Por Pablo Stefanoni
En Bolivia aprendí una expresión popular que me fue bastante útil en diferentes contextos, y posiblemente exista en otros lados, pero yo la escuché por primera vez en La Paz. “Marear la perdiz”, algo así como hacer perder intencionadamente el tiempo en rodeos o dilaciones que retrasen u obstaculicen la resolución de un problema o desvíen las cosas de lo que se está discutiendo. Ese parece ser el caso de una parte de la izquierda (la parte neoestalinista de nuestra gran “familia”) cuando se trata de afrontar algunas cuestiones relacionadas con los regímenes autoritarios o totalitarios que quedaron como incómodos recuerdos acerca de cómo la “utopía” socialista derivó en anti-utopías a menudo brutales, que terminaron por pervertir hasta límites insospechados los proyectos de emancipación e igualdad social.
En Bolivia aprendí una expresión popular que me fue bastante útil en diferentes contextos, y posiblemente exista en otros lados, pero yo la escuché por primera vez en La Paz. “Marear la perdiz”, algo así como hacer perder intencionadamente el tiempo en rodeos o dilaciones que retrasen u obstaculicen la resolución de un problema o desvíen las cosas de lo que se está discutiendo. Ese parece ser el caso de una parte de la izquierda (la parte neoestalinista de nuestra gran “familia”) cuando se trata de afrontar algunas cuestiones relacionadas con los regímenes autoritarios o totalitarios que quedaron como incómodos recuerdos acerca de cómo la “utopía” socialista derivó en anti-utopías a menudo brutales, que terminaron por pervertir hasta límites insospechados los proyectos de emancipación e igualdad social.
Algunos vieron antes ese devenir. Por ejemplo Yevgeni
Zamiatin captó aún en la “primavera leninista” (1921) lo que se avecinaba en la
novela “Nosotros” (más tarde le mandó una dignísima carta a Stalin que por
inescrutables razones lo dejó migrar a París). Otros captaron la pesadilla
cuando ya estaba en marcha o ya había pasado como Orwell con “1984”. Pero unos
pocos aún siguen sin querer ver la realidad y son maestros en esos “rodeos”
para desviar la discusión a la hora de enfrentar la necesaria diferenciación de
la izquierda emancipatoria de la neoestalinista en sentido amplio.
Si algún no hispano parlante me pregunta en el futuro qué es
“marear la perdiz" le enviaré el artículo de Fernando Montiel T. aparecido
en “Rebelión” el 23-12-2011 bajo el título "‘Oriente’, Kim Jong-Il y la
prensa: modelo para armar”. El único objetivo del artículo parece ser una
defensa implícita del despótico régimen del fallecido Kim Jong-il (lo que el
español de origen noble y exótico funcionario del régimen norcoreano Alejandro
Cao de Benós se las ingenia para hacer a diario de manera más explícita aunque
con los mismos atributos de “gran mareador de perdices”; además se ofrece como
traductor de la “otredad” norcoreana para los occidentales y… como gestor para
empresas que van a hacer negocios en secreto a Corea del Norte).
Lástima que Edward Said no esté para defenderse del uso de
su clásico Orientalismo al que Montiel apela para justificar cualquier
dictadura como si el mensaje sintético de las 510 páginas del libro del
intelectual palestino en la versión de bolsillo fuera simplonamente: “si
criticas una dictadura oriental eres un despreciable racista/eurocentrista”. Si
Videla hace desaparecer a 30.000 personas hay que condenarlo, obviamente,
porque es uno de los nuestros, es decir, un occidental. Pero si un clan
familar/militar estilo Kim mantiene a toda una nación bajo estado de sitio
perpetuo por razones de “soberanía nacional” (condición para el poder de la
camarilla poscomunista) hay que decir que es muy complicado, que posiblemente
se deba a que es “otra cultura” y estamos tan contaminados por los imaginarios
construidos por la prensa burguesa que mejor debemos abstenernos de opinar. Si
El País dice que es malo, debe ser bueno.
