Nosotros y nosotras, organizaciones y personas defensoras de los derechos humanos, activistas y promotores de la No Violencia y la Paz, objetores de conciencia y antimilitaristas, con actuación en Venezuela, queremos dirigirles a nuestros colegas del mundo la presente carta abierta, con nuestra opinión sobre el conflicto que actualmente se desarrolla en nuestro país.
Sabemos que la disminución de las causas de la
violencia está íntimamente relacionada con la vida en dignidad de las personas.
No puede haber condiciones dignas y de paz si no existe disminución de la
pobreza, del hambre, la desigualdad, la mejora en el acceso a servicios básicos
para toda la población, especialmente para los sectores más vulnerables. La
violencia se alimenta de sociedades sin garantías democráticas de participación
en elecciones libres para la escogencia de representantes y poderes. No hay
forma de promover la no violencia y la paz si obviamos las causas de la
discriminación y la desigualdad que obligan a la migración forzosa de millones
de personas. Avanzar en la eliminación del ejercicio del Poder desde la lógica
del poder autoritario, unívoco y militarista que plantea las relaciones desde
el criterio de enemigos, amigos, aliados, traidores que buscan eliminar de
manera simbólica y real la diferencia y la libertad.
Venezuela ha venido
experimentando un proceso acelerado de retrocesos en la calidad de vida, el
acceso a lo mínimo necesario para la subsistencia, y en su sistema democrático.
A partir del 2015 tras celebrarse la elección
del Poder legislativo, quedó demostrado que el sector oficialista había dejado
de ser mayoría, y las elecciones comenzaron a ser manipuladas para
garantizar su permanencia en el poder.
El gobierno no emite cifras
oficiales y opta por descalificar y criminalizar estudios y testimonios que
reflejan una realidad contraria a la que aparece en los medios de comunicación
del país, férreamente vigilados y censurados. La Oficina del Alto Comisionado
para los Derechos Humanos de Naciones Unidas reportó que 3.5 millones de
venezolanos habían migrado de manera forzosa en los últimos años. Venezuela
sufre una Crisis Humanitaria Compleja generada por decisiones políticas, no por
consecuencia de catástrofes naturales o conflictos armados. El
Estado es quien infringe el daño y ha demostrado no tener voluntad de
enmendarlo.
La
pobreza en Venezuela para 2018, según las tres principales universidades del
país, alcanza el 48% de los hogares. La inflación del año 2018
alcanzó el 1.299.724 % y, según las proyecciones, pudiera alcanzar los 10
millones % en 2019. Una familia necesita 60 salarios mínimos para adquirir lo
indispensable para vivir. El 64% de los
venezolano/as en 2017 perdió aproximadamente 11 kg de peso y 33% de los niños
entre 0 y 2 años sufre de retardo de crecimiento. En un estudio realizado por
Caritas, 53% de los hogares venezolano/as ha tenido que recurrir a estrategias
de supervivencia como la mendicidad o buscar comida en basureros.
En 2018 ONG reportaron que 60%
de la asistencia médica que existía para 2011 había desaparecido y, según
cifras oficiales, las muertes maternas
aumentaron en 66% y en 30% las infantiles. Desde el año 2017, más de 79.000
personas con VIH dejaron de recibir antirretrovirales. Venezuela presenta el
mayor crecimiento en el mundo de casos de malaria, sumando el 43% de los casos
en toda América Latina. Sólo en 2018 estos casos aumentaron en 53%. Existe una
alarma sanitaria por el resurgimiento de enfermedades erradicadas como la
tuberculosis (10.952 casos), la Difteria (9.362 casos), y el sarampión que ha
ocasionado la muerte de al menos 5.000 personas. Las causas, falta de acceso a
medicamentos y programas preventivos y de control. La federación farmacéutica
de Venezuela reportó que para 2018 la escasez de medicamentos era de 85%. El
déficit de camas en hospitales de 64%, en 79% de los hospitales el agua potable
no llega, 53% de quirófanos están cerrados y el 95% de las medicinas, insumos,
materia prima, equipos y repuestos en salud son importados.
