Marino Alvarado
Desde tiempos de Hugo Chávez se convirtió en política de Estado ocultar información que es pública en casi todos los países. Maduro profundizó dicha conducta estatal y adicionalmente le agregó la mentira. No informar para ocultar fracasos y favorecer la corrupción. Y cuando se divulgan algunas cifras, con frecuencia son totalmente falsas.
Durante el mandato de Chávez el gobierno comenzó a ocultar las cifras sobre homicidios. La incompetencia para garantizar una política adecuada de seguridad ciudadana los condujo a buscar la fórmula fácil: guardar el secreto y no informar cuantas personas eran asesinadas por hechos de violencia.
Desde tiempos de Hugo Chávez se convirtió en política de Estado ocultar información que es pública en casi todos los países. Maduro profundizó dicha conducta estatal y adicionalmente le agregó la mentira. No informar para ocultar fracasos y favorecer la corrupción. Y cuando se divulgan algunas cifras, con frecuencia son totalmente falsas.
Durante el mandato de Chávez el gobierno comenzó a ocultar las cifras sobre homicidios. La incompetencia para garantizar una política adecuada de seguridad ciudadana los condujo a buscar la fórmula fácil: guardar el secreto y no informar cuantas personas eran asesinadas por hechos de violencia.
En 2013 cuando en solo un semestre la pobreza se incrementó 6 puntos, dejaron de informar cifras. En 2015 el director del Instituto Nacional de Estadísticas se atrevió a dar cifras donde claramente se reflejaba un aumento importante de la miseria y poco después se le sustituyó. Desde el 2015 no hay una sola cifra emanada por este instituto en materia de pobreza.
Cuando el Sistema de Vigilancia Epidemiológica, que es el seguimiento continuo de eventos de salud de forma semanal, incrementó los alarmantes resultados de la propagación de múltiples enfermedades, convirtieron casi en delito la publicación de cifras. Se amenazó con despido y en ocasiones con cárcel a quien difundiera datos.
Silencio en el ministerio
Se dejó de dar a conocer las Memoria y Cuenta que por ley deben publicar los ministerios. De esta manera no se sabe qué se planifica, qué tanto se cumple lo planificado y cuántos recursos y como se invierten. Los corruptos tienen el escenario perfecto para desviar los recursos públicos para fines particulares.
No se publicó más la cifra de inflación mensual y otros datos en materia económica.
Como toda dictadura, la de Maduro gusta del secreto y el ocultamiento de información. La gestión pública transparente le produce alergia a los dictadores. Construyen las condiciones perfectas para evitar la contraloría de la ciudadanía y realizar todas las fechorías posibles.
La de Maduro además oculta en fracaso total del llamado Plan de la Patria. Una oferta de desarrollo económico y social que produjo resultados totalmente contrarios. Se destruyó la economía y se desmejoró a niveles alarmantes las condiciones de vida de la población.
Al final, la mentira
Además de no informar, la otra manera de ocultar la realidad es mentir. Así tenemos que el Ministerio de Educación informa de crecimiento de la matricula cuando en todo el país se reporta ausencia de estudiantes porque han sido parte de la migración forzada o no asisten a clases por hambre o falta de transporte público
El ministro de Vivienda insiste en la construcción de miles de viviendas nuevas, cuando ni siquiera terminan las obras pendientes en Caracas y en momentos en que las empresas que deben suministrar insumos están cerradas o en mínima producción y los sindicatos denuncian incremento significativo del desempleo en el sector construcción.
El secreto y la mentira es la combinación que la dictadura usa para ocultar su fracaso y facilitar todos los negocios y corruptelas de muchos funcionarios públicos. Como no hay mal que dure cien años, una de las tareas pendientes en el proceso de reconstruir el país, su economía y la institucionalidad democrática, será dar a conocer lo que la cúpula gobernante ocultó e iniciar una gestión pública que facilite la contraloría social.
[Tomado de http://efectococuyo.com/opinion/el-secreto-como-politica-de-estado.]
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