Humberto Decarli
El
problema de la corrupción venezolana es ancestral. Forma parte de la historia
nacional y es palmariamente estructural. El Estado venezolano nació de la forma
más violenta imaginable por la iniciativa castrense de cobrar
sus servicios prestados para el logro de la secesión del imperio español.
Emergió de la arbitrariedad y de caudillos representativos del alma nacional
sin existir institucionalidad alguna.
La
marca de fábrica de la nación es la intolerancia y la violencia como fórmulas
de funcionamiento. Ello implica dos rasgos esenciales para entender al país: la
inexistencia de organismos eficaces para sancionar a los delitos contra la cosa
pública, vale decir, no haber ninguna clase de contrapeso por la concentración
de poder y la obvia impunidad generada por esa dinámica perversa. Estas
consecuencias han persistido en el tiempo y en el presente con una intensidad
inconmensurable.
El
texto de Inés Quintero y un grupo de licenciados en historia de la Universidad
Central de Venezuela, intitulado Más allá
de la guerra, es una clave para poder comprender a la nación porque trata
lo acontecido acá en el plano de la sociedad civil, la iglesia, los tribunales
y los centros educativos en los años del combate por la independencia, entre
1810 y 1830. En esa obra se describe los juicios de los esclavos al servicio de
los dos bandos enfrentados con la promesa de libertad a posteriori. Pero una vez concluida la confrontación le
correspondía al débil probar su participación en ella y obviamente era
imposible o muy difícil la evidencia y debía continuar en su situación de
esclavitud. Ese devenir retrataba el estilo del aparato judicial al servicio de
la situación, presagiando cómo iba a funcionar las instituciones en Venezuela.
Período posterior a
la independencia durante el siglo diecinueve
Venezuela
se vio arruinada por la guerra de independencia y después por la guerra federal
y ello incidió en gobernantes de mano dura sin disciplina fiscal y disponiendo
a su antojo de los bienes públicos, endeudándose infinitamente. Todos esos
regímenes fueron de la misma catadura, en especial los liderados por los
caudillos José Antonio Páez, los Monagas y Guzmán Blanco.
Inicios del siglo
veinte
Con
la llegada al poder de los andinos en 1899 se instauró un régimen autocrático
en el país. Primero con Cipriano Castro hasta el año 1908 y luego Juan Vicente
Gómez hasta 1935 cuando falleció. Fue una noche oscura donde se despilfarró dos
bonanzas económicas, la de 1918 por la subida de los precios del café y el
cacao por su escasez en el mercado internacional ocasionada por la Gran Guerra;
y la de 1926 por la exportación del petróleo como fuente energética.
Ambas
oportunidades se perdieron porque, entre otras razones, la corrupción del
gomecismo fue espantosa. Esta circunstancia determinó la pérdida de esas
ocasiones para saltos cualitativos desde el punto de vista económico. El
peculado y demás hechos punibles contra la cosa pública eran una praxis normal
en el desenvolvimiento gubernamental. Era un ejercicio o desempeño del poder
con este flagelo incorporado prácticamente a su devenir.
El
perezjimenismo fue una dictadura cruel con las mismas características de sus
predecesores, esto es, una gestión arbitraria sin control alguno que
determinaba efectuar desfalcos en el presupuesto nacional. Fue tal la situación
que es conocida la anécdota de la maleta olvidada llena de dinero cuando el
tirano hacía mutis del país por su derrocamiento.
El puntofijismo
El
pacto de Nueva York llevado a cabo entre los líderes populistas venezolano fue
en esta materia lo mismo que los anteriores. El contubernio entre los partidos
y la ausencia de un poder judicial autónomo, incidieron en el incremento de la
inmoralidad administrativa llevada a cabo por sus distintas administraciones.
Numerosos
escándalos dibujaron la dinámica de la descomposición. Casos como el de la
venta del hotel Tamanaco, las graves irregularidades del banco de los
trabajadores, las maniobras financieras de C.A. Pérez en Nicaragua que al final
determinó su defenestración, el Sierra Nevada en el primer gobierno del oriundo
de Rubio, el de Recadi en las gestiones de Luis Herrera Campins y Jaime
Lusinchi, el de los jeeps durante la de este último, la venta con un alto
sobreprecio de los F-84 adquiridos en 1984, las nunca aclaradas denuncias de
Luis Piñerúa Ordaz sobre los bandidos negociantes con el gobierno, los
ministros de la defensa enjuiciados idos al exterior, los variados funcionarios
de la gestión de Luis Herrera Campins que esperaron la prescripción de sus
delitos para luego regresar como si nada y sería innumerable el cúmulo de
situaciones cumplidas por el populismo iniciado en 1958 cuya dialéctica se
basaba en la impunidad.
