José Rafael López Padrino
- El gran fracaso bolivariano
El gobierno militarista de Maduro ante la galopante inflación (54%), especulación compulsiva y crónica escasez de productos que afectan a los venezolanos ha recurrido a una perversa e irresponsable política populista como respuesta a una supuesta guerra económica propiciada por los Estados Unidos. El hijo del comandante eterno pretende domar a estos tres males “por decretos” siguiendo los pasos del dictador Robert Mugabe (2007) en Zimbabue, quien aplicó la “Operación Reducción de Precios” con resultados económicos desastrosos que llevaron a Zimbabue a ocupar el último lugar en el Índice de Desarrollo Humano en el año 2010.
Obviamente que la tan cacareada ofensiva económica del ungido de Miraflores fracasará, al igual que fracasó la política anti-inflacionaria del tte coronel. Será un nuevo fiasco del régimen en materia económica pues se atacan demagógicamente las consecuencias, pero no las causas de la crisis que son entre otras, una errada política monetaria, un gigantesco déficit fiscal y la destrucción del aparato productivo nacional. Sin embargo, esta campaña económica está orientada a captar votos para las elecciones del 8D, así como crear una cortina de humo que opaque el colosal fracaso de esta administración.
Esta cruzada antinflacionaria y de lucha contra la especulación forman parte del libreto engañoso del proyecto socialfascista ante un pueblo famélico, pasando hambre, lleno de necesidades y sufriendo la penuria de la mentira oficial. El mayordomo del palacio de Miraflores pretende presentarse como un justiciero social a fin de esconder el fracaso de su política económica y social. Fracaso que forma parte del legado del fallecido vocinglero de Miraflores, quien nos dejó un país carcomido por la corrupción y la violencia, con una economía en caída libre, con una inflación desbordada y una población arruinada, manipulada y engañada.
En esta nueva etapa del fraude social bolivariano Maduro y su gorilato pretenden ilusamente dominar la inflación mediante “decretos”. Partitura Goebbeliana que sin orden, ni afinación alguna está orientada a reconquistar el universo electoral que cansando de las falsas promesas del fallecido rufián del Palacio de Misia Jacinta y continuadas por Maduro ya no muestran el mismo entusiasmo del pasado para con el proceso. Las medidas aplicadas lejos de resolver la profunda crisis económica, son acciones políticas destinadas a renovar las esperanzas de las grandes mayorías que siguen esperando por una mejor salud, por un trabajo digno, por una adecuada educación, por una efectiva seguridad social y personal, un mayor abastecimiento de los productos esenciales y cuyos salarios son devorados por la inflación.
Este descomunal fracaso bolivariano se ha traducido en un endeudamiento externo irresponsable, la puesta en marcha de una política devaluacionista, la implementación de una economía de puertos, la aprobación de leyes y reglamentos en favor del capital transnacional, el pago de una deuda ilegítimamente contraída, etc. Pero además, en una sistemática desnacionalización y desmantelamiento operativo de PDVSA, así como en una continua disminución de muestras reservas internacionales, las cuales según información del Banco Central de Venezuela, ya se encuentran en 20,9 millardos de dólares, nivel que no se registraba desde septiembre de 2004.
La revolución bolivariana constituye un proyecto sin anclaje histórico y sin sujeto social definido que avanza sin mayores sobresaltos hacia el totalitarismo dentro de una visión facho-militarista. El primitivismo y mediocridad ideológica de sus proponentes explica la orfandad de su armazón conceptual y lo limitado de sus propuestas las cuales no han traspasado del umbral de la copia barata de viejas consignas, cuyo sello de originalidad proviene de otras latitudes. En definitiva, estamos ante una mezcolanza de ideas inconexas, de un histrionismo agobiante, de una adoración caudillesca y repugnante por el comandante galáctico, de un populismo militarista manipulador y de un control comunicacional asfixiante.
Maduro en su desespero por garantizar la lealtad de los sectores populares, reforzar su popularidad y la de su proyecto bolifascista ha recurrido al fracasado recetario del sátrapa africano de Mugabe. Con estas nuevas medidas el socialfascismo bolivariano no rompe con el proyecto de dominación capitalista, y mucho menos con el modelo rentista del pasado como falazmente se afirma, todo lo contrario profundiza un modelo de capitalismo de Estado militarizado. ¿De cuál socialismo hablan?
- El saqueo como estrategia electoral
La violencia y los saqueos ocurridos en diversas ciudades del país responden al discurso belicista-electorero del monárquico Maduro en su pretensión de derrotar la escalada inflacionaria y sobreponerse a la mala perspectiva oficialista para las elecciones municipales del 8 de diciembre.
