J.R. López Padrino
Con mucha frecuencia escuchamos a voceros del oficialismo fantasear sobre el legado del ya fallecido comandante eterno, sin embargo de su verdadero legado nunca hablan: el haber institucionalizado la corrupción en el país. A pesar de que el tema fue utilizado por el centauro de Sabaneta como bandera política para llegar al poder en el 98, paradójicamente desde su llegada al Palacio de Misia Jacinta el tan criticado mal se multiplicó y expandió como metástasis cancerosa en el tejido social de la República. Hoy podría afirmarse que los casos de corrupción durante los gobiernos adeco-copeyanos se quedan pequeños ante la magnitud de los desfalcos cometidos por la logia milico-civilista bolivariana.
Muchos han sido los casos de corrupción que han sido debidamente documentados y denunciados ante las autoridades del país (Fiscalía General de la República, Contraloría General de la Nación, Asamblea Nacional, etc.) quienes lejos de iniciar la investigación correspondiente han engavetado dichas denuncias guardando un silencio cómplice. Entre los numerosos casos de la delincuencia bolivariana se destacan: la malversación de $20,000 millones de la Comisión de Administración de Divisas (Cadivi) por parte de boliburgueses cuyas identidades el régimen se niega a develar, la desaparición de $711 millones de los fondos públicos por parte de varios dirigentes del oficialismo, entre los cuales se encuentra Diosdado Cabello, y de $540 millones del fondo de pensiones de PDVSA. Además, la pérdida de unos $2,200 millones durante el escándalo de PDVAL, en el que empresarios cercanos al régimen dejaron perder más de 120,000 toneladas de alimentos en los puertos tras haber adquiridos dólares preferenciales para comprarlos. Son los boliburgueses de la revolución (Alejandro José Andrade, Pedro Torres Ciliberto, Wilmer Ruperti, Miguel Mouawad, Raúl De la Santísima Trinidad Gorrin, Samark José López, Armando Capriles Capriles, Eudo Carrullo, Baldo Sansón) quienes han amasado cuantiosas fortunas a la sombra de un régimen que ha asumido una actitud permisiva frente a la corrupción y el lucro.
Denuncias que han sido desmentidas por los plumíferos al servicio de la monarquía bolivariana, pero que son compartidas por algunos sectores críticos del propio chavismo. Desde antiguos ministros hasta colectivos populares, todos coinciden en señalar la corrupción como uno de los principales males que afectan al país. Recordemos, que Giordani en su famosa carta, confesó su preocupación por las irregularidades en la extinta Cadivi con el manejo de los fondos del país y denunció la asignación de dólares a empresas de maletín. Actos delictivos que no han sido investigados, pero que además las autoridades competentes los suelen tratar como si no fuesen delitos para así poder eliminar todos los estigmas que hacen referencia al crimen cometido.
Han sido ya 17 años de malversación de los fondos públicos en nombre de una revolución inexistente. Ha sido un verdadero asalto a mano armada de las arcas de la nación por parte del hamponato bolivariano. Según conocedores de la materia la banca internacional tiene en depósitos cerca de $450,000 millones en fondos pertenecientes a venezolanos, de los cuales $350,000 millones no han podido justificar su procedencia. Con sobrada razón Venezuela es considerado como el país más corrupto de América Latina según la opinión de varias ONGs dedicadas a combatir la corrupción.
Bajo la administración del régimen militar Maduro-Cabello han aflorado nuevos casos de corrupción que superan con creces los ya conocidos durante el mandato del fallecido dicharachero de feria de pueblo. La intervención del Banco de Madrid, HSBC y la banca de Andorra han develado nuevos hechos de corrupción y blanqueo de enormes cantidades de dinero, en los cuales aparecen involucrados altos jerarcas del régimen. Lo más reciente ha sido el caso del mayor general y exministro García Plaza imputado por el delito de peculado doloso, cometido en la compra de tres Ferris (Virgen del Valle II, Virgen de Coromoto y el San Francisco de Asís). Recordemos, que el hoy general en desgracia García Plaza fue quién dirigió personalmente la “heroica batalla del Dakazo” en la ciudad de Valencia, cuando estaba al frente del Órgano Superior para la Defensa de la Economía. Posteriormente el héroe hoy villano estuvo al frente de los ministerios de Alimentación y de Transporte Acuático en recompensa por sus servicios prestados a la “robolución”.
Al país han ingresado 900 - 1.200 mil millones de dólares, por concepto de la renta petrolera durante los últimos 16 años, además la nación ha contraído una enorme deuda externa, ha sido prácticamente hipotecada, sin embargo, ello no se ha reflejado en la construcción de obras (hospitales, acueductos, escuelas, carreteras, autopistas) o en el bienestar para los venezolanos (calidad de vida). Obviamente, muchos de esos ingresos han ido a engordar la cuentas personales del hamponato milico-boliburgués.
Que mayor cinismo hablar de socialismo y de la ética revolucionaria, cuando la corrupción sigue reproduciéndose y perpetuándose, transformándose en el nuevo paradigma de los bolivarianos .
La élite corrupta milico-civilista bolivariana y su pléyade de cortesanos han impuesto un ambiente de tolerancia e impunidad judicial para con la corrupción, que lamentablemente se ha propagado como una endemia maligna en todo el país. Este ha sido el mayor legado que nos dejó el estafador comandante eterno.
