Humberto Decarli
Los sectores de izquierda en el mundo han denunciado la potencial intervención americana en Venezuela como una fórmula para apoderarse del petróleo. Es una afirmación relativamente cierta por dos razones. La primera es que no es verdadera la inmediata necesidad estadounidense del oro negro venezolano dado su producción es irrisoria además de que el Tío Sam ahora es el primer productor de crudo gracias a la fractura hidráulica sobre las rocas lutitas y el nacional es muy pesado requiriendo un proceso de mezcla y refinación. Se le está vendiendo entre 400 y 500 mil barriles diarios, una cifra récord por la poca cantidad. En segundo término, Washington sí lo va a utilizar para sus planes estratégicos aprovechando la actual coyunturabrindada por el chavismo a objeto de incrementar la exportación del excremento del diablo.
Esa posibilidad se puede dar con la caída de la dictadura chavista y la desbandada operativa de PDVSA. De esa manera el país norteño deja al Oriente Próximo en un segundo plano en esta materia, habida cuenta de las difíciles circunstancias de esa región desde el ángulo religioso, el fundamentalismo, la pobreza inmensa de amplios sectores de la población de la zona, hechos que inciden en calificar de altamente riesgosa la presencia gringa allá.
La tendencia es de alejamiento yanqui de tal espacio ante la desigualdad, categoría que ha hecho pensar en estar detrás del fanatismo religioso un problema de exclusión social como lo sostiene Manuel Castell en su libro la Era de la Información, a contrapelo del criterio de Samuel Huntington en El choque de civilizaciones en el cual se separan los grupos humanos con base en la fe religiosa.Además, hay naciones que representan cabalmente los intereses americanos en ese espacio planetario. Me refiero a Israel, Turquía y Arabia Saudita, regímenes variopintos con coincidencias económicas, financieras y energéticas. Son una democracia representativa, una república islámica autoritaria y una monarquía medieval, respectivamente.
El pragmatismo de Donald Trump
La imagen del presidente americano es terrible. Por la variedad de su opiniones es catalogado como racista, homofóbico, misógino, ecocida y reaccionario. No obstante, detrás de esa fachada se aprecia a un hombre con visos de reconocimiento de la realidad y se deja arrastrar por la real política. Tres casos concretos ilustran esta postura: Arabia Saudita, Corea del Norte y Putin.
Trump siempre se había expresado con desagrado sobre el islam. Sin embargo, cuando la monarquía de Arabia Saudita hizo una compra de armas en gran escala a Washington, voló inmediatamente a Riad para reunirse con el reySalmánBinAbdulaziz, para congraciarse con su colega. Incluso, los americanos pronto olvidaron el cruel asesinato del periodista Jamal Kashoggi en agradecimiento al régimen de la península arábiga. Con Corea del Norte ha mantenido un esquema de negociación hasta ahora con buenos resultados y se prepara para otro encuentro con el dictador de esa nación. Adicionalmente sus vínculos con Vladimir Putin son extremadamente cordiales tal y como se infiere de distintos encuentros y coincidencias con el líder ruso.
Los planes de Washington
La idea norteamericana es emprender una separación del Medio Oriente en materia energética por la variedad de riesgos propios de ese territorio. El hambre y miseria de la población, el integrismo islámico en todas sus variantes, la violencia, el suicidio y el terrorismo como formas de expresión política, son entre otras, las circunstancias que tiñen de peligrosa la región. Además, solo Arabia Saudita está entre los proveedores petroleros cada vez en menor escala.
América Latina se encuentra en similar situación del Levante porque la lucha contra la pobreza no ha tenido éxito gracias a la ineficacia de las políticas implementadas. Esa fue la razón por la cual el Foro de Sao Paolo acertó en sus operaciones mas el ascenso al gobierno demostró que esa formación fue tan fracasada como sus pares de la derecha. La torpeza de la izquierda rayó en la frustración, la recesión, la exclusión social y en el caso extremo de Venezuela, en la estanflación.