En 2017 el Tribunal Supremo de
Justicia intentó anular, vía decreto, a la Asamblea Nacional, siendo denunciada
por la propia Fiscal General, Luisa Ortega Díaz como una “ruptura del hilo
constitucional”. Como consecuencia Venezuela experimentó el mayor ciclo de
protestas pacíficas de la historia contemporánea de América Latina, junto a
Nicaragua. Millones de personas salieron a las calles pidiendo elecciones
libres y creíbles, la retoma del hilo constitucional, la separación de poderes
y el estado de derecho. Agotando todas las vías democráticas realizaron
caminatas, cierre de calles, marchas, peticiones, acciones artísticas, huelgas
de hambre, referéndums autoconvocados y diálogos. La respuesta fue la implementación de un represivo Plan militar
denominado “Plan Zamora”, donde participaban cuerpos de seguridad,
militares de la Guardia Nacional Bolivariana y civiles armados. Según ONG, se
realizaron 6729 protestas en 4 meses en todo el territorio nacional, 135
personas asesinadas, más de 12 mil detenciones, 848 presos políticos, más de 230
testimonios de torturas, tratos crueles e inhumanos, millones de exiliados. Una
persecución sistemática contra la disidencia política que generó la apertura de
un examen preliminar en la Corte Penal Internacional por crímenes de Lesa
Humanidad.
Nicolás Maduro, violando la
Constitución, convocó a una Asamblea
Nacional Constituyente, que tiene poderes supraconstitucionales, declarando
un estado de excepción para gobernar de forma personal y con ello adelantar
elecciones presidenciales, que no contaban con las condiciones mínimas para que
los venezolanos pudieran expresar su voluntad en las urnas. Fue así como en
2018 se reeligió para 6 años más de mandato, en una jornada que no fue justa,
transparente, libre ni creíble, tal como fue constatado por Naciones Unidas, la
Organización de Estados Americanos, 60 países del mundo y denunciado por el
movimiento de derechos humanos venezolano.
Durante el 2018 tras la
derrota popular por la restitución de la Democracia y el agravamiento de la
Crisis Humanitaria Compleja, se registró el mayor índice de migración forzosa
que haya experimentado la región. Según Acnur, más de 3 millones de
venezolano/as han huido del país y de no cambiar la situación interna este 2019
podría aumentar a 5 millones. Las protestas internas no han cesado. En 2018
ocurrieron un total de 12.715 protestas, equivalentes a 35 diarias en todo el
país el 89% por demandas sociales, exigencias laborales, servicios básicos,
salud y alimentación. En este contexto 14 personas fueron asesinadas, 13 de
ellas por armas de fuego. En 2017 se creó un cuerpo policial Fuerza de Acciones
Especiales (FAES) con operativos de limpieza social en los barrios populares,
detenciones arbitrarias, allanamientos ilegales, y ejecuciones extrajudiciales
comenzaron padecer sectores populares a un año de su creación, según ONG Provea
el FAES habría asesinado a 205 personas.
El 10 de enero, Nicolás Maduro
se proclamó presidente para un segundo período, violando la Constitución nacional e instalando un gobierno de facto por
la vía de los hechos. La Asamblea Nacional, el 23 de enero, siendo la única
institución legítima por elección popular, y con base y en pleno cumplimiento
de la Constitución nacional, declara la usurpación y asume en la figura de su
presidente las funciones del ejecutivo para un gobierno de transición que
permita elecciones libres y creíbles en corto tiempo.
