Louis
Janover
Hemos llegado a este momento crucial cuando ocurre
una de "invocación histórica de los muertos", cuando la ideología y
la semántica se vuelven a unir de acuerdo con los imperativos políticos
actuales. Y si la tradición de las generaciones muertas pesa sobre el cerebro
de los vivos, debe remodelar la memoria de acuerdo con lo que dicte el tiempo.
Las teorías que estuvieron ayer en el centro de atención están sujetas al
principio de la nueva realidad y se les exige que se presenten ante los seres
vivos que las habían rechazado en su época. ¿Qué se encontrará allí latas, y
quién lo hará saber?
Esta silenciosa contrarevolución sin polémicas declaraciones, escandalos y sin ruido, ara en terrenos profundos de la cultura política: intenta la reconfiguración del pasado volviendo a introducir una literatura teñida de marxismo-leninismo-stalinismo, en el campo de la crítica revolucionaria. Autores, libros, eventos vuelven a aparecer en la historia como referencia para la fijación de cualquier pensamiento revolucionario y del propio movimiento revolucionario, una historiografía cuyos criterios valor permanecen voluntariamente en la lógica del Partido Comunista y sus compañeros de viaje, donde las luchas sociales sin definidas por el partido y su concepción del marxismo. Y si vuelven a aparecer autores de ayer con un pensamiento revolucionario coherente, por tanto malditos para el Partido, se ven asimilados dentro de una historia donde todo se reduce a un denominador común: el comunismo en oposición al fascismo. Ahora es imposible establecer otras diferencias y mostrar lo que la hegemonía del Partido ha significado para el movimiento obrero. Y nada mejor que esta manipulación inquietante para hacernos olvidar que tantos nombres que mantienen su aura han trabajado para extinguir todo pensamiento crítico, y que las consecuencias se pueden observar hoy.
Esta silenciosa contrarevolución sin polémicas declaraciones, escandalos y sin ruido, ara en terrenos profundos de la cultura política: intenta la reconfiguración del pasado volviendo a introducir una literatura teñida de marxismo-leninismo-stalinismo, en el campo de la crítica revolucionaria. Autores, libros, eventos vuelven a aparecer en la historia como referencia para la fijación de cualquier pensamiento revolucionario y del propio movimiento revolucionario, una historiografía cuyos criterios valor permanecen voluntariamente en la lógica del Partido Comunista y sus compañeros de viaje, donde las luchas sociales sin definidas por el partido y su concepción del marxismo. Y si vuelven a aparecer autores de ayer con un pensamiento revolucionario coherente, por tanto malditos para el Partido, se ven asimilados dentro de una historia donde todo se reduce a un denominador común: el comunismo en oposición al fascismo. Ahora es imposible establecer otras diferencias y mostrar lo que la hegemonía del Partido ha significado para el movimiento obrero. Y nada mejor que esta manipulación inquietante para hacernos olvidar que tantos nombres que mantienen su aura han trabajado para extinguir todo pensamiento crítico, y que las consecuencias se pueden observar hoy.
Así es como el plagio, tal como lo entendemos, ha
invadido el espacio de la crítica, "una técnica de amplificación destinada
a permitir que autores no imaginativos retomen los textos existentes ocultando
su fuente" (1). Vayamos al tema: el plagio no solo es el lugar necesario
para la convergencia de la literatura y el arte, sino que está inscrito como un
elemento central de la política. Se trata de aprovechar la historia de un
pasado revolucionario todavía en suspenso para apropiarse de las ideas
radicales y darles un sentido conforme a los intereses actuales de las
dinámicas de transformación permanente de las relaciones sociales. Este
reciclaje, mediante un trabajo de reelaboración cuasi académica, hace que esta
reapropiación de los escritos de ayer sea distinta de la que sus autores
originales pretendían como modo de aprehensión y de interpretación del
presente.