Los partidos y líderes conservadores se han recuperado al ganar las elecciones en Argentina, Chile, Brasil, Perú, Colombia y El Salvador, con la sola excepción de México donde López Obrador dibujó la salvedad, aparte del caso de Ecuador donde ha ocurrido un viraje con Lenin Moreno distanciándose de Correa. Todos esos países, quizá retirando a Chile, tienen economías precarias que requieren ayuda e inversión porque son típicamente extractivistas. Chile con el cobre, Perú con la minería, Ecuador con el petróleo, Argentina y Colombia con la agricultura, son naciones ubicadas en la escala primaria de la producción de bienes y servicios. Necesitan el estímulo para mantener el equilibrio.
Surge un plan consistente en aumentar la exportación petrolera a cuarenta millones de barriles en Estados Unidos. Parte de ella emana de la producción del fracking o fractura hidráulica de las rocas esquistos con daños ecológicos pero un aumento inusitado de la extracción. El resto debe aportarlo el mundo exterior a la nación del norte y uno de ellos es el petróleo venezolano. Por supuesto, toda América Latina va a colaborar, fundamentadaen los gobiernos actuales y el cipayismo ancestral de las élites políticas de la región.
Una de las vías para combatir la pobreza y la injusticia social es el abaratamiento de las fuentes energéticas para la zona. El gobierno de los Estados Unidos va a emprender la venta de petróleo a menor precio al del mercado hacia los países del centro, Suramérica y el caribe. Es una suerte de alianza para el progreso o las iniciativas de C.A. Pérez y Chávez para la obtención de liderazgo. Al quedar cubierta parte de las necesidades de la población, el despectivo patio trasero, tan abandonado en los últimos años, mejoraría y pudieran atenuarse los conflictos sociales.
La sucesión del chavismo en el gobierno
Aparentemente Maduro tiene los días contados como presidente. Las fuertes sanciones económicas, financieras, funcionariales, políticas y de todo tipo, podrían hacer trizas al régimen chavista e incluso está sobre el tapete la intervención militar como última opción por su elevado costo político.
En todo caso, será sustituido por personajes surgidos de la Asamblea Nacional como el de Juan Guaidó, quien pasó de ser un representante más y desconocido, a la posición cimera en la palestra pública soportada por los americanos, el grupo de Lima y varios países de la Unión Europea. Son políticos afectos a los dictámenes de los factores mundiales de poder y van actuar en consecuencia. En efecto, Guaidó nombró a Gustavo Baquero como presidente de PDVSA. Este profesional escribió junto a Leopoldo López, un libro sobre el hidrocarburo denominado Venezuela Energética en el año 2012, donde plantea el aumento de la producción como el alfa y la omega del negocio petrolero en el país. Actualmente es un asesor de Equinor, la antigua transnacional energética Statoil, lo cual lo define como un cuadro importante en esa empresa.
No es accidental esa designación porque lo perseguido es llevar a lo más alto posible la extracción y producción de crudos para percibir entradas, garantizar créditos y sobre todo, cumplir con los proyectos energéticos americanos. Esa es la descarnada realidad y el empuje decisivo de Trump contra el gobierno madurista apuntalando a un sector de la oposición que sin su orientación estaría profundamente perdida en cuando a sus objetivos.
Perspectivas
La administración Trump nunca quiso armar al pueblo venezolano porque hay desconfianza y pudiera salirse de control. Experiencias anteriores le han enseñado a los americanos el temor a ciertos riesgos como el caso de Noriega, Saddam Hussein, Osama Bin Laden, quienes de aliados terminaron desobedeciendo los ucases de los presidentes gringos. Igualmente el de Siria donde formaron un ejército paralelo para combatir a Bashar Al Asad, el Ejército Libre Sirio, y el experimento fracasó, terminando el dinero y las armas entregados en la miríada de grupos islámicos, Al Qaeda y el ISIS.
El reemplazo gubernamental de Maduro estará cubierto por una cúpula política incondicional de las directrices de Washington y seguramente será apoyada por la mayoría del pueblo venezolano por el desespero de salir del chavismo, empeñado en profundizar la escabechina sobre el país para mantener una mafia enquistada en el poder con las graves consecuencias ocasionadas creando una crisis humanitaria que se mantiene aunque negada oficialmente.
