo”. Además del bosque, otro de sus recursos que la comunidad aprovecha es el manantial de agua pura que se encuentra dentro sus tierras comunales.
La asamblea
A puerta cerrada en el auditorio del Ayuntamiento, Netzar dirige la Asamblea General de Comuneros, con la que elegirán las directivas de las cuatro empresas comunitarias del pueblo. La Asamblea está compuesta por más de 300 personas, pero hoy solo llegaron 105 por las lluvias que arrecian en la región. Es octubre de 2018. En la sesión del día de hoy, como cada dos años, los comuneros discutirán y votarán la renovación de las direcciones de sus cuatro empresas comunitarias; sociedades comerciales que en teoría pertenecen a la asamblea de comuneros, pero que en la práctica requieren de representantes legales. Las empresas comunitarias son de agregados pétreos, de producción de madera, de turismo ecológico y una envasadora de agua.
Una de las primeras discusiones que surgen es la poca asistencia, un comunero propone suspender el servicio de agua potable a quienes no vayan. Otro comenta que no quieren ser electos para los cargos y “por eso no se presentan”, como solución propone que se pueda votar por comuneros que no estén ahí. Arreortúa insiste en que deben candidatear solo a miembros presentes, luego lee la lista de nombres de quienes ya tienen un cargo y tampoco pueden ser propuestos para esta votación.
La Asamblea también realiza elecciones de las dos autoridades operativas, la municipal y la agraria. La asamblea pone y la asamblea quita. La remoción del cargo está en el Estatuto interno de Calpulálpam.
Gobierno mixto
Calpulálpam tiene lo que llaman “su propia constitución”, es el Estatuto Comunal que rige los asuntos de la autoridad agraria, derechos y obligaciones. Es un cuadernillo de 48 páginas basado en la Ley Agraria y el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Por supuesto, se apega a la constitución local y federal. También tienen el Bando de Policía y Buen Gobierno, donde señalan los compromisos de los integrantes de la administración municipal, los servicios públicos de los que son responsables y los alcances que tienen para infraccionar o sancionar como autoridad.
El presidente municipal y el comisariado son autoridades distintas que deben coordinarse para la vida comunitaria. Al presidente municipal lo eligen los ciudadanos, al comisariado los comuneros, es decir, quienes aparecen en el Registro Agrario Nacional. Ambos órganos, autoridad municipal y autoridad agraria, trabajan a la par, y ninguno toma decisiones importantes sin considerar la opinión de las asambleas, precisa Netzar Arreortúa.
Empresas comunitarias
Antes de 1980, el pueblo sobrevivía a base de cuotas o cooperaciones para compra de materiales de las escuelas, para el alumbrado público en las calles, para el sistema de agua potable. “Cada regidor del ayuntamiento tenía su libretita y regularmente sábados y domingos pasaban a la colecta escolar, y en 15 días el donativo para el agua, el otro mes para el alumbrado, y era de a 5 pesos”, recuerda Netzar. La recaudación cambió cuando los pueblos de la sierra de Oaxaca se organizaron para sacar a la empresa paraestatal Papelería Tuxtepec y las comunidades chinantecas y zapotecas de La Trinidad, Xiacuí, Santiago Comaltepec y Calpulápam crearon la Unión de Comunidades Productoras Forestales Zapoteco-Chinantecas de la Sierra de Juárez de Oaxaca (UZACHI). En 2018 celebraron 35 años de haber recuperado sus bosques y hoy día UZACHI da asesoría técnica para el manejo forestal a las comunidades socias y a otras. “Entonces comenzamos a jugar a ser empresarios”, dice Netzar.
La primera empresa de Calpulálpam fue la Unidad de Aprovechamiento Forestal. Para 1994 comienzó a operar la planta de agregados pétreos, que produce Horizontalidadgraba y arena. Iniciaron con dos créditos por 10 años, uno del Fideicomiso de Fomento Minero y otro del Fondo Nacional de Apoyo para las Empresas en Solidaridad. Al término de ese tiempo ambos fondos quisieron embargarlos, por lo que la asamblea decidió pagar la deuda y así conservar su condición como únicos dueños a la comunidad.
En 2002 inició el proyecto de ecoturismo y en 2008 fundaron la Procesadora de Alimentos y comienzan a envasar agua. Las empresas, constituidas como cooperativas, generan algunos empleos para los locales y las utilidades no solo son repartidas entre los comuneros, también se usan para solventar los gastos que antes pagaban. Aunque el recurso es poco, pues en impuestos se les va el 40 por ciento de la ganancia. “Aquí no decimos explotar, es aprovechar el bosque, aprovechar el agua, aprovechar la arena”, dice Arreortúa, y explica que el fin último de las empresas comunitarias no es generar ganancia, sino administrar correctamente los recursos naturales. “Siempre a los indígenas nos han visto muy por debajo, piensan que para lo único para lo que servimos es para ser peones”, dice. “Decían que no íbamos a poder y estamos dando resultados, tenemos nuestros bosques sanos, generamos empleos y la economía del pueblo es buena. El nivel educativo es bueno, ya casi no generamos peones, ya nuestros jóvenes pueden elegir”.
Paridad y escalafones
Entre comuneros y miembros del cabildo municipal está sentada Elia Martínez, regidora de Equidad de Género, la única mujer que asiste a la Asamblea. Elia pertenece al primer cabildo municipal en la historia de Calpulálpam con integrantes mujeres. La llamada cuota de género fue una condición del Instituto Estatal Electoral y de Participación Ciudadana de Oaxaca para realizar las elecciones de 2018.
A diferencia de los hombres, que ascienden en escalafones dentro de la comunidad, Elia Martínez ha desempeñado otro tipo de trabajo comunitario que no necesariamente es reconocido como parte de ese escalafón. Esto obedece a la forma en la que la vida comunitaria se ha estructurado por tradición. Pero con los años, esa tradición se ha acoplando y las comunidades han cambiado: en 2016, de los 368 municipios del estado con SNI, 20 mujeres fueron electas presidentas municipales y cuando menos una mujer es integrante del cabildo municipal. Calpulálpam fue uno de estos casos.
Elia Martínez platica que los puestos de poder tanto en el cabildo como en el comisariado han sido desempeñados históricamente por hombres. De hecho, no existe una sola comunera, por lo que no hay participación en la asamblea de comuneros. En la de ciudadanos sí se han llegado a presentar algunas, como ella misma lo hizo, pero aún no es una práctica común para las mujeres de la comunidad… todavía.
[Tomado de https://piedepagina.mx/el-color-de-la-pobreza/autonomias-para-la-sobrevivencia.php.]
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