Vladimir Aguilar y Eduardo Molina
La severa crisis por la que atraviesa Venezuela ocurre porque ni el petróleo es oro ni el oro es el patrón del valor del dólar, desde agosto de 1971 cuando Richard Nixon se vio obligado a constatar la realidad existente, luego de la incesante impresión de billetes ficticios para financiar la guerra de Vietnam. El presidente Nicolás Maduro tampoco ha entendido que el valor de las divisas y las monedas nacionales son resultados de dos elementos fundamentales que no controla ni tiene a su favor, a saber: el peso específico del Producto Interno Bruto (PIB) nacional en el mercado mundial junto a su inserción colonial primario exportadora en el régimen global de la división internacional del trabajo y la calificación del riesgo país que las agencias globales calculan a discreción en función de criterios ideológicos y propagandísticos.
El gobierno venezolano no discierne que la Organización Mundial de Comercio (OMC) absorbió a los países ex soviéticos y a la misma China y que las leyes del mercado como apariencia junto a la ley del valor transmutada por la financiarización de la economía mundial, son las que rigen los pesos específicos de las economías nacionales y no los inventos metafóricos ideados en las noches de inspiración contraimperial. Al final del recorrido, la corrupción como forma de acumulación de ganancias en un país como Venezuela lo devora todo para resolver los asuntos personales, y los créditos que postergan la hecatombe a un nivel superior dan paso al desvelo de la realidad cruda y descarnada.
Resultado de lo anterior, el ejecutivo nacional se ve obligado a subir los impuestos directos que gravan a la renta del trabajo que ya están en una situación de postguerra y termina de darle el hachazo a las antiguas capas medias hoy precarizadas, que al negarse éstas a adquirir el carnet del partido del gobierno al decir no al sometimiento ideológico totalitario, tendrán que pagar la gasolina a precio de mercado internacional. Este paquetazo rojo encubierto se pudiera haber neutralizado con un gobierno de concentración nacional que garantizara la confianza y la seguridad jurídica de las inversiones, a objeto de reactivar y desarrollar el aparato productivo como única fuente de valor real, y por tanto como única solución posible, al mismo tiempo que se implementa un plan social general para amortiguar las consecuencias sociales de medidas de esta naturaleza hacia sectores más vulnerables.
Venezuela no necesita un gobierno entregado al Fondo Monetario Internacional (FMI) para aplicar sus recetas neoliberales pero tampoco uno “rojo” que lo aplique de manera encubierta y sin el consenso suficiente que garantice la estabilidad que necesita el país. En la actualidad, la única certeza que tenemos es que esta reconversión económica y transfiguración política es más extractivista y dependiente de la sobreexplotación del combustible fósil, con una moneda anclada a un petro que a su vez descansa de manera ficticia en barriles de petroleo y que seguramente traerá consigo mayor dependencia en un rentismo petrolero que cada día se pretende como superado en el discurso oficial.
La utilización de las reservas fósiles existentes en el país como condición para el sostenimiento de la nueva base económica reconvertida marca un viraje en la profundización del extractivismo. Quedando atrás la idea y el deseo de avanzar hacia un modelo alternativo se suma ahora un ciclo adicional a la historia politica transfigurada del país: de un ciclo histórico-económico a finales del siglo XIX e inicios del siglo XX de carácter petrolero determinado por el recurso hidrocarburífero, se avanzó hacia otro en los años XX de carácter rentista, cuando Venezuela se acostó siendo un país agrícola y despertó siendo un país petrolero haciendo depender toda su economía en la renta, hasta abrirse hoy un ciclo de sometimiento y de reafirmación sin límites a la condición extractiva nacional. En efecto, la eliminación de impuestos a las petroleras y la profundización de la entrega del Arco Minero del Orinoco (AMO) son los dos únicos mecanismos extractivistas con los cuales cuenta el gobierno para hacerse de títulos valores que le permitan mantener el nuevo cono monetario. A partir de aquí: ¿Cuál será la expresión política transfigurada de la reconversión monetaria?
[Tomado de http://www.ecopoliticavenezuela.org/2018/08/22/reconversion-monetaria-extractivista-transfiguracion-venezuela.]
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