Adicionalmente, los planes internacionales se han visto favorecidos por el desastre económico madurista, una de cuyas aristas reside en la situación precaria de PDVSA, la única fuente de divisas para sostener una nación importadora. De haber existido una opción distinta a la tradicional exacerbada por el chavismo era muy difícil que el tío Sam estuviese en estos predios. La experiencia de los últimos veinte años ha sido escandalosamente mala al llevar al país al precipicio significado por la recesión, la hiperinflación, la exclusión social, la pobreza, la escasez y el desabastecimiento, el paramilitarismo, la devaluación ad infinitum y lo más grave, la desmoralización de la sociedad a través de la dependencia del Estado, la sumisión, el terror y la administración y gerencia del hambre en todas sus escalas.
La presencia de los marines yanquis en Panamá y Grenada, los últimos espacios intervenidos en América Latina y el Caribe, contaron con la resistencia local tanto en el barrio El Chorrillo en la ciudad de Panamá y los grenadinos y cubanos en la isla antillana con un fracaso militar norteño al inicio de la operaciónaunque al final se impuso el número de los invasores. Al contrario, al llevar a cabo la presencia de un ejército externo en Venezuela tendría, lamentable y tristemente, el apoyo popular por la grave crisis humanitaria y la desesperanza nacional.
El retorno de la doctrina Monroe en el siglo veintiuno
Las tesis sostenidas por la administración presidida por James Monroe fue muy conocida y recordada porque marcó oficialmente un hito en la política exterior americana. Reconocía jurídica y políticamente el dominio de Washington sobre todo el hemisferio occidental frente a los imperios del viejo continente. Nada importante en esta región se podía efectuar sin la aquiescencia de los Estados Unidos, dibujando su hegemonía como potencia. Evoquemos la situación de bloqueo de los puertos venezolanos por deudas legítimas e ilegítimas por parte de naciones europeas a principios del siglo veinte. Estados Unidos asumió la responsabilidad y le sacó las castañas del fuego a Cipriano Castro.
Ahora renace el monroísmo en otro contexto de tiempo y de espacio. Y el sitio escogido es Venezuela con la oportunidad brindada por los estalinistas y autoritarios al mando en el país en medio de la catástrofe ocasionada por las perversas políticas aplicadas, Némesis de los derechos humanos y de las personas de estas comarcas. Un terreno perfectamente abonado para que la población acepte una intervención militar. Ya hay antecedentes de esta actitud: los italianos recibieron a los americanos con alegría al final de la segunda guerra; los camboyanos a los vietnamitas celebrando el derrocamiento de los jemeres rojos y los ugandeses aplaudiendo a los soldados tanzanios para salir de IdiAminDadá.
El tacticismo versus la estrategia
Es incontrovertida la necesidad de salir de la dictadura madurista por sus horribles efectos sobre la gente. Esa situación de miedo ha motivado a cumplir la emigración más grande que se tenga noticias en América Latina. La impotencia se profundizó luego de la rebelión civil del año 2017, fallida por la brutalidad de la fuerza de las armas del gobierno, la ausencia de organización política y social y el abandono de las fuerzas de oposición para ir a una elección de gobernadores donde le hicieron el favor más grande al oficialismo.
Es un imperativo ético bregar la caída incondicional de este régimen pero eso no significa que debe apoyarse, con visos de inmediatismo, a cualquiera que se presente independientemente de su arrastre y liderazgo. Se debe participar en todas las movilizaciones pero no para hacerle bulto a las organizaciones políticas tradicionales sino para la búsqueda de vías autónomas de la gente para la solución de los problemas. Vamos a encontrar ingentes óbices en el camino sobre todo si tenemos en consideración el poder significado por Trump y sus asociados.
Hay una tendencia del marxismo y del socialismo autoritario en materia política de diferenciar la táctica de la estrategia y en función de esta perspectiva construir una utopía finalista cuya teleología justifica cualquier medio empleado. En este orden de ideas, se ha de apuntalar a Guaidó porque es quien tiene la simpatía de los hombres y las mujeres de acá. Mas su apoyo significa consolidar a una dirigencia y unos operadores políticos conservadores cuya tarea será la de ejecutar las líneas provenientes del norte.
En conclusión, todos estamos contestes en defenestrar a este régimen oprobioso pero no a costa de abjurar ni abdicar principios y ser un instrumento de intereses inconfesables. Una postura libertaria se debe traducir en una participación crítica y en la búsqueda de otros horizontes distintos a los preconcebidos por el poder mundial.
