Grupo Tierra (de la Federación Anarquista Ibérica)
* Pronunciamiento ante la acción policial que originó la muerte del emigrante senegalés Mmame Mbaye el jueves 15 de marzo en el barrio de Lavapiés en Madrid.
La discriminación racial y la ideología que la sustenta hace tiempo que está caducada. Está demostrado científicamente desde el siglo XX que el ser humano no está dividido en razas, sino que todo, independientemente de nuestra procedencia y nuestra etnia, somos la misma especie de homínido.
* Pronunciamiento ante la acción policial que originó la muerte del emigrante senegalés Mmame Mbaye el jueves 15 de marzo en el barrio de Lavapiés en Madrid.
La discriminación racial y la ideología que la sustenta hace tiempo que está caducada. Está demostrado científicamente desde el siglo XX que el ser humano no está dividido en razas, sino que todo, independientemente de nuestra procedencia y nuestra etnia, somos la misma especie de homínido.
Pero parece que a los poderes económicos y políticos no les interesa avanzar como especie, sino más bien dejarnos anclados en la visión del ser humano que tenían los europeos en el siglo XIX. Una visión en la que solo nuestros parámetros culturales son los auténticos. Sin embargo, esta visión sesgada solo se tiene con los pobres, nunca con los ricos.Uno de los pilares ideológicos de la economía capitalista es el neodarwinismo, es decir, la adaptación del más fuerte sobre el más débil. O lo que es lo mismo, los ricos contra los trabajadores, que somos aquellos que generamos la riqueza. Desde los poderes económicos y políticos nos dictan que la competitividad y aplastar al prójimo es algo natural e intrínseco al ser humano. Malvivimos en la sociedad de la ley del más fuerte, donde competimos diariamente contra nuestros semejantes. Y necesitamos culpabilizar y demonizar a otras personas para aceptar nuestro roll, y así sentirnos protegidos en nuestra burbuja de consumo y bienestar. El estado y el poder económico se encargan de educarnos en el miedo a los pobres de este país o de otras procedencias o etnias. El resultado del miedo no es otro que la violencia y otras actitudes racistas que no deberían caber en ese marco democrático del que tanto presumen.
Tristemente en el madrileño barrio de Lavapiés se ha normalizado la violencia institucional contra las personas migrantes. No es extraño toparse con la persecución por parte de la policía a gente que se busca la vida honradamente, parando y cacheando a gente solo por su color de piel, o que se reprima cualquier acto solidario con estas personas bajo pena de fuertes multas o prisión.
El estado y el ayuntamiento podrían buscar soluciones, pero no les interesa gastar ni un céntimo. Al poder económico solo le interesa formar guetos, introducir droga, estigmatizar a personas de otras etnias a través de los medios de comunicación, enfrentar a los vecinos entre ellos, fomentar el miedo, instalar cámaras y aumentar la presencia policial, que los vecinos se vayan, y que empresarios sin escrúpulos puedan especular con la propiedad y gentrificar los barrios hasta convertirlos en centros comerciales al aire libre para el disfrute de otras personas con mayor poder adquisitivo.
El ser humano ha sido, hasta la invención de los modernos estados nación, una especie nómada que ha ocupado y se ha adaptado a la mayor parte del globo, y sus muy diversas condiciones naturales y climáticas.
En España concretamente, la sociedad de este país sufrió el racismo y el desprecio en Francia, Alemania o Suiza etc., obligados a inmigrar por miedo a morir asesinados en manos del fascismo en 1939, siendo lo más bajo de la escala social y quienes ocupaban los puestos de trabajo más penosos. No se puede olvidar tampoco la inmigración interior que se vivió a partir de 1960 por parte de andaluces y extremeños mayormente, confinados en guetos marginales de Madrid o Barcelona, sin los equipamientos necesarios, y cuyo estigma y desprecio por parte de las élites políticas y económicas siguen vigentes hoy en día.
Nadie debería morir ni ser perseguido por ganarse la vida, ni por huir de la guerra o la miseria a la que son sometidos por las grandes potencias imperialistas y sus estados subordinados.
No es suficiente con luchar contra el racismo, sino que es necesario luchar contra el poder político y económico que lo fomentan y la ideología imperante que lo sustenta.
[Tomado de https://federacionanarquistaiberica.wordpress.com/2018/03/21/el-racismo-una-lacra-que-debemos-eliminar.]
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