Por: Miguel Angel Hernández
El hecho político de mayor trascendencia en los últimos días
en nuestro país ha sido el anuncio oficial de que el presidente Chávez se
someterá a una nueva operación debido a la reaparición de un tumor en la misma
zona que fue operada en junio del año pasado. La salud de los jefes de Estado
siempre es un asunto de interés público, por sus implicaciones políticas; en el
caso del presidente Chávez la importancia del asunto es mayor, dados los rasgos
caudillescos y unipersonales de su liderazgo. De allí que el anuncio de una
nueva operación y la incertidumbre sobre las perspectivas a corto y mediano
plazo de la evolución de la salud del mandatario concentren la atención del
país.
Fue sin lugar a dudas un duro golpe para el gobierno, para
su credibilidad, tener que confirmar los rumores que hasta hace muy poco venía
negando con insistencia, acerca del agravamiento de la enfermedad de Chávez.
Desde el primer momento, la poca transparencia al respecto, y las permanentes
contradicciones en que han caído los voceros oficiales, ha sembrado dudas sobre
la verdad de la salud del Presidente, actitud que ha generado insistentes
rumores de todo tipo. En ese contexto la oposición de derecha ha aprovechado el
vacío de información fidedigna sobre el particular, para reproducir toda clase
de versiones sin fundamento, pescando en río revuelto con fines meramente
electorales. Tanto el gobierno como la
MUD asumen el falseamiento deliberado de la realidad como
orientación en este caso.