Dejemos de lado sus comentarios de Montiel sobre Vaclav
Havel y concentrémonos en lo que dice –y sobre todo no dice- sobre el “Querido
líder” Kim Jong-il. Antes que nada quiero decir –como periodista, que escribo
en la prensa burguesa, en Rebelión y en medios militantes-: todas las
especulaciones sobre Corea del Norte se basan en el hecho de que nadie puede
entrar ahí a ver lo que pasa y quienes entran deben seguir rigurosas visitas
guiadas. La cosa es bastante simple: si por ejemplo hoy hay consenso de que en
Cuba hay una buena salud es porque muchos pudieron ir a verla, pasear por los
hospitales y recorrer La Habana sin un policía/traductor; aunque conseguir una
visa de prensa no es muy sencillo hasta la CNN está ahí. Cuando Montiel habla
de lo “estúpidos que somos” en realidad es un inclusivo falso: está hablando de
los estúpidos que son quienes creen que, como dicen los periodistas, Corea del
Norte es una dictadura. Porque para Montiel si la prensa burguesa dice llueve,
los revolucionarios debemos decir: hay una sequía de la hostia.
Yo sí creo que Kim Jong-il “era un mal hombre que hacía
cosas malas”. ¿Muy simplista? Puede ser. Pero es a partir de esta simple
constatación que podemos complejizar lo que queramos. No deja de ser gracioso
hablar de la manipulación infinita de la prensa occidental –apelando a teorías
de la recepción que no deben operar ni en los primates- y no decir nunca una
palabra sobre sistemas informativos como el norcoreano (pero no el único)
construidos solamente para difundir la palabra del líder, en términos que ni el
talento de Zamiatin pudo llegar a captar.
El articulista acusa de incompetencia lingüística a quienes
usan la palabra “autarquía” para definir al régimen norcoreano, quedándose en
las definiciones de la RAE y pasando por alto que la idea Juche –base del
régimen- se edificó para justificar el aislamiento del país y de ser posible la
infantilización de su población. A ella se sumó posteriormente el Songun,
“prioridad militar”, es decir la consolidación de la camarilla militar por
encima del propio partido. Después Montiel dice que es necesario contextualizar
las razones de la ruina de la economía norcoreana, y buscar los motivos en el
aislamiento. Quizás al régimen norcoreano -que en los 70 era bastante más
próspero incluso comparado con el sur- le bastaría mirar a Vietnam para ver que
no todos los enemigos del imperio terminaron como los norcoreanos. De todos
modos, ese bloqueo es relativo, el propio Cao de Benós lo desmiente desde El
País cuando señala que “En Corea del Norte hay factorías belgas, francesas,
austriacas... Pero tampoco quieren que se sepa que producen en nuestro
territorio. Prefieren esconderlo para evitar suspicacias, y también para no
darle pistas de negocio a la competencia. Algunas de estas empresas, para que
en sus productos no aparezca el nombre de nuestro país como origen, crean
terceras empresas domiciliadas, por ejemplo, en Hong Kong y ponen este país
como lugar de origen”.
Tengo la impresión de que el régimen tampoco “quiere que se
sepa”. De manera algo chistosa, en la visita a Corea del Norte de una
periodista de la BBC a los guías se les pasó por alto que el tractor de muestra
de la mecanización del agro tiene el logo de… la Unión Europea. Es decir, una
donación.
¿Por qué se usan fuentes surcoreanas? -se pregunta Montiel.
¿Por qué los periodistas escriben desde Pekín? , continúa. ¿Será acaso porque
no se puede entrar allá como periodista, a no ser que Cao de Benós se digne a
llevarlos?, ¿será porque el hermetismo del régimen obliga a usar la información
que hay para no dejar las páginas en blanco? Eso no justifica lo que hay de
manipulación, ocultamiento, o tergiversación en la prensa burguesa (y la hay
con creces, por razones políticas pero también comerciales), la cuestión es que
no hace falta buscar en ella para “difamar” a la “Corea Democrática”. Es suficiente
con ver la agencia KNCA, aunque quizás es una falsa página armada por la CIA.
De hecho parece una parodia de algún blog dedicado a tomarle el pelo al régimen
del ahora “Brillante Camarada” veinteañero Kim Jong-un recién ungido, quien
ejercerá el poder arropado por una camarilla familiar integrada por su tío Jang
Song-taek, su tía y generala Kim Kyong-ho y el jefe del Ejército Ri Yong-ho).