Desde el 21 de enero comenzó
un nuevo ciclo de protestas, con los sectores populares del país como
protagonistas, el 21 de enero en Cotiza, tras un desconocimiento de una
guarnición militar al gobierno de Nicolás Maduro, vecinos salieron a las calles
denunciando la usurpación, fueron respondidos con represión, siendo el FAES el
grupo que lideró los operativos contra los manifestantes. Del 21 de enero al 04
de febrero de 2019, un total de 35 personas fueron asesinadas en el contexto de
manifestaciones, y 8 ejecutadas extrajudicialmente en operativos de
allanamientos ilegales posteriores a las protestas. Se han registrado 939
arrestos, entre ellos cientos de mujeres, 77 adolescentes y 7 indígenas.
La
crisis política, humanitaria y migratoria de Venezuela hoy es un problema para
la región. Países con diferentes posturas ideológicas han expresado
su preocupación por años, siendo esta coyuntura un punto crucial del futuro del
país y la región. Los 13 países más poblados y afectados con la situación
migratoria regional han hecho una coalición denominada el Grupo de Lima, han
reconocido a la AN, a Juan Guaido como presidente interino, convocar
elecciones, específicamente una salida de transición pacífica y no de fuerza.
Por su parte, 21 países de la Unión europea se han sumado a convocar a
elecciones libres, creíbles, al cese del gobierno de facto de Nicolás Maduro y
a reconocer las funciones ejecutivas del Presidente de la Asamblea Nacional
Juan Guaido. La Comunidad Europea ha llamado a una comisión de enlace para
lograr en un lapso de 3 meses elecciones creíbles en Venezuela. México y
Uruguay proponen un diálogo para una salida pacífica a la crisis. Colombia y
Brasil, países fronterizos y muy afectados con la crisis fronteriza y
migratoria se han apegado a las resoluciones del grupo de Lima y han ofrecido
atender en frontera y colaborar en el acopio y entrega de ayuda humanitaria.
Estados Unidos han asumido posturas más beligerantes frente a la crisis, presiona
para una salida de transición concertada como lo expresa el grupo de Lima, pero
de no lograrse ha dicho que todas las opciones están abiertas, eso incluye una
salida de fuerza.
Las declaraciones
estadounidenses han generado la comprensible reacción mundial. Lamentablemente,
no ha sido para evitar una guerra por la tragedia que eso significaría para la
población venezolana y la región, apoyando una salida pacífica donde el pueblo
venezolano pueda expresar libremente su voluntad. El conflicto pasó a ser
Maduro y el socialismo en Venezuela frente al imperialismo Yanqui. Amplificando la propaganda gubernamental
venezolana se comete uno de los actos de mayor injusticia contra un pueblo que
padece una crisis humanitaria compleja, la ausencia de libertades y ha
expresado mayoritariamente su deseo de cambio.
Si
queremos hablar de imperialismo en Venezuela debemos decir toda la verdad.
Nuestro país sigue siendo un exportador de materia prima de petróleo, y Estados
Unidos sigue siendo su socio comercial junto a China y Rusia, esta última con
amplios negocios entre la petrolera rusa Rosneft y Pdvsa en convenios que no
son de conocimiento público. A esto se suma la aprobación en 2016, vía decreto
presidencial, de la explotación de minerales a gran escala denominado “Arco
Minero del Orinoco” que abarca un área de 111.843,70 km², es decir 12,2 % del
territorio venezolano; más grande que Portugal, dividido en 4 bloques para la
extracción de oro, diamantes, Coltán y otros minerales. Zona donde se concentra
la mayor cantidad de agua potable del país, territorio de comunidades
indígenas, y sin contar con los estudios de impactos ambientales ni las
consultas previas, libres e informadas, ni la aprobación de la Asamblea
Nacional como lo establece la Constitución Nacional. Territorio que ha sido
militarizado y que ha generado consecuencias negativas producto de las mafias,
el trabajo en condiciones de esclavitud, la explotación sexual, la pérdida del
ecosistema, la afectación cultural a indígenas transformándolos junto a campesinos
en mineros, masacres en zonas mineras y desapariciones. La depredación denunciada, la posibilidad del
más grande ecocidio de la región, y las violaciones a los derechos sociales y
ambientales han quedados enmudecidos por activistas del mundo entero. Turquia,
China, Canadá, Rusia y varios países africanos son los más interesados y
activos en las concesiones de exploración y explotación en el Arco Minero del
Orinoco.
