Octavio Alberola
Ya era conocida la pasión de Tomás por sorprender, en el buen sentido de esta palabra, y por provocar, en el sentido de incitar a la reflexión para no quedarnos en las puras convicciones.
En su nuevo libro, publicado por VIRUS, vuelve a sorprendernos con el provocador título de Anarquismos a contratiempo. Un título que presupone la existencia de anarquismos a “tiempo”, como el provocador título de Anarquismo es movimiento, su libro anterior, presuponía la existencia de anarquismos estancados, inmóviles, anquilosados. Esos anarquismos en los que las ideas han sido transformadas en dogmas y el ideal en doctrina.
A estas alturas de su obra, Tomás no cesa de mostrarnos su talento para convertir la irreverencia y la provocación en un método que le permite proclamar y afirmar a la vez su heterodoxia e incitarnos a la audacia de serlo para mantener el pensamiento anarquista “ampliamente abierto a los cuatro vientos”. No solo porque tal es la condición del ser anarquista sino también porque “la gran vitalidad del anarquismo nos autoriza tal audacia”, como concluye atinadamente la nota que los editores (Rue des Cascades) del libro en francés han puesto en la contraportada.
Ya era conocida la pasión de Tomás por sorprender, en el buen sentido de esta palabra, y por provocar, en el sentido de incitar a la reflexión para no quedarnos en las puras convicciones.
En su nuevo libro, publicado por VIRUS, vuelve a sorprendernos con el provocador título de Anarquismos a contratiempo. Un título que presupone la existencia de anarquismos a “tiempo”, como el provocador título de Anarquismo es movimiento, su libro anterior, presuponía la existencia de anarquismos estancados, inmóviles, anquilosados. Esos anarquismos en los que las ideas han sido transformadas en dogmas y el ideal en doctrina.
A estas alturas de su obra, Tomás no cesa de mostrarnos su talento para convertir la irreverencia y la provocación en un método que le permite proclamar y afirmar a la vez su heterodoxia e incitarnos a la audacia de serlo para mantener el pensamiento anarquista “ampliamente abierto a los cuatro vientos”. No solo porque tal es la condición del ser anarquista sino también porque “la gran vitalidad del anarquismo nos autoriza tal audacia”, como concluye atinadamente la nota que los editores (Rue des Cascades) del libro en francés han puesto en la contraportada.
Dicho con las propias palabras del autor de Anarquismos a contratiempo: para incitarnos a “pensar y actuar a contratiempo, pero sin dejar por ello de pertenecer a nuestro tiempo”. Más concretamente: para “asumir la incómoda tensión generada por la doble exigencia de sintonizar plenamente con el presente y de contradecirlo de manera radical”. Pues, tal es el reto para que el antagonismo social pueda pretender llevar el cambio más allá de lo que los tiempos presentes desean que éste llegue. Y también porque, si es verdad que “lo propio de los tiempos es que cambian y que nos hacen cambiar con ellos sin que ni siquiera lo notemos”, es la propia realidad social actual la que “aconseja situarse a contratiempo y privilegiar, hoy por hoy, el fortalecimiento de las voces radicales”.
Una intención que el propio Tomás enfatiza, al final de la “Presentación” de Anarquismo a contratiempo, tras reconocer la “proximidad temática de las cuestiones abordadas” y la “proximidad temporal de su tratamiento” en este último libro con las abordadas en su libro ¿Por qué A? Fragmentos dispersos por un anarquismo sin dogmas publicado por Anthropos en 2006. No solo para dejar constancia de las “resonancias” entre los dos textos sino también de la intencionalidad que los inspiró: “cierta voluntad de agitar, con mayor o menor acierto, las aguas del anarquismo para que no se adormezcan de un sueño complacido y no dejen nunca de ser turbulentas”.
Ahora bien, aunque la intencionalidad de publicar esos dos libros haya sido la misma y que este último sea, de cierta manera, una continuidad del primero, lo cierto es que además de complementarse, en la aproximación del recorrido intelectual y militante de Tomás, Anarquismos a contratiempo aporta nuevas reflexiones que enriquecen y potencian la real y necesaria diversidad del pensamiento libertario actual.
Como él mismo lo reconoce, el “aire de familia” entre las dos obras es indiscutible; pero, si la incursión en el pasado estaba motivada en la primera por una cierta nostalgia, reencontrar ”las primeras e intensas emociones provocadas por el contacto con un movimiento anarquista en el que no se ‘está’ sino que se ‘vive’”, en ésta última ya no hay tal nostalgia en “buscar evoluciones o poner de manifiesto continuidades” por considerar “más fructífero detectar centros de interés y temas de reflexión”.
Esta es pues la razón por la que Tomás en Anarquismo a contratiempo ha optado por una agrupación temática -a diferencia de la primera obra en la que la presentación de los textos reproducidos siguió un orden cronológico- en cinco grandes bloques de los textos escritos entre 2006 y 2016, y facilitar así una mayor profundización de los temas abordados:
El primero, sobre el anarquismo confrontado con “cuestiones sustantivas como la Naturaleza Humana, la Revolución o las luchas populares y la intervención política de carácter libertario”.
El segundo, sobre el anarcosindicalismo, para “entender las razones de su peculiar actualidad en España” y sugerir “pistas par su indispensable transformación”.
El tercero, sobre el “fenómeno del poder y de la dominación, así como la cuestión del Estado y la gobernabilidad”.
El cuarto, sobre la “actualidad política”, la “cuestión nacional” y el espejismo de la “conquista de las Instituciones”.
Y el quinto, bajo el epígrafe “Momentos de un itinerario”, en el que Tomás sucumbe a la tentación de rememorar los acontecimientos de Mayo del 68. Acontecimientos que siguen estremeciéndole y haciéndolo “soñar”…
La sola enumeración de estos bloques temáticos me parece ser, en estos tiempos de cuestionamiento de los proyectos emancipadores y de dudas sobre el porvenir de la emancipación, ya suficiente para despertar el interés por la lectura de Anarquismos a contratiempo. Además, claro, del interés por seguir el itinerario de un intelectual comprometido con las luchas sociales de su tiempo a contratiempo. La única manera de hacer frente a los que hoy, como ayer, contribuyen a mantener el statu quo político y social por su empeño en seguir buscando el cambio a través de lo institucional.
[Tomado de http://www.radioklara.org/radioklara/?p=6175.]
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