Luis Aguilar
En épocas pasadas se comentaba, que la persona que trabajaba corría más riesgo que el holgazán o zángano. El primero podía obtener el fruto de su esfuerzo, el producto de su trabajo; era el hombre vencedor y a veces vencido en la lucha contra la naturaleza y contra la voluntad de otros sujetos; el segundo no tenía nada que perder, pero si mucho que ganar. Igualmente, una nación desmembrada en pequeñas parcelas, adquiere sentimientos de dignidad, valentía y ambiciones que quizás nunca antes hubiera pensado que pudiese ser capaz de sentir. Estas afirmaciones pudieran fácilmente ser aplicadas a Venezuela, país dotado de enormes riquezas naturales que generosamente la madre naturaleza le obsequió, y que por la ignorancia u omisión de los gobernantes de turno se cae a pedazos, notándose la ausencia de una mano amiga que trate de reconstruirla para que las generaciones actuales, y las futuras, la disfruten con orgullo y dignidad.
La crisis social, económica y política que agobió a la población venezolana en la última década del siglo pasado, trajo como fenómeno taxativo, que una parte considerable de la población se inclinara por un cambio en las riendas que administraban la cosa pública. Como secuela de estos cambios y transformaciones, quienes asumieron este rol gerencial, alteraron la comunicación entre la comunidad científica y viceversa, generándose discordia entre los administradores del sector público y los expertos del saber.
Actualmente, Venezuela esta desmembrada por los cuatro costados, pero simultáneamente se encuentra preñada de ambiciones y virtudes que nacen espontáneamente en sus pobladores, cuando en un giro inusual han tenido que emigrar hacia destinos nunca pensados. Así, se ha conformado otro pueblo, disperso entre gente extranjera, pero nunca fundido con ella, pues sus raíces quedarán en esta tierra de libertadores que más temprano que tarde, espera por el regreso de sus hijos predilectos para reconstruirla y hacerla una potencia, que permita a sus moradores la superación de la pobreza como estrategia política, pasando por la generación de acciones de desarrollo humano familiar y socio-laboral, el fortalecimiento de la seguridad y soberanía, el empoderamiento del conocimiento y la transformación social en manos de la educación, con la finalidad de cumplir con la conformación política de un Estado democrático y social, de derecho y de justicia.
Esta argumentación se encuentra en clara coincidencia con el planteamiento de Ildegar Gil (2016), quien entre melancolías y quizás lágrimas de tristeza, les pide a los jóvenes venezolanos que no se vayan: "Es casi una súplica. No nos dejen solos en esta tarea de remodelar la nación. Quédense. Hacen falta. Son necesarios. Son indispensables" [1]. Asimismo afirma, que son jóvenes con espíritu aventurero, que sueñan con comerse al mundo con la fuerza que le confiere la juventud, no obstante; no alude la crisis social, económica, humanitaria y política por la que atraviesa la nación. No debe olvidarse, que son jóvenes que necesitan divertirse y no lo pueden hacer como lo desean, pues la inseguridad que agobia a la sociedad venezolana ha cobrado víctimas inocentes, y muchos de los responsables andan libres como el viento. Aunado a esto, destacan las enormes filas que se forman un día anterior en los establecimientos para obtener un ticket, y llegar al día siguiente a las 4:00 a.m. para ver qué productos regulados trae el camión distribuidor, el cual a veces no llega, y es en este momento, donde el desespero se apodera de las humildes personas que conforman la fila, los lleva a obstaculizar las vías, obligando a las fuerzas del orden público a intervenir, con desenlaces fatales en algunas ocasiones. Estas son las llamadas "colas de la esperanza", pero y ¿qué puede decirse de la falta de medicamentos e insumos médicos en los hospitales y Centros de Diagnóstico Integral (CDI)?. Al respecto, por ejemplo, sueros e hipertensivos, prácticamente no existen ni en hospitales ni en las farmacias.
