En un post anterior, escribí sobre el blog del trovador cubano Silvio Rodríguez. En aquel entonces, celebré su compromiso antiburocrático, y en especial me resultó atractiva la frase: “Libia merece algo más que Gadafi.”
Después, fuimos testigos de una polémica
digital indirecta entre Silvio Rodríguez y Pablo Milanés, dos fundadores y
mayores exponentes de la Nueva Trova cubana. Muchos fuimos sorprendidos por el
tono irreconciliable de la polémica.
Recientemente, sucedió otra situación
polémica relacionada con Silvio.
Marfrey Cruz, joven activista y promotor
cultural, cristiano, defensor de posturas ecologistas, pacifistas y
anarquistas, organizaba en su pueblo San Antonio de los Baños (también la
patria chica de Silvio) un festival artístico ecológico.
Las acciones del festival se apoyaban en
una red de colaboradores voluntarios (Marfrey lleva años participando en
diversas organizaciones y redes juveniles ecológicas y culturales), y fueron
consensuadas con la Dirección Municipal de Cultura. Los promotores llenaron San
Antonio de carteles que explicaban los propósitos de las acciones e invitaban a
participar.
En mi opinión, cuando las alternativas más
visibles para los jóvenes son el formalismo ideológico y el consumismo
representado por el reggaetón, la idea de Marfrey y sus amigos debió constituir
un ejemplo y recibir todo el apoyo de quienes desean un futuro mejor para Cuba
y el planeta.
Pero sucedió lo contrario. El día antes,
desconocidos arrancaban los carteles promocionales del festival, y se propagaba
la noticia de que la Dirección de Cultura “suspendía” el evento.
Asombrado e indignado por tan arbitraria
actitud, Marfrey, que también es poeta, pidió solidaridad a su paisano Silvio
Rodríguez a través del blog de éste (“Segunda cita”). Es perfectamente normal
que un poeta busque apoyo en otro, ¿cierto? Máxime cuando Silvio tenía
planificado en breve un concierto en su patria chica.
La respuesta de Silvio a Marfrey no se hizo
esperar. Y tuvo un tono bien enrarecedor.
No es propósito mío glosar lo escrito por
Silvio (sólo mencionaré que atacó el “oportunismo” y la irresponsabilidad,
defendiendo el protagonismo de las instituciones oficiales), un artista que
-sabemos- fue censurado durante el periodo inicial de su carrera en Cuba
Revolucionaria. Esencialmente, mostró reservas ante el modo autónomo en que
Marfrey y sus amigos concibieron su festival.
Pero me resultó interesante en particular
un planteo de Silvio donde se opone al anarquismo. Silvio se declara defensor
del orden, y sobre todo del “orden social.” Para él, la anarquía es la ley del
más fuerte.
No deseo entrar en polémicas sobre el
anarquismo (que generalmente no ataca el orden, sino sólo el orden dominador, y
defiende por su parte el orden autónomo: “la anarquía es madre del orden,” dice
un famoso slogan libertario).
Pero quiero señalar una inconsistencia
clara en el pensamiento de Silvio.
Si la anarquía no es otra cosa que el poder
del más fuerte, entonces resultaría más que lógico que los sujetos políticos
(instituciones y personas) más fuertes del planeta defendieran a capa y espada
el anarquismo.
¿Sucede así?
Todo lo contrario. Los fuertes defienden
diversas formas de dominación: estatal, militar y capitalista.
Los anarquistas no dirigen corporaciones,
ni mandan ejércitos, ni presiden gobiernos.
Sólo parecen ser un puñado de locos que
luchan por un mundo sin tales dominaciones. Otro mundo posible, un mundo mejor.
¿Quién tendrá la razón?…
Extraido de http://observatoriocriticodesdecuba.wordpress.com/2011/12/22/silvio-rodriguez-y-el-anarquismo/
Extraido de http://observatoriocriticodesdecuba.wordpress.com/2011/12/22/silvio-rodriguez-y-el-anarquismo/
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