Bajo la excusa de defender los intereses del pueblo y luchar contra la inflación, Maduro y su combo de maleantes han apelado a una retórica electoral-populista que reivindica el saqueo (operación anaqueles vacíos) y lapida de manera demagógica a algunas empresas. Inflación que no responde a ningún plan perverso del imperio, sino a la quiebra del aparato productivo nacional, a un excesivo gasto público, un gigantesco déficit fiscal, y a una errada política monetaria que ha implicado sucesivas devaluaciones de la moneda.
Sin embargo, es necesario señalar que estas medidas populistas y tumultuosas tomadas por el régimen de Maduro no apuntalan al fin del capitalismo rentista y al nacimiento del modelo productivo socialista como suelen publicitar los miembros del clan bolifascista. Todo lo contrario, contribuyen al afianzamiento de un capitalismo de Estado militarizado que ha institucionalizado el latrocinio al cual ha sido sometida la nación, y a enmascarar la magnitud del saqueo multimillonario que ha realizado el grupete que ostentan el poder.
Saqueo que ha conllevado al deterioro del aparato productivo del país y por ende a un desabastecimiento alimentario y de otros insumos esenciales, a la entrega de nuestras riquezas petroleras a las transnacionales bajo la figura leonina de las empresas mixtas y a un desenfrenado endeudamiento interno y externo que en algunos casos ha implicado la entrega de nuestros recursos energéticos como garantía para la aprobación de esos prestamos en el exterior. Rapacidad que ha conllevado la destrucción de PDVSA y la capacidad exportadora no-petrolera del país, igualmente una masiva importación de alimentos, y de bienes y servicios. Este vergonzoso saqueo además ha permitido el surgimiento de una burguesía para-estatal ociosa y parasitaria la cual Gunder Frank caracteriza como la lumpen-burguesía.
Esta devastadora situación económica se ha traducido en un incremento en las cifras de desempleo abierto y encubierto (informalidad), en una sistemática criminalización de la luchas sindicales y una militarización de las empresas estatizadas a fin de acallar a los trabajadores en sus justas demandas.
Estamos en presencia de un Estado delictivo y totalitario dirigido por una logia militar fascista con el apoyo de un infame y servil grupo de oportunistas de izquierda. Gorilato que ha destruido la agroindustria, profundizado la pobreza, conculcado los derechos de los trabajadores, hipotecado a la nación, entregado nuestra soberanía a países extranjeros e institucionalizado la corrupción. Una sargentería saqueadora que ha robado a la nación en nombre de una bastarda revolución.
- El gran fracaso bolivariano
El gobierno militarista de Maduro ante la galopante inflación (54%), especulación compulsiva y crónica escasez de productos que afectan a los venezolanos ha recurrido a una perversa e irresponsable política populista como respuesta a una supuesta guerra económica propiciada por los Estados Unidos. El hijo del comandante eterno pretende domar a estos tres males “por decretos” siguiendo los pasos del dictador Robert Mugabe (2007) en Zimbabue, quien aplicó la “Operación Reducción de Precios” con resultados económicos desastrosos que llevaron a Zimbabue a ocupar el último lugar en el Índice de Desarrollo Humano en el año 2010.
Obviamente que la tan cacareada ofensiva económica del ungido de Miraflores fracasará, al igual que fracasó la política anti-inflacionaria del tte coronel. Será un nuevo fiasco del régimen en materia económica pues se atacan demagógicamente las consecuencias, pero no las causas de la crisis que son entre otras, una errada política monetaria, un gigantesco déficit fiscal y la destrucción del aparato productivo nacional. Sin embargo, esta campaña económica está orientada a captar votos para las elecciones del 8D, así como crear una cortina de humo que opaque el colosal fracaso de esta administración.
Esta cruzada antinflacionaria y de lucha contra la especulación forman parte del libreto engañoso del proyecto socialfascista ante un pueblo famélico, pasando hambre, lleno de necesidades y sufriendo la penuria de la mentira oficial. El mayordomo del palacio de Miraflores pretende presentarse como un justiciero social a fin de esconder el fracaso de su política económica y social. Fracaso que forma parte del legado del fallecido vocinglero de Miraflores, quien nos dejó un país carcomido por la corrupción y la violencia, con una economía en caída libre, con una inflación desbordada y una población arruinada, manipulada y engañada.
En esta nueva etapa del fraude social bolivariano Maduro y su gorilato pretenden ilusamente dominar la inflación mediante “decretos”. Partitura Goebbeliana que sin orden, ni afinación alguna está orientada a reconquistar el universo electoral que cansando de las falsas promesas del fallecido rufián del Palacio de Misia Jacinta y continuadas por Maduro ya no muestran el mismo entusiasmo del pasado para con el proceso. Las medidas aplicadas lejos de resolver la profunda crisis económica, son acciones políticas destinadas a renovar las esperanzas de las grandes mayorías que siguen esperando por una mejor salud, por un trabajo digno, por una adecuada educación, por una efectiva seguridad social y personal, un mayor abastecimiento de los productos esenciales y cuyos salarios son devorados por la inflación.