Los sectores de izquierda en el mundo han denunciado la potencial intervención americana en Venezuela como una fórmula para apoderarse del petróleo. Es una afirmación relativamente cierta por dos razones. La primera es que no es verdadera la inmediata necesidad estadounidense del oro negro venezolano dado su producción es irrisoria además de que el Tío Sam ahora es el primer productor de crudo gracias a la fractura hidráulica sobre las rocas lutitas y el nacional es muy pesado requiriendo un proceso de mezcla y refinación. Se le está vendiendo entre 400 y 500 mil barriles diarios, una cifra récord por la poca cantidad. En segundo término, Washington sí lo va a utilizar para sus planes estratégicos aprovechando la actual coyunturabrindada por el chavismo a objeto de incrementar la exportación del excremento del diablo.
Esa posibilidad se puede dar con la caída de la dictadura chavista y la desbandada operativa de PDVSA. De esa manera el país norteño deja al Oriente Próximo en un segundo plano en esta materia, habida cuenta de las difíciles circunstancias de esa región desde el ángulo religioso, el fundamentalismo, la pobreza inmensa de amplios sectores de la población de la zona, hechos que inciden en calificar de altamente riesgosa la presencia gringa allá.
La tendencia es de alejamiento yanqui de tal espacio ante la desigualdad, categoría que ha hecho pensar en estar detrás del fanatismo religioso un problema de exclusión social como lo sostiene Manuel Castell en su libro la Era de la Información, a contrapelo del criterio de Samuel Huntington en El choque de civilizaciones en el cual se separan los grupos humanos con base en la fe religiosa.Además, hay naciones que representan cabalmente los intereses americanos en ese espacio planetario. Me refiero a Israel, Turquía y Arabia Saudita, regímenes variopintos con coincidencias económicas, financieras y energéticas. Son una democracia representativa, una república islámica autoritaria y una monarquía medieval, respectivamente.
El pragmatismo de Donald Trump
La imagen del presidente americano es terrible. Por la variedad de su opiniones es catalogado como racista, homofóbico, misógino, ecocida y reaccionario. No obstante, detrás de esa fachada se aprecia a un hombre con visos de reconocimiento de la realidad y se deja arrastrar por la real política. Tres casos concretos ilustran esta postura: Arabia Saudita, Corea del Norte y Putin.
Trump siempre se había expresado con desagrado sobre el islam. Sin embargo, cuando la monarquía de Arabia Saudita hizo una compra de armas en gran escala a Washington, voló inmediatamente a Riad para reunirse con el reySalmánBinAbdulaziz, para congraciarse con su colega. Incluso, los americanos pronto olvidaron el cruel asesinato del periodista Jamal Kashoggi en agradecimiento al régimen de la península arábiga. Con Corea del Norte ha mantenido un esquema de negociación hasta ahora con buenos resultados y se prepara para otro encuentro con el dictador de esa nación. Adicionalmente sus vínculos con Vladimir Putin son extremadamente cordiales tal y como se infiere de distintos encuentros y coincidencias con el líder ruso.
Los planes de Washington
La idea norteamericana es emprender una separación del Medio Oriente en materia energética por la variedad de riesgos propios de ese territorio. El hambre y miseria de la población, el integrismo islámico en todas sus variantes, la violencia, el suicidio y el terrorismo como formas de expresión política, son entre otras, las circunstancias que tiñen de peligrosa la región. Además, solo Arabia Saudita está entre los proveedores petroleros cada vez en menor escala.
América Latina se encuentra en similar situación del Levante porque la lucha contra la pobreza no ha tenido éxito gracias a la ineficacia de las políticas implementadas. Esa fue la razón por la cual el Foro de Sao Paolo acertó en sus operaciones mas el ascenso al gobierno demostró que esa formación fue tan fracasada como sus pares de la derecha. La torpeza de la izquierda rayó en la frustración, la recesión, la exclusión social y en el caso extremo de Venezuela, en la estanflación.
