Humberto Decarli
El
11 de noviembre se cumplió cien años del armisticio que dio por terminada la
primera guerra mundial. Hubo el acuerdo para someter a los perdedores, Alemania
entre ellos, a condiciones muy difíciles que comprometían el futuro tedesco y
desaparecía el Imperio Austro-Húngaro. El tratado de Versalles fue la
culminación de la rendición teutona incluyendo pesados gravámenes económicos,
financieros y políticos y la pérdida de los territorios de Alsacia y Lorena,
conquistado en la guerra franco-prusiana en 1870, un año antes de los episodios
de la Comuna.
Fueron
más de cuatro años de matanzas entre los pueblos europeos gracias al intento de
expansión de los alemanes, italianos y los austro-húngaros. Guerra
inmisericorde, de trincheras y de posiciones relativamente estáticas sin un
claro triunfador. Entre 1914 y 1918 se labró el hito que dio comienzo a la
pérdida de la idea de progreso. John Maynard Keynes había pronosticado la
ineluctable solución de los problemas de la humanidad y auguraba un futuro
brillante por la expansión industrial pero lamentablemente no fue así. Él mismo
hubo de abdicar a la representación británica en Versalles por considerar muy fuertes
las imposiciones a Alemania que presagiaban un revanchismo lamentablemente
cumplido por Adolfo Hitler. Sigmund Freud también afirmó que esta horrenda
conflagración dio por sentado la imposibilidad de llevar a un feliz
desenvolvimiento a la humanidad.
La espita provocadora
El
asesinato del archiduque Francisco Fernando de Austria en Sarajevo, la capital
de la provincia de Bosnia-Herzegovina, por parte del nacionalista GavriloPrincip, fue el subterfugio para dar rienda suelta a
los aires belicista aunque fue exclusivamente la gota desbordadora de tantas
pasiones.
Por
un lado se alinearon en la Triple Entente, formada por el Reino Unido, Francia
y Rusia; y la Triple Alianza por el otro, integrado por Alemania, el imperio
Austro-Húngaro e Italia, posteriormente integrada al otro bando, Bulgaria y el
imperio otomano. La expansión del complejo militar industrial fue la salida a
la crisis económica reinante en uno de los ciclos críticos del capitalismo. El
humanismo se perdió para incursionar en la confrontación en el viejo
continente.
El
canciller germano Bismarck junto a generales Ludendoff y Von Hindelburg,
tomaron la iniciativa y declararon la guerra a sus contrapartes, quienes no
dudaron en responder en la misma proporción. El centro norte y el este europeos
fueron testigos de la muerte en todas sus formas.
Causas de esta
conmoción
Existen
varios motivos para haber ocurrido este enfrentamiento global porque su
escenario fue Europa pero hubo la participación de Estados Unidos, Japón y
países suramericanos. En el viejo continente había una rivalidad entre los
imperialismos dominantes, expresada en varias circunstancias generadoras de esa
confrontación.
El
colonialismo en África fue desigual. El Reino Unido, Francia y Bélgica sacaron
mayor provecho a la explotación de esos territorios. Alemania e Italia se
sintieron desplazados. Igualmente había un sentimiento antialemán por parte de
Francia secuela de la derrota en la guerra franco prusiana. Esa misma postura
la tenían los ingleses así como los rusos predicaban un paneslavismo y por esa
consideración apoyaron a los pueblos balcánicos de su misma etnia, idioma y
religión y además, no querían permitir
la línea ferroviaria entre Berlín y Bagdad.
De
igual manera, los intereses industriales y financieros entre el Reino Unido y
Francia frente a los alemanes estimularon los aires de guerra. Los productos
industriales alemanes estaban compitiendo favorablemente en toda Europa en
detrimento de los galos y los británicos.
El horror de la
violencia
Las
trincheras fueron testimonio de las matanzas indiscriminadas entre los
ejércitos rivales con una enorme cantidad de bajas sin un ganador en lo
inmediato entre marchas y contramarchas con estela de muertos, heridos y
prisioneros. En el Somme, Marne y Verdún se produjo una espantosa carnicería
sin control de nadie. Británicos, franceses y alemanes se trenzaron en un combate
inacabable y harto cruento, con los desastrosos resultados humanos ya
conocidos. Hasta hubo el empleo de gases y armas químicas como instrumentos de
destrucción. Las nuevas armas como las piezas nuevas de artillería, los tanques
de guerra, los buques y submarinos avanzados así como los aviones y las
ametralladoras, fueron protagonistas de esta manifestación de muerte.
Alemania
se enfrentó al Reino Unido y Francia en Bélgica y atacó a Rusia en su avance
hacia el este. Los partidos conservadores en cada nación se dieron a la tarea
de aprobar en los presupuestos nacionales el ingente gasto de guerra así como
la socialdemocracia lo hizo de la misma manera. La izquierda fue pacifista y en
los parlamentos se negó a dar su voto para esta horripilante confrontación.
