Amanecer Venezuela
A
Valeria todavía le da vergüenza, pero prefiere hurgar la bolsa de basura antes
que “morirse de hambre”. Se refiere a ella y sus tres niños, de 6, 5 y 2 años,
a su cuñada y otros dos pequeños, que hace dos meses comenzaron a buscar comida
en la basura de los edificios de Colinas de Bello Monte, una urbanización de
clase media de Caracas. (Vea aquí: imágenes de la gente que hurga la basura
buscando comida en Venezuela).
Sobras
de arroz, pasta y pan, frutas a medio descomponer, pellejos de pollo y retazos
de grasa de carne son meticulosamente escogidos por las mujeres mientras sus
maridos cuidan que nadie se les acerque a ellas ni a los niños, que juegan con
otros desperdicios. Con las manos peladas, respiran hondo y ponen las sobras
animales en una bolsita, las de vegetales y pastas en otra y meten todo en
cajas de cartón. Lo que salvan es “para la cena”. “Por esta zona la basura es
buena, la gente de por aquí bota mucha comida. Todo lo que encontramos lo
cocinamos otra vez en la casa, le quitamos lo feo. Pero a los niños les damos
lo que nos regala la gente, lo de la basura es para nosotros (los adultos)”,
cuenta Valeria.