Los partidos y líderes conservadores se han recuperado al ganar las elecciones en Argentina, Chile, Brasil, Perú, Colombia y El Salvador, con la sola excepción de México donde López Obrador dibujó la salvedad, aparte del caso de Ecuador donde ha ocurrido un viraje con Lenin Moreno distanciándose de Correa. Todos esos países, quizá retirando a Chile, tienen economías precarias que requieren ayuda e inversión porque son típicamente extractivistas. Chile con el cobre, Perú con la minería, Ecuador con el petróleo, Argentina y Colombia con la agricultura, son naciones ubicadas en la escala primaria de la producción de bienes y servicios. Necesitan el estímulo para mantener el equilibrio.
Surge un plan consistente en aumentar la exportación petrolera a cuarenta millones de barriles en Estados Unidos. Parte de ella emana de la producción del fracking o fractura hidráulica de las rocas esquistos con daños ecológicos pero un aumento inusitado de la extracción. El resto debe aportarlo el mundo exterior a la nación del norte y uno de ellos es el petróleo venezolano. Por supuesto, toda América Latina va a colaborar, fundamentadaen los gobiernos actuales y el cipayismo ancestral de las élites políticas de la región.
Una de las vías para combatir la pobreza y la injusticia social es el abaratamiento de las fuentes energéticas para la zona. El gobierno de los Estados Unidos va a emprender la venta de petróleo a menor precio al del mercado hacia los países del centro, Suramérica y el caribe. Es una suerte de alianza para el progreso o las iniciativas de C.A. Pérez y Chávez para la obtención de liderazgo. Al quedar cubierta parte de las necesidades de la población, el despectivo patio trasero, tan abandonado en los últimos años, mejoraría y pudieran atenuarse los conflictos sociales.
La sucesión del chavismo en el gobierno
Aparentemente Maduro tiene los días contados como presidente. Las fuertes sanciones económicas, financieras, funcionariales, políticas y de todo tipo, podrían hacer trizas al régimen chavista e incluso está sobre el tapete la intervención militar como última opción por su elevado costo político.
En todo caso, será sustituido por personajes surgidos de la Asamblea Nacional como el de Juan Guaidó, quien pasó de ser un representante más y desconocido, a la posición cimera en la palestra pública soportada por los americanos, el grupo de Lima y varios países de la Unión Europea. Son políticos afectos a los dictámenes de los factores mundiales de poder y van actuar en consecuencia. En efecto, Guaidó nombró a Gustavo Baquero como presidente de PDVSA. Este profesional escribió junto a Leopoldo López, un libro sobre el hidrocarburo denominado Venezuela Energética en el año 2012, donde plantea el aumento de la producción como el alfa y la omega del negocio petrolero en el país. Actualmente es un asesor de Equinor, la antigua transnacional energética Statoil, lo cual lo define como un cuadro importante en esa empresa.
No es accidental esa designación porque lo perseguido es llevar a lo más alto posible la extracción y producción de crudos para percibir entradas, garantizar créditos y sobre todo, cumplir con los proyectos energéticos americanos. Esa es la descarnada realidad y el empuje decisivo de Trump contra el gobierno madurista apuntalando a un sector de la oposición que sin su orientación estaría profundamente perdida en cuando a sus objetivos.
Perspectivas
La administración Trump nunca quiso armar al pueblo venezolano porque hay desconfianza y pudiera salirse de control. Experiencias anteriores le han enseñado a los americanos el temor a ciertos riesgos como el caso de Noriega, Saddam Hussein, Osama Bin Laden, quienes de aliados terminaron desobedeciendo los ucases de los presidentes gringos. Igualmente el de Siria donde formaron un ejército paralelo para combatir a Bashar Al Asad, el Ejército Libre Sirio, y el experimento fracasó, terminando el dinero y las armas entregados en la miríada de grupos islámicos, Al Qaeda y el ISIS.
El reemplazo gubernamental de Maduro estará cubierto por una cúpula política incondicional de las directrices de Washington y seguramente será apoyada por la mayoría del pueblo venezolano por el desespero de salir del chavismo, empeñado en profundizar la escabechina sobre el país para mantener una mafia enquistada en el poder con las graves consecuencias ocasionadas creando una crisis humanitaria que se mantiene aunque negada oficialmente.