Durante
este período las prácticas envilecidas se acentuaron durante las bonanzas
financieras de 1974 y 1983, cuando se produjeron los espectaculares ascensos en
los precios petroleros. Era obvio, había más dinero para asaltar y habían
democratizado plenamente estas aberraciones.
El desbordamiento
chavista
La
experiencia comenzada en 1999 ha roto todos los récords de corrupción. Una de
los estandartes de la campaña electoral de 1998 del candidato Chávez fue el
ataque a este flagelo desarrollado por el puntofijismo. Sin embargo, una vez
instalado y profundizado el militarismo y el autoritarismo, se potenció la
ausencia de controles dando rienda suelta al manejo administrativo deshonesto.
Domingo Alberto Rangel decía que el chavismo repetía el fenómeno adeco porque
la mayoría de sus dirigentes vivían en el oeste caraqueño y después de estar en
el gobierno se mudaron hacia el este. Ese mismo recorrido lo cumplieron los
militares, civiles y empresarios socios chavistas de este abyecto operar.
Consecuencias de los
procesos penales de loschavistas en el exterior.
Los
juicios ocurridos en Estados Unidos y en Europa contra activistas
gubernamentales del chavomadurismo eran ampliamente acá conocidos y solo con la
estridencia de los últimos procesos es cuando la fiscalía venezolana actúa para
solicitar la extradición de los involucrados. Las razones del desorden
administrativo residen en la carencia de elementos disciplinarios sobre la
actuación del funcionario quien actúa con total discrecionalidad generando un
caos prefijado. Asimismo, la opacidad en las estadísticas de los organismos
estatales causa una ausencia de conocimiento de las políticas públicas con lo
cual no se puede apreciar el comportamiento de los entes del aparato de
dominación. Esta oscurana influye notablemente en esta praxis contraria a
derecho, repitiendo el esquema cubano en este sentido.
Las
experiencias del Plan Bolívar 2000, el desastre de PDVAL con la descomposición
de alimentos por una importación masiva sin planificación alguna donde privaba
el cobro de comisiones, la partición del presupuesto para reservar al presidente
uno paralelo dispuesto a voluntad, la no participación de la Defensoría del
Pueblo, la Contraloría Nacional y la Fiscalía del Ministerio Público en estos
procesos tan riesgosos, fue la diadema para dar rienda suelta a desorden
fiscal, la impunidad otorgada por los tribunales a quienes eran sujetos activos
de delitos y muchísimos otros factores incidentes en coadyuvar en un aberrante
desenvolvimiento de la gestión oficial.
Se
comenzó a hablar de boliburgueses y bolichicos, expresiones empleadas para
calificar a los grupos beneficiados por estos movimientos inmorales. Gracias a
los juicios en el exterior es que se ha confirmado la verdadera situación
interna porque de lo contrario nunca se hubiera conocido en detalles como ahora
se sabe.
El
diferencial cambiario con varios tipos de convertibilidad fue una fuente o un
imán para la especulación, el soborno, el peculado y la malversación. Ya
durante las gestiones de Lusinchi y Luis Herrera, con el instrumento denominado
Recadi se efectuaron verdaderos asaltos al patrimonio nacional. Con el chavismo
desde el control de cambios de 2003 se perfeccionaron con diversos cognomentos:
Cencoex, Dicom,Sicad, subastas permitidas.Y el resultado fue una ingente
extracción de divisas depositadas o transferidas a paraísos fiscales, muchos de
los cuales son cerrados y no brindan colaboración a ninguna autoridad.
Un
informe de la Asamblea Nacional sitúa en más de 400 mil millones de dólares lo
sustraído del tesoro nacional por parte de este enjambre de personeros
gubernamentales. Con una suma de esa magnitud se hubiese reducido la deuda
social, se habrían evitado miles de muertes por falta de medicinas y alimentos,
se debió haber invertido en el sector productivo y tecnológico, científico y
agrícola para paliar las carencias de calorías y proteínas del venezolano medio
cuya talla lógicamente se ha reducido. Es realmente una tragedia lo acontecido
en el país delante de todo el mundo.
Colofón
El
problema de la corrupción es eminentemente estructural heredado de un pasado
ominoso iniciado desde 1830 y potenciado por todos los gobiernos hasta el
presente. La esencia de este fenómeno radica en el poder que en América Latina
ha dado para todo. Y no importa que sea un gobierno de izquierda o de derecha
porque igual da. Si no, habría que preguntarse por qué Lula, izquierdista
confeso, Kuchisnki, de derecha o los Kirchner, populistas, Peña Nieto con el
sempiterno PRI, hayan actuado de la misma forma. Es la toxicidad del poder que
manifiesta su propia naturaleza haciendo abstracción de quién lo detente. No
hay totalitarismo o corrupción buena o mala sino las consecuencias de una
relación social perversa que permita a un grupúsculo dominar a toda la sociedad.
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