Gracias a la ilustrativa información de los reporteros descubrimos que lo que
dispara los actos de infinita tristeza colectiva es la sensación de
remordimiento del pueblo hacia su líder, por no haber reconocido en mayor
medida los esfuerzos del Padre Dirigente por construir el “paraíso socialista”
(suele pasar, sabemos que los pueblos son ingratos con sus gobernantes, ya el
PC alemán señaló en la revuelta de 1953 sentirse decepcionado de su propio
pueblo). Dice la agencia:
“La diputada a la Asamblea Popular Suprema, Thak Hwa Suk (49
años de edad) subrayó que el Dirigente no se fue de nosotros y agregó que es
muy doloroso el hecho de que no se ha levantado ni una estatua de bronce del
Dirigente quien hizo todo lo posible haciendo la marcha penosa solo para la
felicidad del pueblo y nos dispensaba todas las benevolencias”.
“Dicen que hay que pagar la benevolencia, pero no lo hice y
solo la recibí. Me siento con remordimiento por el respecto”, reconoció el
veterano de guerra, Sin Myong Chol (77 anos de edad).
“Yo esperaba tanto el primer día del año nuevo para
mostrarle a nuestro Padre Dirigente la función por el año nuevo para que el se
sintiera alegre y satisfecho. Pero ahora, no puedo ofrecerle la función”,
agrega la colegiala de 15 años Ri Un Sim.
Pero a esto se suma la emoción de ver al Dirigente -en las
fotos colocadas en toda la ciudad- con una chamarra tan sencilla (sic). “Lo que
les hace romper a llorar es la chaqueta modesta que lleva el Dirigente en su
retrato. Durante toda su vida de dirigente, él siempre se vestía de esa ropa,
nombrada por los coreanos como chaqueta de campana”. Con esa chaqueta hacía
“viajes de orientación” por todo el país (ya ustedes saben que estos líderes
pueden opinar desde cómo producir pan hasta cómo plantar zanahorias o construir
puentes o centrales nucleares además de millones de otras cosas). “Gracias a la
abnegación del Dirigente por el pueblo, se defiende firmemente la RPDC donde se
transforman como paraíso socialista las ciudades y aldeas y se aumentan las
riquezas del pueblo”.
Kim no reparó en el frío, ni en el viento... y solo comía
bolas de arroz (cosa desmentida por sus chef fugados). Es pesado pero hay que
seguir (para padecer durante 3 minutos al menos el gobio de la patética
retórica del régimen:
“El dolor del pueblo coreano por el deceso del Dirigente Kim
Jong Il se hizo más fuerte al conocerse los datos meteorológicos de cuando el
realizoó sus ultimas actividades revolucionarias. El día 16, cuando él continuó
su marcha forzada de orientación luego de recorrer el Centro de Información de
Música Hana y el Supermercado del Área de Kwangbok en esta capital, en la
mayoría de la extensión geográfica del país, el viento se desplazaba a una
velocidad de 5-6 m por segundo y en algunas zonas interiores del norte, a 16 m
por segundo como máximo. La temperatura máxima de la tarde marcaba 6-9oC menos
que la promedia, o sea, la mas baja desde el ano 1985. Y en los mares Este y
Oeste se hacia un viento fuerte de 10-15m/s y se produjeron las oleadas de 2-3
m de altura. La temperatura de la mañana del día 17, en que estaba el Dirigente
a bordo del tren para la visita de orientación, bajo 4-7 grados centígrado más
que la promedio, marcando así la más baja de los días invernales de este año
transcurridos hasta ahora. Los meteorólogos dicen que el Dirigente realizó sus
visitas de orientación sin hacer caso de las condiciones climáticas adversas
como frío penetrante, lluvias y nevadas. Aseguran que gracias a los esfuerzos
abnegados del Dirigente quien protegió al pueblo de todos los vientos y mareas
de la historia, nuestra patria se convertirá sin falta en el Estado próspero
socialista”. La propia leyenda oficial se inventó un nacimiento de Kim Jong-il
lleno de todo tipo de arco iris para resaltar su sobrenaturalidad… ¿Implicará
todo esto algún tipo de infantilización de la sociedad y mantenerla bajo un
tipo de “síndrome de Estocolmo”?
