El “anarquismo sin adjetivos” de Emma Goldman

Kathy Ferguson

Emma Goldman fue una conocida crítica del capitalismo, el estado, la religión, el patriarcado y el colonialismo durante el final del siglo XIX y principios del XX. Durante más de medio siglo, articuló una visión anarquista de un individuo fuerte, libre y autocreado dentro de una sociedad igualitaria y participativa. Mientras que los anarquistas a menudo eran rechazados como la sección más excéntrica de la izquierda, Goldman presentó el anarquismo como el enfoque más práctico para la liberación humana.

Goldman nació en Kovno, Lituania, en una familia judía económicamente desposeida. Su breve educación formal se vio reforzada por la exposición a revolucionarios nihilistas y a la literatura radical rusa. Inmigrando con su hermana a los Estados Unidos en 1885, se estableció originalmente en Rochester, Nueva York. Al igual que muchos jóvenes de su generación, se sintió impulsada políticamente por el juicio y la ejecución de varios anarquistas que fueron encausados por la muerte de policías en los disturbios de Haymarket en Chicago en 1886. Posteriormente se mudó a la ciudad de Nueva York y se unió al movimiento anarquista, destacando rápidamente para convertirse en uno de los oradores más conocidos en el animado paisaje radical de la época. Fue arrestada en innumerables ocasiones; la leyenda dice que llevó un libro a sus propias conferencias para que tuviera algo que leer en la cárcel, y cumplió tres penas de prisión: un año por instar a los trabajadores desempleados a "tomar el pan", unas pocas semanas por proporcionar información sobre la prevención de la concepción y dos años por oponerse a la conscripción durante la Primera Guerra Mundial. Después de su tercer período de prisión, ella y su compañero Alexander Berkman, junto con otros 247 radicales, fueron enviados al exilio a la recién formada Unión Soviética. Inicialmente apoyó a los bolcheviques, pronto llegó a ver al Partido Comunista como el asesino de la revolución. Ella y Berkman abandonaron Rusia y finalmente se establecieron en el sur de Francia. Goldman continuó sus conferencias y escritos en Europa, Inglaterra y Canadá; ella apoyó firmemente a los revolucionarios anarquistas en España en la década de 1930, y aún era una oradora, escritora y agitadora activa cuando murió de 1940 a raíz de un derrame cerebral.

Con una fuerte influencia del anarquismo comunista de Peter Kropotkin, Goldman también integró en su perspectiva las líneas de la práctica revolucionaria militante de Mijail Bakunin, el mutualismo de Pierre-Joseph Proudhon y el individualismo radical de Max Stirner, ayudando a crear lo que muchos anarquistas de la generación de Goldman llamaron "anarquismo sin adjetivos". El capitalismo es un sistema que roba a los trabajadores, intelectuales, artistas y campesinos su trabajo productivo y creativo, transfiriendo tanto los beneficios como el control del trabajo a los propietarios. La religión organizada apoya este robo enseñando a sus feligreses a aceptar la autoridad opresiva institucionalizada y esperar pasivamente la recompensa en la próxima vida. El Estado utiliza la violencia organizada para proteger a los propietarios, reprimir a los trabajadores y movilizar las lealtades y el sentido de hogar de las personas en un patriotismo estrecho y vicioso que justifica y energiza la guerra, lo que a su vez promueve las ganancias y el poder de la clase capitalista y sus aliados. El colonialismo hace un llamado al mandato religioso de "civilizar" y convertir al resto del mundo para justificar el aprovechamiento de los recursos de las sociedades menos armadas para la expansión capitalista global. Las escuelas socavan la curiosidad natural de los niños y convierten a los estudiantes en autómatas que regurgitan las ortodoxias que se les enseñan.

En esta crítica radical de la autoridad establecida, Goldman introdujo la sensibilidad estética del movimiento romántico estadounidense, el espíritu de rebelión de Nietzsche y su propio feminismo único. De Walt Whitman, Ralph Waldo Emerson y Henry David Thoreau absorbió un individualismo poético y sensual. Como muchos otros anarquistas de su época, enfatizó la centralidad del arte radical, la poesía, la literatura y el drama para el surgimiento de individuos libres. Fue una de las primeras anarquistas que se entusiasmó con Nietzsche, y lo abrazó como un catalizador para la transformación espiritual de los valores. Si bien desdeñó el movimiento del sufragio femenino, al ver cualquier esfuerzo por reformar en lugar de transformar a la sociedad como una distracción inútil de objetivos más radicales, desarrolló un feminismo revolucionario que anticipó muchos temas prevalecientes en los movimientos de mujeres posteriores. Enfocó su feminismo en los cuerpos de las mujeres, exigiendo que las mujeres controlen su propia reproducción, encuentren su propia autonomía sexual, reclamen la igualdad en las relaciones con los hombres y trabajen con los hombres para derrocar a las autoridades prevalecientes y crear nuevas relaciones de igualdad y libertad.

Goldman publicó varios de sus ensayos clave en su libro Anarquismo y otros Ensayos (1910), así como en su revista Mother Earth, publicado entre 1906-1917. Además, dio  cientos de conferencias y escribió un gran número de cartas a otros anarquistas y a una serie de otras figuras progresistas, como Rebecca West, John Dewey, Jack London y Bertrand Russell. Sus ideas sobre el teatro se publicaron en La importancia social del drama moderno (1914) y su análisis del auge y caída de la revolución en la Unión Soviética en Mi desilusión en Rusia (1922). Su obra más conocida es probablemente su influyente autobiografía Viviendo mi vida (1931), en la que recrea la historia de su activismo político de toda la vida.

[Publicado originalmente en inglés en https://publicdomainreview.org/2011/01/12/emma-goldmans-anarchism-without-adjectives. Traducido al castellano por la Redacción de El Libertario.]