Con mucha frecuencia escuchamos a voceros del oficialismo fantasear sobre el legado del ya fallecido comandante eterno, sin embargo de su verdadero legado nunca hablan: el haber institucionalizado la corrupción en el país. A pesar de que el tema fue utilizado por el centauro de Sabaneta como bandera política para llegar al poder en el 98, paradójicamente desde su llegada al Palacio de Misia Jacinta el tan criticado mal se multiplicó y expandió como metástasis cancerosa en el tejido social de la República. Hoy podría afirmarse que los casos de corrupción durante los gobiernos adeco-copeyanos se quedan pequeños ante la magnitud de los desfalcos cometidos por la logia milico-civilista bolivariana.
Muchos han sido los casos de corrupción que han sido debidamente documentados y denunciados ante las autoridades del país (Fiscalía General de la República, Contraloría General de la Nación, Asamblea Nacional, etc.) quienes lejos de iniciar la investigación correspondiente han engavetado dichas denuncias guardando un silencio cómplice. Entre los numerosos casos de la delincuencia bolivariana se destacan: la malversación de $20,000 millones de la Comisión de Administración de Divisas (Cadivi) por parte de boliburgueses cuyas identidades el régimen se niega a develar, la desaparición de $711 millones de los fondos públicos por parte de varios dirigentes del oficialismo, entre los cuales se encuentra Diosdado Cabello, y de $540 millones del fondo de pensiones de PDVSA. Además, la pérdida de unos $2,200 millones durante el escándalo de PDVAL, en el que empresarios cercanos al régimen dejaron perder más de 120,000 toneladas de alimentos en los puertos tras haber adquiridos dólares preferenciales para comprarlos. Son los boliburgueses de la revolución (Alejandro José Andrade, Pedro Torres Ciliberto, Wilmer Ruperti, Miguel Mouawad, Raúl De la Santísima Trinidad Gorrin, Samark José López, Armando Capriles Capriles, Eudo Carrullo, Baldo Sansón) quienes han amasado cuantiosas fortunas a la sombra de un régimen que ha asumido una actitud permisiva frente a la corrupción y el lucro.
Denuncias que han sido desmentidas por los plumíferos al servicio de la monarquía bolivariana, pero que son compartidas por algunos sectores críticos del propio chavismo. Desde antiguos ministros hasta colectivos populares, todos coinciden en señalar la corrupción como uno de los principales males que afectan al país. Recordemos, que Giordani en su famosa carta, confesó su preocupación por las irregularidades en la extinta Cadivi con el manejo de los fondos del país y denunció la asignación de dólares a empresas de maletín. Actos delictivos que no han sido investigados, pero que además las autoridades competentes los suelen tratar como si no fuesen delitos para así poder eliminar todos los estigmas que hacen referencia al crimen cometido.
Han sido ya 17 años de malversación de los fondos públicos en nombre de una revolución inexistente. Ha sido un verdadero asalto a mano armada de las arcas de la nación por parte del hamponato bolivariano. Según conocedores de la materia la banca internacional tiene en depósitos cerca de $450,000 millones en fondos pertenecientes a venezolanos, de los cuales $350,000 millones no han podido justificar su procedencia. Con sobrada razón Venezuela es considerado como el país más corrupto de América Latina según la opinión de varias ONGs dedicadas a combatir la corrupción.
Bajo la administración del régimen militar Maduro-Cabello han aflorado nuevos casos de corrupción que superan con creces los ya conocidos durante el mandato del fallecido dicharachero de feria de pueblo. La intervención del Banco de Madrid, HSBC y la banca de Andorra han develado nuevos hechos de corrupción y blanqueo de enormes cantidades de dinero, en los cuales aparecen involucrados altos jerarcas del régimen. Lo más reciente ha sido el caso del mayor general y exministro García Plaza imputado por el delito de peculado doloso, cometido en la compra de tres Ferris (Virgen del Valle II, Virgen de Coromoto y el San Francisco de Asís). Recordemos, que el hoy general en desgracia García Plaza fue quién dirigió personalmente la “heroica batalla del Dakazo” en la ciudad de Valencia, cuando estaba al frente del Órgano Superior para la Defensa de la Economía. Posteriormente el héroe hoy villano estuvo al frente de los ministerios de Alimentación y de Transporte Acuático en recompensa por sus servicios prestados a la “robolución”.
Al país han ingresado 900 - 1.200 mil millones de dólares, por concepto de la renta petrolera durante los últimos 16 años, además la nación ha contraído una enorme deuda externa, ha sido prácticamente hipotecada, sin embargo, ello no se ha reflejado en la construcción de obras (hospitales, acueductos, escuelas, carreteras, autopistas) o en el bienestar para los venezolanos (calidad de vida). Obviamente, muchos de esos ingresos han ido a engordar la cuentas personales del hamponato milico-boliburgués.
Que mayor cinismo hablar de socialismo y de la ética revolucionaria, cuando la corrupción sigue reproduciéndose y perpetuándose, transformándose en el nuevo paradigma de los bolivarianos .
La élite corrupta milico-civilista bolivariana y su pléyade de cortesanos han impuesto un ambiente de tolerancia e impunidad judicial para con la corrupción, que lamentablemente se ha propagado como una endemia maligna en todo el país. Este ha sido el mayor legado que nos dejó el estafador comandante eterno.
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