Milton D’León
La
agobiante situación del pueblo venezolano solo va en aumento. La tragedia crece
para una población en un país en colapso y un régimen político aplicando
medidas que solo han significado calamidades, recurriendo a la represión y al
uso de fuerzas paraestatales para terminar con las protestas.
Esto
fue lo que se vio este domingo 31/3 en diversas partes de Caracas y otras
ciudades del país, con un gobierno que responde a las protestas enviando a
bandas de matones paramilitares y otras fuerzas especiales para golpear o
disparar a los manifestantes en barrios pobres. Una población que reclamaba por
los constantes cortes de energía y la escasez de agua potable tras dos grandes
apagones generales este mes.
La
falta de agua causada por prolongadas semanas de apagones ha empujado a los
sectores populares, los que más sufren estas inclemencias, a protestar a las
calles contra esta situación y contra el Gobierno de Maduro, el mismo día que
anunciaba un plan de racionamiento eléctrico.
Como
ya venimos diciendo, incluso cuando el gobierno habla de sabotaje es incapaz de
tomar las más elementales medidas antimperialistas. Pero oculta su
responsabilidad en esta catástrofe donde servicios elementales como la
electricidad y el agua sufren un gran deterioro y colapso.
En
la avenida Fuerzas Armadas, en Caracas, se hicieron sentir detonaciones contra
un centenar de manifestantes que protestaron durante horas pidiendo el regreso
de la energía y, con ello, del suministro de agua potable y de los servicios de
telefonía e internet. Eran grupos paraestatales armados actuando para
desalojarlos de las calles.
En
el oeste de la capital, también se produjeron numerosas concentraciones en
distintos puntos que pedían la restitución del fluido eléctrico y el
abastecimiento del agua. Las cercanías de la casa de gobierno, Miraflores, que
está custodiada por decenas de agentes y tanquetas de la Guardia Nacional
(GNB), se llenaron por protestas de vecinos que cortaron las calles y armaron
barricadas.
En
la zona de El Valle hubo represión fuerte, lo mismo se vio también en otras
zonas populares como Catia y en la Av. Sucre hacia el barrio 23 de Enero. En
estas manifestaciones se mostraban recipientes vacíos para denunciar que el
agua no corre por las tuberías de los hogares desde hace tres, cinco u ocho
días. El gobierno busca responder con paliativos con camiones cisternas como
parte de su plan de contingencia, pero que ni llegan a todos los lugares ni
alcanza para la población.
Durante
el domingo, por la Av. Francisco Fajardo, desde la altura de San Agustín hacia
el suroeste, había aglomeraciones y largas colas de gente tomando agua de las
tuberías que van paralelas al río Guaire. Se dan casos que en el desespero se
abren calles buscando alguna cañería de alta distribución para romperlo y tomar
agua de allí, tal como aconteció en la zona de El Valle. El cuadro es tal cual
un aumento de las calamidades. La escena se repite en muchas zonas populares,
sacando agua de quebradas contaminadas, con familias enteras (incluidos niños
pequeños) cargando tobos y peroles de agua.
Protestas
similares tuvieron lugar en otras partes del país, incluido el estado central
de Carabobo, donde los manifestantes quemaron neumáticos y bloquearon las
carreteras, de igual manera ocurría en Aragua, Lara y Zulia.
Se
trataban de protestas legítimas por un aumento en las calamidades, con trancas
de calle, y el gobierno respondió con represión, con las FAES y las bandas
paraestatales (“colectivos”), disparando balas de plomo, en algunos casos al
aire, en otros no tanto.
En
su primera aparición en las pantallas de televisión tras siete días de
apagones, Maduro anunció este domingo el inicio de un plan de racionamiento
eléctrico que durará 30 días, tiempo en el que “espera restaurar” el flujo
normal de energía. Al mismo tiempo que implementará desde mañana una jornada laboral
reducida hasta las 2 de la tarde y ha suspendido por undécima ocasión en un mes
las actividades escolares.
Ante
este descalabro y reclamos legítimos la derecha busca sacar provecho. "Es
el momento de protestar organizados, para así proteger a nuestros vecinos y
proteger a nuestro país (...) ¡Que nadie se quede en su casa! La dictadura nos
quiere apaciguados. No pudieron con la electricidad, ni con el agua y ni con la
economía", indicó Guaidó en la red social Twitter. Y en función de su Plan
País, lo primero que saca a relucir es que la actual situación sería el
producto del fracaso de las políticas de un supuesto “socialismo”, como si en
Venezuela en algún momento se hayan tomado medidas en este sentido.
En
realidad, apunta contra la propiedad pública y la gestión estatal. Enarbola que
es el fracaso de las políticas en que los servicios como la luz, el gas y el
agua estén en manos del Estado, y que la solución es que pase a manos privadas.
El viejo argumento de la década de los noventa, cuando la ola neoliberal dio
inicio a todas las privatizaciones.
Como
escribimos en un reciente artículo, “En verdad la única política progresiva es
que las empresas de estos servicios sigan siendo propiedad pública, pero no
gestionadas por esta casta de burócratas corruptos y antiobreros, civiles y
militares, sino gestionadas directamente por los trabajadores, con control
popular y de los usuarios, para que realmente estén al servicio de satisfacer
las necesidades del país y del pueblo trabajador, donde grandes franjas padecen
la falta de estos servicios elementales, estando en un país dotado de grandes
recursos naturales de todo tipo, y viniendo de un período de altos ingresos por
renta petrolera. Ni en manos de la burocracia estatal corrupta que las usan
para sacar provecho y enriquecerse, ni en manos del capital privado para que
estén al servicio de sus ganancias, sometiendo al pueblo con tarifazos.”
Por
eso es que resaltamos que “Alrededor de la administración de las empresas
públicas por estas castas burocráticas es que funcionan como grandes prebendas
del Estado, alrededor de las cuales surgen nuevos grupos económicos, tal como
lo hemos visto en el país, que nada bueno traen para el pueblo trabajador. Pero
las políticas privatizadoras de la derecha no son más que para enriquecer a los
de siempre, a un puñado de ricos que se aprovechan con altas tarifas en
detrimento de las grandes mayorías populares, tal como vemos en otros países
donde gobiernos neoliberales como el de Macri en Argentina que condena al
pueblo con un alto costo de la vida.”
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