Son casi 2 millones de venezolanos que han emigrado del país, del cual el 90% son profesionales universitarios, así lo afirma el sociólogo Tomás Páez (2016)[2] quien indicó además, que este fenómeno está creciendo vertiginosamente a un ritmo que rebasa la velocidad con que se procesan los datos, en los países que reciben este tsunami migratorio venezolano. Así, en los últimos dos años, se ha producido la mayor fuga de talentos, pues según cifras extra oficiales, unos 600 mil profesionales han emigrado. Estos migrantes son profesionales universitarios con especializaciones, postgrados, maestrías o doctorados, representando una pérdida considerable del intelecto de la patria para el desarrollo sustentable de la nación.
Dentro de este orden de ideas, las sociedades emergen auspiciadas por el conocimiento científico, lo que permite satisfacer las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer a las futuras creándose de esta forma las condiciones esenciales para afrontar los nuevos retos que surgen de vivir en una economía mundializada; quedando en manos de los gobiernos, promulgar políticas públicas que abracen la relaciones entre la ciencia, la tecnología, la innovación y la creatividad para incentivar la competitividad. Esto se logra con la edificación de instituciones educativas sólidas y robustas que permitan la formación del capital humano. Por lo tanto, el fortalecimiento de la ciencia, la tecnología y la innovación, son fundamentales para lograr el tan anhelado desarrollo para lo cual es necesario apoyar y financiar iniciativas para la base científica del país y la transferencia y difusión de tecnologías de punta. No obstante a este discurso, las actuales autoridades plantean en forma explícita un cambio radical en el modelo de desarrollo económico privilegiando a las empresas públicas en detrimento del sector privado. Pero si se evoca al Proyecto Simón Bolívar, Primer Plan Socialista 2007-2013, perfectamente pueden coexistir ambas modalidades de empresas, y simultáneamente las de capital mixto.
En sentido inverso al discurso anterior; en los últimos cinco años las políticas impuestas por el gobierno a la investigación científica, han creado una rigurosa merma en el sistema científico-tecnológico que fueron elaborados en los cuarenta años de democracia que precedieron a la actualidad. Dentro de este contexto, es necesario reflexionar para emitir propuestas que fomenten la elaboración de políticas que permitan subsanar esta anomalía académica, acercando los trabajos de investigación hacia la resolución de los problemas de la comunidad, por lo cual debe contarse con el personal capacitado evitando improvisaciones.
Sumado a esto existe una realidad que no se puede ocultar tras bastidores, la emigración de científicos y tecnólogos a causa de una mala gerencia y a los bajos sueldos que devengan en comparación con sus pares de otros países, a pesar de los recursos que se le han destinado en esta dirección. Esto coadyuva a que la comunidad científica de Venezuela sufra de fatiga, envejecimiento y merma así como de la ausencia de una generación de relevo capacitada, que afronte los nuevos retos que germinan en ciencia, tecnología e innovación, que posibiliten la competitividad empresarial. El caudal por donde circula el conocimiento está en crisis, por lo que deben incorporarse nuevos actores al sistema, así como la dotación de infraestructura adecuada y presupuesto justo para las universidades.
El proceso de investigación vitaliza e impulsa el raciocinio crítico, lo cual estimula la creatividad en el ser humano, de allí la importancia de la adecuada formación de individuos para resolver los problemas inmediatos de las comunidades y obtener así insumos intangibles, que permitan abandonar la ignorancia, cuya causa principal es la pobreza la cual genera inseguridad social, mal que baña de sangre a la nación.
Notas
[1] Referido en http://www.aporrea.org/actualidad/a230857.html.
[2] Referido en http://www.visionglobal.info/de-los-casi-2-millones-de-venezolanos-que-han-emigrado-del-pais-el-90-son-profesionales.
[Tomado de http://www.aporrea.org/tecno/a231481.html.