Esta forma de reconstruir una crítica en el molde correspondiente a las nuevas demandas permite desviar las ideas de quienes las defendieron en otros momentos y con fines contrarios. El plagio es, en cierto modo, la integración del texto plagiado en el texto del plagiario, que lo diluye en su propio pensamiento para borrar su marca original y darle la orientación y la forma que desea según su propio interés y sus propios fines. Por lo tanto, todo lo que ha sido una crítica radical de esta inmensa falsificación histórica que fue el marxismo-leninismo y sus ramificaciones regresa a nuestro mundo, pero amputado de ciertos elementos que siguen siendo indeseables y peligrosos para el pensamiento dominante. Y en primer lugar, y paradójicamente, la cuestión no es hacer un barrido limpio de este pasado, sino hacerlo conforme a lo que se espera de él en el presente. ¿Cómo se construyó la desconcertante mentira del siglo pasado y cuáles son sus consecuencias para nosotros, en referencia a los efectos económicos y sociales de una contrarrevolución en todo el mundo?
Todos los pronunciamientos, polémicas y
estigmatizaciones que ahora llevan la marca de esta historia se detienen en el
lugar donde se trata de decidir sobre el carácter mismo de la revolución pasada
y sobre lo que ha sido del movimiento revolucionario atrapado entre el
bolchevismo y la contrarrevolución burguesa. Debemos salvar lo que se llama
comunismo, es decir, el capitalismo de Estado, como en su momento hizo el
stalinismo, no para resaltar, y cuestionar, la estructura completa de las
luchas que formaron nuestro mundo, dando la justificación teórica desde los
círculos intelectuales al aplastamiento
de los movimientos revolucionarios. Por este motivo, se sigue manteniendo la
confusión en el campo de la investigación histórica y sociológica, ya que los
pros y los contras combinan sus testimonios y análisis de manera que el juicio
sea ininteligible.
¿Cuál es la relación, por ejemplo, entre dos concepciones de la historia social y política que dicen ser críticas?: por un lado, el “stalinosaurio” Alain Badiou recita la lección aprendida en sus viejas cartillas dogmáticas, por el otro, los que discuten con prudencia avanzan sus lugares comunes sobre la "fractura social" sin llegar al fondo del sistema de explotación que se basa en ello, y en ellos.
Todo lo que revelaría la aspiración a una
verdadera emancipación humana, y tiene sus raíces en los esfuerzos del
socialismo consejista o anarquista, todo
ello queda oculto por estos delirios teóricos, y desaparece del horizonte. El
neostalinismo se basa en la historia de lo que puede sostener la duda y la
confusión, y está asociado con un neocapitalismo, que sabe cómo encontrar en
ese aliado la deriva bienvenida. Y las referencias que emergen son del mismo
tono. En este sentido, denunciar ese plagio es el primer ejercicio de necesario
esclarecimiento.
Podemos decir que todo un sector de la crítica del stalinismo, de la reflexión sobre el surrealismo y de la vanguardia han sido plagiados por esos nuevos corsarios intelectuales, y sobre esta base se reconstituye la ideología “crítica” de la nueva petitebourgeoisie intelectual. Revolución y contrarrevolución se entrelazan y forman un todo inextricable cuando sus valores no se ponen en oposición. Y así, a aquellos que han desarrollado una resistencia crítica radical a todas las formas de desviación del pensamiento revolucionario se les busca integrar con sus detractores de antaño en la nueva perspectiva histórica y sirven para mantener la confusión. El plagio y las reediciones son los dos centros de la ideología dominante y constituyen el modo de selección en obras de los autores que se recuperan del pasado. Tal ha sido la tarea de aquellos que han visto en la contrarrevolución el modelo de la revolución que pretenden dar a luz al "comunismo", la danza con los lobos que hoy permite los cruces artísticos de todas las ideas subversivas, convenientemente despojadas de radicalismo.
