Redacción El Carabobeño
Por “dársela de periodista”, Yelitza (nombre falso) pasó tres largos días en un improvisado calabozo para mujeres en el comando de la Policía Municipal de Naguanagua. La historia de lo que presenció se resume en: maltrato, abuso de autoridad y supuesto microtráfico de droga. Su responsabilidad como familiar siempre la mantuvo del otro lado de la reja. Mientras esperaba para que aceptaran la comida que llevaba, en alguno de los dos calabozos “El Mundo” o “Los Manchados”, como les dicen, se registraba una trifulca. Yelitza fue detenida cuando intentaba dejar registro fotográfico. Desde entonces, supo en carne propia cómo se vive en una “mini prisión”.
Por “dársela de periodista”, Yelitza (nombre falso) pasó tres largos días en un improvisado calabozo para mujeres en el comando de la Policía Municipal de Naguanagua. La historia de lo que presenció se resume en: maltrato, abuso de autoridad y supuesto microtráfico de droga. Su responsabilidad como familiar siempre la mantuvo del otro lado de la reja. Mientras esperaba para que aceptaran la comida que llevaba, en alguno de los dos calabozos “El Mundo” o “Los Manchados”, como les dicen, se registraba una trifulca. Yelitza fue detenida cuando intentaba dejar registro fotográfico. Desde entonces, supo en carne propia cómo se vive en una “mini prisión”.
Sentada en una colchoneta estaba Yelitza. Más que detenida, como espectadora. Al cuarto, que compartía con “Las Hoteleras” y otra mujer, entra un oficial. Son muy amigos. Encienden un “tabaquito” y cruzan palabras. Se les une una funcionaria. “Eran muy amigos. Las presas y los policías. Ellos pasaban las cosas”, dijo Yelitza, mientras revivía ese amargo momento. Por las noches el improvisado calabozo se convertía en el cuarto de descanso de todos. No existía distancia, menos respeto, entre la autoridad y las privadas de libertad.
Las mujeres no estaban en un calabozo sino un cuarto que no tiene ninguna seguridad. La puerta no cerraba. Era la aliada perfecta de Yelitza. A través de una rendija observaba cuando, supuestamente, los oficiales golpeaban a los detenidos. “Los policías se paraban en fila, cara con cara, por el medio tenían que pasar los presos y les pegaban con todo”, denunció la mujer, bajo el anonimato. Su familiar estaba entre los detenidos que eran, presuntamente, agredidos.
En “El Mundo” hay 47 presos, según el alcalde de Naguanagua Alejandro Feo La Cruz, son de alta peligrosidad. Con “Los Manchados” completan los 82 presos en el comando de la Policía Municipal. En ambos hay hacinamiento.
88 MIL PRIVADOS DE LIBERTAD
En Venezuela hay 88 mil privados de libertad. 33 mil de ellos en comandos de paso transitorio. Tres mil ya tienen sentencia y están pagando condena en lugares preventivos. A juicio del coordinador nacional de la ONG Una Ventana por la Libertad, Carlos Nieto Palma, se creó un sistema penitenciario paralelo, donde los privados de libertad se quedan hasta años recluidos en un comando porque el Ministerio para Servicios Penitenciarios no da la orden para que los presos sean trasladados a centros carcelarios comunes. “No hay otro responsable que el ministerio. Es decir, Iris Varela, pero no cumplen con enviar a los penales a privados de libertad que solo deberían estar 48 horas en un comando y cuando les otorgan el permiso, las policías deben pagar un kit para los presos”, sostuvo Nieto Palma.
No hay otra razón: en las cárceles tampoco hay espacio para albergar a tantos privados de libertad. En el peor de los casos, porque los líderes negativos de cada penal no otorgan el acceso si no reciben un pago. Nieto Palma atribuye el caos a la falta de penales. Desde que Varela tomó las riendas del ministerio prometió la construcción de 24 centros carcelarios y, 5 años después, solo han inaugurado dos. La Comunidad Penitenciaria de Carabobo está entre la lista de las obras inconclusas del Gobierno nacional. Mientras tanto, los presos deben pagar condena en al menos 500 “mini cárceles” que contabiliza la ONG en todo el país.
En Carabobo al menos ocho de las 14 policías municipales están hacinadas. Dos alcanzaron el tope de su capacidad. Y sobre cuatro no se tiene registro. Sin embargo, no se descarta que no escapen de la realidad. La PM de Bejuma es la más afectada. Sus calabozos y áreas externas fueron habilitadas para albergar más detenidos. Actualmente tienen 104 presos en un lugar apto para 40. Lo que es igual a 64 hombres más de su capacidad. 20 de ellos ya están penados hasta con 17 años de prisión. El municipio solo cuenta con 94 uniformados, menos que la cantidad de privados de libertad que deben cuidar en el comando. Una guardia nocturna tiene 15 oficiales que deben estar atentos de 104 criminales. ¿Quiénes resguardan las calles?
Otra de los comandos policiales más hacinados es el de la Policía de Valencia. Tiene 155 detenidos en un sitio para 25. A pesar que supera por 49 sujetos a la PM de Bejuma, se considera más crítica por su índice poblacional. En las 10 dependencias policiales consultadas coincidían: el ministerio no da la orden. Mientras tanto, nos seguimos llenando de presos, dijo una fuente confidencial.
En al menos dos organismos se conoció que han tenido que pagar a “Pranes” para que acepten a los reclusos y descongestionar, por voluntad propia, los calabozos. En una policía del eje oriental debieron cancelar, supuestamente, 200 mil bolívares para que siete sujetos de alta peligrosidad fueran recibidos en la cárcel de Tocorón. El espacio no adecuado para mantener presos facilita las fugas en los comandos policiales. Recientemente, cuatro hombres, uno de ellos condenado a 20 años, se fugaron de la PM de Los Guayos. Estaban recluidos en un pasillo destinado para albergar a privados de libertad. Había un baño y una oficina.
[Tomado de http://www.el-carabobeno.com/drama-las-mini-carceles-los-calabozos-transitorios.]
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