Los
espartaquistas fueron masacrados en Alemania y la brillante dirigencia de Rosa
Luxemburgo, Clara Zetkin y Carlos Liebknecht
fueron víctimas de la represión llevada a cabo por las fuerzas armadas
teutonas. La derrota rusa en el oriente europeo desmoralizó a su ejército y se
generó una coyuntura en la cual emergió la revolución bolchevique. Por tal
razón Alemania permitió el tránsito de Lenin por su territorio vía Rusia para
incentivar la descomposición del régimen zarista. Asimismo, los bolcheviques
firmaron la paz de Brest-Litov con Alemania para ganar tiempo en su emergencia
como fuerza nueva en Moscú.
Luego
de años de luto la intervención americana claramente inclinó la balanza hacia
los británicos y franceses y generó la conclusión del conflicto finalizado por
el tratado de Versalles, considerado como un diferimiento resuelto veinte años
después con el nacimiento del gobierno nazi. Domingo Alberto Rangel, en su
biografía de Alberto Adriani, comentaba el aprendizaje de ese brillante
economista al estar presente como observador en las negociaciones efectuadas en
la vecina ciudad de París, Versalles, y vio la conducta de Keynes quien señaló
las debilidades de ese avenimiento impuesto por lo excesivo de las obligaciones
generadas a Alemania y prefirió
renunciar antes que suscribirlo.
Consecuencias
La
Gran Guerra, como también se le conoció, al finalizar generó secuelas
impredecibles, Primero, Rusia experimentó la revolución bolchevique luego del
derrocamiento del zar Nicolás Romanov y de la renuncia de Kerensky, un socialista
revolucionario moderado. El fracaso del ejército zarista al demostrar incapacidad
para contener a los teutones creó las condiciones para su desmoralización y la
necesidad de un cambio de rumbo concluido con la salida del zar.
Segundo,
iba a desaparecer el imperio Austro-Húngaro, un Estado nacional formado por las
dos potencias del centro de Europa, con territorios hacia el este y en los
Balcanes. Se extinguió tal formación política causando la separación de Hungría
de Austria y el surgimiento de los Eslavos del sur, estructura previa a la
posterior Yugoslavia, el Reino de Serbios, Croatas y Eslovenos. Asimismo, Bulgaria
quedó abatida.
Tercero,
Alsacia y Lorena volvieron a la soberanía francesa. Cuarto, la ebullición
económica, política y social se adueñó de la península ibérica, presagiando la
guerra ulterior española entre 1936 y 1939. Quinto, se creó la Sociedad de las
Naciones, con vida efímera pero constituyó el precedente de las actuales
Naciones Unidas. Sexto, el imperio otomano se derrumba y la alianza anglo
francesa se adueña del Oriente Próximo y se reparten el territorio en el
posterior tratado Sikes-Picott.
La
ausencia de regulación macroeconómica internacional ocasionó la retaliación
alemana, resuelta después de segunda guerra con la fundación en Occidente de
los organismos derivados del acuerdo de Bretton Wood, el Fondo Monetario
Internacional y el Banco Mundial, y a
posteriori, la Organización Mundial de Comercio. Asimismo, en la posguerra se
estableció en Europa el Estado del Bienestar o Welfarestate, creando la
seguridad social, mejores remuneraciones y consideración especial a los
trabajadores para impedir conflictos. No haber atacado la crisis económica y
social europea fue la razón de una nueva confrontación.
Valoración de la Gran
Guerra
Esta
espantosa expresión bélica demostró el impulso tanático de los seres humanos
negador de la idea de progreso.La expansión de los bienes y servicios no estuvo
al servicio de la sociedad sino de minorías usufructuadoras de esa
rentabilidad. La idea de mejoras de la calidad de vida gracias al desarrollo de
la industria en ese momento, no se materializó.
Fue
un combate entre oligarquías de diferentes países como lo ilustró el egregio
director de cine Stanley Kubrick en su filme Patrulla Infernal o Senderos de
Gloria, culminado en el diálogo entre un coronel y oficial subalterno. Este último
murmuró una frase de Samuel Johnson, “la patria es el lugar de los canallas”,
cambiado por el guionista Arthur C. Clark, por “la patria es el lugar de los
imbéciles”. El nacionalismo es el lugar común de las ideologías reaccionarias.
Recientemente el poeta Rafael Cadenas al recibir el premio “Reina Sofía” de
poesía dijo, en el discurso de recepción del mismo, que los nacionalismos
generan odios. Es el patrioterismo ramplón propio del racismo.
Es
un episodio depresivo provocado por élites políticas dominantes en distintas
naciones, quienes a fin de cuentas pueden negociar y alcanzar acuerdos entre
ellos. Mientras tanto, los muertos lo pone la gente obligada por la
conscripción militar o el fanatismo en un sacrificio para beneficiara las cúpulas y sanedrines.
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