Periódico
Solidaridad Obrera
Tristemente
y de forma habitual esas macabras noticias nos martillean. Los noticieros las
traen y las reparten como aquel que se ha rendido a esta espantosa realidad.
Hay semanas que hasta tres o cuatro mujeres han sido asesinadas a manos de sus
parejas, sus ex parejas o de cualquier asesino que se cruzara en su camino. Muy
de tanto en tanto ocurre al revés y es la mujer la que mata al marido.
La respuesta de la sociedad es siempre la misma: concentración de repulsa en las puertas de los ayuntamientos correspondientes y alguna lagrimita, la típica cara de pena durante cinco minutos y a otra cosa mariposa. Y en los últimos meses aún ha empeorado más el grave problema social:han entrado en juego los niños. Padres que los asesinan pensando que así hacen más daño a la que fue su pareja, madres que se tiran por el balcón con la criatura en brazos «así le evito el sufrimiento futuro si me lo llevo por delante». Y entonces aparecen los voceros de los diarios, los psiquiatras, psicólogos y toda esa caterva de parásitos, que no sirven para casi nada, pero dan su opinión con total desfachatez y desparpajo. La solución que encuentran las susodichas eminencias es siempre la misma: que se enseñe a los niños y niñas en la escuela para que en el futuro no sean maltratadores. La escuela siempre es la panacea que resolverá todos los males.
La respuesta de la sociedad es siempre la misma: concentración de repulsa en las puertas de los ayuntamientos correspondientes y alguna lagrimita, la típica cara de pena durante cinco minutos y a otra cosa mariposa. Y en los últimos meses aún ha empeorado más el grave problema social:han entrado en juego los niños. Padres que los asesinan pensando que así hacen más daño a la que fue su pareja, madres que se tiran por el balcón con la criatura en brazos «así le evito el sufrimiento futuro si me lo llevo por delante». Y entonces aparecen los voceros de los diarios, los psiquiatras, psicólogos y toda esa caterva de parásitos, que no sirven para casi nada, pero dan su opinión con total desfachatez y desparpajo. La solución que encuentran las susodichas eminencias es siempre la misma: que se enseñe a los niños y niñas en la escuela para que en el futuro no sean maltratadores. La escuela siempre es la panacea que resolverá todos los males.
En
los últimos años la situación ha ido dando tumbos de uno a otro lado. Primero
se veía como algo normal, luego se decía es que si tiene celos es porque la
quiere mucho y muchas mujeres los asumían sin deparar en las consecuencias
posteriores.Se empezó a reclamar el endurecimiento de las penas, pues siempre
se encontraban atenuantes para evitar el talego. El tiempo ha seguido pasando,
se han llenado las cárceles de maltratadores, las mentes preclaras han diseñado
cursillos para arreglarles el cerebro, se han destinado miles de policías a
proteger a las presuntas víctimas, las cuales llevan una vida de infierno, sin
poder divertirse solas, siempre mirando a todos lados por si aparece el asesino.
Los juzgados especializados en el tema siguen desbordados de expedientes y sin
que nada lo arregle. Todo para comprobar que año tras año la lista macabra de
asesinadas supera a la del año anterior.
¿Y
en qué lugar queda la familia, donde los comportamientos machistas siguen
existiendo? ¿Qué papel desempeñan las cadenas de televisión en sus series, películas
y demás productos? ¿Siguen repitiendo al fuerte machito que aniquila a todos a
golpes y dispara miles de balas sin que ninguna toque al «prota»?
Y
andando, andando llegamos al asombroso mundo de Youtube y demás productos con
sus millones de videoclips musicales. ¿Esos canales qué? ¿No pertenecen a la
sociedad? ¿Son alienígenas? ¿Viven en otro mundo? En ellos los adolescentes en
el momento cumbre de su despertar sexual, cuando están formando su personalidad
y su forma de comportarse con sus semejantes, reciben millones de mensajes
todos cortados por el mismo patrón: el guaperas de turno siempre con «chupas»
de cuero, pantalones ceñidos marcando paquete, camisetas, las correspondientes
cadenas al cuello, los tupés o su gorrita rapera y su imagen de «macho-man».
Las chicas maquilladas enormemente, en lencería o semidesnudas. El machito
normalmente rodeado de tres o cuatro chicas, con movimientos sensuales adorando
al hombre y con la única función de mostrarse complacientes en el videoclip.
Ese producto lo consumen los adolescentes, lo asimilan y adquiere normalidad, pues
tampoco lo pueden debatir con alguien que les muestre otro punto de vista.
Desde
el año 2003 que comenzaron las estadísticas, las muertes por violencia de género
llegan a 971. En este año 2018 la palma se la lleva el mes de septiembre con
nueve muertes, seguido de julio y agosto con seis muertes. Es curioso que en los
meses de vacaciones aumenten los asesinatos, es como si al tener más tiempo
libre explotara todo ese odio acumulado. Se ha puesto en marcha el teléfono
016, con la curiosidad de no dejar rastro en la factura telefónica. En
Barcelona funciona también el SAH, servicio de atención a hombres. Este
servicio acoge a hombres que ejercen la violencia machista, y que habiendo
reconocido que tienen un problema, hacen prácticas para mejorar su relación de
pareja. La mitad de los inscritos abandonan a la mitad del curso siendo la
media de edad de 40 años. También hay una parte de la sociedad que dice
desconocer que su comportamiento violento es violencia machista.
Falta
mucho camino por recorrer para conseguir que ésas miles de víctimas potenciales
puedan salir del infierno en que se ha convertido su vida diaria. Cambiar de
barrio, de trabajo, escondiéndose en pisos protegidos para uir del agresor. Varias
películas en los últimos tiempos han abordado la temática. En ellas se ve cómo
de ese amor absorbente se camina al inicio de las humillaciones, la negación de
la personalidad y de ahí a los maltratos, golpes y finalmente a arrebatar la
vida a la víctima aterrorizada a la que nadie ayudó y casi nadie creyó.
[Publicado originalmente en el periódico
Solidaridad Obrera # 372, Barcelona,
diciembre 2018.]
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