Pepe CArballa Taller A, Uruguay)
La ayuda mutua es inmanente, es aquí y ahora, es local y se desarrolla en otros territorios que no son estatales, potencia lo colectivo y singularmente a sus participantes. Nos permite la experiencia de vivir de otra manera, abriendo nuevos espacios de vida, explora otras formas de pensar y de búsquedas colectivas que renuevan el entusiasmo en la alegría de la experimentación y la creación. También es un formidable impuso a la auto-organización en la medida que potencia la energía de quienes participan.
Permite encontrar respuesta a los problemas inherentes a la vida, a las inquietudes espirituales y materiales sin reproducir las maneras y formas estatales que nos sujetan y modelan. Resolver nuestras necesidades, no desde el lugar de víctimas ni de carenciados, que nos vuelve a atar a las instituciones estatales, sino produciendo autónomamente respuestas a las necesidades cotidianas de alimentación, vivienda, salud, educación, producción. Ese es el gran desafío, pensarlo colectivamente desde las pequeñas experiencias territoriales, locales, e ir avanzando, de a poco, en el ejercicio autónomo de nuevas posibilidades de vida comunitaria.
La ayuda mutua es inmanente, es aquí y ahora, es local y se desarrolla en otros territorios que no son estatales, potencia lo colectivo y singularmente a sus participantes. Nos permite la experiencia de vivir de otra manera, abriendo nuevos espacios de vida, explora otras formas de pensar y de búsquedas colectivas que renuevan el entusiasmo en la alegría de la experimentación y la creación. También es un formidable impuso a la auto-organización en la medida que potencia la energía de quienes participan.
Permite encontrar respuesta a los problemas inherentes a la vida, a las inquietudes espirituales y materiales sin reproducir las maneras y formas estatales que nos sujetan y modelan. Resolver nuestras necesidades, no desde el lugar de víctimas ni de carenciados, que nos vuelve a atar a las instituciones estatales, sino produciendo autónomamente respuestas a las necesidades cotidianas de alimentación, vivienda, salud, educación, producción. Ese es el gran desafío, pensarlo colectivamente desde las pequeñas experiencias territoriales, locales, e ir avanzando, de a poco, en el ejercicio autónomo de nuevas posibilidades de vida comunitaria.
Ayuda mutua para salir de la domesticación y el paternalismo, para salir de la tristeza, para ser pensantes, para disentir, para perder el miedo, contra el pensamiento único, para poder crear. Para Kropotkin no hay dudas sobre su conveniencia “… la fuerza que ellos adquieren practicando la ayuda mutua y el apoyo mutuos, y también a tener conciencia del placer que se puede hallar en la vida social”.
Los diferentes no son los otros
Visualizamos
a los otros como diferentes a nosotros aunque ellos no nos ven así,
pues la diferencia es un concepto inventado por el pensamiento
occidental para neutralizar las luchas de las minorías étnicas y
sexuales e integrarlas a la sociedad de consumo. La lógica de la
diferencia solo existe en la cultura occidental, hace parte de lo que
llamamos agenda de los nuevos derechos, y aunque los emigrantes y
refugiados simulen compartir los valores hegemónicos de occidente en
realidad no creen en ellos y hasta nos pueden ver como “bárbaros” y
salvajes. La lógica de la diferencia funciona mientras el otro está
distante, cuando su proximidad se torna riesgosa entonces es cuando
aparece el racismo. Repensar entonces la máxima zapatista de un mundo
donde quepan todos los mundos que niega las hegemonia cultural.
¿Cómo relacionarlos entonces con ellos sin partir de los derechos humanos, que tanto se nombran y tanto faltan? ¿Cómo vincularnos sin caer en la lógica del asistencialismo y de la representación que termina negándolos? Es posible desde la ayuda mutua, desde nuestra experiencia y conceptualizaciones establecer vínculos que se abran a la vida y experiencias de los refugiados y emigrantes sin reproducir la forma estado y que reconozca también la dignidad de la vida de los otros y que permitan combatir el etnocentrismo, el racismo y los microfascismos que invaden como algo natural nuestra vida cotidiana.
Cuando los bárbaros están entre nosotros ¿o somos nosotros?