Este descomunal fracaso bolivariano se ha traducido en un endeudamiento externo irresponsable, la puesta en marcha de una política devaluacionista, la implementación de una economía de puertos, la aprobación de leyes y reglamentos en favor del capital transnacional, el pago de una deuda ilegítimamente contraída, etc. Pero además, en una sistemática desnacionalización y desmantelamiento operativo de PDVSA, así como en una continua disminución de muestras reservas internacionales, las cuales según información del Banco Central de Venezuela, ya se encuentran en 20,9 millardos de dólares, nivel que no se registraba desde septiembre de 2004.
La revolución bolivariana constituye un proyecto sin anclaje histórico y sin sujeto social definido que avanza sin mayores sobresaltos hacia el totalitarismo dentro de una visión facho-militarista. El primitivismo y mediocridad ideológica de sus proponentes explica la orfandad de su armazón conceptual y lo limitado de sus propuestas las cuales no han traspasado del umbral de la copia barata de viejas consignas, cuyo sello de originalidad proviene de otras latitudes. En definitiva, estamos ante una mezcolanza de ideas inconexas, de un histrionismo agobiante, de una adoración caudillesca y repugnante por el comandante galáctico, de un populismo militarista manipulador y de un control comunicacional asfixiante.
Maduro en su desespero por garantizar la lealtad de los sectores populares, reforzar su popularidad y la de su proyecto bolifascista ha recurrido al fracasado recetario del sátrapa africano de Mugabe. Con estas nuevas medidas el socialfascismo bolivariano no rompe con el proyecto de dominación capitalista, y mucho menos con el modelo rentista del pasado como falazmente se afirma, todo lo contrario profundiza un modelo de capitalismo de Estado militarizado. ¿De cuál socialismo hablan?
- El saqueo como estrategia electoral
La violencia y los saqueos ocurridos en diversas ciudades del país responden al discurso belicista-electorero del monárquico Maduro en su pretensión de derrotar la escalada inflacionaria y sobreponerse a la mala perspectiva oficialista para las elecciones municipales del 8 de diciembre.
Bajo la excusa de defender los intereses del pueblo y luchar contra la inflación, Maduro y su combo de maleantes han apelado a una retórica electoral-populista que reivindica el saqueo (operación anaqueles vacíos) y lapida de manera demagógica a algunas empresas. Inflación que no responde a ningún plan perverso del imperio, sino a la quiebra del aparato productivo nacional, a un excesivo gasto público, un gigantesco déficit fiscal, y a una errada política monetaria que ha implicado sucesivas devaluaciones de la moneda.
Sin embargo, es necesario señalar que estas medidas populistas y tumultuosas tomadas por el régimen de Maduro no apuntalan al fin del capitalismo rentista y al nacimiento del modelo productivo socialista como suelen publicitar los miembros del clan bolifascista. Todo lo contrario, contribuyen al afianzamiento de un capitalismo de Estado militarizado que ha institucionalizado el latrocinio al cual ha sido sometida la nación, y a enmascarar la magnitud del saqueo multimillonario que ha realizado el grupete que ostentan el poder.
Saqueo que ha conllevado al deterioro del aparato productivo del país y por ende a un desabastecimiento alimentario y de otros insumos esenciales, a la entrega de nuestras riquezas petroleras a las transnacionales bajo la figura leonina de las empresas mixtas y a un desenfrenado endeudamiento interno y externo que en algunos casos ha implicado la entrega de nuestros recursos energéticos como garantía para la aprobación de esos prestamos en el exterior. Rapacidad que ha conllevado la destrucción de PDVSA y la capacidad exportadora no-petrolera del país, igualmente una masiva importación de alimentos, y de bienes y servicios. Este vergonzoso saqueo además ha permitido el surgimiento de una burguesía para-estatal ociosa y parasitaria la cual Gunder Frank caracteriza como la lumpen-burguesía.
Esta devastadora situación económica se ha traducido en un incremento en las cifras de desempleo abierto y encubierto (informalidad), en una sistemática criminalización de la luchas sindicales y una militarización de las empresas estatizadas a fin de acallar a los trabajadores en sus justas demandas.
Estamos en presencia de un Estado delictivo y totalitario dirigido por una logia militar fascista con el apoyo de un infame y servil grupo de oportunistas de izquierda. Gorilato que ha destruido la agroindustria, profundizado la pobreza, conculcado los derechos de los trabajadores, hipotecado a la nación, entregado nuestra soberanía a países extranjeros e institucionalizado la corrupción. Una sargentería saqueadora que ha robado a la nación en nombre de una bastarda revolución.
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