En épocas pasadas se comentaba, que la persona que trabajaba corría más riesgo que el holgazán o zángano. El primero podía obtener el fruto de su esfuerzo, el producto de su trabajo; era el hombre vencedor y a veces vencido en la lucha contra la naturaleza y contra la voluntad de otros sujetos; el segundo no tenía nada que perder, pero si mucho que ganar. Igualmente, una nación desmembrada en pequeñas parcelas, adquiere sentimientos de dignidad, valentía y ambiciones que quizás nunca antes hubiera pensado que pudiese ser capaz de sentir. Estas afirmaciones pudieran fácilmente ser aplicadas a Venezuela, país dotado de enormes riquezas naturales que generosamente la madre naturaleza le obsequió, y que por la ignorancia u omisión de los gobernantes de turno se cae a pedazos, notándose la ausencia de una mano amiga que trate de reconstruirla para que las generaciones actuales, y las futuras, la disfruten con orgullo y dignidad.
La crisis social, económica y política que agobió a la población venezolana en la última década del siglo pasado, trajo como fenómeno taxativo, que una parte considerable de la población se inclinara por un cambio en las riendas que administraban la cosa pública. Como secuela de estos cambios y transformaciones, quienes asumieron este rol gerencial, alteraron la comunicación entre la comunidad científica y viceversa, generándose discordia entre los administradores del sector público y los expertos del saber.
Actualmente, Venezuela esta desmembrada por los cuatro costados, pero simultáneamente se encuentra preñada de ambiciones y virtudes que nacen espontáneamente en sus pobladores, cuando en un giro inusual han tenido que emigrar hacia destinos nunca pensados. Así, se ha conformado otro pueblo, disperso entre gente extranjera, pero nunca fundido con ella, pues sus raíces quedarán en esta tierra de libertadores que más temprano que tarde, espera por el regreso de sus hijos predilectos para reconstruirla y hacerla una potencia, que permita a sus moradores la superación de la pobreza como estrategia política, pasando por la generación de acciones de desarrollo humano familiar y socio-laboral, el fortalecimiento de la seguridad y soberanía, el empoderamiento del conocimiento y la transformación social en manos de la educación, con la finalidad de cumplir con la conformación política de un Estado democrático y social, de derecho y de justicia.
Esta argumentación se encuentra en clara coincidencia con el planteamiento de Ildegar Gil (2016), quien entre melancolías y quizás lágrimas de tristeza, les pide a los jóvenes venezolanos que no se vayan: "Es casi una súplica. No nos dejen solos en esta tarea de remodelar la nación. Quédense. Hacen falta. Son necesarios. Son indispensables" [1]. Asimismo afirma, que son jóvenes con espíritu aventurero, que sueñan con comerse al mundo con la fuerza que le confiere la juventud, no obstante; no alude la crisis social, económica, humanitaria y política por la que atraviesa la nación. No debe olvidarse, que son jóvenes que necesitan divertirse y no lo pueden hacer como lo desean, pues la inseguridad que agobia a la sociedad venezolana ha cobrado víctimas inocentes, y muchos de los responsables andan libres como el viento. Aunado a esto, destacan las enormes filas que se forman un día anterior en los establecimientos para obtener un ticket, y llegar al día siguiente a las 4:00 a.m. para ver qué productos regulados trae el camión distribuidor, el cual a veces no llega, y es en este momento, donde el desespero se apodera de las humildes personas que conforman la fila, los lleva a obstaculizar las vías, obligando a las fuerzas del orden público a intervenir, con desenlaces fatales en algunas ocasiones. Estas son las llamadas "colas de la esperanza", pero y ¿qué puede decirse de la falta de medicamentos e insumos médicos en los hospitales y Centros de Diagnóstico Integral (CDI)?. Al respecto, por ejemplo, sueros e hipertensivos, prácticamente no existen ni en hospitales ni en las farmacias.
