Luis Carlos Díaz
Es sumamente curioso que cuando empieza la temporada de
visas canceladas para miembros del gobierno nacional, el ministerio de Turismo
haya decidido incentivar los paseos dentro de nuestras fronteras. Algo tienen
que hacer los burócratas cuando sus hijos no pueden ir a Disney tan fácilmente
como antes.
Sin embargo, estamos siendo injustos, el ministro Andrés
Izarra ha querido pintar un país de comiquita con un alter ego suyo que sí
tiene cabello, con el trazo un poco inspirado en Pokemon y una cantidad de
recursos desperdiciados que develan una pésima construcción de personaje, trama
y arco argumental. Muchos errores juntos, pero que pueden ser cubiertos sin
problema por el presupuesto del Estado. Allí no importa mucho la efectividad de
las propuestas sino las comisiones y las adjudicaciones de contratos.
La nueva mascota del turismo nacional se llama
"Cheverito", suerte de explosión creativa que tomó muchos años de
discusión y mediciones en focus group. Cheverito es un digno representante de
esa escuela de diminutivos organizaciones como PDValín, Baneskín, Onaíto y
cualquier otro intento de darle vida a una marca poniéndole dos ojos y voz.
El recurso fue agotado hace décadas con la poceta del
limpiador MAS, pero eso no importa mucho para quienes toman las decisiones, que
no siempre están actualizados en estrategias.
Esta columna sobre cibercultura llama la atención sobre el
efecto Cheverito porque, aunque fue presentado recién el jueves 31 de julio, en
menos de 24 horas ya había sido deglutido, parodiado y respondido desde las
redes sociales venezolanas.
Apenas MinTurismo presentó la campaña, la audiencia digital
la desmenuzó para dejarla en los huesos, como si Twitter fuese un pozo de
pirañas hambrientas de información y destructoras de ridículos.
No obstante, la burla no es la gran cantidad de respuestas a
Cheverito que originó el público, sino que la campaña oficial, pagada con
dinero público, mostrara de entrada elementos excluyentes de fanatismo
político. Literalmente, las piezas oficiales colgadas por @CheveritoTours dicen
frases como: - "Hasta por la mirada se reconoce al escuálido", -
"Guarimba fascista. Siempre que ocurre igual, pasa lo mismo: nosotros nos
vamos de vacaciones y ellos se mueren de sufrimiento", - "Ya me
imagino a los disociados de la oposición hablando mal de Cheverito" Eso en
una cuenta del Estado, pagada con dinero público, en un personaje que se supone
está creado para niños.
Es impresionante lo rápido que come casquillo el poder. En
Twitter la cuenta oficial @CheveritoTours logró en 24 horas apenas 135
seguidores, mientras que la cuenta parodia logró 1424 seguidores en el mismo
tiempo. Lo más probable es que la nueva estrategia sea promocionar la cuenta
oficial desde otros perfiles digitales del Estado y enviar alguna circular para
que la guerrilla digital o cualquier otro grupo de empleados públicos inicie el
seguimiento masivo de la cuenta.
Para Izarra está demasiado fácil la tarea. No hay dicho el
costo de la campaña ni qué agencia publicitaria externa al ministerio fue
contratada, pero ya puede decir que ha sido víctima de ataques de la derecha,
podrá mostrar como éxito la respuesta recibida en redes, y en términos
discursivos será muy sencillo establecer el chantaje de que quien critique la
campaña en realidad no ama al país ni la revolución ni a su mamá.
EL PODER ES PREDECIBLE Y TIENE MAL HUMOR
De las decenas de montajes y parodias realizadas sobre el
personaje, las más llamativas han sido las que lo colocan en la realidad: fotos
de colas, el Guaire como morgue, el transporte público y la basura en algunas
calles. Internet es libre y espontáneo, así que en pocas horas el estrellato de
Cheverito fue desmontado pieza a pieza.
Por ejemplo, la economista Anabella Abadi, que firma en
Prodavinci.com y CaracasChronicles.com, hizo una rápida revisión del 'chavista
way of life' que mostraba la campaña turística de Izarra. Cheverito viaja en un
jeep 4x4 rojo que cuesta mucho más que varios años de trabajo de cualquier
venezolano. También viaja a destinos turísticos que no son asequibles para el
obrero común, y además busca unos parajes que resultan imposibles de realizar.
Vista en detalle, la campaña está despegada de la realidad y
prefiere quedarse anquilosada en clichés y frases de hace muchos años como
"Chévere cambur", que no dijo ni el abuelo de Cheverito.
Al fallido intento se le suman otros errores acumulados,
como que Cheverito cometa prácticas ilegales, al estilo de escalar un tepuy sin
la permisología correcta, o hacer rapel sin los implementos de seguridad
necesarios. Así, la fantasía mostrada para exponer el país no sólo es irreal
sino que va en contra de los preceptos del turismo socialista por el alto nivel
de consumo.
De hecho, se imprimirán 50 mil ejemplares a todo color del
cómic, en papel que no será reciclado, para impactar en la conciencia
conservacionista de los más jóvenes.
Ese pasticho de pifias y mamarrachadas ya ha sido pagado con
nuestro dinero y no cumple con su misión. Por lo pronto, ocurren demasiadas
cosas en paralelo como para hacerle demasiado caso al espíritu Disney del
ministerio del Turismo. Sin embargo basta ver las campañas serias adelantadas
en Colombia, Ecuador, Perú o El Salvador para promover el turismo y un país con
mejores condiciones, para entender que este intento se quedó corto y es una
parodia aún peor del país que no llegamos a ser, que las campañas realizadas por
la gente en sus redes sociales.
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