J.R. López Padrino
El régimen de Nicolás Maduro ha creado los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP) bajo el pretexto de establecer un nuevo método para mejorar la producción, distribución de alimentos y seguridad y defensa integral de la Nación. El régimen ha designado a Freddy Bernal jefe del centro de control y comando de los CLAP, un ex policía metropolitano que es un analfabeta en materia económica y alimentaria pero poseedor de un amplio prontuario que lo vincula a la violencia ejercida por los grupos lumpen-paramilitares del oficialismo en contra de la oposición.
El régimen de Nicolás Maduro ha creado los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP) bajo el pretexto de establecer un nuevo método para mejorar la producción, distribución de alimentos y seguridad y defensa integral de la Nación. El régimen ha designado a Freddy Bernal jefe del centro de control y comando de los CLAP, un ex policía metropolitano que es un analfabeta en materia económica y alimentaria pero poseedor de un amplio prontuario que lo vincula a la violencia ejercida por los grupos lumpen-paramilitares del oficialismo en contra de la oposición.
Pero, ¿qué son en realidad los CLAP? Más allá de la propaganda engañosa del régimen? Son instancias políticas, controladas por el régimen para ejercer un mayor control social sobre la población. Es un nuevo mecanismo de distribución de los alimentos existentes, que obliga a los venezolanos a vincularse en forma forzosa a las estructuras organizativas creadas por el fachochavismo, para poder tener acceso a los alimentos. Los CLAP no son electos por las comunidades, sino por asambleas hechas entre los miembros de los Consejos Comunales, las Unidades de Batalla Bolívar Chávez (UBCH), Unamujer y el Frente Francisco de Miranda, todas organizaciones gobierneras. El “beneficio” de este humillante sistema de distribución alimentaria se traduce en una bolsa de comida contentiva de: aceite, arroz, leche, harina, mantequilla, salsa de tomate, leche condensada y chicha, la cual no llega a todo el mundo dada la visión discriminatoria de los comités (“Los CLAP no son para los escuálidos” Erika Farías dixit), así como la carencia de una infraestructura organizativa que garantice la adecuada distribución de los productos a la colectividad. Aproximadamente el 67% de venezolanos quedarán excluidos de la “bolsa ignominiosa bolivariana” de acuerdo a las propias declaraciones de voceros del régimen.
Maduro y su narcologia militar han concebido a los CLAP como instrumentos de chantaje frente a la protesta popular. Buscan a toda costa aprovechar la escasez alimentaria para blindar un apoyo popular ”forzoso” ante cualquier escenario electoral. El objetivo del fachomadurismo es resistir lo que queda de año 2016 y evitar que el descontento popular presione la realización de un referéndum revocatorio que podría sacar al ungido Maduro y su pandilla del Palacio de Misia Jacinta. Mediante la creación de los CLAP buscan evitar una pérdida mayor del piso político al garantizar que sean sus seguidores los que obtengan los alimentos dado el grado de discrecionalidad con que operan. Recordemos que los miembros del CLAP definen a quien le toca, los horarios y métodos de entrega, así como la frecuencia de los repartos a los beneficiarios.
Lamentablemente, el estado de excepción le ha dado viso de legalidad a un sistema de distribución segregacionista y excluyente que el régimen esta dispuesto a imponer a trocha y mocha. Un sistema que obliga a la gente a censarse para obtener una bolsa de comida. Es la aplicación de una libreta de racionamiento caribeña pero por medios aún mas siniestros.
Obviamente los CLAP no son solución alguna al problema de la escasez, como tampoco lo fueron las estructuras burocráticas y corruptas de PDVAL, MERCAL, los abastos Bicentenarios, etc. Es evidente que el problema central no es la distribución, sino la producción de alimentos. Por ende la crisis no se superará mientras no se aumente la capacidad productiva del país, lo cual parece inviable ante la carencia de políticas económicas que apuntalen en esa dirección. Nos hemos convertido en un pais de economía de puertos, dependiente y profundamente vulnerable.
Contrariamente a lo afirmado por el régimen y sus voceros de que la situación alimentaria del país mejorará gracias a los CLAP y los cultivos urbanos, las perspectivas no son nada prometedoras. La productividad de los cultivos urbanos no pasa de ser una falacia como en su tiempo lo fueron los gallineros verticales, un 70% de las empresas de alimentos han reducido su producción por indisponibilidad de divisas para adquirir materias primas o pagar deudas a proveedores y el régimen se dispone a reducir las importaciones a 20 millardos de dólares (2016), es decir un 46% menos que los 37 millardos de dólares invertidos en el 2015.
Este es un país sin brújula, sin proyecto, vivimos entre una improvisación y otra. Los CLAP son un buen ejemplo de las improvisaciones de la pestilente bota militar que nos “desgobierna” y los mismos distan de ser una solución al problema de abastecimiento de alimentos en nuestro país. Por el contrario, el resultado será que los venezolanos tendrán menos acceso a los productos de la canasta alimentaria, lo que se traducirá en más hambre y más miseria. Los CLAP representan una nueva forma de apartheid político-social en el marco de un facho-autoritarismo en ascenso; constituyen un malicioso instrumento de control ciudadano, con el agravante que utilizan el hambre de los más necesitados como herramienta de domesticación social y política.
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