Debemos agregar que Rusia se
ha convertido en el gran traficante de armamento a Venezuela. La empresa
Rosoboronexport, la mayor exportadora rusa de armas, anunció en 2018 la
reactivación del trabajo conjunto para la construcción y apertura en 2019 de la
fábrica de fusiles Kalashnikov por años retrasada por problemas de corrupción.
El
gobierno de Maduro, a partir del 2016, se ha convertido en un gobierno militar,
con reducido apoyo civil. Militares venezolanos, apegados al
secretismo militar y sin contraloría pública han ocupado y ocupan hoy los más
importantes renglones ligados a la compra, importación y distribución de los
sectores ligados a la crisis humanitaria compleja, así como diversos
ministerios claves, gobernaciones, empresas, bancos, etc. En una investigación
realizada por Trasparencia Venezuela en 2018 las presidencias de 12
Ministerios, y su personal más cercano, estaban a cargo de militares. 6 estados
del país sus gobernadores son militares. La producción nacional y distribución
de alimentos de consumo básico, los que más escasean y de mayor reventa en
mercados negros están en manos del estamento militar: Aceite; arroz; avícula;
Azúcar; carne bovina; café; caraotas; higiene personal; Farmacéutico; lácteos;
maíz amarillo; harina de maíz, Margarina; papel higiénico, toallas sanitarias;
pañales desechables; Carne porcina, Trigo, Soja. Miembros de las Fuerzas
Armadas coordinan los 9 principales mercados mayoristas de distribución de
alimentos del país y están a cargo de los aeropuertos y puertos nacionales.
Poseen empresas militares en Banca, finanzas; agroindustria (Agrofanb);
Comunicaciones; Petróleo, minería; Educación, Salud; Seguros de vida;
Industrias; Construcción; Contratistas. El país está gobernado y a merced del
estamento militar, su lógica y su propaganda permanente de guerra.
Venezuela, por casi 2 décadas,
ha experimentado una lógica de guerra que ha dividido a los venezolanos, una
polarización que se fue transformando con el pasar de los años y que hoy llega
a colocarnos en dos extremos: quienes
defendemos la democracia y quienes pretenden seguir detentando el poder
autoritariamente, violando la Constitución, confiscando la autonomía de los
poderes y manipulando las elecciones para que no reflejen la voluntad del
pueblo. Una dictadura militar con representante civil, similar a la de Alberto
Fujimori en Perú, frente a un pueblo mayoritario que busca una salida pacífica
donde la voz de los venezolanos, a través de elecciones libres y creíbles,
elija su destino
Nicolás Maduro ha cerrado
todos los caminos pacíficos para una solución que permita la restitución de la
Democracia, del hilo constitucional y la atención a la grave crisis humanitaria
compleja. Desoyendo y criminalizando las voces contrarias, entre las que no
escapan, los propios sectores que identificándose con el chavismo critican
públicamente la gestión de Nicolás Maduro.
Lo que sucede en Venezuela no
es el imperialismo contra un gobierno legítimo de corte socialista. Es una ruta
constitucional y pacífica en la que el pueblo se aferra para restituir su
democracia. No queremos una intervención militar de fuerza, no queremos más
muertes y dolor, urgimos al mundo que no ignoren el clamor del pueblo
venezolano. Podemos parar una guerra, podemos parar una intervención de fuerza,
si unidos, todas las personas dentro y fuera de nuestras fronteras, levantan su
voz y, junto a nosotros, exigen que sea el pueblo, a través de elecciones
verdaderamente libres y democráticas, quienes deciden soberanamente sobre su
destino.