En la época de las dictaduras en A. Latina los exiliados recibían el apoyo de los estados y grupos sociales pero estaba muy lejos de la ayuda mutua pues era una ayuda en la lógica estatal y los latinoamericanos se cuidaban muy bien de no criticar o luchar contra el estado que los acogía y asistía. Claro muchos de ellos se preparaban para integrar los nuevos cuadros del ciclo de gobiernos progresisistas en América Latina que no cambiaron nada, que mantuvieron las formas de dominación y explotación del capitalismo global, siendo sus brazos ejecutores en sus respectivos países.
Hoy son nuevos bárbaros, refugiados y emigrantes, que no se parecen a nosotros, que vienen con otras culturas y religiones, los que están presionando las fronteras del mundo occidental. Sin embargo, es necesario deshacer el relato occidental, heredero del imperio romano, de que los bárbaros eran salvajes y sanguinarios, inferiores en su cultura. Fue la conquista militar de los bárbaros lo que posibilitó las bases del Estado moderno destruyendo formas de vida comunales y de ayuda mutua en las aldeas, con sus formas de propiedad comunitaria, con su justicia más cerca al derecho natural que el derecho romano.
La ayuda mutua puede ser hoy un potente instrumento ante la emergencia de los refugiados y migrantes que presionan las fronteras de Europa, que no son necesariamente incultos, sino que traen nuevas costumbres y nuevas visiones del mundo que, perseguidos por la miseria y sobre todo por las guerras, han decidido emigrar hacia Europa. Si los grupos humanos, desde las sociedades primitivas, lograron avanzar cooperando entre ellos; hoy desde el apoyo mutuo los refugiados y emigrantes, que escapan a situaciones ya no más soportables, podrán integrarse a nuevas realidades que ellos también participaran en su creación.
Sin duda, nuestro devenir será otro si logramos difundir las prácticas de ayuda mutua en detrimento de la ley del más fuerte y del poder estatal.
¿Cómo relacionarlos entonces con ellos sin partir de los derechos humanos, que tanto se nombran y tanto faltan? ¿Cómo vincularnos sin caer en la lógica del asistencialismo y de la representación que termina negándolos? Es posible desde la ayuda mutua, desde nuestra experiencia y conceptualizaciones establecer vínculos que se abran a la vida y experiencias de los refugiados y emigrantes sin reproducir la forma estado y que reconozca también la dignidad de la vida de los otros y que permitan combatir el etnocentrismo, el racismo y los microfascismos que invaden como algo natural nuestra vida cotidiana.
Cuando los bárbaros están entre nosotros ¿o somos nosotros?
En la época de las dictaduras en A. Latina los exiliados recibían el apoyo de los estados y grupos sociales pero estaba muy lejos de la ayuda mutua pues era una ayuda en la lógica estatal y los latinoamericanos se cuidaban muy bien de no criticar o luchar contra el estado que los acogía y asistía. Claro muchos de ellos se preparaban para integrar los nuevos cuadros del ciclo de gobiernos progresisistas en América Latina que no cambiaron nada, que mantuvieron las formas de dominación y explotación del capitalismo global, siendo sus brazos ejecutores en sus respectivos países.
Hoy son nuevos bárbaros, refugiados y emigrantes, que no se parecen a nosotros, que vienen con otras culturas y religiones, los que están presionando las fronteras del mundo occidental. Sin embargo, es necesario deshacer el relato occidental, heredero del imperio romano, de que los bárbaros eran salvajes y sanguinarios, inferiores en su cultura. Fue la conquista militar de los bárbaros lo que posibilitó las bases del Estado moderno destruyendo formas de vida comunales y de ayuda mutua en las aldeas, con sus formas de propiedad comunitaria, con su justicia más cerca al derecho natural que el derecho romano.
La ayuda mutua puede ser hoy un potente instrumento ante la emergencia de los refugiados y migrantes que presionan las fronteras de Europa, que no son necesariamente incultos, sino que traen nuevas costumbres y nuevas visiones del mundo que, perseguidos por la miseria y sobre todo por las guerras, han decidido emigrar hacia Europa. Si los grupos humanos, desde las sociedades primitivas, lograron avanzar cooperando entre ellos; hoy desde el apoyo mutuo los refugiados y emigrantes, que escapan a situaciones ya no más soportables, podrán integrarse a nuevas realidades que ellos también participaran en su creación.
