R.M.
La población parece haberse sobrepuesto al miedo inicial por la pandemia. Por ahora no se han colapsado los hospitales, parecen lejanas las imágenes de China con su hospital improvisado y hasta la izquierda autoritaria no reclamó más el confinamiento obligatorio. En eso estamos y es bueno entonces aprovechar para reflexionar sobre algunas pequeñas cosas.
La población parece haberse sobrepuesto al miedo inicial por la pandemia. Por ahora no se han colapsado los hospitales, parecen lejanas las imágenes de China con su hospital improvisado y hasta la izquierda autoritaria no reclamó más el confinamiento obligatorio. En eso estamos y es bueno entonces aprovechar para reflexionar sobre algunas pequeñas cosas.
La imagen del virus que vemos en las campañas es una representación, hay razones obvias, los virus no se ven a simple vista. Ahora, las representaciones nos dicen mucho, a veces mucho más de lo que parece, expresan cosas complejas, no tanto de lo representado sino de quién lo representa. Las metáforas usadas para representar la epidemia son una clave para que entendamos la realidad presente.
La coincidencia entre las imágenes de la pandemia y la espectacularización que se hace de lo real, cuyo único sentido es el aislamiento, la competencia y el lucro, nos muestra sobre todo el “marketing” que es la política. La política no miente, la política es mentira organizada.
La guerra
La metáfora actual de “la guerra” contra la epidemia, tan usada en medicina desde el siglo XIX, expresa sobre todo dos cosas. Primero, que la guerra sigue siendo el gran exaltador, la excusa perfecta para agitar y aglutinar a la sociedad bajo alguna bandera. La representación que utilizan las autoridades no es arbitraria. El lenguaje bélico es el predominante con términos como “enfrentamiento” o “desescalada”. Lo segundo que expresa esta representación es que la propaganda del poder ha adaptado la metáfora al modo actual de la guerra. Dos de las características principales de la guerra actual son su asimetría y la transformación del enemigo externo en interno. Los Estados actualmente están más preocupados por la conflictividad dentro de fronteras que por un enemigo exterior. La lucha contra el terrorismo es el ejemplo paradigmático del conflicto bélico actual donde el viejo “campo de batalla” se ha trasladado a las zonas urbanas.
El enemigo interno, ahora el virus, justifica la remoción “excepcional y temporal”, claro, de las libertades liberales y la implementación masiva de grandes dispositivos de vigilancia. Las metáforas específicas de la guerra que se usan hoy nos muestran las características generales del gobierno actual del capital sobre las personas. En la guerra a la pandemia el eufemismo “distanciamiento social” se usó para hacer más agradable la noción de confinamiento e intentar imponer (o en Uruguay “sugerir”) las medidas sanitarias. También, y esto es más peligroso, la noción de “nueva normalidad” ha venido a distraer el hecho de que lo “nuevo” es sólo el perfeccionamiento de los viejos modos de dominación. La imposición de la nueva normalidad es la imposición de viejas reformas neoliberales que estaban haciendo cola hace mucho tiempo.
Guerra a la guerra
Por supuesto que la intervención del Estado en la imposición de la nueva reestructura no se restringe a lo lingüístico. Además del aprovechamiento en todo el mundo de los Estados para acelerar nuevas normas represivas o laborales o generar “detenciones preventivas”, en Uruguay el Estado se suma a la implementación de dispositivos de control social. Una nueva aplicación de Apple y Google estaría por probarse pronto en el territorio. Una población sumisa y tecnológicamente adaptada es la cobaya perfecta para estos experimentos sociales. Se trataría de una aplicación de seguimiento de infectadxs. Según la prensa, las personas recibirían un mensaje del estilo: “usted estuvo en contacto con una persona que dio positivo a un test de coronavirus, por favor, aíslese”. De cara a la lucha contra la pandemia el Estado recibiría información muy valiosa sobre “los movimientos” de la población y todo lo que eso significa. La metáfora de la guerra no sólo anula ciertas defensas sociales por la urgencia que representa, sino porque se apoya en el miedo.
Antes de unirse conscientemente a una mayor pérdida de autonomía y someterse a nuevos experimentos sociales que sólo potencian la desvinculación social, tendremos que crear otra nueva normalidad. El sistema que plantea la “guerra al virus” es el mismo que crea la pandemia. El virus es biológico, la pandemia es sistémica y política. Frente a su guerra, sería bueno recordar las palabras del último de los milicianos españoles de la división que liberó París de los nazis: “no hagas guerras, solo las ganan lo ricos”.
[Tomado de https://periodicoanarquia.wordpress.com.]
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