El
conflicto en Venezuela tiene hoy sólo 2 salidas: Una pacífica, restituyendo la
Constitución hoy vulnerada a través del cese del gobierno de facto y la
celebración de elecciones creíbles y libres. La otra es una salida de fuerza,
mediante la actuación de un sector del ejército venezolano contra la cúpula
gobernante o mediante la intervención armada de un ejército extranjero. De
todas las personas del mundo y su acción depende realizar la suficiente presión
para que la salida sea no violenta, inclusiva, con democracia y justicia como
la merece el pueblo venezolano y la humanidad entera. Queremos que sea nuestra voz y aspiraciones, y no las armas, quienes
finalmente decidan la suerte y el futuro de nuestro país. Pero para eso
necesitamos su ayuda.
Caracas, 10 de febrero de 2019
Atentamente, los activistas:
Alba Purroy
Alejandro Álvarez Iragorry
Alexis Ramirez
Alfredo Infante
Ángel Zambrano
Aura Scaramelli
Catalina Valera
Cristal Palacios
Cristóbal Plaza
Daniel Arzola
Daniel Certain
Douglas Gómez
Erick Lairet
Euglis Palma
Feliciano Reyna
Gracia Salazar
Israel Valera Perez
Juan Carlos La Rosa
Katiuska Camargo
Lexys Rendón
María Eugenia Redondo
María Fernanda Abzueta
Norkys J. Salcedo
Rafael Uzcátegui
Raúl Hurtado
Robzayda Marcos Vera
Rodolfo Montes de Oca
Rolanda Larez
Santiago Zapata
Seymar Liscano
William Requejo
Zoraida Pacheco
Alba Purroy
Alejandro Álvarez Iragorry
Alexis Ramirez
Alfredo Infante
Ángel Zambrano
Aura Scaramelli
Catalina Valera
Cristal Palacios
Cristóbal Plaza
Daniel Arzola
Daniel Certain
Douglas Gómez
Erick Lairet
Euglis Palma
Feliciano Reyna
Gracia Salazar
Israel Valera Perez
Juan Carlos La Rosa
Katiuska Camargo
Lexys Rendón
María Eugenia Redondo
María Fernanda Abzueta
Norkys J. Salcedo
Rafael Uzcátegui
Raúl Hurtado
Robzayda Marcos Vera
Rodolfo Montes de Oca
Rolanda Larez
Santiago Zapata
Seymar Liscano
William Requejo
Zoraida Pacheco
Organizaciones:
Acción Solidaria
Action for Solidarity
Asociación Civil Oportunidad
Centro de Justicia y Paz -Cepaz
Clima21 - Ambiente y Derechos Humanos
CODHEZ: Comisión para los Derechos Humanos del Estado Zulia
Conciencia Ciudadana A.C
Creemos Alianza Ciudadana
EXCUBITUS DHE
Instituto Mead de Venezuela A.C
Laboratorio Ciudadano de Noviolencia Activa
Laboratorio de Paz
LuchaNoViolentaEnVenezuela
Programa Venezolano de Educación-Acción en Derechos Humanos (Provea)
Proyecta Ciudadanía A.C
Psiquearte
RedOrgBaguta
Revista SIC del Centro Gumilla
Unión Vecinal para la Participación Ciudadana A.C
Wainjirrawa
Acción Solidaria
Action for Solidarity
Asociación Civil Oportunidad
Centro de Justicia y Paz -Cepaz
Clima21 - Ambiente y Derechos Humanos
CODHEZ: Comisión para los Derechos Humanos del Estado Zulia
Conciencia Ciudadana A.C
Creemos Alianza Ciudadana
EXCUBITUS DHE
Instituto Mead de Venezuela A.C
Laboratorio Ciudadano de Noviolencia Activa
Laboratorio de Paz
LuchaNoViolentaEnVenezuela
Programa Venezolano de Educación-Acción en Derechos Humanos (Provea)
Proyecta Ciudadanía A.C
Psiquearte
RedOrgBaguta
Revista SIC del Centro Gumilla
Unión Vecinal para la Participación Ciudadana A.C
Wainjirrawa
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