Sin duda, nuestro devenir será otro si logramos difundir las prácticas de ayuda mutua en detrimento de la ley del más fuerte y del poder estatal.
Las
alianzas, contra la descomposición de la civilización occidental, son
entre los que quieren cambiar el estado de cosas, con los que están
insatisfechos con el capitalismo, y están dispuestos a transitar un
camino de ayuda mutua y autonomía, construyendo, así, colectivamente una
nueva ética, desde una convivencia que escape al moralismo normativo y
al individualismo atomizante de la cultura occidental.
Redes de solidaridad y apoyo mutuo
La pregunta que nos hacemos, en esta nueva situación de descomposición del mundo capitalista, cuando el egoísmo social no parece ser una ventaja, es: ¿porqué por medio de la ayuda mutua no buscamos el encuentro entre distintas realidades y culturas poniendo en discusión, al mismo tiempo, la cultura occidental que tantas catástrofes está produciendo en el planeta? No nos olvidemos que el occidente busca una solidez, que no tiene, construyendo un enemigo como el Islam y el fundamentalismo islámico, que ellos ayudaron a crear y crecer.
La solidaridad, muchas veces, en el pasado reciente y en el presente se ejerce desde la desigualdad enorme de las realidades de vida, para sacarse culpas y lavarse la conciencia, haciendo caridad y beneficencia que no cuestiona ni pregunta y que tiene la tendencia a representar a quienes se considera victimas.
Sabemos que el sistema ha aprendido a mercantilizar todos los aspectos de nuestra vida y nos preguntamos ¿no estará haciendo lo mismo con los refugiados y emigrantes y con nuestra solidaridad? Resulta claro entonces que no podemos ser consumistas compulsivos, ni trabajadores compulsivos ni tampoco solidarios compulsivos. Es necesario pensar el problema desde otro lugar que no sea el del pensamiento hegemónico, lejos de los estados, las iglesias y las oeneges, preguntarnos sobre lo que pasa y nos pasa, de manera, que con voluntad de cambio, ir construyendo otros caminos que no van ser perfectos, que van ha ser cambiantes y llenos de contradicciones y dudas, pero que van ser transitados desde una ética-política libertaria, actuando con mente abierta, con identidades no cerradas, sin verdades únicas, sabiendo que la convivencia, el mestizaje y el internacionalismo van de la mano y que estos espacios comunes de ayuda mutua pueden dar lugar al nacimiento de algo nuevo.
¿Cómo hacer converger el mundo que llevamos dentro con el mundo que vemos fuera cuando las presiones externas e internas son muy grandes y ante esa emergencia la ayuda mutua aparece como una ventaja conveniente? ¿Cómo unir las acciones concretas y cotidianas de apoyo a los migrante y de denuncia a las políticas excluyentes y racistas de los estados con la solidaridad internacionalista urgente con las experiencias revolucionarias y no estatales que se llevan adelante en Chiapas y Rojava, experiencias comunitarias de autogobierno sin estado, que alumbran otro mundo y que surgen en territorios fuera de los países centrales en un caso después de un alzamiento armado y en el otro en medio de la guerra?
Vemos en este periodo, con mucho interés y, como algo nuevo que en algunos países la solidaridad que brindan grupos locales libertarios a los refugiados y estos, al mismo tiempo, apoyan y participan en las luchas de esos grupos. En Europa se han construido redes de solidaridad y socorro desde abajo donde se apoya y recoge a los refugiados sin respetar las fronteras ni los muros que han levantado los estados. Han habido luchas en Estados Unidos con la participación de los extranjeros y los locales en defensa de la vivienda y contra los bancos o la del sindicato de servicios por el aumento del salario mínimo donde emigrantes y nativos participan juntos desde el apoyo mutuo y la solidaridad. El ejemplo de los emigrados kurdos que reciben el apoyo y la solidaridad de los colectivos libertarios y ellos participan en las luchas locales.
