Correo del Caroní
Niños con barrigas abultadas, con los huesos pectorales sobresalientes y con pesos por debajo de la talla es el cuadro generalizado de los infantes en las comunidades indígenas waraos en el estado Delta Amacuro.
Fogones apagados, ollas vacías y niños soñolientos es la escena que se percibe en el pequeño janoko (casa de palma) de Zulaida Fuentes, madre de siete niños en Korokoina, comunidad localizada en la parroquia Manuel Renauld del estado. “No tenemos nada, lo que hay es hambre”, señala Zulaida, mientras amamantaba a su bebé de más o menos seis meses. La familia Fuentes es el reflejo de lo que viven más de 20 familias del caserío que subsiste de la cosecha y la pesca.
Niños con barrigas abultadas, con los huesos pectorales sobresalientes y con pesos por debajo de la talla es el cuadro generalizado de los infantes en las comunidades indígenas waraos en el estado Delta Amacuro.
Fogones apagados, ollas vacías y niños soñolientos es la escena que se percibe en el pequeño janoko (casa de palma) de Zulaida Fuentes, madre de siete niños en Korokoina, comunidad localizada en la parroquia Manuel Renauld del estado. “No tenemos nada, lo que hay es hambre”, señala Zulaida, mientras amamantaba a su bebé de más o menos seis meses. La familia Fuentes es el reflejo de lo que viven más de 20 familias del caserío que subsiste de la cosecha y la pesca.
Desatendidos
Matilde Fuentes, quien es maestra de la comunidad, señala que la comunidad se encuentra abandonada por las autoridades. “No tenemos energía eléctrica, tomamos agua directa del río, no tenemos escuela ni dispensario, ni mucho menos redes de agua servida ni de excretas”. Matilde señala que las enfermedades más comunes son diarrea, vómito, fiebre, aunado a afecciones crónicas que atacan a la población como la tuberculosis y la desnutrición. El centro de salud más cercano a la comunidad es el ambulatorio Dr. Luis Gómez de Nabasanuka, sin embargo, que está casi desprovisto de medicinas.
Después de las inundaciones
Araguaimujo es otra comunidad warao que se encuentra bajo escasez total de alimentos por el desbordamiento del río Orinoco, que arrasó todas las cosechas y propiedades de 159 familias indígenas. Sobreviven de las bolsas de comida que reciben cada 15 días de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP). “Las familias desempleadas son las más afectadas, los niños y los ancianos son los que sufren más”, señala Laurentino Medina, productor de la región.
La nutricionista Susana Rafalli, explica que los niños, mujeres embarazadas, ancianos y privados de libertad son los más vulnerables ante esta crisis. “Hoy por hoy, de cada 100 niños venezolanos en situación de pobreza, hay 15 gravemente desnutridos y, de estos, hay 6 que podrían estar muriendo esta misma noche”.
La FAO señala en su informe “El Estado de la Seguridad Alimentaria y Nutrición” en el mundo correspondiente a 2017, que Venezuela es el país con más aumento en el número de subnutridos; es decir, de personas mal alimentadas, al pasar de 2,8 millones con subnutrición en 2015, a 4,1 millones en 2016, con una prevalencia de 13% de su población.
[Tomado de http://www.correodelcaroni.com/index.php/mas/salud/item/60049-el-hambre-y-la-desnutricion-se-acentuan-en-las-comunidades-waraos-de-delta-amacuro.]
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nos interesa el debate, la confrontación de ideas y el disenso. Pero si tu comentario es sólo para descalificaciones sin argumentos, o mentiras falaces, no será publicado. Hay muchos sitios del gobierno venezolano donde gustosa y rápidamente publican ese tipo de comunicaciones.