Rubén
Hernández
En medio de la actual conflictividad social queda
claro que la situación económica es cada vez más complicada, y los más pobres,
quienes han sido los más afectados, no esconden su molestia. Y es que la “crisis” capitalista golpea con
todo a una Venezuela cada vez más endeudada, explotada por las corporaciones
globales, con una notable reducción de sus reservas internacionales, y para
colmo golpeada por la corrupción de “socialistas” y ‘escuálidos’ y la ineficiencia
institucional. Y para colmo el Gobierno central pretende hacer creer que las diversas
formas de protesta contra la dura situación socioeconómica, no son más que estrategias
de la derecha y/o del Imperio estadounidense exigiendo elecciones o intentando
dar un Golpe de Estado, por ejemplo; resta importancia a la frustración y rabia
justas de millones de venezolanos por el cada vez más alto costo de la vida, por
los miserables sueldos, por la brutal represión y por tener que seguir
soportando largas filas para adquirir alimentos y otros rubros.
Es tan difícil la situación en el país, que a estas
alturas no se descarta incluso un estallido social tipo “Caracazo”, más aún cuando
distintos voceros del Gobierno “socialista” han admitido que hay que tomar
medidas que causarán más estragos en el bolsillo y en la moral de los
venezolanos. En este sentido cabe preguntarse, ¿hasta cuándo se pretende seguir
con la liberación irracional de precios?, ¿hasta cuándo alcanzará el
presupuesto para las misiones sociales, cada vez más limitado, por cierto?, ¿continuarán
los subsidios alimentario, educativo y sanitario? Y ante el aumento de la conflictividad,
no parece haber otra solución para el Gobierno que la represión creciente, y en
este contexto se ubica la Operación Libertad y Protección del Pueblo (OLP), ejecutada incluso en el marco de las justas
protestas de decenas de miles de venezolanos. Más aún, el Gobierno
“revolucionario” ha puesto a delincuentes comunes y manifestantes al mismo
nivel, al punto de llamar terroristas a quienes con toda razón han condenado la
política económica “socialista”. Como era de esperarse, la represión policial y
militar ha sido proporcional a la molestia y accionar protestatario del pueblo
humilde de Venezuela.
Lamentable la situación que afecta a los
venezolanos, en especial a los más pobres, pero no es nada que sorprenda en el
contexto capitalista-rentista venezolano, inevitablemente alterado por la “crisis” de impacto global, y azuzado
por la complicidad entre el oficialismo y la “oposición” respecto a una
política económica interna totalmente impopular. Si al menos el país hubiera
alcanzado una mayor productividad de alimentos y otros rubros, y se dependiera
menos de las importaciones, la situación general no sería tan perjudicial. Pero
no hay marcha atrás, al menos hasta el día de hoy. Ni la explotación del Arco
Minero ni un cambio de Gobierno central cambiará el nefasto estado de las
cosas. Hay que arreglar la situación de raíz; sólo una nueva concepción de vida
nos ayudará.
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