Establecer redes no jerárquicas de apoyo mutuo con refugiados y migrantes es ya una manera de enfrentar o al menos resistir el poder del capitalismo que absorbe y normaliza.
[Versión resumida de texto más extenso disponible en https://www.facebook.com/notes/taller-a-infos-uruguay/ayuda-mutua-contra-la-barbarie-capitalista/10153396038195662.]
Redes de solidaridad y apoyo mutuo
La pregunta que nos hacemos, en esta nueva situación de descomposición del mundo capitalista, cuando el egoísmo social no parece ser una ventaja, es: ¿porqué por medio de la ayuda mutua no buscamos el encuentro entre distintas realidades y culturas poniendo en discusión, al mismo tiempo, la cultura occidental que tantas catástrofes está produciendo en el planeta? No nos olvidemos que el occidente busca una solidez, que no tiene, construyendo un enemigo como el Islam y el fundamentalismo islámico, que ellos ayudaron a crear y crecer.
La solidaridad, muchas veces, en el pasado reciente y en el presente se ejerce desde la desigualdad enorme de las realidades de vida, para sacarse culpas y lavarse la conciencia, haciendo caridad y beneficencia que no cuestiona ni pregunta y que tiene la tendencia a representar a quienes se considera victimas.
Sabemos que el sistema ha aprendido a mercantilizar todos los aspectos de nuestra vida y nos preguntamos ¿no estará haciendo lo mismo con los refugiados y emigrantes y con nuestra solidaridad? Resulta claro entonces que no podemos ser consumistas compulsivos, ni trabajadores compulsivos ni tampoco solidarios compulsivos. Es necesario pensar el problema desde otro lugar que no sea el del pensamiento hegemónico, lejos de los estados, las iglesias y las oeneges, preguntarnos sobre lo que pasa y nos pasa, de manera, que con voluntad de cambio, ir construyendo otros caminos que no van ser perfectos, que van ha ser cambiantes y llenos de contradicciones y dudas, pero que van ser transitados desde una ética-política libertaria, actuando con mente abierta, con identidades no cerradas, sin verdades únicas, sabiendo que la convivencia, el mestizaje y el internacionalismo van de la mano y que estos espacios comunes de ayuda mutua pueden dar lugar al nacimiento de algo nuevo.
¿Cómo hacer converger el mundo que llevamos dentro con el mundo que vemos fuera cuando las presiones externas e internas son muy grandes y ante esa emergencia la ayuda mutua aparece como una ventaja conveniente? ¿Cómo unir las acciones concretas y cotidianas de apoyo a los migrante y de denuncia a las políticas excluyentes y racistas de los estados con la solidaridad internacionalista urgente con las experiencias revolucionarias y no estatales que se llevan adelante en Chiapas y Rojava, experiencias comunitarias de autogobierno sin estado, que alumbran otro mundo y que surgen en territorios fuera de los países centrales en un caso después de un alzamiento armado y en el otro en medio de la guerra?
Vemos en este periodo, con mucho interés y, como algo nuevo que en algunos países la solidaridad que brindan grupos locales libertarios a los refugiados y estos, al mismo tiempo, apoyan y participan en las luchas de esos grupos. En Europa se han construido redes de solidaridad y socorro desde abajo donde se apoya y recoge a los refugiados sin respetar las fronteras ni los muros que han levantado los estados. Han habido luchas en Estados Unidos con la participación de los extranjeros y los locales en defensa de la vivienda y contra los bancos o la del sindicato de servicios por el aumento del salario mínimo donde emigrantes y nativos participan juntos desde el apoyo mutuo y la solidaridad. El ejemplo de los emigrados kurdos que reciben el apoyo y la solidaridad de los colectivos libertarios y ellos participan en las luchas locales.
Establecer redes no jerárquicas de apoyo mutuo con refugiados y migrantes es ya una manera de enfrentar o al menos resistir el poder del capitalismo que absorbe y normaliza.
[Versión resumida de texto más extenso disponible en https://www.facebook.com/notes/taller-a-infos-uruguay/ayuda-mutua-contra-la-barbarie-capitalista/10153396038195662.]
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