Son casi 2 millones de venezolanos que han emigrado del país, del cual el 90% son profesionales universitarios, así lo afirma el sociólogo Tomás Páez (2016)[2] quien indicó además, que este fenómeno está creciendo vertiginosamente a un ritmo que rebasa la velocidad con que se procesan los datos, en los países que reciben este tsunami migratorio venezolano. Así, en los últimos dos años, se ha producido la mayor fuga de talentos, pues según cifras extra oficiales, unos 600 mil profesionales han emigrado. Estos migrantes son profesionales universitarios con especializaciones, postgrados, maestrías o doctorados, representando una pérdida considerable del intelecto de la patria para el desarrollo sustentable de la nación.
Dentro de este orden de ideas, las sociedades emergen auspiciadas por el conocimiento científico, lo que permite satisfacer las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer a las futuras creándose de esta forma las condiciones esenciales para afrontar los nuevos retos que surgen de vivir en una economía mundializada; quedando en manos de los gobiernos, promulgar políticas públicas que abracen la relaciones entre la ciencia, la tecnología, la innovación y la creatividad para incentivar la competitividad. Esto se logra con la edificación de instituciones educativas sólidas y robustas que permitan la formación del capital humano. Por lo tanto, el fortalecimiento de la ciencia, la tecnología y la innovación, son fundamentales para lograr el tan anhelado desarrollo para lo cual es necesario apoyar y financiar iniciativas para la base científica del país y la transferencia y difusión de tecnologías de punta. No obstante a este discurso, las actuales autoridades plantean en forma explícita un cambio radical en el modelo de desarrollo económico privilegiando a las empresas públicas en detrimento del sector privado. Pero si se evoca al Proyecto Simón Bolívar, Primer Plan Socialista 2007-2013, perfectamente pueden coexistir ambas modalidades de empresas, y simultáneamente las de capital mixto.
En sentido inverso al discurso anterior; en los últimos cinco años las políticas impuestas por el gobierno a la investigación científica, han creado una rigurosa merma en el sistema científico-tecnológico que fueron elaborados en los cuarenta años de democracia que precedieron a la actualidad. Dentro de este contexto, es necesario reflexionar para emitir propuestas que fomenten la elaboración de políticas que permitan subsanar esta anomalía académica, acercando los trabajos de investigación hacia la resolución de los problemas de la comunidad, por lo cual debe contarse con el personal capacitado evitando improvisaciones.
Sumado a esto existe una realidad que no se puede ocultar tras bastidores, la emigración de científicos y tecnólogos a causa de una mala gerencia y a los bajos sueldos que devengan en comparación con sus pares de otros países, a pesar de los recursos que se le han destinado en esta dirección. Esto coadyuva a que la comunidad científica de Venezuela sufra de fatiga, envejecimiento y merma así como de la ausencia de una generación de relevo capacitada, que afronte los nuevos retos que germinan en ciencia, tecnología e innovación, que posibiliten la competitividad empresarial. El caudal por donde circula el conocimiento está en crisis, por lo que deben incorporarse nuevos actores al sistema, así como la dotación de infraestructura adecuada y presupuesto justo para las universidades.
El proceso de investigación vitaliza e impulsa el raciocinio crítico, lo cual estimula la creatividad en el ser humano, de allí la importancia de la adecuada formación de individuos para resolver los problemas inmediatos de las comunidades y obtener así insumos intangibles, que permitan abandonar la ignorancia, cuya causa principal es la pobreza la cual genera inseguridad social, mal que baña de sangre a la nación.
Notas
[1] Referido en http://www.aporrea.org/actualidad/a230857.html.
[2] Referido en http://www.visionglobal.info/de-los-casi-2-millones-de-venezolanos-que-han-emigrado-del-pais-el-90-son-profesionales.
[Tomado de http://www.aporrea.org/tecno/a231481.html.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nos interesa el debate, la confrontación de ideas y el disenso. Pero si tu comentario es sólo para descalificaciones sin argumentos, o mentiras falaces, no será publicado. Hay muchos sitios del gobierno venezolano donde gustosa y rápidamente publican ese tipo de comunicaciones.