Aquí se encuentra la línea neurálgica con, por un
lado, lo que prolonga y enriquece un pensamiento crítico, y por otro lado, la
forma en que las ideas se retoman y vuelven con diferentes fines, contrarios a
los que tenían al principio. La separación estricta entre estos dos mundos es
ahora lo que define las formas de rechazo y las referencias históricas. Queda
por hacer una historia de este plagio que selecciona a los autores de acuerdo
con las necesidades de la causa. Y es esta causa la que debe explicarse primero
para comprender la reaparición o desaparición de dichos autores en un momento
así en la historia. El plagio es el secreto de la censura, de la cual es solo
uno de los medios diversificados, una censura por elusión que acomoda una forma
particular de retorno a las fuentes. Aquellos que cita nos dicen más de lo que
necesitamos de aquello que está en la brecha de la memoria. Y sería suficiente
para un trabajo de investigación descubrir cómo los ideólogos activos y
conceptuales del neostalinismo eligen a sus autores para crear este ambiente
intelectual que hace la crítica del pasado y la amalgama del marxismo-leninismo
con todas las corrientes irreductibles para la legitimación de su situación
actual; ¿Cómo se recuperan los elementos antiguos de la cultura crítica para
hacer que sirvan a lo que luchaban y reclamaban esos autores de ayer?
"El alfabeto del plagio" sería una
fuente de descubrimientos que no dejarían de sorprender si uno observara cómo
las entradas del Gran Diccionario de mentiras desconcertantes se han espesado,
desde la caída de la URSS, los préstamos destinados a para neutralizar todo lo
que podría recordarnos el papel de la inteligencia en lo que debe llamarse un Termidor
a escala global: el Termidor, que, como Babeuf ha demostrado tan bien para la
Gran Revolución, toma prestado el lenguaje de aquellos que él silenció.
Los vencidos del “Imperio del Mal”, lejos de llegar a la resipiscencia, en su mayor parte se han convertido en profesores de moralidad para demostrar que tenían razón en estar equivocados en su tiempo. Y se unieron a los intelectuales del imperio del bien, para traerles los argumentos extraídos de su propia historia. La obra de Arno Mayer, La persistencia del antiguo régimen, nos ofrece uno de los secretos de esta amalgama histórica y cómo el plagio encuentra una lección en las cosas (2). Lo que se dice sobre la Gran Guerra y sus consecuencias intelectuales y sociales puede proyectarse sobre la historia del stalinismo y los ideólogos que lo siguieron en sus diferentes etapas de desarrollo, sirviendo también para lo que podría llamarse persistencia del stalinismo.
Este fenómeno merece ser observado desde dentro y
relacionado con la forma en que los intelectuales hablan de este período de la
historia y su lugar en lo que constituye el moderno Termidor. Porque la
destrucción de la idea revolucionaria solo podía ser lograda por los
representantes del "comunismo de los intelectuales", los únicos
capaces de transponer a la nueva ideología dominante todos los elementos de la
cultura que habían servido para adherirse a ellos. Se presentó como el
comunismo y la teoría del movimiento revolucionario: la mentira desconcertante
del siglo XX, ahora una mentira concertada en el mundo contemporáneo.
Notas:
(1).
Le Dictionnaire du littéraire,
« Plagiat », PUF, 2002. — Définition d’après Jean de Soudier de
Richesource (pseudonyme de Jean Oudart), « Le Masque des orateurs » (1667).
Poétiques, n° 173, Paris, juin 2013.
(2). Arno Mayer, La Persistance de l’Ancien Régime. L’Europe
de 1848 à la
Grande
Guerre (1981). Traduction de l’anglais par J. Mandelbaum,
revue par l’auteur. Paris, Flammarion, 1983.
[Versión de artículo publicado originalmente en
francés por el períodico Le monde
libertaire # 1805, París, abril 2019. Traducido al castellano por la
Redacción de El Libertario.]
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