Adicionalmente, los planes internacionales se han visto favorecidos por el desastre económico madurista, una de cuyas aristas reside en la situación precaria de PDVSA, la única fuente de divisas para sostener una nación importadora. De haber existido una opción distinta a la tradicional exacerbada por el chavismo era muy difícil que el tío Sam estuviese en estos predios. La experiencia de los últimos veinte años ha sido escandalosamente mala al llevar al país al precipicio significado por la recesión, la hiperinflación, la exclusión social, la pobreza, la escasez y el desabastecimiento, el paramilitarismo, la devaluación ad infinitum y lo más grave, la desmoralización de la sociedad a través de la dependencia del Estado, la sumisión, el terror y la administración y gerencia del hambre en todas sus escalas.
La presencia de los marines yanquis en Panamá y Grenada, los últimos espacios intervenidos en América Latina y el Caribe, contaron con la resistencia local tanto en el barrio El Chorrillo en la ciudad de Panamá y los grenadinos y cubanos en la isla antillana con un fracaso militar norteño al inicio de la operaciónaunque al final se impuso el número de los invasores. Al contrario, al llevar a cabo la presencia de un ejército externo en Venezuela tendría, lamentable y tristemente, el apoyo popular por la grave crisis humanitaria y la desesperanza nacional.
El retorno de la doctrina Monroe en el siglo veintiuno
Las tesis sostenidas por la administración presidida por James Monroe fue muy conocida y recordada porque marcó oficialmente un hito en la política exterior americana. Reconocía jurídica y políticamente el dominio de Washington sobre todo el hemisferio occidental frente a los imperios del viejo continente. Nada importante en esta región se podía efectuar sin la aquiescencia de los Estados Unidos, dibujando su hegemonía como potencia. Evoquemos la situación de bloqueo de los puertos venezolanos por deudas legítimas e ilegítimas por parte de naciones europeas a principios del siglo veinte. Estados Unidos asumió la responsabilidad y le sacó las castañas del fuego a Cipriano Castro.
Ahora renace el monroísmo en otro contexto de tiempo y de espacio. Y el sitio escogido es Venezuela con la oportunidad brindada por los estalinistas y autoritarios al mando en el país en medio de la catástrofe ocasionada por las perversas políticas aplicadas, Némesis de los derechos humanos y de las personas de estas comarcas. Un terreno perfectamente abonado para que la población acepte una intervención militar. Ya hay antecedentes de esta actitud: los italianos recibieron a los americanos con alegría al final de la segunda guerra; los camboyanos a los vietnamitas celebrando el derrocamiento de los jemeres rojos y los ugandeses aplaudiendo a los soldados tanzanios para salir de IdiAminDadá.
El tacticismo versus la estrategia
Es incontrovertida la necesidad de salir de la dictadura madurista por sus horribles efectos sobre la gente. Esa situación de miedo ha motivado a cumplir la emigración más grande que se tenga noticias en América Latina. La impotencia se profundizó luego de la rebelión civil del año 2017, fallida por la brutalidad de la fuerza de las armas del gobierno, la ausencia de organización política y social y el abandono de las fuerzas de oposición para ir a una elección de gobernadores donde le hicieron el favor más grande al oficialismo.
Es un imperativo ético bregar la caída incondicional de este régimen pero eso no significa que debe apoyarse, con visos de inmediatismo, a cualquiera que se presente independientemente de su arrastre y liderazgo. Se debe participar en todas las movilizaciones pero no para hacerle bulto a las organizaciones políticas tradicionales sino para la búsqueda de vías autónomas de la gente para la solución de los problemas. Vamos a encontrar ingentes óbices en el camino sobre todo si tenemos en consideración el poder significado por Trump y sus asociados.
Hay una tendencia del marxismo y del socialismo autoritario en materia política de diferenciar la táctica de la estrategia y en función de esta perspectiva construir una utopía finalista cuya teleología justifica cualquier medio empleado. En este orden de ideas, se ha de apuntalar a Guaidó porque es quien tiene la simpatía de los hombres y las mujeres de acá. Mas su apoyo significa consolidar a una dirigencia y unos operadores políticos conservadores cuya tarea será la de ejecutar las líneas provenientes del norte.
En conclusión, todos estamos contestes en defenestrar a este régimen oprobioso pero no a costa de abjurar ni abdicar principios y ser un instrumento de intereses inconfesables. Una postura libertaria se debe traducir en una participación crítica y en la búsqueda de otros horizontes distintos a los preconcebidos por el poder mundial.
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