“Todo éxito, todo logro, todo triunfo, todo descubrimiento
científico, todos los conocimientos, toda la sabiduría, toda la felicidad y
todas las virtudes se relacionan directamente con su fuerza de dirección e
inspiración”, si coláramos esta cita de Orwell sería imposible distinguir
literatura y "periodismo". Compararlas con estas de la agencia
estatal norcoreana:
“A principios de este año, según su indicación (de Kim),
fueron distribuidos a los habitantes los pescados sabrosos como myongthae y
arenque. En noviembre, temporada de Arctoscopus japonicus, una especie de
pescado, instruyo capturarla en grandes cantidades sin perder el tiempo para
proveer al pueblo”. Y ahora parece que llegaron mensajes sobrenaturales. Parece
que hubo extraños fenómenos naturales y que tras una ttormenta de nieve inusual
apareció la leyenda "El monte Paektu, monte sagrado de la revolución. Kim
Jong-il".
Cao de Benós elogia al régimen anti-consumista, lo que
quizás justifique las hambrunas superadas parcialmente con donaciones
internacionales. Aunque la elite del régimen ahora tiene una publicitada
pizzería estilo italiano en Pyongyang. ¿Será parte de la “cultura” coreana tener
un “presidente eterno” –Kim Il-sung- aunque ya esté muerto?, ¿o que los años se
cuentan desde su nacimiento?; van por el 100 en el que el país debería volverse
próspero, pero eso no parece evidente aunque posiblemente tengan parámetros no
occidentales para medir el bienestar; donde hay canciones como la titulada “Kim
Il Sung creó nuestra Tierra” (como constató in situ el enviado de la agencia
Novosti Marc Bennetts) . ¿La “monarquía comunista” estará inscrita también en
algún ADN nacional y ancestral que somos incapaces de descifrar?
Si se construyen imaginarios orientalistas sobre Corea del
Norte, si el español John Sistiaga hace un reportaje sensacionalista y
“orientalista” y se cree el gran aventurero, es porque por ejemplo el
funcionario que entrevista le dice que “nuestros líderes nunca se han
equivocado” y trastabilla con las palabras cuando el periodista le pregunta qué
pasaría si se equivocaran algún día… "no se" -termina diciendo
perturbado. Si se pueden construir parodias sobre el régimen es porque los
periodistas son llevados a “casas de campesinos normales y corrientes” que
parecen museos, en las que sus habitantes recitan libretos de memoria (otra
vez, prejuicios orientalistas). Porque el régimen contrata a japoneses para
armar una falsa hinchada de fútbol en el mundial. Son los guías norcoreanos los
que logran que periodistas que sí quieren ver lo que realmente pasa, como el
citado de Novosti, terminen su crónica diciendo. “Bien, les diría (a los
norcoreanos): Kim Il Sung es el más grande de todos los hombres que han
habitado la Tierra, es un hombre perfecto, con insuperables dotes en todas las
esferas de la vida. Su hijo, Kim Jong Il, es un hombre igual de maravilloso, un
genio, diría. Pero quería pediros encarecidamente una cosa: dejad de hablar sobre
ellos aunque sea durante unos minutos...”. Quizás de eso se trate la
democracia, de no hablar las 24 hs de los líderes.
Si dejaran entrar a los periodistas irían los “mala onda”
que solo quieren disfamar al régimen –sin duda- pero también irían quienes
quieren reflejar lo que ven (y hay listas de pedidos). En cualquier caso, estos
regímenes oscuros –“no occidentales”- fascinan a muchos
"izquierdistas" y atraen a otros tantos, muchos simplemente porque
Pyongyang es enemigo de nuestro enemigo (EEUU, aunque es poco pensable que el
imperio lo invada, al final de cuentas el antiimperialismo norcoreano es solo
extorsivo, para conseguir fondos). Otros simpatizan por puro exotismo, como
alguna vez ocurrió con E. Hoxha en Albania.
Ojalá la nota de Montiel no se entienda como la “posición”
de Rebelión, donde con mucho gusto muchos publicamos nuestros artículos y
leemos los de muchos autores críticos, con la convicción de que la izquierda
que apoya a degradados regímenes totalitarios está condenada a perecer política
y moralmente con ellos, aunque en Facebook se creen pequeños microclimas pro
cualquier cosa que desafíe en teoría al imperio, con total desprecio por los
pueblos que sufren esas tiranías. Corea del Norte no tomó nota de la caída del
muro, pero parece que algunos de nuestros compañeros tampoco.
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